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Mark Twain
Mark Twain was a humorist, satirist, lecturer and writer. Twain is most noted for his novels Adventures of Huckleberry Finn, which has since been called the Great American Novel, and The Adventures of Tom Sawyer. During his lifetime, Twain became a friend to presidents, artists, leading industrialists and European royalty
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Comentarios para Las aventuras de Huckleberry Finn
9,852 clasificaciones158 comentarios
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Oct 25, 2019
matters appear hysterical on goodreads these days. Ripples of concern often appear daunting to the literate, cushioned by their e-devices and their caffienated trips to dusty book stores; why, the first appearence of crossed words often sounds like the goddamn apocalypse. Well, it can anyway. I find people are taking all of this way too seriously.
I had a rough day at work. It is again hot as hell outside and I just wanted to come home and listen to chamber music and read Gaddis until my wife comes home. Seldom are matters that simple. It is within these instances of discord that I think about Pnin. I love him and the maestro's creation depicting such. I situate the novel along with Mary and The Gift in my personal sweet cell of Nabokov, insulated well away from Lolita and Ada, perhaps drawing strength from Vladimir's book on Gogol, though certainly not his letters with Bunny Wilson. It is rare that I can think about Pnin washing dishes and not tear up. I suppose I'll survive this day as well. - Calificación: 3 de 5 estrellas3/5
Oct 25, 2019
Re-reading since high school. Good classic! - Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Dec 6, 2018
I guess this is the summer of reading classic books. People already know the story from all of the various movies and Wishbone episodes. So I won't dwell on the plot too much. There's intrigue and secret pacts and rafts and steamboats and scams. Huck always seems to find the craziest events on the Mississippi.
The best part of this is that it's written in various dialects. Huck's narrator voice is at least easy enough to understand, but lots of times I found myself reading things aloud to even figure out what some other character was saying. It really gives you a feel for the time period, more than any description would. I feel like I have a better understanding of the South now.
I can see why people don't want this to be read in present-day schools, or prefer to read Tom Sawyer's adventures instead. Everyone says the n-word ALL THE TIME. I get it that it was the culture, that it is a historical piece, but it would make reading aloud in class quite difficult. This book has an undercurrent of racism and morality that is definitely more thought-providing my though. - Calificación: 2 de 5 estrellas2/5
Sep 21, 2018
I got the feeling that I was missing a lot reading this book in English, like it had a lot more going on in Russian that didn't translate well. - Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Sep 21, 2018
This is one of those classic novels that I truly enjoyed despite having to read it for school. Huck Finn is a fun, light-hearted character who embarks a grand adventure. There is lots of action. Twain's use of dialect for the characters puts a reader into the time, though it does demand more carefulk reading to catch all the nuances. Overall, I recommend this to ALL readers. Just a a good book. - Calificación: 3 de 5 estrellas3/5
Sep 21, 2018
Check. That's how I feel about this book -- I've read it now, so can cross it off the list.Not sure why I found this one hard going compared to Tom Sawyer. I had expected them to be about the same in terms of difficulty, but Huck Finn has so many plot twists -- might I even dare suggest it sags in the middle? Were huge coincidences more accepted in fiction back in the day, or were huge coincidences actually more likely in a smaller population? I'm talking about the coincidence of Huck meeting up with Jim, and the even bigger coincidence later of Huck turning up at Tom Sawyer's auntie and uncle's house. Then there's the coincidence of meeting up with a whole string of baddies. Were there really that many bad people around to be met?I don't know. All of this is background noise, to a story written by a man with progressive politics. Now I really don't understand all that fuss about the frequent use of 'nigger'. Better instead to turn our aggravation towards stories such as Dead Wood, in which the language is all wrong for the time period. Nothing wrong with 'fuck', but no one talked like