Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Todo por ti
Todo por ti
Todo por ti
Libro electrónico494 páginas6 horas

Todo por ti

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

El encuentro explosivo entre una princesa y un dragón ... Cuando Jay conoce a Kate, en el bar, le da una serie de atenciones para que la bonita pelirroja no sea insensible. Pero cuando la intenta llevar a un rincón discreto y la joven lo empuja, comprende lo que sucede: ¡esta chica es virgen! ¡Apenas si tiene la edad legal para estar en este bar! Si a Kate le gusta llamar la atención de un tipo robusto y tatuado, es porque él no tiene nada que ver con los chicos de buenas familias a los que ella está acostumbrada. Jay es un hombre, no un niño. E incluso si rechazó sus avances antes de que se atreviera a cruzar los límites, se consterna cuando las imágenes de su baile lascivo con su acompañante recorren las redes sociales ... ¡y su escuela! Para evitar tener una mala reputación, le pide a Jay que sea su novio hasta el final del año escolar. Divertido por la propuesta, Jay rechaza el dinero y, en cambio, exige favores sexuales. Sorprendida, Kate se niega y, después de negociar, acepta intentarlo, pero con una condición: ¡no debe tocar su virginidad! Jay acepta, decidido a hacerla cambiar de opinión. ¿Pero a qué precio?

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento2 dic 2019
ISBN9781071520086
Todo por ti

Relacionado con Todo por ti

Libros electrónicos relacionados

Romance para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Todo por ti

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Todo por ti - Sara Agnès L.

    Todo por ti

    Sara Agnès L.

    Agradecimientos

    Raramente soy efusiva dando las gracias, así que espero que se me perdone. Cuando se escribe una novela, a menudo se hace en soledad, y Todo por ti no es una excepción a la regla. Esta historia, la he portado, meditado, protegido. Y aquí es donde se me escapa... para llegar a tus manos. Gracias por elegirla entre todas las demás. Gracias por darle vida a Kate y a Jay en tu imaginación. Incluso después de muchos años de escribir y publicar, considero un privilegio poder compartir mis historias con ustedes.

    Este libro es una aventura con un final. Una aventura tan larga como caótica, lo admito. Por haber estado conmigo, quiero agradecer a mis primeros lectores, los de mi grupo favorito, que me ayudaron a llevar esta historia hasta el final: Clara, Isabel, Lis, Jenny, Daweed..., ¿Les amo?, ¿OK?

    También me gustaría enfatizar la participación inquebrantable de mi grupo de lectores cuidadosamente seleccionados para la versión auto editada de este texto: Annette Lovichi, Céline Frömme, Marie Brohier y Valery Houle. ¡Gracias por darle parte de su tiempo a mi princesa!

    Y un último agradecimiento especial a Catherine Lemay, mi increíble crítica de AdA, que ha encontrado las palabras adecuadas para respaldar a las mías. Desde el principio, ella creyó en ellas, y su entusiasmo me dio alas. A lo largo de sus revisiones, ella portó esta historia conmigo y la pulió aún más de lo que pensé fuera posible hacerlo. Muchas gracias por tu trabajo. Fue un placer trabajar contigo.

    En cuanto al resto de esta aventura, te pertenece ahora...

    Que la disfrutes,

    Sara Agnès L.

    1

    Debían de ser las once en punto, cuando mucho las once y media, y ya estaba un poco ebrio. Lo suficiente como para reflexionar sobre la tarde de mierda que se venía. Mi papá me había dejado a cargo de la administración de Banditos, un agradable bar que se convertía en discoteca los viernes y sábados por la tarde. Cada semana, las chicas venían a bailar en la pista de baile mientras un DJ nos rompía los oídos con interminables ritmos repetitivos.

    Sí, fue un sábado.

    Estaba sentado en el bar, bebiendo el enésimo ron con Coca para evitar emborracharme demasiado rápido, porque tenía que cubrir el descanso de los empleados hasta el cierre. La semana la estaba llevando, pero este ruido infernal, me ponía de malhumor. El teléfono vibró cerca de mi vaso y apareció un mensaje de Iván en la pantalla:

    Necesito ir al baño, ¿puedes reemplazarme diez minutos?

    Como él estaba afuera, la ventaja de tomar su lugar era poder alejarse de esta cacofonía y disfrutar de esa noche de mayo bastante fresca. Al instante, me levanté y terminé mi bebida de un trago antes de abrirme paso entre la multitud.

    - Revisa las identificaciones de los chicos, me recordó Iván. Ni digo a cuántos envié a casa con sus padres. El último tenía apenas dieciséis años.

