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Memorias De Los Espíritus Y Mi Madre
Memorias De Los Espíritus Y Mi Madre
Memorias De Los Espíritus Y Mi Madre
Libro electrónico629 páginas13 horas

Memorias De Los Espíritus Y Mi Madre

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Información de este libro electrónico

Un espiritu protector, 1955

"Ven hermano conmigo; te asombraras de lo rapido que

llegamos. Aqui el tiempo no existe, por lo tanto no nos

limita en ninguna forma. Ven, ven sin temor, en donde la

seguridad predomina e invita a la busqueda de la verdad.



Te llevare por el camino mas amplio que jamas hayas

vislumbrado, en donde la felicidad no es una quimera.



Esa union breve de pensamientos de las almas en el

universo facilita la instruccion para el progreso y la

aplicacion del amor y la caridad como base hacia la verdad;

hacia Dios."



El velo se descorre y el alma se eleva leyendo las

memorias de Gilda Miros y su madre, Monserrate; una

extraordinaria medium.



Con las comunicaciones de los seres espirituales se

desvanece el miedo a la muerte.

IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento3 sept 2010
ISBN9781617640230
Memorias De Los Espíritus Y Mi Madre
Autor

Gilda Miros

GILDA MIRÓS – Locutora, conductora, compiladora. La puertorriqueña Gilda Mirós protagonizó cine, teatro y televisión en México, Puerto Rico y Estados Unidos. Mirós fue la primera Latina de la radio hispana, con un programa de cuatro horas diarias, vía satélite entre Miami, Los Ángeles y Nueva York. Sus programas de radio en vivo fueron transmitidos desde América Latina y España. Gilda ha narrado audio guías para el Metropolitan Museum of Art, NYC. Produjo y narró documentales; uno durante la guerra de Vietnam. En múltiples ocasiones narró "La Parada Puertorriqueña" para televisión en inglés y español. Columnista para las revistas "Imagen" NYC, y "Selecta", Miami. Como empresaria teatral, Gilda produjo el “65 Aniversario de la Sonora Matancera” de Cuba con Celia Cruz y otras estrellas en Carnegie Hall y Central Park de Nueva York. Mirós fue otorgada "La Medalla de la Virgen de la Divina Providencia" por la Arquidiócesis Católica de NY. Multi-premiada por “ACE" NYC, "Paoli" y "Agueybaná" de Puerto Rico. Portavoz de "March of Dimes" “The Eye Bank of NYC." Mirós dobló "Madre Angélica Live." EWTN Radio & TV Global. Gilda publica "Mis Mejores Entrevistas de Radio, Celia Cruz y Sonora Matancera" 2003. "A Portrait of Puerto Rico" en 2005. "Hortensia y Sus Patitos Felices,” cuento infantil bilingüe en colaboración con su madrecita, 2006. "Memorias De Los Espíritus y MI Madre" 2009, "Spirit Messages To My Mother" 2010; "Mystical Wings” "Alas Místicas" 2012. “En Contacto Con Mami En Espiritu” “In Touch With Mom In Spirit.” 2013 Carpeta blanda / e-Book www.gildamiros.blogspot.com www.gildamiros.com www.facebook.com/gilda.miros.79 gildamiros@yahoo.com www.authorhouse.com www.amazon.com

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    Memorias De Los Espíritus Y Mi Madre - Gilda Miros

    GILDA MIRÓS – Biografía.

    Los talentos de Gilda Mirós son extraordinarios En una carrera que atravesó cuatro décadas, La puertorriqueña, Gilda Mirós, ha aparecido en papeles estelares en cine, teatro y televisión en México, Puerto Rico y Norteamérica. Ella ha transmitido sus programas radiales en vivo desde países de América Latina, y a ha producido y narrado documentales; inclusive uno filmado durante la guerra de Vietnam.

    Mirós fue la primera personalidad hispana de radio en conducir un programa diario, de cuatro horas en vivo, vía satélite entre Miami, Los Ángeles y Nueva York y Gilda produjo su programa radial en Sevilla, España. En múltiples ocasiones ha narrado "El Desfile Puertorriqueño" para canales de televisión en ingles y español. Además ha escrito columnas para la revista Imagen de Nueva York y la revista Selecta de Miami. Como empresaria teatral, produjo el 65 Aniversario de la Sonora Matancera con conciertos estelares en el Carnegie Hall y el Parque Central, de la Ciudad de Nueva York en 1989.

    Gilda Mirós fue concedida "La Medalla de la Virgen de la Providencia" por la Archidiócesis de la Ciudad de Nueva York y ha sido premiada varias veces: Mejor Anfitriona y Locutora de Radio por la ACE de NY. Mirós recibió los premios Paoli y Agueybaná de Puerto Rico. Gilda fue la portavoz del "March of Dimes" (Mercado latino.) Así como también la campaña en español para "El Banco de Ojos" ambos de Nueva York. En los programas de radio y televisión global.Mother Angélica Mirós dobló la voz al castellano de la Madre Angélica. Gilda Mirós lanza su primera obra literaria Mis Mejores Entrevistas de Radio. Celia Cruz y La Sonora Matancera en julio de 2003. A Portrait of Puerto Rico salió al mercado en agosto del 2005. Hortensia y Sus Patitos Felices Cuento infantil bilingüe, salió en julio del 2006, escrito en colaboración con su madre Monserrate.

    Este libro se encuentra en inglés como Spirit Messages To My Mother en formato electrónico y tapa dura. Actualmente Mirós prepara un audio-libro de entrevistas sobre la historia musical de Puerto Rico.

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    Con puro inmenso amor, respeto y gratitud para nuestra queridísima madre y abuela; Monserrate Rodríguez Miranda de Conesa 1915 - 2006.

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    Nuestro más sincero y profundo agradecimiento a los guías espirituales, espíritus protectores, ángeles guardianes y espíritus visitantes. Todos ellos con su amor; pacientemente nos alentaron, sostuvieron, estimularon, e ilustraron en nuestro incansable peregrinaje. Esas muchas voces del Más Allá impregnadas de paz, amor y buena voluntad tienen un solo propósito; guiar, iluminar, animar y apoyar a sus hermanos encarnados. Buscan la paz y el progreso espiritual mutuo.