that back then, so why insert it? If the word 'nigger' was the word for Huck Finn's time period, then we are obliged to use it. If I never read this as a kid I can see why, despite its always adorning our bookshelves -- the phonetically reproduced dialogue is quite tough to understand for a child of the antipodes. Then there's the different word usage. Not sure I would've known enough about American history or what 'vittles' meant. Honestly, I loved Little House On The Prairie but at no stage did I have an education on how white people entered the American West. Likewise, nothing was ever said at school about American slavery. So I guess it's no wonder I only just got around to reading books like this. - Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Sep 21, 2018
Took me a while to chew through this one... its longer than I remembered from high school! I'm glad I read it again, however, and am looking forward to the next title in my classics challenge! - Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Sep 21, 2018
This was a book club selection. I had only read excerpts of this book in high school and college, so I am glad I had the opportunity to read the whole book. Twain's writing in the dialect of the day enhances the enjoyment of this book. - Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Sep 21, 2018
I read "Huckleberry Finn" in high school. In the intervening years, whenever I would hear that this book was being challenged or censored or banned from school districts, I would inevitably scoff. How could people be so closed-minded, I would think to myself, as to overlook the redeeming values of this text, one that has proven so accessible to students over the last century as a portrait of the evils of slavery, just because of the offensive nature of one historically-accurate word used within it.I've doubled in age since I first picked up the book, and just finished reading it again. And here's what I didn't remember: This book is harsh. Huck Finn isn't an abolitionist, just an opportunist who won't feel too bad if he accidentally gets taken for one. While he struggles to reconcile Jim's kindnesses towards him with everything he has been taught about slaves as property, and ultimately helps Jim to escape, he doesn't exactly do it for all the right reasons. And while the book is a satire of the time and place about which it was written, it is still the story of a black man filtered through a white person's perspective. Over and over, Huck has adventures while Jim is hiding in the swamp, or in costume in a wigwam, or locked up in a shed. If you were to tell the story from Jim's perspective, it would involve a lot of hiding and waiting. Our collective memory as a society is somewhat inaccurate; this is not the story of how Huck helps free Jim, but of how Jim helps free the mind and morality of Huck. Seeing the book now, I would question whether high schoolers have the necessary life experience and mentality to get this perspective out of the narrative. But for older readers, the book is worth a second look.The Barnes and Noble edition contains an introduction and notes by Robert G. O'Meally. The first half of the introduction offers insightful critical perspectives, but the second half veers too specifically into O'Meally's own personal academic interests, casting the novel as a precursor to the Blues tradition. The notes, also, can be irritating to educated readers, as they clearly presuppose younger readers with a less developed vocabulary and critical eye. While the edition is still an excellent buy with its attractive binding and affordable price, you might want to ignore the annotations unless you are one of the teenagers in the intended audience for them. - Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Sep 21, 2018
Not near as good a book as Tom Sawyer - but it was still good to revisit this book after all these years ... - Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Sep 21, 2018
Definitely one of my absolute favourites. - Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Sep 21, 2018
I liked this book a lot. The experience of encapsulating every chapter into a poem was a fun but challenging experience. Twain had a lot more than just a kids book in mind when he wrote this book. He was writing to all people who were caught up in the political question of the time: "Should one leave slavery alone, or do something about this issue?"
I however, did grow tired of Tom and felt like grabbing him by the lapels and screaming, "Grow up Kid!" But it was merely a book, and Tom Sawyers merely a fictional character, so I restrained myself.