    Le di la indicación de largarse. Este trabajo, lo conocía de memoria. Era algo que hacía desde los quince años. A esa edad, tenía una cara mucho más madura que la mayoría de los chicos que entraban aquí. Me divertí fastidiando a muchachos mayores que yo, pero que no tenían los dieciocho años requeridos por la ley. Era la ventaja de ser el hijo del dueño.

    Una sola vez, aproveché la oportunidad para encender un cigarrillo. Revisé dos o tres grupos que venían a la fiesta, en su mayoría mujeres que debían tener el doble de mi edad y que me miraban como si yo fuera parte del buffet: cougars, pues. Si más tarde estoy lo suficientemente borracho, ¿por qué no? Pero por ahora, tengo que trabajar.

    Un tiempo de espera, durante el cual encendí mi cigarrillo mientras miraba vagamente al cielo. Escuché risitas emocionadas antes de verlas aparecer. Eran tres. No presté atención a las dos que estaban detrás, porque la primera, una pelirroja con el pelo exuberante, inmediatamente llamó mi atención. Cuando trató de entrar, ignorándome, con la cabeza levantada, como si yo no mereciera la menor atención, levanté el brazo para bloquear su camino. Con la cara de una niña demasiado malcriada, me dirigió una mirada altiva mientras yo sonriendo con condescendencia, agregaba la frase habitual:

    - Su identificación, señorita.

    Con desprecio, hundió sus ojos en los míos. ¡Verdes! O grises, Un color que me sorprendió, mucho más que las palabras que salieron de sus labios:

    - Escucha, no tengo edad suficiente, pero es mi cumpleaños y quiero divertirme.

    Tuve que parpadear varias veces antes de lanzarle la réplica habitual:

    - Existe el Ágora para las niñas. Este lugar es para mayores.

    Poniéndose rígida, expuso su pecho bien proporcionado frente a mí.

    - ¡Solo los idiotas van al Ágora! ¿Crees que quiero pavonearme en un pútrido lugar como ese vestida así?

    Quitando mi mirada de sus senos, exploré el resto de su cuerpo. ¿Se suponía que debía notar su vestido o su figura? Para ser una niña, ya estaba bastante bien proporcionada. Así que le hice la pregunta:

    - ¿Exactamente cuántos años tienes?

    - Tendré dieciocho años. Hoy, a la medianoche.

    Demasiado joven aun. Casi en edad. Pero tenía valor. Y considerando la velocidad con la que las palabras salían de su boca pintada de rosa, ni siquiera yo dudaba de la veracidad de sus palabras. Dieciocho años, un cuerpo de ensueño y un carácter altivo. ¡Mi tipo de mujer, sin duda! Excepto que era una niña... y por la marca de su bolso, venía de High Valley. En otras palabras: el barrio donde vivían las niñas ricas.

    - Eres demasiado joven, repetí. Y supongo que tus amigas también lo son.

    Puso una mano sobre mi pecho y fingió lanzar una mueca malhumorada.

    - ¡Oh! ¡Vamos! Todo lo que queremos es bailar y conocer chicos que no tengan quince años. ¡Te prometo que solo tomaremos un trago!

    En lugar de echarla sin más, dudé. Técnicamente, era demasiado joven para entrar, pero ya no era realmente una niña. Y su cuerpo era de hecho, el de una mujer. Para rematar, tenía un buen trasero que mirar en la pista de baile...

    - Y tus amigas, ¿cuántos años tienen? Me escuché preguntar.

    Los ojos de la pelirroja me examinaban de manera diferente, como si comprobara si hablaba en serio. Y lo hacía.

    - También diecisiete. Gisele cumplirá dieciocho años en dos meses y Ann en octubre, dijo, señalando primero a la morena de cabeza redonda con una cara rosada detrás de ella, luego a la pequeña rubia a su lado, que me estaba mirando curiosamente mientras sonreía tímidamente.

    Fantástico. Estaba a punto de violar la ley, no una, sino tres veces. La multa podría ser cuantiosa si los policías decidían regresar al vecindario. Era relativamente raro, pero nunca creí en el azar. En ese caso, hubiera preferido que ella me mintiera.

    - Muéstrame tu identificación, exigí.

    Ante mi pedido, me miró con asombro.

    - ¿Por qué?

    - Prueba que es tu cumpleaños y te dejaré entrar por una hora.

    El trato que propuse no pareció complacerla, porque frunció el ceño, pero antes de que intentara superar la oferta, agregué:

    - En caso de que no lo sepas, arriesgo mi puesto.

