ELLE España

EN SUS ZAPATOS

España me encanta! Soy español, y además te puedo cantar un poema de Federico García Lorca que me fascina: La Carmen está bailando por las calles de Sevilla, tiene blancos los cabellos y brillantes las pupilas, ¡niñas, corred las cortinas! En su cabeza se enrosca una serpiente amarilla... Y ya no me acuerdo de más (risas). Estoy todo el día con Lorca, me sé casi todas sus obras de memoria. A mi madre le apasionaba y nos lo recitaba a mi hermana y a mí». Y así, con poesía y entonación teatral, empieza una conversación realmente maravillosa, de más de una hora, con un interlocutor único al otro lado de la línea, Manolo Blahnik (Santa Cruz de Tenerife, 1942).

El zapatero más prodigioso que ha dado el mundo de la moda (y además se encuentra en estos momentos en su lugar favorito: la finca donde nació, en Canarias. «Me gusta mucho volver físicamente a la isla, pero me da pena lo que está sucediendo con los fuegos o los volcanes, sólo espero que todo pase pronto. Aun así, siempre me inspira su (de 2008) –con Napoleón I, Paulina y Josefina Bonaparte como referentes y una hebilla cuadrada en cristal como seña de identidad–, los salones (de 1986) –con tacón medio– o los codiciados bautizados como (de 1994)–. Todos ellos piezas que han sabido viajar por el tiempo con mucha clase. «Para mí lo ideal es que sirvan a todas las generaciones, que no tengan una fecha escrita encima... “Soy de esta época o de esta otra”. Hay mujeres que llevan mis diseños desde hace 20 o 30 años. Una vez le dije a una amiga: “Qué lindos tus zapatos”, y me contestó: “¡Son tuyos, hijo!”. Ni me acordaba»Y resulta extraño, porque la memoria de Mr. Blahnik es portentosa. Tan pronto está hablando de las sedas hechas a mano que ha empleado en su nueva colección como de anécdotas de cuando era niño e historias con su madre, una de sus grandes musas, presente en muchas de sus respuestas. Y lo narra con todo lujo de detalles. «Mamá era estupenda. Me acuerdo que hasta en sus últimos momentos la sacamos caminando al jardín y, mirando un árbol enorme con magnolias, nos contaba cómo lo había plantado junto a papá con fechas exactas. Se acordaba de todo, es algo que heredé de ella. Mi hermana me dice que cómo tengo tanta memoria con lo viejo que soy También poseo de ella la facilidad de encontrar la belleza donde nadie la ve, una cosa puede ser horrenda para otras personas, pero para mí, preciosa. Por ejemplo, al ver el otro día una piedra del volcán me pareció divina con su color azul profundo y negro. No puedo vivir sin la belleza». Y en sus diseños están presentes las dos, su madre y la belleza, con un sello tan Blahnik como son los lunares, un código que se repite en cada colección. «En todas hay siempre uno, ya sea a modo de colgante, de estampado, en el tejido o incluso gracias a la forma redondeada de la silueta, pero jamás pueden faltar, es algo hereditario. Me acuerdo perfectamente que en verano mi madre siempre llevaba un vestido de seda con lunares grandísimos y otros más pequeños en azul marino y blanco, tengo incluso fotos aquí arriba». Y más detalles con sabor a España recorren sus diseños estación tras estación, como son los borlones madrileños, los pompones andaluces...España es estupenda conservando las tradiciones, guardando el volante, el pompón, los flecos... España es diferente. Es una joya del Mediterráneo, y tenemos que cuidar nuestras diferencias a toda costa. Es un país que tiene en su haber a los mejores fotógrafos, hasta Bruce Weber me lo confesó. ¿Recuerdas a Ortiz Echagüe?, fotografiaba trajes típicos y aldeas. España nos ha dado a don Federico García Lorca, único en el mundo y en todas partes conocido, a Balenciaga...». Y nos atrevemos a afirmar que a Manolo Blahnik. «¡Ay, por favor! Sólo soy un estúpido zapatero y se acabó, o mejor, un estúpido dibujante de zapatos Un increíble dibujante de zapatos, mejor dicho, cuyos diseños han vestido los pies de actrices, y de medio mundo como Kate Moss, Kylie Minogue, Kate Middleton, Victoria Beckham, Amal Clooney o Rania de Jordania, por poner unos pocos ejemplos. Piezas que reconoce imaginar en sueños: «Mis zapatos son unos gestos o unos pensamientos fugaces que me llegan cuando estoy en la cama. Tengo un bloc y un lápiz en la mesilla y cuando estoy durmiendo, si me sorprenden las ideas, las plasmo ahí. A veces son horribles y otras estupendas, así soy yo. Mi labor que la describan otras personas... Si hago un zapato y me encanta, digo que es asombroso, y si me salió una porquería, lo catalogo como anticuado. Soy un juez de mí mismo tremendo y antipático, me exijo demasiado, como decía García Lorca: “¡Corred las cortinas!”, no quiero saber másMi cabeza no para nunca, pero lo hago con mucho placer, porque me apasiona, no es un trabajo, está ahí y forma parte de mí».

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