El precio de una buena taza de café

Por Giselle Renarde

Un relato erótico de romance lésbico entre dos jóvenes universitarias.

¿Cuántas chicas se enamoran de un par de piernas?

Luego de apreciar por un breve instante las medias negras de lana de la chica Chaucer, Evelina, una estudiante de lingüística, pasa casi un año en la búsqueda de su dueña. ¿Cómo podrá asegurarse de que la Chica Chaucer se trata de la misma deslumbrante mujer que trabaja en la cafetería del campus? Tal vez nunca lo sepa, pero ¿cómo podría negarse a los increíbles placeres sobre el mostrador ofrecidos por la mesera de mirada atrayente?

Un relato corto de romance lésbico 

• Idioma: Español
• Editorial: Giselle Renarde
• Fecha de lanzamiento: 1 oct 2017
• ISBN: 9781507190852

Giselle Renarde

Giselle Renarde is a queer Canadian, avid volunteer, and contributor to more than 100 short story anthologies, including Best Women's Erotica, Best Lesbian Erotica, Best Bondage Erotica, and Best Lesbian Romance. Ms Renarde has written dozens of juicy books, including Anonymous, Ondine, and Nanny State. Her book The Red Satin Collection won Best Transgender Romance in the 2012 Rainbow Awards. Giselle lives across from a park with two bilingual cats who sleep on her head.

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El precio de una buena taza de café

Un relato corto de romance lésbico

Por

Giselle Renarde

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Luego de ponerle una pizca de caramelo a mi café con leche, la chica Chaucer pasó la taza por el mostrador. 

─Si apareces por aquí un día a la hora de cierre y traes puesta una falda, sabré lo que significa ─dijo.

─Yo nunca uso falda─. Respondí sin tener idea alguna de a qué se refería.

Supe que se acercaría a mi cuando vi su sonrisa de satisfacción y sus ojos semi cerrados, pero no logré descifrar el significado exacto de su proposición.   Era una absoluta imbécil cuando se trataba de coquetear.

─¿Qué significaría? Pregunté.

Y echando una mirada al otro lindo mesero, ya sea para asegurarse de que no estuviera escuchando o de que estuviera atendiendo al siguiente cliente, la chica Chaucer se inclinó.  Tenía aroma a café.  Qué sorpresa.  Trabajaba en una cafetería de todas formas. Y susurrando me dijo:

─Si un día usas una falda siendo que nunca las usas, sería una señal de que deseas que te suba a este mesón y te coma el sexo hasta que chilles como un conejo.

Agaché la mirada hacia la manga de su camisa.  Me zumbó la cabeza.  ¿Se iba a reír?  ¿Se trataba de una broma?  Porque yo deseaba con locura de que hablase en serio.

─¿Los conejos chillan? ─Pregunté por fin, pero había demorado mucho en responder y ella ya se había ido a atender a otro cliente.  Bien.  Me dio tiempo para pensar antes de comprometerme a algo.

Te estarás preguntando si la chica Chaucer se trataba sólo de un coqueteo casual o si en realidad la conocía.  Y probablemente querrás saber por qué que se ganó el nombre de