LA CUNA DEL ISLAM SE SITÚA EN LA ARABIA, ZONA QUE HOY SE REPAR-TE ENTRE VARIOS PAÍSES, SIENDO EL DE MAYOR EXTENSIÓN EL DE ARABIA SAUDÍ. Se trata de una franja desértica enclavada en el Oriente Próximo, entre el mar Rojo (oeste), el golfo Pérsico (este) y el mar Arábigo que forma parte del océano Índico (sur). En el siglo VII, se encontraba delimitada por el Imperio bizantino (noroeste) y por la Persia de los sasánidas (noreste), estos aliados tradicionales de los árabes. Antes del nacimiento de Mahoma, y desde el año 1000 a.C., en la Península arábiga convivían distintas tribus de árabes nómadas conocidos como beduinos, palabra árabe que deriva de bedaui o badawi, que se traduce como morador o habitante de bidwa, la soledad, en referencia al desierto. Estas tribus, que compartían un mismo idioma (que, como el hebreo, pertenece a las lenguas semíticas), a menudo, se enfrentaban guerreando entre sí…
ARABIA ANTES DE MAHOMA
En un entorno tan inhóspito, donde era imposible la agricultura, la supervivencia de estas tribus dependía del comercio, así como de los pocos recursos que podían proporcionar los escasos oasis que se dispersaban en el árido desierto. Eran frecuentes las razias (ghazwa) o ataques sorpresivos a las tribus vecinas –empleando arcos y flechas, y protegiéndose con chalecos de cuero y cotas de malla– para apropiarse de sus mercancías, de sus dromedarios, de sus ganados de cabras y ovejas… o incluso de sus mujeres.
En este clima de hostilidad permanente, los beduinos se integraban en clanes, grupos surgidos inicialmente por vínculos de sangre más o menos cercanos, que estrechaban un fuerte sentimiento de solidaridad (asabiya) entre sus miembros. Asimismo, ante la amenaza constante de ser atacados, entre los clanes se establecía un estratégico juego de alianzas. De estas alianzas surgirían entonces las tribus, acaudilladas por líderes –shayj, sheyj o sayyid, traducido como “anciano” y de donde deriva la palabra actual jeque– que no ambicionaban bienes materiales y que eran elegidos no por tradición familiar, sino por sus actitudes. En el ambiente de austeridad que imponía el desierto, los sheyj, asesorados por un consejo de ancianos, imponían justicia (basada en el tha’r o “venganza” del “ojo por ojo”) y velaban por la protección de sus miembros más desfavorecidos.
Parte de la cohesión interna de las tribus preislámicas lo proporcionaba el compartir