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GuíaBurros: Islam: Todo lo que necesitas saber sobre el islam
GuíaBurros: Islam: Todo lo que necesitas saber sobre el islam
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Libro electrónico137 páginas2 horas

GuíaBurros: Islam: Todo lo que necesitas saber sobre el islam

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Los GuíaBurros son manuales básicos para aprender a utilizar una herramienta, realizar una actividad o adquirir un conocimiento determinado de manera sencilla y fácil. GuíaBurros Islam es una guía con TODO lo que debes saber sobre el islam, desde el origen del islam, pasando por los cinco pilares, hasta el islam contemporáneo. Toda la información en una guía sencilla y muy fácil de leer.
Breve introducción preliminar.
Antes del islam.
El profeta Muhammad.
Después de Muhammad.
Los cinco pilares.
El Corán, la sunna y la ley.
El sufismo.
El islam contemporáneo.
Glosario de términos.
Un libro indicado para todos los perfiles, no es necesario tener conocimientos previos.
IdiomaEspañol
EditorialEditatum
Fecha de lanzamiento5 abr 2018
ISBN9788417681388
GuíaBurros: Islam: Todo lo que necesitas saber sobre el islam

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    GuíaBurros - Andrés Guijarro

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    Agradecimientos

    A Sebastián Vázquez, por sus muestras de amistad y por obligarme a escribir esta breve guía.

    A mi querido hijo Gabriel, futuro capitán en la guerra del tiempo...

    Sobre el autor

    Andrés Guijarro Araque nació en Madrid en 1972. Es licenciado en Filología Árabe por el Departamento de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid. Es especialista en sufismo y tradiciones esotéricas del islam. Ha residido en varios países del mundo árabe-islámico y desde hace años compagina su labor de traductor con la de profesor de lengua árabe. 

    Colabora con el músico y musicólogo Eduardo Paniagua, especialista en música arábigo-andaluza, en la traducción de los poemas que aparecen en los discos publicados por Pneuma.

    Es autor de las obras: Los signos del fin de los tiempos según el islam (Edaf, Madrid, 2007), La constitución invisible del ser humano según el sufismo, (Los Libros del Olivo, Madrid, 2013) y Sentencias de sabiduría de los maestros sufíes (Los Libros del Olivo, Madrid, 2014). Ha traducido también varias obras clásicas de la espiritualidad y la mística islámica. Entre ellas: Textos sobre la caballería espiritual, de Ibn Arabi (Edaf, Madrid, 2005), El libro de la extinción en la contemplación, de Ibn Arabi (Sirio, Málaga, 2007), Destellos de la divinidad, de Fajr al-Din Iraqi (Edaf, Madrid, 2008, El libro de la interpretación de los sueños de Ibn Sirín (Sirio, Málaga, 2008), Los engarces de las sabidurías de Ibn Arabi (Edaf, Madrid, 2009) y el Tratado sobre el amor de Avicena (Tritemio, Madrid, 2017). Es también responsable de una traducción del Corán (Edaf, Madrid, 2010).

    Transcripción de términos árabes

    Al tratarse de una obra de divulgación, destinada al gran público, se ha optado por no ser excesivamente riguroso a la hora de transcribir los términos y nombres árabes, no utilizando un sistema científico de transcripción. No existe un sistema único de romanización del árabe, y cada país tiene el suyo. En este caso, hemos optado por una combinación entre la transcripción recomendada por la Fundéu BBVA y la usada por la ONU, en una versión simplificada. Los nombres suficientemente conocidos, como Ka‘ba, shî‘î, Muhammad, ‘Alî o ‘Â’isha se han escrito de forma simplificada (Kaaba, chií, Muhammad, Alí, Aisha).

    El árabe clásico no tiene acentos, sino longitudes vocálicas. Por ello, y para que los términos y nombres árabes puedan ser pronunciados del modo más adecuado posible, hemos decidido indicar las vocales largas en la mayoría de los casos, representándolas mediante un acento circunflejo sobre la vocal (â, î, û).

    Breve introducción preliminar

    Según las tradiciones orientales, la humanidad en su conjunto habría entrado hace ya tiempo en una etapa de oscurecimiento espiritual y alejamiento de la fuente de la verdad. Por desgracia, ninguna religión, ninguna tradición espiritual puede sustraerse al efecto de esa oscuridad. Tampoco el islam, que se encuentra en la actualidad en el punto más alejado de su espíritu original. Uno de los nombres que, dentro de la propia tradición islámica, recibe esta religión, es el de dîn al-fitra, es decir, religión de la fitra. Fitra es la naturaleza primordial de las cosas y en particular del ser humano, su condición básica cuando se encuentra en total armonía con la creación. El doloroso contraste entre esta idea y la situación actual de las sociedades musulmanas hace evidente el oscurecimiento al que aludíamos.

