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Revista Hoy: 1.108 Ediciones con Historia
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Libro electrónico198 páginas2 horas

Revista Hoy: 1.108 Ediciones con Historia

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Como para la gran mayoría de los chilenos, los años de existencia de la revista HOY fueron años de tragedias y temores, mezclados con alegrías y esperanzas; la mayor de todas, la de octubre de 1988 cuando triunfó el “No” y se despejó el camino al retorno a la democracia. La revista HOY sólo se propuso ser un medio de comunicación al servicio de los lectores, pero las circunstancias la llevaron a ser, también, una luz de esperanza, un espacio abierto para el diálogo en tiempos difíciles. Esa historia y la de sus protagonistas –no sólo la de quienes participaron directamente en ella, sino muy especialmente de sus amigos y lectores– ha sido reconstruida con paciencia, habilidad y mucha dedicación por las noveles periodistas Paula Mobarec y Dominique Spiniak. Este es un documento para leer y guardar como recuerdo de un tiempo que no fue fácil, pero en el cual HOY sirvió a muchos de consuelo y nos permitió mantener viva la esperanza en medio de la borrasca.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 jun 2013
Revista Hoy: 1.108 Ediciones con Historia

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    Revista Hoy - Paula Mobarec Hasbún

    Tabla de Contenidos:

    Acerca de este Libro

    Editorial

    Prólogo: Al principio fue Ercilla...

    Introducción

    I La familia Ercilla cambia de apellido

    II Obstáculos sobre la marcha

    III Una senda de protestas y censuras

    IV El Chile que quería Hoy

    V A la hora del balance

    VI La nueva era

    VII Tras los pasos iniciales

    VIII Hoy es ayer

    Epílogo

    Derechos

    Acerca de este Libro

    Como para la gran mayoría de los chilenos, los años de existencia de la revista HOY fueron años de tragedias y temores, mezclados con alegrías y esperanzas; la mayor de todas, la de octubre de 1988 cuando triunfó el No y se despejó el camino al retorno a la democracia.

    La revista HOY sólo se propuso ser un medio de comunicación al servicio de los lectores, pero las circunstancias la llevaron a ser, también, una luz de esperanza, un espacio abierto para el diálogo en tiempos difíciles.

    Esa historia y la de sus protagonistas –no sólo la de quienes participaron directamente en ella, sino muy especialmente de sus amigos y lectores– ha sido reconstruida con paciencia, habilidad y mucha dedicación por las noveles periodistas Paula Mobarec y Dominique Spiniak.

    Este es un documento para leer y guardar como recuerdo de un tiempo que no fue fácil, pero en el cual HOY sirvió a muchos de consuelo y nos permitió mantener viva la esperanza en medio de la borrasca.

    Editorial

    Más títulos

    Aprenda a leer un eBook

    Material complementario

    Prólogo

    Al principio fue Ercilla...

    Este año, en septiembre, se cumple un cuarto de siglo desde que la vieja y tradicional revista Ercilla sufriera un profundo vuelco en su historia. Fundada en los años 30 del siglo pasado, como un apéndice de la editorial del mismo nombre, había tenido más de una crisis a lo largo de su existencia, pero ninguna tan grave como la que la sacudió en la primavera de 1976. A comienzos de septiembre, en vísperas del tercer aniversario del golpe militar, su propietario optó por venderla a un grupo de empresarios afines al régimen.

    Hasta ese día, los periodistas que hicieron la transformación profunda de Ercilla al modelo Time, habían logrado que sobreviviera en períodos que no fueron fáciles para Chile ni para el periodismo profesional. Los años finales del régimen del Presidente Frei Montalva, todo el período de la Unidad Popular y tres años de régimen militar fueron de constante desafío, en un país crecientemente polarizado en lo político y cada vez más alejado del diálogo civilizado. Pese a ello, Ercilla logró un notable reconocimiento nacional e internacional por un trabajo bien hecho profesionalmente y con un alto grado de independencia. Nadie ignoraba que Emilio Filippi era demócratacristiano, simpatías compartidas por buena parte del equipo que trabajaba con él. Todos, sin embargo, nos sentíamos periodistas-periodistas antes que nada y así lo reconocían vastos sectores de la opinión pública.

    La mañana siguiente a la venta –concretada sin aviso previo– el director me llamó de urgencia a su oficina para contarme lo que pasaba. Fue una escena sólo comparable en su dramatismo –imagino– a la reunión en el puente de mando del Titanic en la noche de abril de 1912, después del choque contra el iceberg en el Atlántico norte. Aunque la nave que dirigía Filippi no se hundió en ese momento, para los integrantes de ese grupo profesional, los días y meses siguientes estuvieron marcados por la incertidumbre.

