El niño que tuvo un demonio

Por Samuel Cardeal

El niño que tuvo un demonio

El encuentro de dos criaturas especiales para compartir y vivir una amistad inesperada, tan profunda como verdadera.

Miguel es un niño diferente. No era de aquellos que sufrían en la escuela por no adecuarse, ni tampoco porque eran de quien se burlaban. Simplemente era especial.

Beluparu es un demonio, pero no un pequeño ser perverso que va por allí con un tridente. No era un castigador, acusador o una mala influencia para los humanos. Belu también es especial.

Cuando el pequeño hijo del diablo huye del Infierno para vivir su tan soñada libertad, su camino se cruza con la de Miguel, y suceda el encuentro de dos criaturas especiales para compartir y vivir una amistad inesperada, tan profunda como verdadera.

• Idioma: Español
• Editorial: EX Editora
• Fecha de lanzamiento: 5 may 2018
• ISBN: 9781547528776

Vista previa del libro

El niño que tuvo un demonio

Samuel Cardeal

Edición y copy desk: Alec Silva

Cubierta y proyecto gráfico: Samuel Cardeal

Revisión: Mariana de Lacerda

Imagen de la portada: PughPugh via VisualHunt / CC BY

Ilustraciones: Evelyn E. Postali

Todos los derechos reservados.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización previa del autor

El niño que tuvo un demonio

Samuel Cardeal

Prefacio

Hola, ¿hay alguien aquí?

Disculpen mi informalidad, pero es la primera vez que me ha tocado hacer algo como esto. Me pregunto cuál sería la razón para habérseme dado esa oportunidad, ya que no traigo cheque, ni soy buena como para sobornar al autor de esa obra. Estoy perdida en esa parte llamada Prefacio, algo nuevo para mí, sin embargo, hay algo de la que estoy segura, en la prodigiosa y maravillosa imaginación de Samuel Cardeal.

Supe de su trabajo por medio de excelentes críticas que leí sobre una de sus obras en alguna reseña, y que, tiempo después, busqué el libro para leerlo completo. Quedé impresionada por su osadía, aquella obra me incitó a leer una y otra historia más, tan singulares cada una de ellas. Así llegué a la conclusión de lo endiablado que estaba Samuel con sus ideas y creaciones, las cuales no se limitaban a un solo género.

No obstante, este gran personaje era diferente a todo lo que había leído del autor, sin perder, por supuesto, su identidad personal: el inesperado. Reconocí en Miguel a cada niño con los que alguna vez conocí en la vida, incluso me vi a mí misma a esa edad. Aquella infantil ingenuidad que no hace diferencia de peligros, o ni siquiera ve el mal que existe en las demás personas o en algunas criaturas — o talvez lo ignorar al no tener una conciencia cargada de malicia —. Te transporta a través de los ojos soñadores del niño percibiendo que el bien y el mal son relativos, y que depende únicamente de quien lo ve como tal. No siempre en la vida se aplica aquella frase —anticuada, por cierto— que dice de tal palo, tal astilla, pues en esta obra bien lo demuestra Samuel, con aquel origen dudoso del nuevo amigo de Miguel. Es justamente lo que nos quiere presentar con tanta empatía que hasta, tú lector, estarás de acuerdo que, por un amigo, hacemos de todo, e incluso ir al mismo infierno si es necesario.

Considere estas palabras como lo desee.

Transportados por el inusual y siempre apasionante trabajo de Cardeal, esta es la oportunidad para que el lector experimente una exquisita historia de amistad, compañerismo y blasfemia, donde el pecado hará todo por torcer la historia a lo largo de esta media-decena de capítulos pero que valdrá la pena llegar hasta el final. Pero, no hay porque preocuparse. Samuel conoce bien todo sobre demonios.

Natalia Mussato

Escritora y amiga de corazón

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Prólogo

El demonio debajo de la cama

Aquel día llovía demasiado, pero el pequeño niño con tan solo ocho inviernos vividos, no se inquietaba por ello, a diferencia de la madre que se encontraba en el cuarto de alado, asustada por la tempestad y aferrada al pijama del marido que dormía. A Miguel incluso le gustaba aquel clima; desde pequeño siempre sonreía cuando escuchaba retumbar los truenos, y sus ojos siempre le brillaban al destellar la luz de un relámpago. Ese día el muchacho dormía tranquilamente, su rostro mostraba una sonrisa traviesa como si soñara con cosas buenas, pues para él solamente era otra noche de sueño.

No obstante, lo que sucedería aquella noche lo cambiaría todo.

Como por arte de magia, de repente Miguel abrió los ojos, pero sin alarmarse. Era muy difícil hacer que el pequeño se despertase en medio de la noche. Las cortinas de su cuarto eran gruesas y andaban bien cerradas, sus luces las tenía apagadas. El muchacho jamás tuvo miedo a la oscuridad, es más,