    Ese Padre, con su infinita misericordia permitió que los mensajes e historias de los hermanos desencarnados llegaran a nosotros. Esto se hizo realidad en forma espontánea, a través de esta extraordinaria médium, Monserrate, y la asistencia de sus guías protectores. Espero que esta amorosa obra colectiva de los seres, sea un consuelo para todos. Sabiendo que nuestros queridos familiares y amigos, son libres y felices. Que están cerca, cuidándonos, asistiéndonos. Que la vida es eterna.

    Damos las gracias a mi hermana Helena, a Luz; guía de Monserrate. A Don Isidro, Henrietta, Gustavo, Alberto, Alejandro, Elpidio, el Profesor, Yamara, Magdalena, Miroslava y a toda nuestra extensa familia espiritual. Sobre todo, gracias a Dios.

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    Mi residencia es la eternidad. Todos queremos la bondad de Dios, porque ese Padre es la esencia de la vida; es fragancia de las mejores flores, es luz, es un faro, es la brisa, es verdad, perdón, amor; esa es la esencia.

    Los seres cargan con sus rezos y plegarias. Es parte del compromiso de lo que prometieron haber cumplido; por eso regresa tú, si te has extraviado. Fe, esperanza y caridad, para ti. Omnipotencia de cariño, cadenas entrelazadas, sin fronteras, para que sigas creciendo. Para elevarte, elevarte hacia Dios, con esa sutileza, y ese cariño sano, saludable, para encontrarte con El. Nuestros deseos de crecer y de caminar, están en un pergamino, y hay un abecedario material y uno espiritual. Para mantenernos de pie, es necesario, tener fe, que es querer, hay que tener esperanza; y poder dar, que es caridad.

    Te regalo un tulipán para ti y tus hijos, hermana. Para ti, Monserrate, un encuentro con el infinito. Contempla esas flores que juegan con el sol; esos girasoles que se envuelven en los rayos; erguidos cuando están felices. Todas las flores despojan el ambiente, regalando su embeleso angelical. Ten fe, que El te espera; El es nuestra emblema.

    Dios es amor. Fuente del caminante, salud del enfermo. El Padre bueno y bondadoso; el mejor amigo del hombre. Es el despertar de un sueño feliz, al aire que da vida. Es la perfección, es infinito, es el ideal y espejo, de los que quieren mirar y ver.

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    Monserrate:

    Ahora empiezo con pequeños fragmentos mi obra. Recibo día a día, de Dios, lo que necesito para mi mezcla.

    ÍNDICE

    1. Todo el mundo es un médium.

    2. Mi Libro Azul.

    3. Primeras manifestaciones.

    4. Alas Místicas – Protectores.

    5. Gustavo; el eterno enamorado.

    6. Apuntes de una vida.

    7. Historias de espíritus.

    8. Mi hermana Helena Arizmendi.

    9. Visita al pasado Five Points.

    10. Los últimos tres meses.

    11. Los Karran de New Orleáns.

    12. Sus últimos días.

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    Una invitación.

    Espíritu de Yamara: (Guía protectora de Monserrate.)

    Ven hermano, ven conmigo. Te asombrarás de lo rápido que llegamos. Aquí el tiempo no existe y por lo tanto, no nos limita en ninguna forma. Ven, si, ven sin temor; en donde no hay tiempo, no hay tampoco temor. La seguridad predomina e invita a la búsqueda de la verdad. Acompáñame con la certeza de que no te perderás y te llevaré por el camino más amplio que jamás hayas vislumbrado; en donde la felicidad no es una quimera.

    Allí está la luz que no ciega, y que sin ser caliente, te vivificará en su totalidad. Experimentarás las más inexplicables alegrías en tu alma. Verás que en esa luz, sin cambiar de intensidad, hay infinitésimas de tonalidades de colores que no tienen igual en la atmósfera terrestre. Verás que cada color te traerá un recuerdo, una emoción, un bálsamo que te hará realizar que esa es la paz, que otras condiciones no pueden explicar. Esa serenidad que invadirá tu espíritu, es el asombro venerante del alma realizada ante tanta grandeza. Tal vez no comprendas por completo ni lo que veas, ni lo que sientas, pero ya ese presentimiento hará su efecto, y te será más fácil aceptar tu condición. Así estarás en otro camino; el camino sereno de la verdad y el amor que conduce a Dios. Ven conmigo para que aprendas lo que es caridad y como aplicarla. Qué es amor, y porqué nos mueve ese sentimiento.

    Hoy, es el día de Navidad, un día en la tierra como otros tantos, y un insignificante instante aquí, en el espacio. Algunos espíritus encarnados están celebrando la Natividad del Señor, y por ese momento parece haber más recogimiento en la tierra, y junto con ellos, los seres desencarnados, aprovechan ese instante para practicar la caridad. Los espíritus sienten esa gran emoción, todo Dios, que se llama amor.

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    Esa unión breve de pensamientos de las almas en el universo, facilita la instrucción para el progreso y la aplicación del amor y la caridad, como base hacia la verdad, hacia Dios.

    Ven conmigo hermano, para que oremos. Orar es laborar y pedir todas las bendiciones del Todopoderoso. Oremos por los que están en condiciones de recibir esa ofrenda por sus dolores y miserias espirituales. No solo el cuerpo sufre, también el espíritu siente la carga moral de un mal paso. Por eso oremos y con alabanzas al Omnipotente pidámosle por la paz del mundo, para que sanen pronto las enfermedades que destruyen materias y deprimen almas.

    Oremos por los infelices; que la ley de los hombres, les niega la luz del sol. Oremos por los muchos ancianitos que escasamente viven en asilos que solo ofrecen albergue corporal. Oremos por los dementes, que más que ninguno necesitan de seres con conocimientos de esta obra espirita. No dejemos de orar con más alegría por los niños, porque la Navidad es el reino de los niños. Hoy, tanto los niños enfermitos, como los sanos, han sido recipientes de atenciones en alguna forma u otra.

    Finalmente oremos por nuestros hermanos espirituales. Ellos aquí, con nosotros, también necesitan. Esos buenos seres a su vez, llegarán a brindar bálsamo de alegría, para aportar una gotita, aunque sea, en nuestra lucha por hacer el mundo feliz, y vivir eternamente en el amor de Dios. Que así sea.

