AMariano Téllez Girón (1814-1882), XII duque de Osuna, no le sentó nada bien nacer en el siglo xix. El auge de la burguesía había traído consigo una oleada de nuevos ricos, que con su dinero parecían querer competir con el abolengo de la aristocracia. Como explica el historiador Antonio Sánchez-González, eran tiempos de recibidores sobrecargados, una treta hortera para esconder casas que, en realidad, eran míseras. También, de tapetes, borlones y flecos para tapar los muebles de madera de pino cepillada. Ese marco era el idóneo para alimentar los delirios casi patológicos del duque, que sí era rico. Y, en honor a la verdad, gracias a eso, su nombramiento en 1856 como embajador en Rusia fue todo un éxito.
Irrumpió en la corte del zar Alejandro II haciendo todo el ruido que pudo. Obsequió a las damas con abanicos antiquísimos y flores traídas expresamente desde Valencia y