Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Mi Vicio: 1, #1
Mi Vicio: 1, #1
Mi Vicio: 1, #1
Libro electrónico563 páginas8 horas

Mi Vicio: 1, #1

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Elena Tyner es una chica común, de diecinueve años, que estudia psicología. Debido a una crianza  tradicional, así como a la sociedad, ella posee preconceptos y prejuicios contra los consumidores de drogas, llegando hasta  a repudiarlos. Pero todo cambia cuando ella le hace una entrevista a un usuario, se involucra con él  y pasa a ver el otro lado de la historia.

 En este drama se relata de forma clara y espontánea la amarga experiencia que significa convivir, amar, y presenciar como  una persona entregar su vida a las drogas... Un camino oscuro y muchas veces sin retorno ... Hablar sobre la dependencia química es muy fuerte, muy actual y de suma importancia. Mostrar todo el sufrimiento del dependiente y de todos a su alrededor de forma tan realista e interesante, hace que las personas experimenten  el sufrimiento junto con Maycon y Elena. Y sientan el amor surgiendo en medio de las tinieblas, de las dudas. Un amor puro y sincero, sin embargo, no aceptado.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento16 may 2019
ISBN9781547584277
Mi Vicio: 1, #1

Relacionado con Mi Vicio

Títulos en esta serie (70)

Ver más

Libros electrónicos relacionados

Romance contemporáneo para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Mi Vicio

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Mi Vicio - Kell Teixeira

    Capitulo 1

    Entrevista con el adicto: ¿Eso es serio?

    Un día más  en la universidad y el profesor anuncia que tendremos un trabajo individual sobre drogas ilícitas y los riesgos que ellas producen. Hablar sobre las drogas no es un tema nuevo. Una búsqueda en Google resolvería esto para mí en segundos, ya que el noventa por ciento de los jóvenes en la universidad, usan o, en algún momento, utilizaron drogas. Entonces, ¡para la mayoría, está resuelto!  Yo, Elena Tyner, soy parte del diez por ciento que nunca las consumió. Pueden llamarme anticuada, pero ni marihuana he fumado y, sinceramente me siento orgullosa de ello. Me siento orgullosa de ser la chica que va a la universidad sólo para estudiar, conseguir buenas notas y un diploma. Curso de Psicología. Y no veo la hora de poder trabajar en esa  área.

    Escucho al profesor dar las últimas instrucciones. Todavía no hay nada para preocuparse. Yo, como la nerd que soy, podré hacer ese trabajo con mucha facilidad, y ya me imagino que voy a obtener la mejor nota del salón de clases, lo que no sería nada nuevo.

    Nada para preocuparme - repito, una vez más, hasta que el profesor dijo que tendríamos que traer una entrevista completa con un adicto.

    ¿Cómo así?

    En una universidad de clase alta, donde la mayoría es hijito de papá, usted no llega y dice:

    - Hola, sé que eres adicto a las drogas. ¿Puedes darme una entrevista para el trabajo de psicología?

    Bueno, ahora hay con lo que preocuparme. ¡Maldita sea!

    Vivo en el campus que queda a horas de la gran ciudad. No sería problema ir a alguna institución que acoja a adictos a las drogas y conseguir una entrevista. No sería si yo conociera la ciudad, pero vine del interior y no tengo amigos. En realidad, sólo tengo la clase de los nerds, ¡y ellos son los mejores! Pero eso disminuye más mis posibilidades.

    Después de la clase, mis amigos consideraron la idea de ir a una institución, pero cuando llegó el gran día, yo estaba con un dolor de vientre horrible. No conseguí ni levantarme de la cama, lo que acabó con mi última oportunidad; pero no estoy dispuesta a desistir tan fácilmente.

    ***

    Los días en el calendario me impresionan, pues siento que pasan volando. Sólo falta una semana. Mi trabajo ya está completo, o más bien, casi completo. Falta la maldita entrevista.

    No me quedaron muchas alternativas. Fue ahí donde tuve la brillante idea de intentar conseguir una entrevista con Maycon. Pero, así como su grupo de amigos adictos, él es hijito de papá. En realidad, él es el hijo de papá, porque su padre es el dueño de una de las mayores empresas de la ciudad. Inclusive, la misma es una de las patrocinadoras de las investigaciones del Campus, por lo que creo que es la causa de que Maycon estudie aquí.

    Yo sé muy poco sobre él. En realidad, sólo escucho lo que dicen de él.  Es muy popular, pero selecciona a los suyos. Pensé en algo del tipo: sólo acepto adictos como amigos y me reí de mi idiota imaginación. Bien idiota realmente, ya que él ya se había acostado con la mayoría de las chicas mimadas de la universidad. No sé por qué, pero ellas aman este tipo de hombres: hermoso, cuerpo perfecto, bastante atractivo y un verdadero peligro. Es como si sobre él hubiese una placa enorme escrita: camino sin salida. Si das un paso más, estarás sujeto al vicio. Todos saben que él es adicto, y él mismo parece no querer ocultarlo de nadie. Siempre está con un cigarrillo en la mano o una botella de vodka y rodeado de gente. Esta es la parte que me impide acercarme. Soy demasiado tímida para eso. Y vamos a ser realistas: chicas como yo y chicos como Maycon Sebastián, definitivamente, no se mezclan.

    Los días pasan y mi desesperación se me sube a la cabeza. Parece que me voy a complicar de cualquier manera. En un intento frustrante y pícaro, tomo mi lápiz y agenda. Salgo de la universidad, decidida a pensar como una consumidora de drogas. Yo, que ni siquiera bebo nada de alcohol, pensaré como usuaria. El plan por supuesto fue un fracaso, pero era la última alternativa.