    El islam no se considera a sí mismo como una nueva religión, sino como la verdad que Dios ha venido revelando a cada pueblo de la tierra a lo largo de la historia, por medio de sus profetas (anbiyâ’, pl. de nabî) y enviados (rusul, pl. de rasûl). Según la tradición islámica, el número de profetas enviados por Dios desde el comienzo del mundo es de 124 000, de los cuales 313 fueron enviados divinos con la misión de fundar una nueva religión. El islam considera que comparte un origen común con el cristianismo y el judaísmo: el profeta y patriarca Abraham. Este, según la tradición islámica, fundó el asentamiento que hoy es la ciudad sagrada de La Meca, y junto a su hijo Ismael construyó el templo cúbico de la Kaaba, hacia donde se postran en oración cinco veces al día todos los musulmanes practicantes del mundo. Para casi el 20% de la población mundial, el islam, su religión, es también un modo de vida, pero de ningún modo uno uniforme e idéntico. Más de 1300 millones de personas de diferentes razas, nacionalidades, idiomas y culturas, desde las Filipinas hasta Nigeria, están unidas por su fe común. Al contrario de lo que se suele creer, el elemento árabe es minoritario en el islam: únicamente un 18% de los musulmanes son árabes. El país musulmán más poblado del mundo es Indonesia; gran parte de Asia y la mayor parte de África son territorios mayoritariamente musulmanes, y se pueden encontrar importantes minorías en Rusia, China, Norteamérica y algunos países de Europa.

    En un contexto espiritual, islam se refiere a la completa sumisión de la criatura a la voluntad de Dios. Musulmán se dice en árabe –la lengua sagrada del islam– muslim, es decir, sometido [a la voluntad de Dios]. El término que se usa en el islam para Dios es Allâh, posible contracción de al-ilâh, que significa la divinidad.

    Antes del islam

    El islam histórico nació en Arabia, concretamente en la ciudad de La Meca, sede del santuario construido –según la tradición– por Abraham e Ismael. Este antiquísimo centro religioso había permanecido siempre al margen del principal teatro de las civilizaciones, lejos de los campos de batalla donde habían combatido los grandes imperios de la humanidad. Los principales hechos de la historia ocurridos en la región –la conquista de Babilonia por Ciro y la fundación del Imperio persa, las conquistas de Alejandro Magno, la fundación del Imperio romano, el final de la civilización egipcia, el nacimiento de Cristo, la destrucción del templo de Jerusalén, la fundación del Imperio bizantino y sus constantes guerras por alcanzar la hegemonía en esa parte del mundo– habían pasado de largo, ignorando La Meca y su santuario. Con el paso de los siglos, la tradición abrahámica había ido desapareciendo en la península arábiga. Los primeros musulmanes le dieron al período previo al islam el nombre de ŷahiliyya, que significa ignorancia, en referencia al estado de postración espiritual y moral en el que habían caído las sociedades de Arabia.

    La sociedad árabe preislámica

    La sociedad árabe preislámica estaba dividida en dos grandes grupos: los nómadas y la población sedentaria. Esta última se concentraba en los principales centros de población: La Meca, el gran oasis de Yathrib (la futura Medina) y Tâ’if. Merodeando en torno a los centros sedentarios y trashumando en búsqueda constante de pastos y puntos de agua, los beduinos, en lucha constante contra los que no eran de su tribu.

    La sociedad árabe del siglo VII, contemporánea del nacimiento del islam, era una sociedad tribal y patriarcal en la que la ascendencia y el linaje eran primordiales. Muchas tribus eran aliadas o enemigas durante varias generaciones. Las vendettas eran frecuentes y algunas duraban años. Un ejemplo es la conocida como guerra de al-Basûs (494-534), que enfrentó durante más de cuarenta años a las tribus de Taglib y Bakr a causa de una disputa sobre un camello. Las razias eran también comunes, y en ocasiones el único medio de vida de algunas tribus muy pobres que no tenían más opción que saquear a otras. El combate tenía un lugar importante en la cultura árabe, ya que la valentía, el honor, la gloria y el orgullo de sangre eran considerados como las principales fuentes de respeto y reconocimiento social. Muy vinculado a la guerra era el arte por excelencia de los árabes: la poesía. En su poesía los árabes alababa a sus muertos, cantaban al amor y al vino o criticaban con ferocidad a las tribus enemigas, ya fuera en tiempo de guerra o de paz. El poeta era considerado un ser especial, próximo al mundo de los genios (ŷinn), de donde se creía que obtenía su inspiración. De gran popularidad eran las justas poéticas que se celebraban durante las ferias comerciales, en

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