    Habría sido fácil aceptar la tentadora oferta de los nuevos propietarios. Inicialmente al menos, dijeron que querían que nos quedáramos. Pero todos –desde los más jóvenes y más comprometidos políticamente hasta los menos jóvenes y quizás menos impulsivos–, todos en la práctica, sentíamos que nunca más Ercilla sería el viejo y querido semanario que, a pesar de los cambios, era el mismo, con el mismo espíritu rebelde ante toda dictadura, que construyó durante décadas una constelación de grandes maestros: Julio Lanzarotti, Lenka Franulic, Luis Hernández Párker, Isidro Corbinos, Enrique Cid, Alfredo Herzka, Hans Ehrman, Abraham Hirmas, Manuel Seoane, los fotógrafos Heliodoro Torrente, Bibí de Vicenzi y Hugo Donoso y tantos periodistas e intelectuales más.

    Ya no cabía engaño posible. El régimen militar había dado categóricas muestras de no ser, ni querer ser, lo que muchos habíamos creído posible: un modelo chileno, distinto de las dictaduras tradicionales del continente. Por el contrario, pese a las denuncias, los pedidos de vastos y variados sectores chilenos y al rechazo internacional, se había encastillado en sus posiciones. En 1976 estaba en uno de sus periódicos momentos de endurecimiento: el tema de las universidades nos había costado, en marzo, la confiscación de un ejemplar de Ercilla que nunca vimos, porque fue recogido antes que saliera del taller. En 1976 habría asesinatos selectivos, desde Santiago hasta Washington, donde se hizo estallar el automóvil del ex-canciller Orlando Letelier y Ronni Moffitt. El régimen no estaba dispuesto a ceder y cualquier periodista, incluso los más recalcitrantemente antiallendistas, sentían el cerco asfixiante de la censura y las duras limitaciones de la libertad.

    En esa oscura primavera de 1976 hubo sin embargo un pequeño relámpago de esperanza. Ninguno de nosotros en el pequeño grupo de periodistas de Ercilla disponía de recursos propios, pero nuestras conciencias nos obligaban a dar un salto al vacío. Lo hicimos, finalmente, en diciembre, cuando Filippi nos dijo que la luna de miel con los nuevos propietarios había terminado y él renunciaba. No sabíamos lo que nos esperaba. No pretendíamos dar lecciones a nadie. Simplemente hicimos lo que nos pareció más adecuado y no pretendíamos más reconocimiento que el que nos dieron los lectores de la revista en el restaurante El Parrón, una cálida noche de enero de 1977. Para todos fue una sorpresa emocionante que Filippi, al responder al homenaje del consejero del Colegio Nacional del Periodistas José Cachito Ortiz, anunciara que había la posibilidad de que ese equipo no se dispersara y siguiera trabajando unido.

    Comenzó entonces lo que es el tema de este libro. Una gran aventura periodística que nos costó sudor, lágrimas y una larga convivencia con el temor en años en que los periodistas no sometidos eran hostigados, seguidos y amenazados, relegados, expulsados, encarcelados... y a veces también asesinados. Pero que tuvo, como recompensa, el convencimiento de que le brindamos a la recuperación democrática el mejor servicio que podíamos prestar: nuestros conocimientos profesionales, la capacidad de investigar y dar a conocer situaciones que de otra manera habrían quedado en las sombras. HOY se definió, desde el comienzo, como una luz de esperanza. También quiso ser un lugar de encuentro, un espacio para hacer posible la reanudación del diálogo, el más básico de los ejercicios democráticos, el sereno intercambio de ideas.

    En su mesa se juntaron, antes que los convocaran otros personeros, los integrantes de la primera mesa de diálogo, los políticos jóvenes y no tan jóvenes que firmarían el Acuerdo Nacional. Dirigentes que han vuelto a ocupar sus lugares en trincheras muy distantes, compartieron una taza de café en los desayunos de HOY durante muchas semanas. Allí se conocieron, se dieron cuenta de que todos compartían sentimientos fundamentales en torno a la construcción del destino de Chile y del futuro de los chilenos.

    La de HOY es una historia de hombres y mujeres de nuestro tiempo y, por ello, no carece de imperfecciones y errores. En algún momento, después de las épicas jornadas del plebiscito de 1988 y de la elección de 1989, se perdió el impulso inicial. El equipo, que sobrevivió a tantas dificultades, no fue capaz de seguir unido como se lo había propuesto. Todos nosotros hemos quedado marcados en nuestra existencia profesional por esos años de lucha y de esperanza. Ninguno sería lo que es ahora de no haber sido por el trabajo conjunto, que se inició en Ercilla y tuvo un instante maravilloso cuando nos propusimos seguir juntos, pese a las amenazas, hace ya un cuarto de siglo.

    Bien sabemos, sin embargo, que lo que es inolvidable para algunos, no siempre tiene importancia fuera de un pequeño círculo de amigos y conocidos. El tiempo, que dicen que todo lo cura, también hace que se pierdan en una nebulosa las escenas maravillosas de la intimidad compartida, los actos heroicos que ahora nadie parece valorar, las golpizas –físicas y morales– sufridas por algunos periodistas, las alegrías y los temores de todos.

