ntra, puntual como un rayo, al hotel donde espera el equipo. Sus ojos azules parecen llegar incluso unos segundos antes, y la prisa no le impide desplegar el modo de una sonrisa que la acompañará durante la sesión de principio a fin. Lo hace todo fácil, muy fácil. No es necesario que los fotógrafos pidan a Michelle Jenner (Barcelona, 1986) una pose o un gesto concreto porque, simplemente, ella ya lo da. Su viene de serie. De haber heredado el oficio. Y de haber «aprendido con los grandes» una disciplina, un método. Y quizás un poco también de ser consciente de que, en buena parte, las revistas de moda hemos crecido con ella… y ella, claro, se crece. Algo –por no decir mucho– más reservada se muestra con y el único momento en el que el gesto se vuelve más que prudente. Pasamos, pues, pantalla, para hablar de su último reto: el personaje de Keila en la serie más esperada del año,
