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Córdoba respira lucha: El modelo agrario: de las resistencias a nuevos mundos posibles
Córdoba respira lucha: El modelo agrario: de las resistencias a nuevos mundos posibles
Córdoba respira lucha: El modelo agrario: de las resistencias a nuevos mundos posibles
Libro electrónico188 páginas2 horas

Córdoba respira lucha: El modelo agrario: de las resistencias a nuevos mundos posibles

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Las páginas de Córdoba respira lucha buscan aproximar, en clave testimonial, algunas de las miles de voces que en territorio cordobés gritan: “un nuevo modelo de agricultura es urgente”. Lo que esta voz colectiva nos dice es que algo no anda bien con el sistema productivo de los “agronegocios” y, más que eso, que algo explota frente a nuestros cuerpos. La intención de este libro es visibilizar diversas realidades que atraviesan la provincia, vinculadas de forma directa con ese sistema. Leonardo Rossi nos ofrece este libro que en realidad es un documento necesario para comprender lo que pasa abajo, en nuestro pueblo, en el contexto de una provincia productivista y destructiva diseñada para el agronegocio. Córdoba respira lucha nos muestra cómo crece y se despliega un movimiento social surgido a partir de nuevos escenarios de violación a los derechos humanos: contaminación, enfermedad, pobreza o desalojo. Esos son los motores que vienen sumando voluntades desde diversos sectores de la sociedad, constituyendo un peculiar agrupamiento de fuerzas, con campesinos, docentes, médicos, abogados, estudiantes, amas de casa, artistas y un largo etcétera de personas sensibles para observar el gran problema de este modelo productivo y sumar fuerzas desde su oficio o desde su acción, abriendo caminos posibles. Este libro nos permitirá analizar y comprender lo que este conjunto de conflictos y luchas populares significan, los que estas acciones y resistencias nos están diciendo. MEDARDO ÁVILA VÁZQUEZ
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 jun 2017
ISBN9789876993364
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    Córdoba respira lucha - Leonardo Rossi

    retrato.

    Parte I

    Bosques

    Parte I. Bosques

    En más de una ocasión alguien ha levantado su voz en contra mío por recordar la horrible historia de saqueos que hoy está queriendo resucitar sin freno. Aunque eso ya no importe o al menos no me duela debiera confesarles que, a veces, me aterra….

    De bronca y esperanza

    Ramiro González, cantautor riojano.

    La ruta 9 sirve de mirador. Desde la capital cordobesa hacia el norte, camino a Santiago del Estero, solo ladea la uniformidad verde: monocultivo. Para el sur, camino a Río Cuarto, como en un espejo la foto se repite. La sobriedad de los campos, la parafernalia publicitaria de éxito rural y el constante transitar de los camiones con destino portuario exaltan la vista. Al hacer foco, emerge otra realidad, menos presentable.

    Córdoba es un territorio con riesgo ambiental, dicen los investigadores, organizaciones campesinas y asambleas socio-ambientales. Uno de los principales fundamentos de esta conclusión es el impacto del avance del actual modelo agrícola y el desmonte que demanda. Los suelos se desertifican, ya no hay cobertura vegetal para regular el clima y el agua se contamina por las pulverizaciones con agroquímicos.

    Si se observa una vieja foto aérea de 1971, en Córdoba solo existían 800 hectáreas de soja. Costaba encontrar ese cultivo, que entonces era una rareza. Ya entrado el siglo xxi, casi un tercio del territorio provincial es propiedad exclusiva de esta oleaginosa.

    La Ley Nacional de Bosques de 2007 es clara: los sistemas de especies nativas ubicados en las denominadas zonas rojas obedecen a sectores de muy alto valor de conservación que no deben transformarse. En otras palabras: allí no se debe desmontar. Además existen zonas amarillas y verdes, en las que se pueden realizar diversas actividades que sí modifiquen el ambiente. Cada provincia debía ordenar sus bosques y ubicarlos dentro de este esquema.

    Para ajustarse a ese marco federal, la Legislatura cordobesa sancionó la correspondiente norma en 2010, popular e irónicamente bautizada como ‘Ley de (Des)monte’. Su texto habilitó a que las zonas rojas puedan ser objeto de aprovechamiento sustentable. Con ese eufemismo se escondió una furiosa campaña de deforestación: solo entre 2006 y 2011, las topadoras arrancaron casi 70.000 hectáreas de flora nativa. Estos fríos datos técnicos, esconden un violento despojo cultural. Al ‘sachayoj’ –guardián de los montes para las culturas nativas de esta región–le han arrebatado algarrobos, talas y quebrachos. Junto con la agonía de este ser protector, la vida campesina se asfixia.