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    Esta noche quiero brindar por lo eterno, por lo inmaterial, por el amor verdadero. El amor que viene de Dios, por el amor que es Dios mismo.

    Brindo por mis hermanos, especialmente los del más allá, que reunidos en esta fiesta espiritual han sido motivo de inspiración para encarnados y desencarnados que todavía buscan un punto de apoyo para establecer su estado en la evolución, que los llevará a la verdad, a Dios.

    Mi brindis es espiritual y carece de tonalidades terrestres. Mi copa no es de cristal, la forjó una emoción; la caridad. Nunca sé vacía su contenido porque está repleta de fe, y esta es inagotable. Es para el espíritu que avanza con seguridad y aplomo, y vive de ella, para a su vez, brindarla al necesitado.

    Brindemos todos. Sí todos, llenos de amor, por los que todavía buscan esa luz, tanto en la tierra como en el espacio. Brindemos por los que conocen esa luz, pero que aún no pueden explicarse el porqué de las pruebas.

    Brindemos por el espíritu que amolda su evolución en una prisión, ya sea justa o injusta su condena. Brindemos para inspirar a los que sufren, no tanto abatidos por sus dolores, pero sí por la opresión, producto de la ambición egoísta del ser humano.

    Brindemos por los padecimientos que despojan el alma de impurezas emocionales. Un brindis no está de más por los seres que en distintas encarnaciones nos siguen; unidos por lazos afines y de amor puro. Son prueba eterna del amor del Dios Todopoderoso.

    Imperfecta soy, y mi camino es largo. Por mi debilidad mis pruebas se han alargado para ser maestras que tenazmente educan mi espíritu. Una vez encontrado el camino, ya la lucha no es pesada y menos aún, cuando vienen desde el más allá; de manos llenas de compasión, amor y esperanza. Por esas manos fluídicas brindo yo.

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    Por ti bello espíritu de Yamara, mi gran dama blanca. Brindo en aras del progreso y la verdad. Tu mano se ha tendido humildemente y has guiado este cuadro, esta familia, con paciencia y amor. De ese amor puro que emana de Dios, inmutable como tú le llamas. Tú, nos brindas el bálsamo del conocimiento en esta gran obra espirita y junto con tu bondad has iluminado la senda del caído.

    No hay palabras para describir nuestro agradecimiento, al recibir la paz que con qué tus fluidos nos agracian. Recordamos tus palabras: Misericordia; muertos los vivos están. Dónde hay amor, hay unión. Amor; en él nacemos y en él perduramos. Oremos por la paz del mundo. Laboremos en el mundo de la paz".

    Brindo por ti, buen espíritu de Magdalena. Tú también rebozas de amor, y tu fuerza fluidica unida a ese noble sentimiento, levantará a esos seres que avanzan ciegos, buscando una mano que los guié. Para ti, Magdalena, que la luz eterna de Dios te ilumine. Tú nos dices: Feliz de aquel que oye los consejos de un buen espíritu. Su evolución se acelera; sus sacrificios no se pierden en la ignorancia, y este cambio gradual y total es la absoluta consagración.

    Brindo por ti también, dulce espíritu de Miroslava. Te uniste a nuestro pequeño grupo y ya tus sabios pensamientos dejan huellas en nuestros espíritus. En tu forma fluidica respiras amor y piedad. Que bien describes la belleza del mundo espiritual y con certeza dices que todas las buenas emociones nacen del amor. Que él que percibe ese amor, vive en Dios. Según tú dices: Dar pasos espirituales en grande son resoluciones determinadas; productos de la fe y el conocimiento "Mereced y se os dará".

    Un brindis final, por todos los seres del universo. Nuestra patria es la obra espiritual y nuestro porvenir es Dios. Que no se haga lejano el momento de la verdad. Que desaparezca del mundo el odio, el estancamiento y las malas pasiones. Que por doquier suene el canto: La paz de Dios sea por siempre aquí.

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    Me siento liviana, serena, en paz. Es tan agradable. Es una sensación de alivio y soñolencia. Luego oigo unas voces en la distancia que se acercan; es como escuchando una voz por teléfono, y aumenta el volumen lentamente; aunque no siempre recuerdo lo que se ha dicho.

    Veo celajes, lentos, rápidos. A veces puedo distinguir las facciones. Algunas veces son figuras vaporosas y otras veces se muestran más sólidas. De repente siento la cabeza que se expande, la siento más grande y por momentos se divide, pero no temo, me siento protegida, sin miedo. Frecuentemente me transporto a otro lugar muy lindo, con flores, y valles muy bellos. Veo ríos, lagos, siempre todo es apacible, hay quietud y paz. Mucha naturaleza, paisajes divinos que disfruto. Por ejemplo; hoy veía una escalera en un cerro y pensé: Esa es la mano de Dios. El hombre no fabrica una escalera en un cerro. Luego acercándome al cerro, veía su forma definida y veía detalles. Por ahí quiero yo subir y lo voy a lograr, decía yo. Pero la escalera está muy empinada. ¿Y si se tambalea? Yo misma me contestaba: No, yo tengo la agarradera, la mejor. Es muy, muy poderosa y no me caigo. Una voz me dijo: Hermana, tú tienes la habilidad de hacer muchas cosas. Tú hiciste la escalera para los demás. Son cosas maravillosas, inexplicables y son benditas por Dios.

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    Espíritu de Helena:

    Los espíritus son como las aves que vuelan y engendran sus místicos mensajes en nosotros. Son rumores espirituales, son lejanías de Dios. Los bellos pensamientos de los seres espirituales, son como capullos que quieren brotar y hacerse rosas para el mundo.

    Según Allan Kardec; Codificador de la Doctrina Espirita. en su Libro de Los Médiums (1861) Todos los hombres en alguna forma somos médiums. Todos tiene un espíritu que les dirige hacia el bien, cuando saben escucharle. Es un intercambio espiritual y moral. La Doctrina Kardeciana dicta: Se juzga a los espíritus por su lenguaje o por sus acciones. Los espíritus buenos prescriben solo el bien; vienen a instruirnos y a guiarnos por el camino del bien. En su obra, Libro de los Espíritus. (1857) Kardec alega: "Los espíritus desencarnados o errantes están en todas partes, en el espacio, y siempre a nuestro lado. Viéndonos, codeándose incesantemente con nosotros." El educador francés expone: Los espíritus ejercen en el mundo moral y hasta en el físico una acción incesante; obran sobre la materia y el pensamiento.