This book is an astute answer to the political cross hairs of the nineteenth century. - Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Sep 21, 2018
The boy nobody wants finds courage and destiny. An adventure. - Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Sep 21, 2018
After a few months vivisecting Huck Finn using various types of literary theory in my tenth grade English class, I don't think there is much I can add. But I can say I read it when I was ten, and it was a fun adventure; I read it when I was fifteen, and it was rich in symbolism; and reading it as an adult it is a relevant delight. It grows with us and with our society.A must-have. - Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Sep 21, 2018
By far my favorite book about growing up and discovering the world. - Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Sep 21, 2018
Mark Twain wears well, I think. I first read Huck Finn in college, which I think is the appropriate place for its introduction -- not grade school, as seems to be the norm. You need to be able to apply historical context to the story, to grasp Twain's sense of irony and satire, as well as his political motivations. You also need patience, as there is dialect and regionalisms in this book. It was a first in that regard. I recently acquired a copy for my library, and I started reading it again while my toddler played outside on a sunny afternoon. It wasn't long before I was swept away into Huck Finn's world. Twain has a gift for telling a good story while doing a lot more at the same time. His famous introduction cautions against finding a motive, moral or plot in this story, but how can you help it? - Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Sep 21, 2018
Huck Finn is about Huck Finn, Tom Sawyer, and Jim. Huck Finn likes to lie, and so does Tom Saywer. Huckleberry Finn likes to lie because he needs to help himself, and Tom Sawyer likes to lie with drama. Huck Finn in one part dressed up as a girl, and there were lots of exciting parts. My favorite part was when Huckleberry Finn and his dad, Pap, were in his cabin across the Mississippi River, and they were up to a lot. And I have another favorite part, when Jim and Huckleberry found Paps cabin and Pap was dead. There was a King and a Duke, who were frauds, and we don't actually know if they were a King and a Duke because they were frauds. What I liked about the book: My Dad read this book before me. I like the word Huckleberry because I like the ice cream. It's a long book. The way my Dad read it to me was funny - the language, especially Jim's. What I didn't like about the book: I liked all of the parts.-by Naomi Fotenos on Feb 28, 2009 (age 6) - Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Dec 30, 2024
Huckleberry Finn
I've been eager to read Percival Everett's James, but since it's been decades since I read Huckleberry Finn, I knew I'd need a refresher to catch all the references in the newer book. Some takeaways:
- I was truly shocked by the frequency of what's become our society's Least Utterable Word--and I was surprised by my shock. The word was considered eminently utterable (although not without self-consciousness and a certain amount of care or daring) by white people well into my young adulthood. It appeared promninently on Patti Smith's best-selling album, in a story on racism in rock by Lester Bangs, and of course in 1994's biggest movie Pulp Fiction. It's a measure of how much things have changed that reading it in print now felt like a blow.
- Once you get over that, you have to deal with the portrayal of Jim. Jim is, as everybody knows, the moral center of the book. (Huck has a conscience, but it's still in formation. Tom Sawyer, whose appearances in this book annoy me, appears to have little or none.) Jim is also portrayed as ludicrously superstitious and, although high in common sense, of generally low intelligence. It's disturbing to see how often Jim's superstition and inability to grasp various concepts is played for laughs, and it undercuts his decency and heroism, which far exceeds that of any other character.
- Twain uses phonetic spelling to try to render the various accents and dialects of characters of differing backgrounds and regions. It's been a few generations since this was often done in literature, so it demands some patience and trust on the part of the reader. One reason the practice fell away is because dialectical rendering seemed to some readers to be a mockery of the character, a portrayal of their speech as "incorrect." I read one reference to Jim's speech as "minstrel dialect." I don't think this was Twain's intention at all. To me, the offensiveness in minstrel portrayals is in the exaggerated, childlike gestures and expressions on the actors' parts: the wide eyes, the exaggerations of surprise and alarm in the tone of speech. No pronunciation is inherently more right or more wrong, so an accurate rendering of pronunciation can't in itself be considered a mockery.
Twain does this for almost all of the characters, but most of all for Jim, whose speech is so far from what was considered the standard that, when rendered phonetically, it looks almost like a foreign language. But although modern authors are well advised to avoid writing dialect phonetically, I actually think Twain did a good job of it. In the Paramount series about the Oregon Trail, 1883, the actor LaMonica Garrett gave a restrained and dignified performance as Thomas, a former Union Army sergeant once enslaved. He spoke in a low, growly monotone, not the exaggerated tones of a minstrel, and if you had to render his pronunciation using standard English letters, it would come out a lot like Jim's.