    Hace  un poco de frío. Debido a esto, estoy vistiendo ropa deportiva tipo chándal.

    Me repito mentalmente piensa como usuaria, piensa como usuaria pero nada me ayuda a pensar así.

    ¿Qué tal un cigarrillo? - la idea viene a la mente. Sólo que el cigarrillo no es una droga ilícita. Pero puedo fingir que es y describir las sensaciones. Listo, resuelto.

    Camino un poco y llego a un bar cerca de la universidad. Entro y todos me miran como si yo fuera un zombi. Tal vez sea porque esta es mi primera vez aquí.

    - Un cigarrillo, por favor - digo, determinada.

    El barman me mira con cara de espanto:

    - ¿Quiere un cigarrillo?

    - ¡Si quiero! – Respondí  firmemente.

    - ¿Usted al menos fuma?

    La pregunta me deja fría. No sé mentir. Y para no hacer el ridículo, puesto que todos aquí, por algún motivo idiota, todavía me miran, debido a que tal vez sepan que soy demasiado inocente o santa hasta para un cigarrillo, digo firme:

    - Siempre hay una primera vez - termino agarrando un paquete y saliendo de ese lugar horrendo.

    Comienza a caer una lluvia fina, pero que ya anuncia tempestad. Doy pasos largos y lo máximo que puedo es llegar hasta la parada del autobús. Me siento. Miro  para el cigarrillo.

    ¿De qué vale tener cigarrillos si no tengo encendedor? - pienso, juzgando mi brillante idea.

    Miro  las preguntas, todas sobre el porqué  entrar en ese mundo oscuro, efectos y todo lo demás.

    Mi profesor es demasiado inteligente para que trate de engañarlo.

    - Hola - escucho y llevo un susto. Miro y allí está el bendito, solo, justo delante de mí. Probablemente ocultándose de la lluvia. ¿Pero me pregunto a mí misma, solo? - mi subconsciente se pone alerta.

    Él nunca está solo.

    Miro a mi alrededor para saber si el hola es conmigo misma.

    - ¿Tú eres muda?

    - Lo siento - digo, sin gracia. - Hola.

    - ¿Tu fumas? - él pregunta, mirando el cigarrillo.

    - No. En realidad, no - muevo la cabeza.

    - ¿Puedo tomar uno? - se refiere al paquete de cigarrillos.

    - Te puedes quedar con él - digo, frustrada.

    - Perfecto. Creo que te debo una - él dice y da una sonrisa tan linda que me paraliza.

    - No te preocupes - sonrío sin gracia.

    - Nunca te vi por aquí.

    - Estudio en la misma, es decir, estudiamos en la misma facultad.

    - ¿Qué estudias?

    - Psicología.

    - ¿Por qué el cigarrillo? - él pregunta, dando la primera tragada y sentándose a mi lado. Noto que sus brazos están cubiertos por tatuajes y está usando un gorro negro, así como su camiseta, pantalones vaqueros oscuros y tenis.

    - Intento frustrado en terminar un trabajo – resoplo con rabia.

    - ¿Sobre?

    Observo que Maycon es hermoso. Lindo y directo, a pesar de mirar hacia la lluvia y no a mí.

    - Drogas ilícitas, una entrevista con un adicto - digo avergonzada con miedo de ofenderlo, y arranco una carcajada suya.

    - ¿Cigarrillo? ¿En serio? - él me mira de pronto y entiendo el porqué tiene a tantas chicas encantadas. Maycon es aquella mezcla de adrenalina y peligro. Demasiado intenso para una chica como yo...

    - Para alguien que nunca ni siquiera bebió alcohol, es un comienzo.

    Él muestra otra sonrisa. Se queda en silencio, da otra aspirada al cigarrillo y me mira. Muerde su labio inferior y mira directamente a mis ojos.

    - Haz las preguntas - dice, todavía mirándome.

    Respiro profundamente. O, al menos eso intento.

    - Prometo mantener su reputación - hablo, intentando desviar la mirada, pero fallo en el intento y muestro una sonrisa forzada.

    - No sé por qué. No estoy ni un poco preocupado con ella - dice y levanta la ceja.

    Miro  mi agenda. No puedo hablar, mierda, estoy tan insegura, indefensa, inquieta y mis manos sudan frío. Siento una mezcla de emociones que no sé describir. Después de unos minutos, se acerca, toma la agenda de mi mano, así como la pluma. Responde a las preguntas, mientras yo mantengo mi mirada en el piso. Al terminar, me las devuelve y, antes de que yo pueda agradecerle, él sale, dejándome sola...

    Capítulo 2

    Las apariencias engañan

    Llego al Campus un poco mojada. Pero no tengo por qué quejarme, pues tengo mi entrevista y eso ya es una recompensa. Me doy un  baño y, después de abrigarme veo que Keven, mi compañero de cuarto, volvió.

    - Hola – lo saludo y él apenas mueve la cabeza, atento a su computador.

    Después de un rato de silencio, él pregunta.

    - ¿Y entonces, conseguiste tu entrevista?

    - Sí - digo, mientras seco mi cabello.

    Keven me mira desconfiado. Se voltea en su silla y continúa mirándome como si buscara descubrir una mentira.

    - Tiempo récord. ¿Con quién? ¿Puedo saber? - él pregunta, aún en el modo detective.

    - Nada más que Maycon Sebastián.

    Keven da una carcajada.

    - Y yo con John Lennon - él se burla.