    El venerable Kardec, fundador de la Primera Sociedad Parisiense de Estudios Espiritistas en 1858, dijo: Escuchen pues, a esta voz interior, a este buen genio que les habla sin cesar y llegarás progresivamente a oír a vuestro ángel guardián que nos tiende la mano. La voz intima que habla al corazón es la de los buenos espíritus, y bajo este punto de vista, todos los seres humanos son médiums. Aún sin nosotros reconocer la mediumnidad, en algunas ocasiones sentimos una vaga intuición de la asistencia espiritual. Todos, todos, tenemos espíritus de buena voluntad; protectores y familiares, que por amor se acercan e influyen en nuestros pensamientos, tal como asegura Kardec. La mayoría de las personas descartan o tachan esos pensamientos como espavientos o fabricaciones de la imaginación; pero gracias a Dios, hay otros que reconocen con gran amor, simpatía y agradecimiento, ese soplo que entra por una ventana que se abre al infinito.

    En su Obras Póstumas Kardec añade: Cuando el espíritu quiere comunicarse, se sirve del órgano más flexible; al uno le toma prestada la mano, a otro, la palabra y el oído a un tercero. Asegurando: Los espíritus elevados no se ocupan más que de comunicaciones inteligentes e instructivas.

    El infatigable investigador espiritista Kardec dijo: Todos los espíritus tienen sus tareas señaladas por Dios. Las cumplen con las condiciones que juzgan convenientes para el bien de aquellos que reciben sus comunicaciones.

    Añade el autor; Dios permite algunas veces que sean reveladas nuestras existencias pasadas. La revelación casi siempre se hace espontáneamente, pero no le es permitido nunca para satisfacer la vana curiosidad. El espiritismo tiene por más hermoso y consolador; las relaciones del mundo visible y del mundo invisible. De los mortales, con los seres desencarnados que les son queridos, y que de otro modo sé habrían perdido para ellos sin ninguna esperanza. Dios no envía a los espíritus a facilitarnos el camino material de la vida, sino para preparar el del porvenir. Ellos trabajan por orden de Dios para el progreso de todos.

    Mi madre, Monserrate, recibió un precioso regalo de Dios. Ella poseía varias facultades psíquicas. Era médium auditiva, o sea que oía las voces de los espíritus, claras, como a una persona encarnada. Esa fue su primera facultad, pues desde niña la llamaban. Mi querida madrecita también era médium parlante. Esta facultad le permite al médium recibir a un espíritu, o a un desencarnado que usa las cuerdas vocales del médium y se comunica a través de él o de ella. De acuerdo con la doctrina filosófica-científica de Kardec: La médium parlante se expresa generalmente sin tener conciencia de lo que dice y aunque el médium está completamente despierto, conserva raramente el recuerdo de lo que ha dicho. Monserrate también, era médium vidente; en estado normal, perfectamente despierta, gozaba de la facultad de ver los espíritus. Los veía acercarse, saludar y algunas veces los veía paseándose en cualquier lugar. Esta buena mujer tenía visiones muy bellas; flores, nubes, ríos, paisajes divinos y siempre sentía una paz absoluta. Veía mundos paradisíacos. Todas sus visiones eran apacibles; como era ella. Los espíritus por su parte, se presentaban a toda hora, en cualquier momento y en cualquier lugar; en la forma más tranquila y natural. Estos seres conversaban con serenidad y sensatez. Sus palabras y temas eran siempre positivos, con gran respeto, agradecimiento y amor a Dios.

    Todos ellos eran muy afectuosos, y manifestaban su agradecimiento por la oportunidad que Dios les había otorgado en poder comunicarse a través de Monserrate. Si algún ser llegaba molesto o con rebeldía, pronto se convertía en pacifico.

    Al salir del trance mediumnimico, o volver en si, Monserrate conservaba el recuerdo en parte, de lo dicho.

    Monserrate me contaba que durante el trance ella escuchaba voces en la distancia. Usualmente se desprendía espiritualmente y se veía en otro lugar bello. Esta médium sincera, y modesta, disfrutaba mucho esos momentos de un estado de placidez, bienestar y paz. A veces se sentía, relajada, soñolienta y con tanta armonía, que le provocaba un deseo de quedarse en ese estado. Al salir del trance volvían sus malestares físicos, pero ella no se quejaba.

    Monserrate tuvo varios guías espirituales durante su larga vida. Ella siempre contó con un cuadro de maravilloso espíritus de luz, protectores y seres de buena voluntad. Era una inmensa familia de espíritus afines, que nos hacían el favor de visitarnos. Para todos nosotros era muy natural y de gran alegría que nuestros buenos amigos espirituales se manifestaran.

    El apóstol del espiritismo, León Denis en su Espíritus y Médium afirma: Los espíritus elevados derraman sobre nosotros, fluidos puros y bienhechores que reconfortan nuestras almas y calman nuestros dolores, predisponiéndonos a la bondad y a la caridad. Sigue el discípulo de Kardec: En su trato obtenemos las fuerzas necesarias para vencer nuestros defectos, y así perfeccionarnos.

    Mi madre era cariñosa, tranquila, agradecida, gentil y muy amable. Jamás ofendía, ni con la mirada, ni con su voz. Ella sentía e irradiaba mucho cariño y paz. Todos la amaban y ella amaba a todos. Su gran pasión era la lectura.

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    Diariamente ella, hacia sus oraciones tempranito en la mañana; yo eso lo aprendí de ella. Monserrate no fumaba, ni bebía, pero amaba la música. Sus palabras eran positivas y elocuentes. Era muy respetuosa. Su facultad era sagrada y privada; se sentía feliz sabiendo que su habilidad espirita le permitía ser útil, como un instrumento de Dios. Pocas personas sabían que era médium; ni siguiera algunos miembros de la familia.

    Monserrate era compasiva y generosa. Le gustaba, hacer regalitos y compartir con los demás. No daba consultas y jamás cobró por un consejo espiritual.