    Historia de una masacre

    Córdoba presenta una superficie total de 165.321 kilómetros cuadrados: más de 16 millones de hectáreas. A inicios del siglo xx, tres cuartas partes de ese suelo estaban cubiertas de árboles nativos. Calculados en kilómetros cuadrados, en la actualidad solo quedan 6.400 de bosques relativamente bien conservados, 10.600 de bosques de sustitución y 9.600 de matorrales, según precisan Marcelo Cabido y Marcelo Zak en un artículo de la Universidad Nacional de Córdoba (unc).1

    Miembros del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (unc-conicet), estos técnicos sostienen que el gran disparador de la arremetida contra la flora nativa fue la expansión de la agricultura industrial. Entre 1970 y 2000 se destruyeron un millón de hectáreas de bosques chaqueños de la provincia por conversión a cultivos anuales, principalmente soja. Para Cabido y Zak el monte pagó el costo de una combinación explosiva entre la ambición privada desmedida y un período de expansión del mercado internacional de granos.

    Más acá en el tiempo, entre 2006 y 2011, 68.176 hectáreas de parque chaqueño cordobés fueron desmontadas, según releva un informe de la Secretaría de Ambiente de la Nación.2Para dimensionar, la superficie total de la ciudad de Córdoba, incluidas áreas urbanas, rurales e industriales es de 57.600 hectáreas.3

    La depredación no se detuvo: en 2012 se desmontaron cerca de 8.000 hectáreas de bosques del norte provincial y al menos 3.800 el siguiente año. Estos datos surgen de los monitoreos periódicos que realiza del Chaco Americano, la ong Guyra Paraguay.4 Durante 2014, el avance de las topadoras arrasó con al menos 2.800 hectáreas del chaco cordobés.

    Como reflejan estos informes, no hubo zona de la provincia que escapara a la avanzada del desmonte. Otro trabajo divulgado por la unc brinda más precisiones al respecto: en el noreste más de un millón y medio de hectáreas de bosques de llanura han sido eliminadas desde 1969, a una tasa anual superior al 6%,5 mientras que los bosques serranos se perdieron a una tasa anual de 9,4%. Hacia el noroeste se han registrado tasas de desmonte del 6,5y 7,5%anual para las zonas de llanura de las cuencas de Quilino y Río Los Sauces, entre 1997 y 2007.En una década se eliminó casi la totalidad del monte nativo de esa región.

    Los efectos de la deforestación son múltiples. Entre otros impactos esta sangría de árboles dejó desertificado más del 35% del suelo provincial, según datos del Plan Nacional de Lucha Contra la Desertificación. Otra consecuencia directa del desmonte, explica este artículo de la unc, es la pérdida de regulación hídrica de los suelos: la presencia de una importante cobertura de especies leñosas, de raíces más profundas que las especies herbáceas, contribuye a mantener el agua en el sistema. En otras palabras: los rendimientos hídricos disminuyen al deforestar, principalmente en zonas sub-húmedas y semiáridas.

    Al desmonte liso y llano debe agregarse otra problemática que oficia de antesala a la llegada de grandes proyectos agrícolas o urbanísticos: los incendios. En Córdoba se han quemado más de 20.000 hectáreas de bosque nativo en los años 2006, 2009 y 2011, y más de 15.000 en 2008, según indica un relevamiento nacional.6 Para quienes sospechan de fenómenos espontáneos, el informe de Nación aclara: los incendios surgidos de forma natural no superan el 5% del total de los casos. Los motivos habituales de estos hechos son la negligencia o directamente la premeditación.

    Mientras el monte desaparece día a día, existe un cultivo que no detiene su expansión. A inicios de los 90, la oleaginosa ocupaba más de un millón de hectáreas y cerca de tres millones y medio en 2001. Una década más tarde, más de cinco millones de hectáreas del territorio de Córdoba ya estaba cubierto de soja.7

    Ley de desmonte

    El espíritu de la Ley Nacional de Bosques (26.331) se define en su artículo 9. En ese punto no hay lugar a dobles interpretaciones: la categoría i (rojo) corresponde a sectores de muy alto valor de conservación que no deben transformarse; la categoría ii (amarillo) refiere a zonas donde se puede realizar aprovechamiento sostenible, turismo, recolección e investigación científica; y la categoría iii (verde) indica áreas boscosas que pueden transformase parcialmente o en su totalidad.

    Cada provincia debía ajustarse a esta norma, realizar un ordenamiento territorial y definir en qué zona quedarían ubicados sus diversos bosques. Para avanzar con este objetivo, el 24 de noviembre de 2008 se inició un proceso participativo con la creación de la Comisión de Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos (cotbn), propuesta por la Secretaría de Ambiente de la Provincia. El espacio estuvo compuesto por investigadores de las universidades nacionales de Córdoba, Río Cuarto y Villa María; técnicos de la Secretaría de Ambiente y Secretaría de Turismo de la Provincia; especialistas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria y de Parques Nacionales. Desde la sociedad civil hubo representantes del Movimiento Campesino de Córdoba (mcc), Federación Agraria y Fundación para la Defensa del Medio Ambiente, entre otros. Desde la comisión se impulsaron siete talleres regionales en Sebastián Elcano, Río Cuarto, Cruz del Eje, Ballesteros, Villa General Belgrano, Villa Dolores y Río Ceballos, con amplios debates sobre el futuro del bosque

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