    - Ah, que pasa, el  es sólo un adicto de mierda y ustedes lo tratan como si fuera el tipo – digo con indiferencia.

    - Es la primera persona que se atreve a hablar de él así. Él es gente buena, popular, y si quieres seguir garantizando tu cupo aquí, creo que es mejor que no te refieras a él de esa forma.

    - A él parece no importarle - digo, no queriendo disculparme.

    - Probablemente no, pero estoy seguro de que a sus padres sí. Cuidado, es sólo una advertencia. ¿Déjame ver la entrevista?

    - Todavía no la revisé, le digo, sin darle mucha importancia.

    - Ok, voy a salir un rato. Hasta pronto – dice Keven, cogiendo su morral y saliendo.

    El es novio de una chica del grupo de Biología, Any, que además es bien agradable, pero todavía no tuve la oportunidad de sentarme con ella a conversar.

    Después de secar mi cabello, voy a terminar mi trabajo con llave de oro. Tomo la agenda. Caligrafía hermosa, sin errores ortográficos, lo que es una buena señal. Vuelvo mi atención a las preguntas y las analice con más cautela.

    ¿Qué droga utiliza?

    Cocaína.

    (Como siempre, directo - pienso.)

    ¿Cuándo empezó a usarla?

    A los trece años.

    (Por Dios, ¿cómo es que está vivo hasta hoy? - me sorprende.)

    ¿Tienes algún motivo?

    No.

    (¡Uf!)

    ¿Se considera un adicto?

    No.

    (¿En serio?)

    ¿Cuál es la sensación al drogarse?

    Estimula el placer dentro del cerebro y causa una euforia y éxtasis extremadamente elevados. En un tiempo récord, todo esto se convierte en depresión profunda. También uso antidepresivos.

    ¿Ha perdido algún amigo para las drogas?

    No tengo amigos.

    (¡Uy! ¿Y quiénes son esos idiotas que te rodean?)

    ¿Tiene algún mensaje para transmitir a quien aún no ha entrado en ese mundo?

    Cada uno hace de su vida lo que quiere, pero haga sus elecciones, consciente que tendrá consecuencias.

    (Sin comentarios)

    ¿Qué tiene que decir a la gente acerca de su adicción?

    No soy adicto. Pero cuando usted usa, cree que la coca aumenta su percepción, que le permite superarse, que lo hace capaz de controlar todo. Pero eso es solo una ilusión, un completo disparate. Después de algún tiempo, la vida medio que pierde la gracia y yo, prácticamente, abandoné a mi familia por ella. A veces me siento indefenso y solitario, pero forma parte.

    (Su franqueza me hace sentir una idiota)

    ¿Ha intentado o tiene la intención de parar?

    No. Quiero morir usando coca.

    (¿Qué? Eres un idiota)

    ¿Tiene algo que odia con las drogas? ¿O que te afecta por usarlas?

    Odio el hecho de que las personas me miran sólo como a un adicto o cuando lo dicen a mis espaldas. Ellas se olvidan que, ante todo, somos seres humanos y debemos ser tratados con respeto. Y, al fin y al cabo, compro con mi dinero. ¡Trabajo para eso y no debo explicaciones a nadie!

    Su última respuesta fue como un puñetazo en la boca de mi estómago. Él me dio una entrevista y, al final, soy sólo una de esas personas que hablan así de él.

    Me siento una completa idiota por todas las burlas. Él me hizo un favor y yo lo devuelvo con ironías.

    Paso todas las respuestas a mi portátil y envío a mi profesor. Me siento en la cama sintiéndome una basura por haber hablado de él. Maycon es un adicto, y algo que aprendí de ellos es que nunca admiten el vicio, sin embargo, eso no me da el derecho de hablar mal de él o criticarlo.

    Abro de nuevo la agenda y continúo releyendo  las preguntas y las respuestas. Maycon parece ser una persona directa y seca, pero sincera. A pesar de que todo el cuestionario acabó en tres hojas, no se por cual motivo volteo la página y  mi consciencia casi me mata cuando leo:

    P.D.: fue un placer, si lo necesita, estoy a su orden, Maycon S.

    Ahora, definitivamente, me considero un monstruo humano, una basura. Tengo que empezar a revisar mis conceptos para no cometer errores estúpidos como ese. Pero, gracias a Dios, el no puede leer mis pensamientos.

    ***

    La semana pasa y, finalmente, el profesor anuncia las notas y no me sorprende cuando me elogia por el excelente trabajo. Sé que debería haber tenido al menos la decencia de agradecer a Maycon, a pesar de no haber revelado su nombre. Como había prometido, mantuve su identidad en secreto, colocando sólo un nombre ficticio.

    El viernes, Keven me llama para acompañarlo a una fiesta con el grupo de la universidad. Es en un bar que un ex alumno está abriendo, no muy lejos del centro de la ciudad.

    Nunca me gustó el tumulto y todo lo que implican las fiestas de la universidad, pero, como siempre, no tengo nada que hacer, entonces acepto ir. Me parece extraño que no lleve a su novia. Sin embargo, no tengo nada que ver con la vida amorosa de mi compañero de cuarto. No me atrevo ni a preguntarle. Salimos a la medianoche. Detalle, si no fuera por esa ocasión, me dormía.

    Llegamos y casi me da un infarto. Keven muestra una sonrisa mientras trato de respirar. Miro  a mi alrededor y me doy cuenta que todos están bebiendo, o casi haciendo sexo, o usando drogas. Si no, los tres juntos. Los juegos de luces me ciegan. Algunas chicas están casi desnudas y un humo blanco me está sofocando, probablemente, debido a mi asma. Sin embargo, no quiero ser antisocial.