    Recuerdo que mi madre siempre mencionaba un libro que comenzó a escribir en la década del sesenta y tituló: Mi Libro Azul. Según lean el capitulo del espíritu de Gustavo, sabrán el origen de ese titulo tan poético.

    La psicografía es la escritura de los espíritus por la mano del médium. Esta médium poseía la facultad de escribir, dibujar y pintar por medio de los espíritus.

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    Este cuadro de una escena invernal, Monserrate lo pintó al óleo, a los 60 años, sin haber estudiado arte; fue espontáneo. Monserrate, estuvo dibujando hasta una semana antes de partir, terminando un cuento infantil sobre la buena higiene. Ella deseaba enseñarle a los niños buenos hábitos de prevención en contra de las enfermedades. Creo el concepto de"Un Libro Para Lavarse Las Manos Hortensia y sus Patitos Felices."

    Este maravilloso ser que tuve de madrecita en esta vida, y que fue mi hija en una vida anterior era una mujer virtuosa, y talentosa. Una médium excepcional, dotada de la gracia divina por su inmensa fe. Era una ferviente cristiana y su dedicación a la obra espirita era absoluta, notable; sin medidas, ni barreras; comprendiendo la seriedad de su misión.

    A través de ella se manifestó la divina fusión de las dos partes esenciales de la existencia terrestre.

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    Entre mi madre y yo había gran amor, comprensión, y afinidad, por eso surgió la telepatía. Sus pensamientos y los míos se intercalaban. Yo adivinaba sus pensamientos y ella los míos. Sucedió con más frecuencia durante sus últimos días de vida corpórea.

    En el 2001, juntas comenzamos un proyecto literario, que titulamos,"Correo Electrónico del Cielo." o E-Mail From Heaven. Compilamos los mensajes que habíamos recibido de los seres espirituales en ingles y español, y que yo había trascrito y almacenado. Más tarde por sugerencia de mi hijo, Karym, comencé a grabar todas las sesiones con los espíritus. Todos deseábamos darle al mundo, esos mensajes, tan bellos en forma de un librito de bolsillo, fácil de leer, condensado, para el uso diario. Monserrate dibujó las pequeñas flores y pajaritos, para nuestra publicación, pero su salud empeoró y yo los engaveté; usándolos ahora.

    Mi madre le sirvió a la humanidad con su trabajo social; provocado por tanta necesidad que veía a su alrededor, Ella trabajó como voluntaria; orientando a muchos en como adquirir servicios sociales, como encontrar empleo. Asistiendo en las clínicas y en las escuelas. Ayudó a las familias recién llegadas a la ciudad de Nueva York que no hablaban ingles. Les conseguía crédito para comprar la ropa de invierno tan necesaria, y más tarde, asistió a los ancianos que vivían solos. Siempre ayudó al prójimo en alguna forma u otra.

    Yo no soy médium, soy intuitiva. Hace años sentía el deseo de escribir y anotaba algunos pensamientos que me llegaban espontáneamente. Lo consulté con Monserrate y me respondió: Se abren unos surcos, con unas semillas movibles y sanas, que sé esparcirán. Así les sucedió a muchos escritores espiritas. Hija, sé que tienes una nueva profesión de escritora.

    Sucedió como ella dijo. Mi primer libro, de otro tema, lo publiqué en el 2003. El segundo en el 2005 y el tercero en el 2006, con la gran ayuda de Dios, y la asistencia de mi madre y de los seres espirituales. Sin ellos seria imposible.

    Monserrate sufrió mucho dolor. Padecía de unas cuantas enfermedades que le causaban incomodidades. La neuropatía diabética la torturaba y le impidió caminar por varios años. El padecimiento del corazón la fatigaba. El asma la asfixiaba desde niña, empeorando hasta el final. El amor, fe, paciencia, y la conformidad de este buen ser eran tan grandes, que jamás se oyó una quejó sobre su vida o de sus dolencias. No conoció ni la angustia ni la desesperación, al contrario alababa a Dios en todo momento. Ella estaba incomoda pero su estado de animo siempre fue excelente. Le decía a la enfermera: No estoy enferma, me estoy preparando para irme.

    Mi madre, desencarnó el 20 de marzo 2006 a las 11:00

    a.m. con noventa años, a consecuencia de una deficiencia coronaria con fallo respiratorio. Desencarnó en su hogar, el primer día de la primavera; la primavera era su temporada preferida. En su lecho, Monserrate vio a su madrecita, a su hermana Pura, que había dado el cambio recientemente, y vio al espíritu de Gustavo, su gran amor de otras vidas. Mencionó entre suspiros, al ángel maravilloso que ya nos habían dicho que la acompañaría hasta el final.

    El sol entraba por la ventana y ella volteando un poco su rostro vio los rayos de sol, diciéndome: "Ahí me voy yo, con Dios." Le pregunté: ¿Que sientes, madre? Respondió:Júbilo Acercándome le pregunté: ¿Tienes miedo? Respondiéndome: ¿De qué? Se durmió y dejó su cuerpo.

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    Mi madre lo fue todo para mí. Extraordinaria madrecita. Abnegada abuelita para mis hijitos; me ayudo a criarlos. Fue mi mejor amiga, compañera de viajes, secretaria, consejera espiritual, paño de lágrimas e inspiración de mi arte. Asistiéndome con mi vestuario, ensayando libretos, revisando escritos. Mí carrera artística y más reciente como autora, tuve éxito en gran parte por su apoyo y sabios consejos. Monserrate fue una amantísima hija, hermana, tía y amiga ejemplar. Como esposa abnegada, cumplió en extremo. No fue feliz en sus dos matrimonios y tuvo que separarse de su hogar.

    Esta gran dama fue nuestro faro en la oscuridad. Dándonos amor, nos ilumino, fortaleció y nos llevó con su suave mano por el buen camino. El camino luminoso de la caridad, de la paz y de Dios.

    Al desencarnar mi madre, fue como un desgarramiento para mi alma. Estaba tan acostumbrada a su compañía, a su ternura, su conversación, consejos, y cariño. La proximidad a los espíritus era una parte esencial de mi existencia. Todos ellos eran mi vida, mis mentores, mis consejeros. Ellos, mi hermano, ella, y mis hijos eran mi alegría de vivir.

