La vida: A veces dulce, a veces amarga.
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En aquellos días no encontramos consuelo en cosa alguna, lo dulce sabe amargo, y lo amargo sabe a desgracia. La sonrisa de un amigo es una burla, y la sabrosa comida que mamá acostumbra cocinar, en aquellos tiempos no tiene gusto y no vale la pena comerla.
En aquellos días la cara pálida de la muerte se nos parece a la belleza misma personificada. Las cuencas vacías y oscuras de sus ojos, son como lunas llenas que libertan el alma.
La enclenque figura de la muerte, representa el sol candente que ha de librar el alma de las densas tinieblas que cubren sus entrañas. Por aquellos tiempos anhelamos danzar con la muerte, abrazar la muerte, besar la muerte, acariciar la muerte y de sus pechos beber el dulce veneno que acabará con nuestro sufrimiento.
Lorenzo Bz. Rodriguez Qz.
Nadie de importancia. Solo quiero compartir algo de la vida, y ver si le sirve de beneficio a alguien.
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La vida - Lorenzo Bz. Rodriguez Qz.
ansiedad.
Capítulo 1
-Hola comay Sabina, ¿Cómo te ha amanecido hoy, y a ti compay Mucho? – Hola. – Hola. Yo estaba aquí, pensando que la vida sube y baja.
¿Qué piensa tu compay Mucho?
-Bueno, yo sé muy poco de lo que la vida contiene, pues, aunque nací y me crie en la ciudad; pertenecí y pertenezco a los que poco tienen. Tan pronto yo comencé a tener uso de razón, comenzó la guerra civil.
Como ustedes saben, esa guerra duró poco. Yo y mi familia tuvimos que mudarnos para el campo un poco de tiempo. Tan poco, como poco duró la guerra.
Y gracias a Dios que duró poco, pues, muchos fueron asesinados en esa guerra. Así es con todas las guerras inútiles, pues, ni a la corta ni a la larga benefician a la humanidad. Con pretexto de ellas se aprovechan los machos para cometer todas clases de atrocidades y algo más.
Entre unas que otras veces aparece un psicópata que viola y mata despiadadamente; pero cuando hay guerra, entonces los machos se toman la libertad de cometer todas clases de diabluras.
Matar, violar, humillar y destruir propiedades, es un derecho que el estado de guerra le concede. Su sed de sangre parece no tener límite. Así que esa guerra lo que dejó fue, miseria y dolor, al igual que todas las demás.
Cuando terminó la guerra yo y mi familia volvimos a la ciudad, pero no al mismo lugar en cual vivíamos entes; sino a un lugar donde viven los que tienen menos que poco. Allí había un chin de todo lo que es malo y casi nada de lo bueno.
Allí continué yo creciendo, en medio de culebras y escorpiones. Tanto en sentidos simbólicos, como en sentidos propios de las palabras, pues, allí había los tales animales y personas traidoras y venenosas.
A ese lugar iban a parar, los desventurados que no tenían la manera de vivir en otros lugares de
la ciudad y del campo. Personas perseguidas por la justicia, o la injusticia. Personas perseguidas de miserias y desgracias, y de todos los males habidos y por haber.
-Pero compay mucho, ¿Qué fue lo que hizo que su familia fuera a parar a ese malvado lugar? – La vanidad de mi padre. Él quería vivir en la ciudad, de la misma manera que él había vivido en el campo.
En el campo como ustedes seguro saben, la gente vive a sus anchas. Todos o casi todos, tienen sus buenos pedazos de tierra; con animales y árboles frutales. Así quería él vivir en la ciudad.
Esto era posible en algunas partes de la periferia de la ciudad, como por ejemplo ese lugar donde yo y mi familia fuimos a parar. Allí podía cada quien coger el pedazo de tierra que soportara limpiar de zarzales y todos tipos de alimañas que allí había.
Esa tierra pertenecía al estado y era poco atractiva. Porque estaba en un cieno y
clasificada como tierra inaprovechada, lo que significaba que cualquiera la podía coger y hacerla provechosa.
Cuando nos mudamos allí, tenía yo cuatro años. Y allí crecí con un poco de todo lo malo y casi nada de lo bueno. Y sepan, que con el tiempo lo poco, abundó más y más; y lo casi nada se tornó menos y menos.
-Bueno, parece que a compay Mucho la vida le ha dado mil espinas por cada rosa. ¿Y tú comay Sabina, cómo te ha tratado la vida, han sido tus rosas más que tus espinas o lo contrario?
-Bueno, señor Nadie, yo no pertenezco a los agraciados que reciben más rosas que espinas en sus vidas. Si yo en este momento pudiera separar lo dulce de lo amargo, en lo que yo he vivido; entonces podría yo decirle cómo me ha tratado la vida.
Sí, si yo pudiera separar el uno del otro, entonces estaría yo en capacidad de decirle si mi vida merece llamarse vida o si debería llamarla desgracia. Pues, no sé si mi vida ha sido tristeza o alegría, si luz o tiniebla.
Si yo pudiera encontrar en mi memoria, cómo han sido mis días de luz, y cómo han sido los de tinieblas; entonces sabría yo si soy humana o si soy tan solo soy una sombra que a nadie pertenece.
El señor Mucho ha recibido un poco de esto y un poco de aquello, pero yo ni poco ni mucho puedo recordar haber disfrutado. Pues, lo dulce que la vida me ha brindado, siempre ha estado envuelto en amargura, y mis días de luz, rociados de oscuridad.
-Bueno doña Sabina, algunos de sus días por este mundo deben haber tropezado con algún rayo de luz; pues, no creo que usted haya tenido la fatalidad de solo saborear desgracias y vicisitudes.
-Uju señor Mucho, pueda que en mis más remotas fantasías, haya yo disfrutado de felicidad en mi desdichada vida. No sé si fue un sabio o si fue un menso, que dijo: Que el amor es ciego. Si lo hubiese dicho con respecto a la vida, estaría de acuerdo.
La vida nunca me ha secreteado lo que me disparará a la vuelta de la esquina. El amor que he saboreado en mis días de luz, ha sido a vuelo de pájaro. Y en mis días de tiniebla, no lo he podido ver, pues, no soy lechuza.
No sé si el amor tenga cara, donde poner ojos cubiertos de cegueras. ¡Más la vida, ya sea que tenga cara o no tenga donde poner ojos, esa sí que es ciega! Yo nunca he sabido que contiene el paquete, que el viento trae en sus alas para mañana.
-Bueno comay Sabina, ya sea a vuelo de pájaro, o bajo la protección de la noche, ha saboreado tú la dulzura que sobre pasa a la miel, y que solo emana del amor.
Se dice que el amor es una de esas cosas que le dan sentido a la vida. Que el amor hace lo imposible posible, que hace que gocemos momentos de alegrías en medio de la calamidad. ¿Qué tienes para decirnos compay