    Era una pequeña mentira, pero el drama parecía jugar a mi favor: ella suspiró antes de abrir su bolso. Segundos después, sostenía su licencia de conducir frente a mí. La tomé para echarle un vistazo.

    - Katerina McGregor, leí en voz alta.

    - Kate, corrigió con un tono molesto.

    - Kate, repetí.

    Su nombre sonaba dulce en mi boca. Lentamente, le devolví su licencia, sorprendido de que una chica como ella me dijera la verdad. Si era su cumpleaños e iba a cumplir los dieciocho. No importaba el riesgo que tomaba si mi padre se enteraba de que había dejado entrar a tres chicas en su bar. El lugar estaba lo suficientemente lleno como para suponer que Iván había cometido un error... ¡o tres!

    Con un movimiento rápido, señalé la puerta que daba al interior.

    - Una hora, le recordé, ¡y no hagas nada estúpido!

    Una sonrisa brillante apareció en la cara de la pelirroja y se apresuró a prometer:

    - Nos portaremos bien, ya lo verás.

    Vi como entraban, luego volví mi atención al estacionamiento. ¿Pero qué hacía Iván? ¡Su descanso de diez minutos se había excedido por mucho! De pronto, ¡Me dieron ganas de echar un vistazo a lo que estaba sucediendo dentro!

    2

    Cuando estaba a cargo del bar, mi padre insistía en que usara camisa blanca y chaqueta. Según él, el traje inspiraba respeto, pero yo sospechaba que siempre había admirado a los hombres de negocios exitosos. Eso, o fue solo porque detestaba mis tatuajes.

    Tan pronto como Iván regresó a su puesto, volví a adentrarme en el establecimiento, donde hacía un calor terrible. Con una mano, desabotoné la parte superior de mi camisa y me paré al fondo del bar, desde donde podía ver la pista de baile. Las tres chicas se habían sentado en una mesa y hablaban con el camarero, gesticulando. ¡Diablos! Nick también debe haber tenido la idea de pedirles sus identificaciones. En lugar de dejarlas valerse por sí mismas, me dirigí a ellas.

    - ¡Ah! Es él, ¿lo ves? dijo Kate señalándome.

    Nick me volteo a ver atónito.

    - ¿Dejaste entrar a estas chicas?

    - Por una hora, confirmé. Es el cumpleaños de la pelirroja, así que me dejé convencer.

    - Aun no tienen dieciocho años. No puedo servirles alcohol.

    Molesto por su forma de ponerme en mi lugar, especialmente frente a estas chicas, lo fulminé con la mirada.

    - ¡Basta de eso! ¡Tampoco tienen doce! Ve, tráeles un cóctel, de manera que se diviertan un poco.

    Señalando a la pelirroja con la barbilla, le dije:

    - Ella ya conduce.

    - ¡Oye! ¡Es Gisele, quien conduce! se quejó Kate.

    Para poner fin a este intercambio cada vez más ridículo, corté bruscamente:

    - Tráeles algo y deja de molestarme. Esta noche, yo soy el jefe, ¿recuerdas?

    Encogiéndose de hombros, Nick asintió antes de regresar a la barra. Cuando volví mi atención a la mesa, la pelirroja me enviaba una sonrisa mientras sus amigas me miraban como si fuera una especie de superhéroe. Debería haberlas visto mejor en la entrada. Si Kate parecía una mujer, ¡las otras realmente parecían dos niñas, con sus senos planos, sus ropas con el cuello hasta arriba y sus ojos inocentes! ¡No es de extrañar que Nick les pidiera sus identificaciones!

    Volví a mirar a la pelirroja de nuevo. Ella tenía algo atractivo, ¡sin duda! Cuando miré más abajo, no oculté el interés en su escote. Con este vestido, iba a causar estragos en la pista de baile. Y posiblemente era lo que ella esperaba...

    - Gracias, dijo.

    Quería pedirle un beso. Después de todo, podría tener problemas si mi padre supiera lo que hice. Ciertamente merecía poder deslizar mi lengua en su boca. O algo más, con un poco de suerte... ¡Alto! ¿Se me estaba subiendo el alcohol en la cabeza o qué? ¿Cómo se suponía que debía ver algo más que una niña? En este bar, besaba a mujeres. Y estaban lejos de ser jóvenes, la mayoría de las veces.

    - Me debes una, dije simplemente.

    Mientras esperaba una propuesta de su parte, me sonrió sin decir una palabra. ¡Qué mal! Ciertamente yo no era su tipo. Ella era una buena chica. Una chica con clase. Una chica que debía de ser cuidadosa, por cierto. ¡Tenía lo que quería después de todo! Disimulando mi gesto preocupado, señalé con un dedo y repetí la regla:

    - Una hora, no más.