    De repente cesó todo, y como me quedé en la misma casa en donde tanta alegría espiritual hubo y ahora estaba silente fue un golpe devastador para mí; aún con mi fe sólida y sabiendo que esos seres espirituales tan añorados estaban cerca, y que mi madre me acompañaba en espíritu. La pérdida de su compañía física, fue sumamente triste. Todos somos un tanto egoístas y la privación de ver, y el compartir con nuestros seres queridos es muy penoso, porque los extrañamos.

    Solo la fe inquebrantable en Dios y en el mundo invisible; junto con las oraciones, me salvaron, de la depresión. A los tres días de su partida, entre lágrimas; comencé mi rutina de oraciones diarias, a la misma hora.

    Por gracia de Dios, logré establecer la comunicación telepática que los seres espirituales nos habían pronosticado. Yo sigo conversando con mi madre y con los espíritus.

    Gilda Mirós.

    1963

    Monserrate:

    Queridos amigos y hermanos. Este libro azul; como yo le llamo, es el fruto de una abundante cosecha del jardín de la vida de los muertos y de los vivos. Frase muy sencilla, pero que encierra mucho. Dios tuvo piedad de nosotros concediéndonos la oportunidad de encontrarnos de nuevo, en esta existencia.

    Sintiéndome lejos del mundo, cerca de Dios e inspirada por su amor que es luz divina, amor, sostén del débil, y roció espiritual, quiero tener su apoyo antes de comenzar.

    Acógeme Padre amado en tú seno. Protégeme del mal, embriágame de vida y de humildad porque nada me pertenece, yo bien lo sé. Oriéntame como tú puedes y empezaremos ya. Alista todas estas almas buenas, en paz y en liviandad, con fluidos muy puros y afines, de hermandad. Estandarte de fe, amor y caridad.

    Invito a mis hermanos, a todos; a laborar y a tomarse este vasito de agua en forma de libro. Su sed espiritual calmara. Creyentes todos, adelante marchad esperando milagrosos cambios por bien en nuestras vidas, si tienen fe en verdad. Sabrán que Dios se hace sentir en todo lo creado, en toda la eternidad.

    A todos mis queridos hermanos en el mundo espiritual; el verdadero mundo de los vivos, les dedico este mensaje que sale de mi alma. Ustedes me inspiraron, me sostuvieron, me alentaron y me animaron a escribir estas líneas. Humildes, pequeñas; definitivamente no elocuentes, pero con mucho amor y devoción a Dios. La paz de Dios reine siempre en ustedes seres espirituales, tan queridos y abnegados. El árbol frondoso de la paz nos dé sombra a todos.

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    El 9 de octubre de 1915, nací yo, en Aibonito, Puerto Rico. Debió haber sido un día claro, de sol, un día bonito. Sin recordarlo, lo puedo ver claramente, porque para mí fue el comienzo de una vida en que iba a realizar muchas cosas.

    Ahora me doy cuenta, porqué de niña, eché tantas cosas de menos. Mi madre, Filomena, era un ser bueno, lleno de gracia. ¡Cuanto la quería! yo tenía mucha afinidad con ese espíritu. Ella era frágil, delicada, gentil, educada, un ser sensitivo. Bendita sea dónde quiera que estés madrecita. Yo fui la segunda de tres hermanas. Tenía escasamente catorce meses, al morir mi padre, José Antonio. Lo que me han dicho de mi padre, es que él siempre cumplió con su deber, era muy abnegado. El amor filial para él, era una cosa sagrada. Era generoso con sus padres, con su esposa, con mi abuelita, Nené,su suegra. Él fue bondadoso con todos. Esa abuelita santa, me contaba que mi padre era noble y compasivo y que por eso, Dios se lo llevó, tan joven, a un mundo mejor.

    Mi madre, buen espíritu; que te beso ahora en lo invisible, y te besaré siempre. Cuando él enfermó, ella era una mujer joven aún, esperando otro bebé. La pobre mujer se sentía desolada, con miedo, sabiendo que mi padre iba a morir. Un día vino una tía mía; hermana de mi padre a visitar, y le dijo: Me voy a llevar a la niña, Monsita, porque tú estás enferma, y tienes que reposar. Al morir mi padre, me le escapé de las manos de mi madre, porque se quedó la tía conmigo. A esa tía, Petronila, la recuerdo con cariño. Aprendí muchas cosas positivas de ella, pero era un espíritu, pues, yo diría, muy estricto. A veces yo le temía. Ella era una beata y así me crió; siempre metida en la iglesia. Los niños cuando crecemos con miedo, sufrimos mucho, porque el niño necesita cierta libertad. Tenemos que ser niños, sin imposiciones, sin limitaciones. Con disciplina desde luego, con respeto, pero hay que darle expansión a esas ideas, a esos afectos de niño, tan limpios, tan llenos de entusiasmo. Yo era como un pajarillo que le habían cortado las alas. No me atrevía hablar, porque respetaba mucho a mi tía.

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    Sus medios, sus condiciones de vida eran tan rígidas, que yo me sentía huérfana, teniendo madre. A veces pasaba temporadas con mi abuelita y con mi madre, seres tan nobles y queridos, seres humildes, seres que amaban tanto a Dios. Pero esas temporadas eran tan cortas; hubiese querido que fueran eternas, pero tenía que regresar al hogar en dónde crecía. Lejos de mi madre, mi abuelita, y de mis hermanas. Así lo quiso Dios; El sabe lo que nos conviene.

    Seguí existiendo, no viviendo, porque el cariño de una madre y ese toque tan personal, tan tierno, tan lleno de amor, es una esencia que nos hace sentir jubilosos. Nos da esperanzas lindas. El cariño de una madre, es como una esencia o como un juguete especial, único, eterno, es como un beso, es un amor, es un pedazo de tú alma, de tú corazón. Es un destello de alegría, es un sol brillante, es una estrella, es un lucero que alumbra eternamente. La madre es tantas cosas bellas, es como una rosa bella el pensamiento de la madre. Es por eso que las pequeñas flores, que llevan por nombre "Pensamientos’, tienen tantos colores; así es la madre, multicolor, fragante, única.