    Pasado el primer momento de pánico, me siento cerca de la barra del bar. Keven desaparece en la multitud, prometiendo volver para llevarme de vuelta al Campus. Como vine en su carro con él, no hay otra opción y tengo que esperar.

    El barman se acerca. Juro que pediría  un jugo, pero aquí, probablemente, no hay. Entonces, será un batido de frutas.

    Hay un escenario montado, lo cual indica que una banda tocará. La música electrónica se detiene. Aparece una chica, con pelo oscuro y largo, vistiendo falda y top negro, que, por cierto, deja sus grandes senos casi por fuera. Sus ojos son grandes y azules, tienen un maquillaje pesado y algunas cadenas. Sus botas son hermosas, no podría dejar pasar en blanco esa observación. Ella toma el micrófono y creo que puede ser la vocalista de la banda. Esto es evidente cuando el resto de los músicos del conjunto sube al escenario. Tipos muy lindos, a pesar de las ropas horribles, como de malandros o mendigos. Todo parece estar listo, hasta llegué a escuchar gritos eufóricos de las chicas cercanas al escenario.

    Ahora, adivinen: ¿quién es el guitarrista? Eso mismo, Maycon Sebastián. ¡Qué sorpresa! Es interesante verlos dar un show, ya que ni siquiera sabía que tiene una banda. Tal vez eso contribuya aún más a su éxito con las chicas - eso y su estilo suelto, pareciendo un animalito carente pidiendo ayuda.

    El comienza los solos de guitarra y escucho más gritos. Sin embargo, Maycon está ajeno a ellos. La chica comienza a cantar y su voz es dulce, lo opuesto al sonido pesado del rock que la acompaña. Además de ella y de Maycon, hay dos integrantes más de la banda, uno en el bajo y otro en la batería. La chica se gira y divide su micrófono con Maycon, que la acompaña en los estribillos. Parecen ser íntimos. No sé por qué, pero eso me produce cierta molestia.

    - Tocan muy bien, ¿no? - Keven aparece, gritando a mi lado. Sonrío y lo confirmo.

    - Sí, tocan muy bien. ¡Las letras son excelentes y todos aquí parecen conocerlas!

    - Tocan juntos hace unos cuatro años. ¿Las canciones son de Maycon? - él responde, haciendo movimientos con la cabeza, acompañando la música.

    - ¿Quién es la chica? - pregunto, tratando de parecer indiferente.

    - Es su novia. Se llama Jayde. ¿Bonita no? - Él afirma, con una sonrisa picara.

    - ¿Como así? Él está con tantas en la universidad.

    - Bueno, ellos viven juntos. No sé bien lo que significa, pero así es, -encoge los hombros.

    Siento una leve decepción que ni yo misma sé por qué. Ellos tocan algunas canciones más, y una vez que el show termina, vuelven a sonar las canciones electrónicas. Cuando miro al lado, me doy cuenta de que Keven ya había desaparecido de nuevo.

    Maycon y el resto de la banda pasan a mi lado, y a pesar de mirar hacia donde yo estaba, parece diferente del tipo que me saludó hace unos días. Jayde parece animada. Se voltea y le da algunos besos a Maycon. Una música bailable que hace apología a las drogas invade el ambiente y todos gritan, dando muestras de aprobación a la letra. Como eso ya es demasiado para mi, decido marcharme. Pago mi bebida. No tomé ni la mitad, pero aún así me hizo doler la cabeza.

    Cuando recibo mi vuelto, lo pongo en el bolsillo de mis pantalones vaqueros y me volteo hacia un lado, dándome cuenta de que Maycon ya no está con sus amigos. Doy algunos pasos hacia donde se que está la salida. Tropiezo con una chica, sin embargo, el juego de luces obstaculiza mi visión y no puedo ver mucho. Me volteo para pedir disculpas y quedo perturbada con lo que veo: Jayde está besándose con otra chica. No logro entender o saber si estoy viendo bien. Pido disculpas y me ignoran. Entonces continúo mi camino.

    Finalmente, consigo salir de aquel infierno. Doy una respirada profunda. Mis pulmones lo necesitan.

    Camino algunos pasos más, lejos del tumulto. Tomo mi celular y veo que son tres y media de la mañana. No soporto más. Llamo a Keven, pero es inútil, puesto que él no atiende. Reviso el dinero sencillo que tengo  y comienzo a contarlo con la mínima esperanza de que alcance para pagar un taxi. No es suficiente, como ya lo imaginaba. Me apoyo en un carro. Tengo dolor de cabeza, hambre y no tengo quien me lleve. Perfecto.

    - Era todo lo que necesitaba que me sucediera hoy - murmuro.

    Respiro hondo y me rasco la cabeza. Estoy a punto de llorar. Tengo diecinueve años y lloraré una niña pequeña. Intento llamar a Keven de nuevo.

    - Mierda Keven, ¡atiéndeme! – exclamo más fuerte de lo que quisiera.

    - Si Keven es el tipo que llegó contigo, él se fue - escucho la voz del Maycon y veo que viene en mi dirección. Sonrío, creyendo que realmente caminaba hacia mí, pero me decepciona cuando aprieta la alarma y abre el carro.

    Estoy apoyada en su carro.

    - Lo siento - digo, dando algunos pasos hacia adelante.

    - Este ambiente no se combina contigo chica. ¿Qué haces aquí?

    - Vine con un amigo.

    - ¿El que te dejó olvidada?

    - Sí - murmuro.

    - ¿Dónde vives?

    Él pregunta y eso me asusta. Pienso en una excusa idiota.