    Me di la vuelta cuando su voz rompió el molesto ruido de la música que resonaba:

    - ¡Oye! ¿Cómo te llamas?

    Extrañamente encantado con el interés que tenía en mí, me di vuelta antes de responder:

    - Jay.

    Con la sonrisa aún dibujada en sus labios, los ojos de Kate se deslizaron sobre mí. ¿Acaso estaba revisando el producto?

    - Eres muy lindo, Jay, respondió finalmente.

    Sus amigas se rieron como idiotas. Por mi parte, contuve una mueca. ¿Lindo? ¿Ese era su cumplido? ¿A ella no le importaba mi boca o qué? Eran los cachorros los que merecían este tipo de clasificación, ¡no un tipo como yo! Incapaz de responderle, volví al bar. ¿Pero qué era lo que pasaba con esa chica?

    3

    Observé al gran chico de cabello castaño, Jay, volver al bar mientras las chicas se reían como niñas.

    - ¡Lo llamaste lindo! se rio Gisele entre dientes.

    Sin apartar mis ojos de él, me encogí de hombros.

    - ¿Y qué? ¡Es cierto que es lindo!

    - ¿De qué estás hablando? ¡Parece un gorila! ¿Viste sus brazos? ¡Seguramente es un tipo sucio! Tiene un tatuaje en el pecho.

    Fruncí el ceño y volví la cabeza hacia mi amiga.

    - ¿Un tatuaje? ¿Cómo sabes eso?

    - Pasó por aquí.

    Gisele frotó su camiseta a la altura del cuello, que no era para nada adecuado para este tipo de fiesta, por cierto, pero se había negado a ponerse algo más sexy.

    - Bueno, mientras esperamos el alcohol, me tomas una foto con mi teléfono, exigí entregándole mi nuevo iPhone. ¡Necesitamos pruebas!

    Posé con mi mejor sonrisa, sola, y luego con Ann, antes de hacer una señal a Gisele para que viniera y se pegara a nosotras para una selfie digna de nuestra noche. Cuando regresó el camarero, puso tres vasos en nuestra mesa.

    - Disfrútenlo, señoritas, cortesía de la casa, anunció con cara gélida.

    ¿Sigue siendo un tipo digno de atención? ¡En serio! Las chicas volvieron a reír y bebimos juntas. Llevé la bebida a mis labios. Era dulce, afrutado y bien equilibrado en azúcar, pero aún se podía oler el alcohol detrás. Al primer sorbo, Gisele se puso roja como un tomate.

    - ¡Es una locura! ¡Estamos en Banditos, chicas! nos recordó.

    Sonreí, pensando lo mal que se iba a poner Rachel cuando descubriera dónde habíamos pasado la noche. ¡Y todas las chicas de la clase también!

    Mi vaso se estaba vaciando rápidamente. Tenía sed y quería divertirme. Mientras bebía, buscaba a Jay con la mirada. Con su complexión, fue fácil de detectar: de pie al final del mostrador, mirándonos desde lejos. Sonriéndole encantadoramente, levanté mi vaso en su dirección para agradecerle su atención. En respuesta, solo asintió y fingió tocar un reloj que no existía en su muñeca. Tenía razón. El tiempo pasaba a toda velocidad, y si quería aprovechar al máximo el tiempo que me había asignado, tenía que darme prisa. Apoyándome en el borde de la mesa, dije:

    - ¡Vamos a bailar!

    Con una nueva carcajada, las chicas me siguieron a través de la multitud. Era extraño, pero sobre todo emocionante estar aquí. Nada que ver con el Ágora, donde los muchachos eran a menudo más jóvenes que yo y donde la luz era menos tenue. Esta noche quería un bar y algunos hombres. Hombres de verdad. Algo así como Jay: musculosos, viriles, que trabajaran en lugar de ir a la escuela. Por una vez, quería sentirme libre y sobre todo... ¡mujer!

    En la pista de baile, la música eliminó rápidamente mi timidez. Las personas eran diferentes, mayores, pero el ritmo era contagioso. Con mis amigas al lado, cerré los ojos y di rienda suelta a los impulsos de mi cuerpo. Cuando escuché las primeras notas de I Gotta Feeling de los Black Eyed Peas, levanté las manos y comencé a bailar con ímpetu. ¡Era mi noche y quería aprovecharla al máximo!

    - ¡Ese tipo, Jay, te sigue mirando! gritó Gisele en mi oído.