    Creciendo fui moldeada a la manera, rigurosa de mi tía. En mi niñez, en ese hogar, conocí al anciano que yo llamaba abuelito, pero que era mi padrino. El era esposo de mi tía, y que para mí era un ser venerado. Por él y por mi madre, aprendí a querer los libros. A conocerlos, a cuidarlos, a respetarlos, a esperar de ellos, porque sé, que cada libro es una enseñanza para nosotros. Mi madre siempre tenia un libro en la mano, nunca tiro un libro, nunca lo deshojó, siempre los guardó, pensando: Hay alguien que lo debe heredar. Yo aprendí a leer antes de ir a la escuela por ese abuelito bueno. El abuelito, Dolores Torres era alcaide de cárcel de mi pueblo. Se supone que el alcaide de cárcel, tiene que poner orden a espíritus fuertes, pero él dejaba de ser carcelero cuando venia hacia mí, y se convertía en mi mejor amigo. El abuelo, era mi confesor, mi maestro. Era un ser muy amado y respetado por mí. Falleció en mis brazos de niña.

    Estudié en un colegio de monjas. Así se deslizó mi infancia; mi niñez solitaria.

    Tuve mis desilusiones, mis penas y siempre tenia una misma pregunta; ¿Por qué la vida es así? ¿Qué me reserva la vida? Me consideraba una niña obediente y honesta; eso sí, siempre lo sintió mi espíritu. A veces con las enseñazas religiosas, de niña me confundían con ciertas cosas de la iglesia católica. Nunca las comprendí exactamente, pero siempre escudriñaba. Buscaba en los libros y decía "Cuando crezca, un día de estos, yo voy a salir de dudas porque yo tengo en mi la semilla de Dios, de fe, de esperanza, de querer. Yo quiero ser lo que creo, porque creo. Quiero estar satisfecha." Me hacia preguntas, me las contestaba, era un gran laberinto. A veces desorientada, a veces, pues, esperando, esperando crecer.

    Amaba la naturaleza; las flores, los árboles, las frutas. Quería al mundo. En mi soledad, aprendí a amar, a besar, a querer, a arrullar, a todo. Así es como uno aprende a tirar besos al viento. Me alentaba mi imaginación.

    Tenía muchas tareas domesticas pero del poco tiempo que me sobraba hacía mis historias de niña sola. Leía mis libros de cuentos, me mantenía ocupada en mi soledad. Crecí, me hice mujer; a veces la vida no es como queremos.

    Luego llegó un matrimonio. Fue una etapa desagradable, pero tuve dos buenos hijos. Ahora digo: Son mi padre y mi madre, que no tuve de niña. Los tengo ahora. Han sido ellos para mí tan solícitos, tanto que me quieren; siempre tan cerca de mí, complaciéndome. En mis momentos de enfermedad, de sufrimiento, de alegría, de pena o entusiasmo, siempre ellos ahí. Son mis amigos y mi padre y mi madre. Para ellos tengo un querer eterno, porque sé que nos conocíamos de antes. Tal vez nos volvamos a encontrar en el futuro. Dios mediante y así lo espero.

    Les dejo a ellos y a mis nietos, mi tesoro espiritual grande. Con todo mi amor, con mi respeto. Quiero que todos sepan que los amo y los amaré eternamente. Que Dios siempre me los acompañe.

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    Como nuestro Señor, mi reino es de los niños. No dejes de ser niña Monserrate. Crece cada día más como espíritu, pero no dejes de ser niña, porque tu inocencia, tu credo, y tu liviandad de espíritu son un don y gracia de ese Padre Amoroso.

    Mécete en esa hamaca celestial y dame tu mano. Estaré siempre ahí para que no te caigas y tengas un sueño feliz con campiñas verdes y selectas; explóralas. Sígueme, llénate de esa energía única que viene de Dios. Crece para germinar en una gran cosecha. Abundante, de trigo y fortaleza celestial.

    Pisaste por las cascadas, por las piedras, por el fuego, sin caerte, ni quemarte. Estabas ataviada con mi túnica; te la presté y te dije: Cuídala. Úsala. Es tuya, tuya. Ahora y siempre.

    Vamos a danzar con la primavera que se avecina. Hay capullos en flor y semillas fuertes y edificantes, como manada de centinelas corpulentos, cuidando de sus ganchos y ramas para proteger al viajero que pasa hambriento y cansado.

    Te invito a guarecerte debajo de mis ramas. Duerme y descansa a la diestra del Padre Celestial. El es mi sostén, mi alimento sagrado y eterno. Somos su propiedad.

    El Ángelus es la hora de la meditación y de envolverse en la fibra de la vida justa, del buen sembrador.

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    Monserrate:

    Tuve mi primera experiencia psíquica a los seis años de edad, cuando vivíamos en la calle Las Flores de mi ciudad natal en Aibonito, Puerto Rico. Desde niña yo oía voces que me llamaban Monsita, Monsita como si fuera un eco, largo y quedo. Sucedía en cualquier momento y muy frecuente, pero ya de mayorcita, escuchaba que llamaban mi nombre más fuerte y con insistencia.

    Mi segunda gran experiencia, fue a los siete años en la misma casa. Era muy temprano en la mañana y mi hermana mayor Pura y yo jugábamos mientras hablábamos en la cama que compartíamos. De repente, yo sentí y noté una presencia extraña al pie de la cama y miré hacia allá. Allí veía una silueta de una mujer alta, delgada que vestía una túnica blanca. Su cara era larga; con un rostro dulce, sonriente; llevaba un manto, parecido al que se acostumbra verse en las vírgenes; francamente parecía una virgen. Lo más que me llamó la atención fueron sus manos porque las movía lentamente, como en cámara lenta. Movía sus dedos delgados y largos, como llamándome, pidiéndome que me acercara. Me asusté, pero me quedé muda, como petrificada, mientras tocaba a mi hermana y le señalaba hacia la imagen. Mi hermana Pura, miró, la vio, y también se asustó, pero ella tuvo la agilidad de correr hacia la sala, yo no pude, solamente di un grito.

    Mi querida abuelita Nené, al escucharnos, entró al cuarto exclamando. ¿Niña, qué té pasa? Estás tan blanca, tan pálida, contéstame. Yo no podía responder. Mi hermana regresó y le dijo, Vimos a una muerta, una señora se nos apareció.