    - Ah, no te preocupes, voy caminando. Está cerca - respondo. - Entonces, chao – hago un gesto con la cabeza y le muestro una sonrisa.

    ¿Sabes ese refrán: antes sólo que mal acompañado? Bueno, yo lo sigo.

    - ¿Dónde vives? - él pregunta una vez más y su voz está más cerca que antes. Me volteo y me tropiezo con Maycon, demasiado cerca para mi seguridad.

    - En el Campus - respondo, nerviosa.

    - ¡Carajo! - Se ríe.

    - ¿Por qué te estás riendo?

    - ¿Tienes idea de cuánto vas a tener que caminar? - pregunta, incrédulo.

    - No exactamente, pero me gusta caminar.

    - Bien, buena caminada, entonces - él sonríe, da media vuelta y entra en el coche.

    Comienza mi caminata de vuelta al Campus, la calle está desierta. Veo una luz que viene en mi dirección; es él. Ahora, me estoy asustando de verdad.

    - ¡Opa! - él se para a mi lado y yo me congelo, pensando cual será el mejor  momento para salir corriendo. No hay gente, no tengo nada para protegerme y, definitivamente, estoy perdida.

    - Hola. – ok, chao – desaparece y, después de unos segundos, pasa a toda velocidad con su carro.

    Me detengo sin saber cual dirección tomar. Es mejor ir contra la dirección del adicto de mierda que me vio pasar la mayor vergüenza de mi vida.

    Probablemente, mañana seré noticia en la universidad. Sigo caminando unos minutos más. No me doy cuenta, debido a las lágrimas, pero un carro se paró a mi lado.

    - Entra, que  te voy a  llevar. - es él de nuevo.

    - No gracias.

    - ¿segura, después de dar todo ese show te vas a poner terca?

    - Vete al infierno.

    - ¡Ah, vete a la mierda, chica! ¡Entra rápido en esta porquería de una vez! - Él dice, enojado.

    - Para tu información, no entro en el carro de extraños – respondo con ironía.

    - Ok, entonces duerme en la calle - comienza a arrancar el carro.

    - No, todo bien, acepto el aventón.

    - No es aventón. No iba en tu misma ruta, eso se llama caridad - él sonríe, sarcástico.

    Entro en el carro. El  arranca.

    - Te voy a matar ahora - dice él y me mira para ver mi reacción. Me pongo pálida hasta que empieza a reír.

    - Idiota.

    Lo digo y termino sonriendo. Maycon corre, pero corre tanto que me hace dudar sobre  si no era mejor haber ido a pie. Llegamos en cuestión de minutos. Voy a salir, cuando él sostiene mi mano.

    - No me lleves a mal, pero tú no eres mi estilo, entonces evita estos tipos de encuentros - él sonríe y me guiña el ojo.

    - Gracias a Dios por eso - digo, abriendo la puerta.

    - Vete por la sombra chica - él sonríe.

    - Gracias por el aventón, aunque no haya sido uno.

    - No hay problema. Ahora, ¿puedes cerrar la puerta? Trabajo hoy, tan pronto como amanezca - cierro la puerta y él acelera.

    - ¿Trabajas? ¿Cómo es eso? - Hablo, pensando en voz alta, pero su coche ya está lo suficientemente lejos como para que él  escuche.

    Sonrío al recordar la escena patética que él presenció. Entro en la habitación. Caigo en la cama, tratando de aprovechar las pocas horas de sueño que me quedan y luego siento mis ojos pesados. Mañana será un nuevo día...

    Capítulo 3

    ¡Ay Dios mío! ¿Eso sucedió de verdad?

    El fin de semana pasa y no me encuentro con Keven. Él me llama, pero, movida por la rabia, no lo atiendo. Él está con Any. Intento no pensar en todo lo que sucedió y me concentro en mis estudios. Finalmente, el lunes llegó.

    - ¡Despierta, perezosa! - Escucho la voz de Keven llamándome.

    - Déjame en paz, Keven - murmuro.

    Keven, Keven... Ah,  Keven. En seguida despierto con los recuerdos de lo que sucedió el viernes. Me levanto con unas ganas enormes de golpearlo por eso.

    - Keven, ¡idiota! - Grito con rabia y lo empujo a la cama.

    - Eh, calma. Fue malo lo que sucedió el viernes. Se presentó  un imprevisto - él dice, sonriendo y tratando de escaparse.

    - Surge un imprevisto y yo  que me fastidie, ¿no? Fue la primera y la última vez. Nunca más salgo contigo – le digo, apuntando el dedo como amenaza, pero luego doy una sonrisa al ver la cara de él de asustado.

    - Basta, Elena, no es para tanto. Estás viva. Sobreviviste una noche lejos de tu zona de seguridad. Ya puedes considerarte adulta - él responde, sarcástico, y también sonríe.

    - Idiota. Pero, realmente, tienes razón. Gracias a mi inmensa habilidad de supervivencia, estoy sana y salva.

    - Imagino... ¿Quién te trajo? - él me mira, burlón.

    - Vine sola - digo seria.

    Jamás admitiré que, si no fuera por Maycon, era muy capaz de seguir estando en la calle y, para empeorar, llorando.

    - Entonces, ¿estamos bien?

    - No, no estamos bien. No salgo más contigo y punto final.

    Keven se calla.

    - Lo siento, estuvo mal de mi parte. Lo siento, en el fondo, sabía que saldrías de esa con  bien. Pero estoy curioso, ¿quién te trajo?

    - No es tu problema – le grito ásperamente y me levanto para prepararme para las clases.