    Confirmé la información con una mirada a la barra, antes de hacer un gesto de desagrado. De acuerdo, Jay me había permitido una hora, ¡pero estaba empezando a creer que estaba esperando a que terminara para sacarnos!

    - Seguramente te encuentra atractiva. ¿Te viste con ese vestido? ¡Pareces una modelo! exclamó Ann.

    Mientras continuaba balanceándome, me hice la pregunta en serio. Le aposté a esta prenda que se pegaba a mi cuerpo como una segunda piel, pero ¿realmente le gusté a este tipo? Me había mostrado algo encantadora porque estaba decidida a entrar en este bar a toda costa, pero también tenía un sobre lleno de dinero si eso no fuese suficiente. ¿Jay nos dejó pasar, esperando que me interesara en él? Si volviera a sonreírle, ¿sería tan amable de darnos un poco más de tiempo?

    Cuando el DJ mezcló uno de los éxitos de David Guetta, Ann finalmente se soltó. Comenzó a gritar y saltar por todas partes y Gisele la imitó. Me reí al verlas tan felices. ¡Tuve la gran idea de traerlas aquí! Habíamos estado estresadas con la escuela en las últimas semanas, y era hora de que liberáramos la presión. En tono de broma, nos paramos frente a mi teléfono en medio de la multitud y de las luces. Nuestras páginas de Facebook iban a hacer que todos se pusieran verdes de envidia. Ante esta idea, me aventuré más, levantando mi cabello como si fuera sexy mientras Gisele continuaba tomándome fotos. ¡Este sentimiento de libertad era extraordinariamente estimulante! Algo me dijo que podía hacerlo fácilmente...

    Cuando una mano se posó en mi cintura, me volví para ver quién se atrevía a tocarme de esta manera, lista para rechazar al osado. Me sorprendió encontrar a Jay y pensé que mi tiempo ya se había acabado. Aun así, fingió moverse al ritmo de la música ambiental para seguir mis movimientos. ¿Qué? ¿Quería bailar? Incluso si era un poco torpe, me adapté a sus gestos con una sonrisa encantadora, luego miré a Gisele para que nos tomara una foto. No solo estaba en un gran bar en mi cumpleaños, sino que estaba coqueteando con un chico de tatuajes increíbles. Si, con todo esto, no me convierto en una chica súper popular en la escuela, ¡nunca me convertiré en una!

    Cuanto más bailaba con Jay, más se frotaba con mi trasero. Sus manos en mis caderas rodearon mi cuerpo para abrazarme más cerca. Cerca de mi oído, sentí su cálido aliento.

    - ¿Te estás divirtiendo, querida?

    Me di la vuelta y me encontré en los brazos de este perfecto desconocido, bailando lascivamente en un ritmo que no era tecno del todo.

    - Es genial, confesé con una amplia sonrisa.

    Nuestros cuerpos adoptaron un paso más lento y sus manos se acercaron a mis nalgas. Por poco me habría reído. Yo le gustaba. ¡Era la primera vez que me sentía tan deseable, por cierto!

    Estaba tan cerca que tuve mucho tiempo para examinar a Jay: a pesar de sus cejas anchas y su cabello negro en movimiento, que le daba una mirada severa, tenía una cara más joven de lo que me pareció en la entrada. Busqué el tatuaje del que Gisele me había hablado, espiando su torso, que mostraba su camisa entreabierta, luego deslicé dos dedos en la parte visible, cerca de su cuello. ¡Era realmente fuerte! Parecía un chico como los de las películas. ¡Nada que ver con los chicos de la escuela!

    - Se ve enorme, tu tatuaje! Dije para explicar mi gesto. ¡Realmente debió haber dolido!

    - Hay peores dolores, dijo sin apartar la mirada. ¿Quieres que estemos a solas para poder mostrártelo?

    Le di una mirada burlona y lo increpé ligeramente:

    - ¿Crees que soy estúpida?

    Sonrió, luego se rio de buena gana. Lo miré, sorprendida de verlo tan relajado. Eso lo hacía aún más lindo. Lindo, sí, no me contuve.

    - ¿No estabas aquí para divertirte? me contesto burlonamente.

    Al hacer su pregunta, se frotó indecentemente contra mí y me sorprendió lo que percibí en sus pantalones. ¿Tenía... una erección?

    - Pero... si... me estoy divirtiendo, tartamudeé, sintiendo sonrojarme.

    Sin dejar de bailar, me miró a los ojos.

    - Probablemente bebí demasiado, pero te mueves divinamente bien, y tienes un hermoso trasero...