    Por eso es tan importante lo que Paula y Dominique, pese (¿o debido a?) su juventud, han hecho. Que hayan sido capaces de revivir, con entusiasmo y rigor, la existencia de la revista HOY habla bien de su extraordinaria capacidad como periodistas y como seres humanos.

    Este libro –salvo algunas revisiones de tipo editorial– corresponde al texto de la tesis con que ambas se titularon de periodistas en la Universidad Diego Portales el año 2000 y recibió la calificación máxima de los profesores evaluadores. Yo me siento parte de este esfuerzo porque además de haber vivido casi toda la aventura de HOY, hasta diciembre de 1989, las acompañé –como profesor guía– en esta investigación. Y de todo ello me siento muy orgulloso, como periodista, como académico y sobre todo como colega de Paula y Dominique.

    Abraham Santibáñez

    Santiago, 2001

    Introducción

    Una historia que merece ser contada

    En estas páginas quisimos relatar la historia de revista HOY, sus 21 años de vida. Así lo concebimos cuando nos enfrentamos a la idea de investigar acerca de una revista que poco tiempo antes había dejado de circular. Un semanario que nació –luego de sortear distintas dificultades para conseguir el permiso de la autoridad– con el firme propósito de convertirse en una voz seria y respetable, en momentos en que Chile vivía bajo el gobierno del régimen militar, que imponía restricciones reales a la libertad de expresión.

    El 11 de septiembre de 1973, con el país regido por normas de estado de sitio, la nueva Junta Militar allanó estaciones de radio y desmanteló la prensa de orientación izquierdista, como Clarín, Puro Chile, El Siglo, Noticias de Última Hora, Punto Final, y la agencia cubana Prensa Latina. El tradicional diario de gobierno La Nación fue asumido por las nuevas autoridades y en los días siguientes la editorial Quimantú fue invadida con el fin de terminar con las publicaciones de izquierda.

    La misma suerte corrieron los canales de televisión que desde ese mismo día pasaron a manos del gobierno. En tanto, la prensa autorizada que comprendía la cadena de El Mercurio, La Tercera, revista Qué Pasa y revista Ercilla, siguió circulando, pero bajo un estricto control de censura previa.¹

    El ataque a las libertades de prensa y la represión de la disidencia política que siguió al golpe militar fueron más duros, drásticos y extensos que ninguna otra experiencia de la historia de Chile.² El poder del régimen militar alcanzó el control total de los medios de comunicación y el espacio para la disidencia se vio completamente restringido.

    Jorge Donoso, director del desaparecido diario Fortín Mapocho, analiza la actitud del gobierno desde la siguiente perspectiva. La primera medida que se toma el día del golpe es acallar los medios de comunicación. ¿Por qué llevo la reflexión a ese lado? Porque eso demuestra la importancia que tienen los medios en la sociedad. El gobierno militar se da cuenta que en la medida que ellos informen lo que les parece oportuno y necesario van a tener una constante herramienta de control sobre la ciudadanía.³

    Bajo este panorama, sólo se mantuvieron aquellas expresiones afines al nuevo régimen. Tres años después, a partir de 1976, surgió la necesidad de establecer una prensa no oficialista. Un primer intento de esto se vio reflejado en la aparición de dos publicaciones: Solidaridad, un boletín noticioso de la Vicaría de la Solidaridad que –bajo el alero del Cardenal Raúl Silva Henríquez– funcionó como un medio de circulación interno de la Iglesia; y Apsi, que comenzó en 1976 como una especie de boletín dedicado exclusivamente a la información internacional. A fines de 1978 decidió cubrir temas nacionales, por lo que hubo que pedir autorización y recién en 1980 se convirtió en un medio independiente.

    Similar es el caso de la revista Análisis que se inició –en 1977– como un boletín informativo de la Academia de Humanismo Cristiano. En 1978 se convirtió en revista, pero de distribución privada, hasta que en 1980 salió a circulación patrocinada por la misma Academia.

    Bajo este contexto, en el año 1977, apareció HOY como el único medio disidente autorizado, sitial que abandonó en los años siguientes a su fundación con la llegada de otras publicaciones representantes de la voz opositora. En una etapa considerada de mayor apertura política, a la revista Solidaridad, Apsi, Análisis, Mensaje –perteneciente a los jesuitas– y HOY, se sumaron otros medios.

    Cauce apareció a fines de 1983 con el objeto de expresar el pensamiento social demócrata. Se convirtió en una revista de denuncia, especialmente crítica de las acciones de la familia del general Pinochet y "llegó a vender certificadamente hasta 60 mil ejemplares quincenales, cuando HOY vendía la mitad y Apsi casi un tercio".

    Por los mismos años se sumó Fortín Mapocho, antiguo periódico de la

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