    Me demoro tanto en el baño, que cuando miro el reloj, me doy cuenta que estoy atrasada.

    - Keven? - lo llamo y tengo el silencio como respuesta. Me arreglo lo más rápido que consigo.

    Tomo mi cartera, mis libros y salgo corriendo. Tengo una clase de psicofarmacología y no la puedo perder. Entro como un huracán, no queriendo ser notada, pero por mi desesperación todos lo notan. Sólo yo misma para estar tan desesperada por asistir a una clase de psicofarmacología.

    Llego a tiempo, pero sólo me quedan los últimos puestos para elegir. Me siento en cualquier silla. Rebeca, una compañera de clase, se acomoda a mi lado. Nos damos una sonrisa y el profesor comienza la clase. Estoy distraída haciendo anotaciones, pero mi lápiz se cae. Antes de que pueda agarrarlo, alguien me lo entrega y lo tomo sin siquiera  mirar. Susurro un gracias que, probablemente, sólo yo misma lo escuché. Ese alguien arranca una risita de  Rebeca, pero no le doy importancia hasta que la clase termina y él pide permiso. Es el, Maycon. ¡No creo! Él se sentó a dos sillas de mí y yo no lo noté.

    - Que chica concentrada eres - él susurra y mi cara se me cae de la vergüenza. Vergüenza por ni siquiera agradecer como debía y, más aún, por acordarme el desastre del viernes.

    Antes de que pueda intentar pronunciar algo, desaparece. Me quedo en silencio. Silencio que es roto por Rebeca.

    - ¿Lo conoces? - ella pregunta, sonriendo.

    - No, es decir, sólo de vista, como la mayoría. ¿Por qué?

    - Él no dejó de mirarte. Miraba de una forma que parecía que se conocían. Daba unas risitas.

    - Qué extraño, no tengo idea del motivo. ¿A propósito, hablando de él, sabes en que curso está? Es la primera vez que lo veo aquí... – lo digo, tratando de no demostrar ninguna emoción. Es obvio que él me miró recordando el ridículo que había hecho. ¡Qué vergüenza!

    - Medicina.

    - ¿Qué? ¿He estudiado mucho para cursar Psicología, y cómo así me viene a decir que estudia Medicina?

    - Sí - ella sonríe.

    - Dudo que haya hecho el examen de admisión. No es más inteligente que yo - digo, con ironía.

    - Si lo hizo y lo pasó obteniendo uno de los primeros lugares - ella se burla de mí.

    - Cuéntame otra historia. Lógico que fue con trampa.

    - ¿Cuál es tu problema? ¿Crees que no tiene capacidad para pasar ese examen? ¿Por qué? - ella pregunta, un poco enojada.

    - No, no quise decir eso, yo...

    - ¿Sabías que fueron sus padres que implantaron los sistemas de becas para alumnos necesitados? - me pregunta, lanzándome una buena indirecta. . Trago grueso e intento salir del tema, cambiando de asunto.

    Después de algunas clases, salimos al descanso. Mi estómago está gritando de hambre y corro al cafetín para comprar una merienda. Me siento en el primer lugar vacío que veo. Hay dos chicas sentadas cerca, pero ellas se levantan tan pronto como me siento. No le doy importancia, pues estoy aquí sólo para estudiar.

    No pasa mucho tiempo y el señor popular aparece. Cuando pasa a mi lado, finjo no verlo y me pongo a mirar mi libro. Sólo entonces, me doy cuenta que, por algún motivo, estoy aguantando la respiración. Mis manos sudan frío al sentir que  mira hacia mí.

    No lo miro; me quedo paralizada deseando que se vaya. Para despistar, agarro la salsa de tomate, la exprimo, y no sale nada. Intento de nuevo y nada. Hago fuerza y termino metiendo la pata al no darme cuenta que ya estaba casi abierta. Al final  la salsa cae sobre mi libro, en mi blusa y en la mesa. Estoy muy avergonzada y ahora más gente me mira.

    - ¿Todo bien? - Maycon se sienta a mi lado y me ayuda a limpiar el caos.

    Nos quedamos en silencio.

    - ¿Eres muy desastrosa, lo sabías?

    - Le puede suceder a todo el mundo.

    - No, tú no eres una desastrosa normal. Es más que eso, ¿entiendes?

    Me quedo en silencio.

    ¿En serio que estoy oyendo eso de ti? - Lo desprecio.

    Las manos de él tocan las mías y siento chispas. Estoy demasiado nerviosa para verlo. Maycon está a mi lado, todos están mirando y yo, simplemente, lo ignoro por no tener el coraje de siquiera responder. Terminamos y, por fin, lo miro para agradecer.

    - Gracias - digo, un poco jadeante.

    - ¿Conoces a Jayde?

    Respiro algunas veces para poder contestar.

    - tu enamo... La cantante - digo, finalmente y el sonríe.

    Vuelvo a mirar mis manos.

    Probablemente, estoy roja como un pimentón. Pienso que él se da cuenta de mi incomodidad y parece divertirse con eso.

    - Si, ella misma. Bueno vamos a hacer una fiesta el sábado y quizás quieras ir.

    Lo miro apáticamente.

    - Gracias, no solo por La invitación, sino por todo lo que hiciste por mí hasta El momento - sonrío.

    - Entonces, ¿vas a ir? - El me pregunta con la misma sonrisa perfecta y hermosa. No soporto ser el centro de atención de todos, yo realmente detesto eso y sé que el motivo es el hecho de él estar a mi lado. No pienso para hablar y solamente dejo que mis palabras salgan.