    Mientras pronunciaba estas palabras, bajó agarrando una de mis nalgas y salté mientras lo empujaba suavemente.

    - ¡Vamos! ¡Estas exagerando!

    Me soltó gruñendo. Lancé una mirada de pánico a mí alrededor, pero ¿dónde estaban Ann y Gisele cuando las necesitaba?

    - Ya veo. Somos amables cuando necesitamos un servicio, pero interpretamos a la pequeña mojigata en cuanto las cosas se salen de control. Estás en Banditos, linda, ¡no en un patio de recreo!

    Señaló la puerta de entrada, con una mirada sombría.

    - Es medianoche. Tu tiempo se acabó. Feliz cumpleaños.

    Apreté los dientes cuando me dio la espalda. ¿Qué? ¿Eso era todo? Con el pretexto de que no lo dejé jugar conmigo, ¿no me iba a dejar quedarme en su bar por más tiempo?

    - ¡Aun no es una hora! dije irritada.

    Se dio la vuelta antes de lanzar una sonrisa que me asustó.

    - Si quieres quedarte más tiempo, tendrás que ser amable.

    Fruncí el ceño, sorprendida por su insinuación, y se apresuró a agregar:

    - Te recuerdo que transgredí las leyes al permitir el acceso a menores.

    Señaló a mis amigas, que bailaban a pocos metros de distancia entre dos grupos de treintañeros, completamente absortas en la música. No pude ocultar un gesto de molestia. Es verdad que Gisele y Ann no se habían vestido adecuadamente para la ocasión, pues no me creyeron cuando les dije que veníamos a Banditos. ¡También era su culpa! pensé fastidiada:

    - ¿Cuánto quieres por otra hora? ¿Cincuenta? ¿Cien? ¡Solo tienes que pedir!

    Sus ojos se ensombrecieron y me di cuenta de que había hecho la pregunta equivocada. ¡Pensé que podría convencerlo con dinero! Antes de darme la espalda por segunda vez, maldijo:

    - ¡Tienes cinco minutos para salir de aquí!

    De pronto, apareciendo a mi derecha junto a Ann, Gisele exclamó:

    - ¡Oh! ¡Se ve furioso!

    - Lo arreglaré, lo prometo.

    Caminando tan rápido como pude con esos tacones, alcancé a Jay cerca de la barra y puse una mano sobre su musculoso brazo para llamar su atención.

    - ¡Escucha! No quería insultarte con mi propuesta, me disculpé rápidamente. Solo estaba tratando de llegar a un acuerdo.

    Me miró de nuevo. Con ojos tan negros que apreté mis dedos como precaución.

    - No acepto sobornos, ¿entendido? escupió. Si mis reglas no te convienen, solo tienes que volver a casa con papá.

    Azuzada por su respuesta, me molesté:

    - ¡Oh! ¡Ya veo! El señor se enoja porque le ofrezco dinero, pero no duda en jugar conmigo como si fuera una puta, ¡eh!

    Fue mi turno de darle la espalda, pero tan pronto como di un paso hacia mis amigas, Jay me agarró del brazo y exclamó:

    - Escucha... estoy un poco borracho, y puede que me haya dejado llevar...

    Lo miré con asombro. ¿Se estaba disculpando?

    - Solo quería pasar un buen rato, dijo de nuevo. Bailabas y parecías querer divertirte...

    Sus ojos me hicieron una insinuación que me hizo sonrojar hasta la punta del cabello.

    - ¡Yo... no soy así! Tartamudeé.

    - ¡Claro que no! bromeó él. Eres una chica de buena familia. Una princesita que baja de su palacio para respirar el aire viciado de la gente...

    - ¡Oye! ¡No tienes ni idea de quién soy!

    Levanté la voz y lo fulminé con la mirada. En lugar de hacerle dudar de sus palabras, mi aspecto ofendido solo logró hacer que se burlara. Se volvió hacia el mostrador y recuperó un vaso de Coca que se llevó a los labios. Eso es, ¡estaba perdida! Tenía que volver con las chicas y decirles que nos estaban echando. A menos que...

    - Por un beso, ¿nos dejas bailar una hora más?

    Jay volvió su atención hacia mí, intrigado por mi propuesta. Sus ojos recorrieron mi cuerpo, luego preguntó:

    - ¿Puedo manosear tu trasero mientras meto la lengua en tu boca?

    Mi respiración se agitó. Este tipo no quería perder el tiempo, pero elegí ignorar su vulgaridad y pensar seriamente en su solicitud. Este bar era genial. No quería que la noche terminara tan rápido. ¿Qué me podía pasar? ¡Estábamos en un lugar público! Estaba aquí para divertirme y celebrar mi cumpleaños. Por tanto llegaría hasta el final.

