on la guerra civil (fitna), el desgaste del Califato de Córdoba de los Omeyas llegó a su fin oficialmente en 1031 entre traiciones y juegos de tronos. Ante la falta de autoridad central, al-Ándalus quedó dividida en pequeños emiratos o reinos, provincias islámicas denominadas taifas (llegaron a ser unas 25). Estos reinos musulmanes con gobierno autónomo debían pagar constantes y abusivos impuestos a los pujantes gobiernos infieles del norte que no cejaron en su política territorial o en la imposición de abusivas parias a los andalusíes que ya no disponían de un cuerpo militar potente. El rey Alfonso VI entró el 25 de mayo de 1085 en Toledo, proclamándose «emperador de las dos religiones». Para esa fecha solo habían sobrevivido una decena de reinos de taifas poderosos como Badajoz, Sevilla o Zaragoza. Los mercenarios cristianos, como el Cid, tan pronto servían a fieles como a infieles, no siendo un cuerpo militar de fiar, así que decidieron pedir ayuda a las tribus bereberes que se habían hecho fuertes allende el Estrecho y que habían formado un nuevo imperio: los almorávides. Los (el que se ata o el que está preparado para la batalla en la fortaleza), provenían del Sáhara, eran tribus guerreras comandadas por monjes soldados que fueron conquistando el África occidental desde Mauritania hasta el País de los Negros, controlando las rutas caravaneras, y que llegaron hasta la actual Argelia. Con su capital
ALMOHADES Y ALMORÁVIDES
Sep 21, 2023
8 minutos
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