    - Maycon, me vas a disculpar. Yo no quiero ser antipática, pero mírame y mírate. No disfrutamos de las mismas cosas y, aquí entre nosotros, no estoy interesada en ser de tu grupo de amigos- respondo. Cuando vuelvo a mirarlo, veo que su sonrisa se volvió incomoda.

    - Lo siento. Sólo pensé que... Es decir, olvídalo. Tú tienes razón - se levanta y sale, decepcionado.

    Me recupero y me doy cuenta de la metida de pata que acabo de hacer. Me levanto rápidamente y voy corriendo atrás de él. Logro alcanzarlo cuando él está a punto de entrar en su auto.

    - Maycon, discúlpame - digo, parándome frente a la puerta del carro.

    - ¿Por qué? Fuiste sincera, no necesitas disculparte, no andas con personas como yo, ya entendí... - responde y me doy cuenta que todavía está herido.

    - Mira, yo... ¿Tienes cinco minutos? -Le pregunto a él, aún temblando. Es horrible el hecho de parecer una gelatina cerca de él. Muy avergonzada.

    - No.

    - ¿Por favor?

    - No tengo, pero, si quieres, puedo darte ese tiempo más tarde - dice, entrando al auto.

    - ¿A qué horas?

    - A las nueve de la noche, más o menos - enciende el coche, pero no arranca. Vuelve a mirarme. Sonrío como una tonta. Él se queda mirándome un rato mas.

    - Me puedes dar permiso, estás en el medio y no puedo salir. Ya te dije que estoy sin tiempo.

    - Ah claro, disculpa - que broma, soy tan torpe.

    Me voy caminando y vuelvo a mi habitación.

    Las horas pasan, estoy con mucha ansiedad. No sé el motivo, pues no es una cita. Es apenas para ofrecerle disculpas de manera más formal, pero serán solo cinco minutos. Miro el reloj. Nueve. Nueve y media, diez...

    El se ofendió y es posible que no venga. Me cambio de ropa. Keven está con su novia. Eso ya se está volviendo rutina, pero no es mi problema. Confieso que siento cierta decepción de que Maycon no haya venido, que llega a darme un dolorcito en el pecho.

    Miro por la ventana. Está comenzando a llover. Odio las tempestades y aquí son muy comunes. Siento un poco de miedo, principalmente cuando estoy sola.

    Me despierto con alguien tocando a La puerta; miro el reloj, son las once. ¡Qué mierda! Abro con indiferencia y, frente a mi está Maycon.

    - ¿Todavía quieres los cinco minutos? - El sonríe, mientras sostiene un cigarrillo encendido entre sus dedos. Da una última aspirada y lo tira en la papelera que está cerca de la puerta.

    - Me dijiste que a las nueve, y ahora son las once – reclamo, molesta por haber interrumpido mi sueño.

    - Si no quieres, es sólo decir que no. No tienes que criticar.

    Maycon está con un sweater negro de algodón con capucha, una bermuda y una gorra, que parece ser el accesorio que  más usa – ah y calza unos  tenis.

    - Dame sólo un minuto, voy a cambiarme de ropa y vuelvo - cierro la puerta y, después de cinco minutos, estoy con la misma sensación que tengo cada vez que estoy delante de él.

    - ¡Puedes hablar!

    - ¿Hablar de qué? - pregunto, confusa.

    - ¿No me pediste cinco minutos más  temprano?

    - Ah si... - respondo, confusa. - Bueno, disculpa por lo de hoy. Me expresé mal.

    Comenzamos a caminar dentro del Campus.

    - ¿Tienes algún problema conmigo? - él, como siempre, pregunta directamente.

    - No. tú probablemente te vas a reír de esto. Creo que estoy pareciendo una idiota y siempre me pasa cuando estoy cerca de ti.

    Él se ríe.

    - ¿Por qué?

    - Eres agradable y amable, pero yo  soy un  poco ingenua en lo que se refiere a la verdadera intención de las personas. No sé por qué, pero, ahora mismo, no puedo encontrar las palabras correctas para explicarlo. Es muy confuso.

    - Tú eres  insegura.

    - Realmente si lo soy, tengo que sentirme segura para confiar y salir con alguien.

    - ¿Y es difícil hacer que te sientas segura?

    Él se detiene, me gira en su dirección y me mira a los ojos.

    Me congelo nuevamente. Él mantiene las manos en mis hombros. El tiempo se detiene y sigo simplemente mirando a sus ojos. Juro que puedo verme dentro de ellos.

    - ¿No me respondes?

    Yo lo observo mover los labios y siento ganas de besarlo.

    - Tienes que probarme algunas cosas primero.

    Él me da una sonrisa hermosa.

    - ¿En serio?

    Confirme con la cabeza.

    - ¿Qué cosas?

    - Déjame tener la convicción de que me mantendrás segura, que vas a respetar mis límites, y que...

    Él me interrumpe.

    - Eso todo ¿sólo para salir contigo? - me mira, confundido.

    - Sí, y sólo salir. No va a haber beso después - digo, seriamente.

    - Por Dios, ¿fuiste criada en un convento?

    - No. Sólo no soy como esas chicas con las que estás acostumbrado a salir.

    - Sé que no, cualquiera se da cuenta cuando te mira.

    - ¡Bien! Ya he tenido mis cinco minutos. - Gracias, voy a dormir - digo, volteándome en dirección a mi cuarto.

    Él me toma por la cintura y pierdo el norte al sentir que me toca.

    - Tuviste tus cinco minutos. Ahora quiero los míos.

    Maycon agarra mi mano y me lleva hasta su carro.

    - ¿Qué estás haciendo?

    - ¡Entra!

    - ¡No!

