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Ciudad Ajena: Primer Viaje: Ciudad Ajena, #1
Ciudad Ajena: Primer Viaje: Ciudad Ajena, #1
Ciudad Ajena: Primer Viaje: Ciudad Ajena, #1
Libro electrónico32 páginas21 minutos

Ciudad Ajena: Primer Viaje: Ciudad Ajena, #1

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Camilo es un estudiante universitario que, gracias a un proyecto de su institución educativa, viaja en el tiempo a los años de independencia Latinoamericana (año 1800) . Él debía ser tan solo un observador de la historia, pero sin quererlo, queda en vuelto en una nueva revolución, poniendo en riesgo su existencia y la del presente que él conoce.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 ene 2019
ISBN9781386229162
Ciudad Ajena: Primer Viaje: Ciudad Ajena, #1
Autor

Andrés F. Ramírez Gómez

Andrés F. Ramírez Gómez (Bogotá, 1982). Ingeniero Informático de profesión y apasionado por la lectura y la escritura. Fanático de la ciencia ficción. Ha vivido en Colombia y en Francia. Apasionado de viajar y de ver las situaciones desde diferentes puntos de vista.

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    Ciudad Ajena - Andrés F. Ramírez Gómez

    INDICE

    CAPÍTULO 1: ¿Dónde estoy?

    CAPÍTULO 2: Las Polas.

    CAPÍTULO 3: Listo para el próximo viaje.

    CAPÍTULO 4: Un plan diferente.

    CAPÍTULO 5: Ciudad ajena.

    CAPÍTULO 1: ¿Dónde estoy?

    El sonido molesto de una alarma de reloj me hizo despertar. Estaba en un lugar desconocido. Hacía frío. Me encontraba de pie, dentro de lo que parecía ser un ataúd cerrado, cuyo interior estaba adornado con luces multicolores. No recordaba cómo había llegado ahí. De pronto, una voz a mi derecha dijo:

    —¡Camilo! ¿Está bien? Tenemos que mirar si esta vez sí funcionó.

    —¿Profesor Eliécer? —pregunté sorprendido al verlo parado a mi lado en ese cajón estrecho.

    —Sí señor, soy yo. ¡No diga que olvidó lo que estamos haciendo! Es un efecto secundario, ahora se le pasa. Presione ese botón que está a su lado. ¡Rápido que no hay tiempo!

    Oprimí el botón que estaba a centímetros de mi mano izquierda y una voz femenina (proveniente de un altavoz) dijo: «Apertura de ventana de observación». Luego, la luz exterior comenzó a filtrarse por una abertura que se abría en frente a nuestras caras, segándonos por un momento.

    Al terminar de desplegarse, una ventana de vidrio del tamaño de un cuaderno, nos dejaba contemplar las imágenes externas y tras unos segundos el profesor Eliécer sentenció:

    —No veo nada raro. ¿Será que falló otra vez? ¿Usted qué cree?

    Pegué mi cara al vidrio. Afuera era un día soleado. Estábamos en medio de una gran vía.

    —¿Esta es la avenida El Dorado? —pregunté.

    —Sí señor, estamos cerca al aeropuerto.

    —Y ¿qué es lo que hacemos acá? —dije aún sin entender.

    —Sabía que podía pasar esto. Debí traer a Marcela o a Marco Antonio. Descríbame más bien qué ve mientras yo miro la bitácora a

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