So: Issues of language, dialect, and a problematic portrayal of one of its two major characters aside, how was the book? Brilliant in parts (the episode of the feuding families; Huck's incisive stray observations; vivid portrayals of the Mississippi). But oddly paced: it took several chapters to get started, was exciting for several more, and then settled for way too long (nearly half the book!) with the Duke and the Dauphin, contemptible characters not worth the investment. And poorly ended: as some critics have noted, the book might better have wrapped up at or not long after the point where the Duke and Dauphin turn Jim in as a runaway slave. The episodes after that, with Huck (now rejoined with the awful Tom) living at Tom's Aunt Sally's house, have no adventure or irony to them, and only involve Tom drawing out a rather stupid scheme to free Jim so that he can have the pleasure of a fantasy adventure while Jim rots in a locked hut. As Huck might say, I cain't hardly stand it.
I recommend a reread to those, like me, about to tackle Everett's James. Even if it's not strictly necessary, it can't help but shed useful light on what Everett is trying to do. - Calificación: 3 de 5 estrellas3/5
Oct 10, 2024
I had read this in my teens, but didn't remember much about the story. So I re-read this in advance of reading James by Percival Everett.
It was an okay read, but it didn't grip me that much. Huck Finn has a brutal , alcoholic father he is trying to escape. He is taken in by the Widow Douglas, and his life improves. Soon Huck finds he can't abide the strictures of this life and strikes out on his own. He escapes the situation by heading out on the Mississippi River, where he meets Jim, a runaway plantation slave. The two become friends, and further adventures follow.
A story of poverty, the brutality of parents, slave owners, racism, class and morality. There were some humourous moments. - Calificación: 3 de 5 estrellas3/5
Oct 19, 2023
Just reread. Loved every bit until they ran into the duke and the king. Then it felt like a bit of a caper. Loved the river and rafting descriptions again though. First half is 4.5 stars maybe. - Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Jul 31, 2023
This is a wonderful book. Huckleberry Finn is a charming narrator and a sympathetic protagonist. Although the plot and the events described are preposterous, the prose carries the reader through as the pages sizzle with wit, outrage and irony. There are many coincidences which stretch the credulity of the reader, but they entirely make sense within the universe of the book. It's interesting that Twain claimed that it was set 50 years or so before it was published, as I think this gave him the ironic distance he needed to ignore realism and ensure that the story was accountable only to its own logic.
I found the opening really dark, with Huck's father brutally neglectful and spiteful. In a way, the story doesn't lighten up much, but once Huck gets some agency over his own life it becomes compelling. The supporting characters are sometimes annoying, but Huck's reactions to them are always endearing and instructive. The sections I found most moving were when Huck is berating himself over his moral weakness in not returning a runaway slave. The irony is laid on rather heavy, I guess, but it has a shattering heft to it because of Twain's disgust at the intellectual laziness that allowed slavery to continue.
I really didn't enjoy the final section, which was disappointing. It seemed to have a totally different tone to the rest of the book and lacked the incisive wit or sharpness. It's like the difference between satire and pranks - as it loses its meaning, it stops being funny (I'm not a prank person). I devoured most of the book, but then toward the end found myself skimming a long monologue from a the town gossip as Twain lost control of his pacing, his characters and his plot. I think the problem is that the final section is too predictable. After all that Huck and Tom do to Jim, and after so many opportunities to escape, there was no way that Twain could allow Jim to end the novel still not free, because it would cast Huck and Tom in too negative a light.
I tend to struggle with books that are written in dialect - I find it distancing because it constantly reminds me that I'm reading. However, this is written in Huck Finn's voice and it's such a strong, unique voice that is so tied to his southern heritage that the dialect works. If he were telling the story of course he would do a different voice for each character, and that's what he does here. - Calificación: 3 de 5 estrellas3/5
Aug 19, 2022
Things I liked:
The characters voice and train of thought frequently made me smile. The way his mind came up against big moral issues like slavery and murder and things like that were provocative, making me wonder about my own rational for strongly held beliefs.