    Eso pasó sin más comentarios y seguimos viviendo en la casa que era grande, cómoda, de madera y con muchas habitaciones. Tenía una cocina amplia, muy espaciosa; allí se cocinaba con carbón en un anafre. Mi padre había fallecido joven, dejando a mi madre viuda con tres niñas pequeñas, viviendo ahí con la abuela.

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    Yo visitaba; iba y venia, porque vivía con mi tía en el pueblo de Santurce. Como eran varias habitaciones, mi madre les alquiló un cuarto a dos hermanos, hijos de unos amigos; mientras los muchachos estudiaban en el pueblo.

    En esa casa ya habían sucedido varias cosas extrañas. Por ejemplo; una noche después de la cena, mi madre Filomena, que era una mujer frágil, delicada, fina y educada, pero también miedosa, estaba en una de las habitaciones sorteando la correspondencia del día, a la luz de un quinqué. Las niñas y la abuela, estábamos en la sala. Yo oí a mi madre gritar y corrí al cuarto en dónde ella se encontraba. Todas me siguieron. Al llegar a ella, la encontramos histérica, mientras temblaba asustada, exclamando que alguien había tocado las persianas del cuarto. Ella nos contó, cuando por fin pudo explicarnos. Primero tocaron las persianas fuera de la casa y ella no hizo caso porque pensó que era una de nosotras, y siguió con su lectura de una carta. Le volvieron a tocar las persianas y ella de nuevo, ignoró el ruido. Mi madre tenia el pelo negro, lacio y muy, muy largo. Ella acostumbraba hacerse trenzas y moños, pero esta noche llevaba su cabellera en forma de moño. Filomena sintió que alguien la agarró por el moño, y al voltearse no vio a nadie. Ahí formó una gritería. Por eso digo que esta casa tenia historia de ocurrencias inexplicables.

    Sigo con los hechos. Otra noche, todas estábamos jugando en el comedor, lo que ahora se conoce como Bingo pero en aquellos tiempos de escasez, le llamábamos Lotería. Se acostumbraba jugar con toda la familia a la luz de un quinqué. La mayoría del pueblo no tenía radio. La gente se entretenía conversando, mientras se mecían en los sillones de pajilla y madera en los balcones, además se acostumbraba cantar y hacer cuentos.

    Esa noche, mientras jugábamos. Mi abuelita, que era una mujer pequeña, delgada, muy cariñosa y siempre sonriente, miró hacia la puerta de la cocina, y dijo: Miren. Yo miré. Miré, y veía una figura de mujer, igual a la que vio mi abuelita; según ella la describió y confirmó luego.

    Nadie más la vio. Unos años más tarde, mi familia se muda al próximo pueblo de Cayey, en la cordillera central de Puerto Rico. Abuela había fallecido. Yo tenía quince años, y estaba pasando unos días con ellas. Seria como las ocho y media de la noche. Yo estaba sentada en un sillón en el balcón, sola, cantando como hacia frecuentemente cuando estaba sola. La música y la lectura eran mis mejores amigos.

    De momento apareció de la nada, un hombre, como de cuarenta y cinco años, muy bien vestido, con un sombrero alto negro, High Hat. Llevaba una chaqueta corta negra con pantalón gris de rayas; lucia vestido de gala. Este ser se presentó casi frente a mí. Se acercó al portón de mi casa. Recuerdo que llevaba un reloj redondo, Leontina. Yo automáticamente me puse de pie para recibirlo. Él movió su mano, sacando su reloj, que era grande. Me lo mostró de frente. Yo veía claramente la hora; doce de la medianoche. Pero eso no A mi no me dio miedo, me quedé tranquila contemplándolo. Rápidamente la figura del hombre, tal como había aparecido, desapareció frente a mis ojos. Yo corrí para contarle a mi madre y ella, salió inmediatamente, buscó y buscó, hasta por la calle abajo, pero no lo encontró. En otra ocasión mi madre vivía en la Calle Vizcarrondo en Santurce, con mi hermana mayor, que se había casado y con la menor, aún soltera. Yo vivía a unas ocho cuadras de ellas, con mi esposo y mi niña recién nacida. Pura, mi hermana mayor tuvo que salir y yo fui a cuidar de mi madre, que estaba muy delicada de salud. Tal parece que había sufrido un pequeño infarto, y no hablaba.

    Mi madre, Filomena se sentaba en un sillón en la sala, inmóvil, sin hablar, su mirada fija. Sus movimientos eran lentos; teníamos que darle la comida.

    Esa noche, después de poner a mi niña (Gilda) a dormir, me fui a la sala con mi madre.

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    Como yo no tenía sueño, comencé a conversarle, pero ella no comentaba. Respondía con su mirada, su sonrisa y su gesto. Inesperadamente, Filomena se quedó mirando fijamente a un Medio punto, que es una división bajita de madera, entre la sala y el comedor.

    Ella de repente dijo: ¡Ahí está tú padre!. Mi padre JoséAntonio había fallecido hace años, de una enfermedad renal. Él fue un hombre, bueno, inteligente, fuerte, trabajador, generoso y con éxito en los negocios. Fue un buen proveedor. Todo el pueblo lo quiso y lo respetaba. A José Antonio, le decían Toño. Pues el bueno de Toño se preparó hasta para morir. El lo preparó todo para su entierro. Pidió que lo llevaran al campo santo con música, y así se hizo.

    Filomena, repitió "¡Ahí está tú padre! ¡Ahí está Toño!". Yo muy sorprendida dije: "¡Mamá, mamá! ¡Hablaste! ¿Pero Cómo? ¡Hablaste! ¿Mi padre te ayudó para que hablaras?" Yo miré, y mire. Lo buscaba, pero no pude ver a mi padre.

    Después de ese incidente, mi madre querida recuperó, mejoró. Hablaba poco, pero hablaba. Filomena Miranda de Rodríguez, falleció ese mismo año, en el mes de noviembre, a los cuarenta y nueve años de edad.

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    Monserrate:

    Hace muchos años en la gran ciudad de Nueva York. En dónde todos se apresuran por llegar primero; sin saber la mayoría, dónde van ni de dónde vienen. Pero como son humanos luchan por superarse en esta, la vida muerta.

    Era primavera, un día tibio y claro, tiempo

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