    - Te demostraré que estás segura conmigo.

    - No funciona así – le digo firmemente, pero me desarmo toda cuando miro sus ojos. Él es el imán, y yo, un trozo de hierro.

    - Tengo la ligera impresión de que no necesito mucho para convencerte – me dice y me mira de reojo.

    - ¿Está tan obvio así? - susurro, avergonzada.

    Entro en el auto y él maneja algunas calles. Sé que hay un bosque en el lado opuesto de la universidad. Llegamos allí y entramos un poco. Él detiene el carro.

    - ¿Te sientes insegura?

    - No, claro que no.

    Él sale del coche. Hago lo mismo. Comienzo a observar el camino y la lluvia fina que cae del cielo oscuro. Él se acuesta sobre el capó del carro.

    - Ven acá.

    - No.

    - Las estrellas están lindas. Te las vas a perder si no vienes.

    - No hay estrellas. Está lloviendo.

    - Siempre hay. Inclusive si no las ves, ellas están allí.

    No protesto más  y me acuesto a su lado. Nos quedamos mirando las estrellas invisibles. Creo que tal vez eso es algún tipo de alucinación producto de su adicción.

    Él se voltea y siento su respiración en mi cara. Mantengo mis ojos fijos en el cielo. Maycon apoya la cabeza en su brazo y sólo me mira.

    - Tienes ojos tristes. Creo que es porque tienes miedo de tomar ciertas decisiones. Entiendo, sé que es difícil sacar coraje en un mundo lleno de personas que te pueden juzgar y hacer daño.

    - Creo que todos tenemos inseguridades.

    - Verdad.

    Nos quedamos algún rato mas mirando a las que estrellas, que no conseguí ver. Maycon se bajó del capó del carro, me ayudó a bajar y me llevó de regreso. Llegamos y antes del último adiós, El me preguntó:

    - ¿Tienes cinco minutos mañana? - sonreí.

    - Pienso que si, ¿a La misma hora?

    - Si, puede ser...

    El se va y me deja con esa sensación de nostalgia. Acabo de verlo y ya siento nostalgia.

    Dios mío, ¿qué es lo que está pasando conmigo?

    Maycon, definitivamente, no es ni nunca será el tipo adecuado.

    ¿Por qué continuar con esto? ― me pregunto, pero creo que ni yo misma tengo la respuesta.

    ***

    La semana continúa. Las pocas veces que nos encontramos en los corredores de la universidad, solo nos sonreímos discretamente. Pero por la noche, siempre después de las once - nunca a las nueve o las diez - conversamos bastante. Es extraño, pues él, en ese momento, no es el tipo de la universidad, no es el adicto que tanto repudio. Es sólo Maycon, el chico que me hace sentir bien. Muy bien, por cierto.

    Cuando finalmente llega el viernes, los cinco minutos pasan a ser horas. Vamos siempre al mismo lugar, y allí, tengo una sensación de familiaridad con él. Hablamos sobre todo, menos sobre las drogas. En ese momento, él es sólo  Maycon. Lógico que los rumores en la universidad comenzaron, pero eso no me importa. Me siento bien, demasiado bien, y no quiero perder eso.

    - Hoy si hay  estrellas - digo y él sonríe.

    - Siempre hay, muchacha.

    - Elena - susurro cerca de él.

    - Prefiero muchacha.

    - ¿Por qué?

    - No sé decirte.

    - ¿Jayde sabe que has venido aquí conmigo?

    - No le debo explicaciones a ella. Vivimos juntos, nada más.

    Maycon sostiene mi mano, resbala por el capó, llevándome con él, y me abraza. La sensación es maravillosa. Por primera vez, siento que encontré mi lugar y me siento segura en sus brazos.

    - A veces, me sentía un poco... Solitaria. Con añoranzas de mi casa.

    Él sonríe.

    -  Eso es normal para una chica de tu edad.

    - Ya no siento más eso. Creo que has cubierto mis carencias.

    Él pasa sus manos en mis brazos y los siente fríos. Se quita la camisa y me la pone. Me vuelve a mirar a los ojos y me lleva cerca de él. Muy cerca. Siento su respiración. Estoy mirando a sus ojos. Son verdes. Él tiene los ojos verdes más bonitos que yo haya visto en mi vida. En ese momento, el mundo se me desaparece y lo único que siento es a nosotros dos. No hay autos, estrellas u otras personas, sólo nosotros. Comienzo a dudar si es real. Dentro de mí, una explosión de sentimientos se inicia. Comienzo a sofocarme. Él se acerca. Toca mi cara delicadamente y siento tus labios tocar los míos.

    Lo alejo de mí. Me coloco de espaldas.

    - ¿Hasta cuándo vas a prolongar esto? - él me pregunta, me voltea y mira de nuevo a mis ojos.

    - Me pareció que era amistad - digo, tratando de recuperarme de ese momento mágico.

    ¿Es sólo amistad para ti?

    - Sí - respondo de inmediato y mis ojos denuncian la mentira.

    - Estoy seguro de que no estoy siendo grosero, pero esta actitud está acabando conmigo. Está arruinando todo. ¿Cuál es el problema? ¿Hice algo errado? - él me pregunta, serenamente.

    - No, es que dije que no habría beso – digo torpemente.

    Él sonríe.

    - No hubo, no aún - Maycon me jala, haciendo que nuestros cuerpos choquen.

    Él no me mira como antes, apenas comienza un beso voraz. Con avidez, su lengua entra en mi boca y siento que su piercing pasea a gusto por ella. En el momento, creo que voy a desmayarme y pierdo los sentidos.

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1