    - Trato hecho.

    En dos pasos, me deslicé cerca de él y puse mi boca en la suya.

    4

    Me paralicé cuando Kate me besó de improviso. Su lengua presionó contra mis labios para llegar a la mía, pero apenas tuve tiempo de responder a su gesto cuando retrocedió. ¿Ya? Por una fracción de segundo, pensé que había soñado, pero frente al pequeño aire de desafío que ella mostraba, fruncí el ceño.

    - ¿Qué crees que es eso?, ¿un beso?

    - ¿Tu qué crees? Dijo entre dientes.

    Mi mano descansaba sobre su cadera y la atraje hacia mí, presionando su cuerpo contra la barra y esperando que el efecto de la sorpresa se desvaneciera. Su rostro cerca del mío parecía desconcertado, pero su boca estaba lista para ser devorada. Sin mencionar que sus ojos tenían realmente un bonito color...

    - Una hora más, creo que merece un beso de verdad, anuncié antes de inclinarme hacia ella.

    Froté la punta de mi nariz contra la suya y sonreí cuando sus labios se abrieron con expectación. Me tomé todo el tiempo antes de poner mi boca sobre la de ella para hacerla anhelarlo. Tan pronto como lo hice, ella lanzó su lengua contra la mía. Retirando mi cabeza, la regañé:

    - Suavemente, pequeño tornado. Déjame saborearte.

    Ella asintió rápidamente y vi que su pecho se movía hacia arriba y hacia abajo rápidamente. ¿Estaba nerviosa? ¡Hum! Realmente no me gustaba tener la sensación de robarle algo a una mujer.

    - Si prefieres que nos detengamos, lo hacemos, muy a mi pesar.

    - No, yo... es solo que... no es mi estilo hacer eso. ¡Pero está bien! Podemos continuar, me aseguró.

    Una sonrisa burlona apareció en mis labios. Estaba nerviosa, pero no demasiado cohibida, eran buenas noticias. En lugar de reanudar con su boca, comencé a acariciarle el labio con la punta del dedo.

    - Realmente eres una chica de buena familia, dije.

    Ella hizo una mueca antes de confesar:

    - Sí, bueno... no elegimos dónde nacemos.

    Su respuesta me sorprendió tanto como me complació. En este punto, estaba totalmente de acuerdo con ella. Asentí antes de inclinarme de nuevo hacia su boca. Esta vez, ella acercó su rostro a mí y me dejó guiar el beso. Aunque era el cuerpo de una chica sexy lo que sostenía junto mí, consideraba que era el de una niña especialmente para su padre. Una fruta prohibida. ¡Y qué fruta! Sus labios eran cálidos y dóciles, y su lengua se dejaba manejar mucho más fácilmente de lo que esperaba. Yo, que rara vez me demoraba en este tipo de juego previo, ahora me daba placer devorar esta boca.

    Cuando mi miembro se cansó de este infantilismo, puse una mano en el trasero de Kate. Debajo de su vestido ajustado, sentí que llevaba una tanga. Me excitó mucho. Acaricié esta carne suave y aproveché el hecho de que estaba contra el mostrador para atreverme a tocar esa piel desnuda debajo de la tela. Con un gemido, sostuvo mi mano y retiró su boca atrapada en la mía.

    - ¡Oye! ¡Te estas excediendo!

    Estaba sin aliento y sus labios estaban maravillosamente hinchados por mis atenciones. Contemplé mi trabajo, y tuve que admitir que me llevaría un poco más...

    - ¿Las chicas de buena familia no dejan manosear en público? Me burlé sin soltar su trasero.

    Como respuesta, me fulminó con la mirada y me apartó para poder escapar.

    – ¡Aun así fue un beso magnífico! Dije, tratando de retenerla un poco más.

    - ¡Lástima que arruinaste el final! respondió ella, dándome una mirada sensual.

    Sonreí como idiota. Hubiera reconocido esta mirada entre mil: acababa de excitarla. Mientras se arreglaba el vestido, que le había subido sin vergüenza, agregó:

    - ¡Listo! Será otra hora más para nosotras. ¡Buenas tardes!

    Rápidamente, volvió a la multitud y yo me quedé allí, cerca del mostrador, con una monstruosa erección. ¡Solo una chica había logrado tal efecto! Esa, la necesitaba! ¡Y todavía tenía una hora para desarrollar una estrategia para conseguirla!

    Me volví hacia el bar para tomar mi bebida, que terminé de un solo trago. Claudia ciertamente redujo mi porción de ron, porque tuve la sensación de beber solo Coca. ¡Estaba bien! Incluso si estaba confundido, sabía lo que iba a hacer con esta chica: emborracharla y llevarla a la oficina de mi padre. Hubiera preferido ir a casa, pero con sus amigas en el lugar, era mejor hacerlo rápidamente. Lástima por la noche calurosa, me conformaría con un polvo rápido.

    - ¡Estás buscando problemas! Oí.

    No necesitaba girar la cabeza para saber que Nick era quien me estaba dando sus buenos consejos.

    - Ella está aquí para divertirse. ¡No veo por qué no lo haría! Me defendí sin ganas.

    - Es una niña, y dada su apariencia, probablemente sea de High Valley. En tu lugar, mantendría el pene dentro de mis pantalones.

    - Sí, pero no estás en mi lugar, chisté.

    Golpeé mi bebida contra la barra, esperando llamar la atención de Claudia. ¡Será mejor que me sirva un trago! Y si esta chica es de High Valley, no me importa. Al menos... no negué mi pequeño lado aventurero que surgió de la idea de besar a una futura burguesa a la fuerza. ¿Cuál es el problema? Ella se olvidará rápidamente de un tipo como yo. ¡Con un poco de suerte, ni siquiera me recordará al día siguiente!

    A mi lado, Nick se inclinó para verme mejor.

    - ¿Puedes decirme por qué estás buscando problemas?

    - ¡Para fastidiar al viejo, solo por eso! Le respondí sin pestañear.

    Me aseguré de que Claudia me viera hacerle la señal para que me sirviera, luego me volví para ver dónde estaba mi presa. Como era de esperar, Kate estaba bailando con sus amigas, cerca de su mesa. Cuando noté su estado, le dije a Nick:

    - Ve a darles un poco de alcohol. Y dile a Claudia que continúe con el ron.

    - Es vodka, me contradijo.

    - No importa. Una vez que esté borracha, verás que sus muslos se abrirán como un pequeño brote en la primavera.

    No pude contener la risa, pero fui el único en encontrar divertido mi juego de palabras. ¡Qué mal! Si este idiota no veía todo el potencial de la situación, era su problema, no el mío. Esta chica era hermosa y estaba en deuda conmigo. Un escenario como ese, ¡no debía ser desaprovechado!

    Esperé a que Nick les trajera vasos limpios mientras me tomaba el mío. Al recibir su cóctel, Kate me buscó y me envió una sonrisa compungida. ¿Qué? ¿Qué había de malo con esa bebida? Inclinándose hacia el camarero, ella le susurró algo al oído y yo estaba impaciente por que él viniera y me entregara su mensaje.

    - ¿Y? Le pregunté a Nick tan pronto como se acercó.

    - Dice que eres sucio y predecible, pero aun así te agradece por la bebida.

    En lugar de sentirme ofendido por su desdén, me reí como un tonto y levanté mi vaso hacia Kate. Ella podría haber hecho una mueca o actuar como la pequeña princesa mimada, pero simplemente me devolvió el gesto antes de llevar la roja bebida a sus labios. A este ritmo, todo lo que tenía que hacer era esperar un poco. Diez o quince minutos, como máximo. Con tanto alcohol en la sangre, terminaría encontrándome encantador...

    5

    - ¡Realmente lo haz flechado! se rio Gisele entre dientes mientras sorbía su vaso de Coca-Cola Light.

    Hice una mueca sin responder. Aun así, sospechaba que Jay me encontraba bonita, pero tenía una forma muy divertida de demostrarlo. ¡Un curso acelerado de galantería no le caería mal! En contraparte, ¡qué guapo estaba! Y sus besos, ¡Wow! ¡Nada que ver con los torpes e inofensivos intentos de seducción de los pocos novios que tuve en mi corta vida!

    Ann estaba bailando en la pista y parecía estar poseída. Esta cosa roja que bebíamos tenía que estar bien cargada de alcohol, porque estaba empezando a darme vueltas. Una pena por la prudencia: volví a la música y comencé a sacudirme entre esa multitud, como no lo había hecho. ¡Había que disfrutar del lugar mientras el tiempo se cumplía! Jay volvería a mí otra vez con su pequeño acto de macho, y con un poco de suerte, sería más amable... y me besaría de nuevo. Incluso si era un idiota, tenía que admitir que en sus musculosos brazos, me sentía agradablemente mujer.

    Algunos chicos me estaban lanzando sonrisas y miradas de

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1