Things I thought could be improved:
The section at the end when Tom Sawyer was doing all manner of ridiculous rituals as part of the attempt to free Jim I thought stretched credibility of Huck or Jim going along with him. Even with the reveal at the end that Jim was really free anyway I found it tiresome after a while. While I don't mind the idea of Tom trying to add some romance to the escape, I think it definitely could be have been edited down to about a third of what it was.
Highlight: When Jim finds Huck again after being lost on the raft. Huck plays a trick on him to convince him it was all a dream. Jim falls for it but then catches on and shames Huck for playing with his emotions. That made both the character of Jim and Huck sing for me. - Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Mar 22, 2020
I "reread" this book on audio, narrated by Elijah Wood.
I haven't read this since high school and I thought it would be fun to listen to, and it was. Elijah's voices were true to the story, and brought an additional level to the depth of this tale.
I'm happy to report that this book held up to my memory of it, and then surpassed it. - Calificación: 3 de 5 estrellas3/5
Nov 13, 2019
Such a hard book to review. Great storytelling, satire, America, funny, etc. The final saga of Jim escaping just makes me hate Tom Sawyer, though. - Calificación: 3 de 5 estrellas3/5
Jul 6, 2019
Re-reading since high school. Good classic! - Calificación: 3 de 5 estrellas3/5
Jun 20, 2019
This book is quite humourous and satirical, and for the most part, it's quite fun to read. I did zone out for a bit in the middle there, losing interest when it wasn't about Huck's tomfoolery, but I greatly enjoyed the parts with Tom. The relationship between Huck and Tom is quite interesting and captivating, and really elevates the story itself. - Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Sep 29, 2018
We read it in the great books class. It was a good book. I would read it again. - Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Sep 19, 2018
One frequently challenged American classic is Adventures of Huckleberry Finn, by Mark Twain (Samuel Clemons.) The reasons for challenging it are various. It uses the "n-word" to refer to African-Americans of the pre-Civil War period. Huck Finn makes an important choice in the course of the book, in which he defies the law and the moral injunctions of his elders, and is shown as being right to do so. America of the pre-Civil War period is portrayed as being less than perfect--a long way less than perfect.
The story of Huckleberry Finn is simple; in fact, the Author's Note at the beginning threatens dire consequences for anyone claiming to identify a plot in the book. Huck, having come into money in an earlier book, The Adventures of Tom Sawyer, has been placed in the custody of the Widow Douglas, who is attempting to civilize him. He appreciates her efforts, but feels confined. The alternative, living with his abusive father, is even worse. Huck runs away, heads down the Mississippi River--and meets up with the Widow Douglas' slave, Jim, who has also run away. They raft down the Mississippi together, with Huck getting an education about people, relations between black and white, and injustice. In the end they are back in the fictional town of St. Petersburg, MO, with Jim recaptured and set to be sold. Huck has a difficult choice to make.
This is not a grim book; it is lively and entertaining, and filled with adventures that any young or young-at-heart reader will enjoy. Huck learns a lot, though, and grows as a human being. This is an important book; it's also a fun one.
Highly recommended. - Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Mar 20, 2018
I can see now why this is so often a required read in school. This style of writing is often hard to find and it is rich with descriptions that leap off the page.
My favorite part of this was the dialogue. Say what you wish about the "n-word," but the truth is that it was commonly used in the south. I, personally, don't approve of the word, but I cannot deny it was a part of history, especially during the time of slavery when this novel takes place.
What I loved about the dialogue was I could hear the characters. Huck sounded different from Pap and Jim. The words were thick with Southern accents instead of written in plain English, and it was done well. Writing accents isn't for everyone and can sometimes come across as trying too hard, but you can tell Twain heard these slang terms and thick accents. He wrote the words how they sound not how they should be spelt and it is what makes this "classic" special.
I'm usually remiss about writing reviews for books I am assigned to read, especially if I've had to discuss it at length. Honestly, much of what I'm required to read is not to my personal taste, but Huck Finn is different. Even though I read and discussed this book in class for 3 weeks, I enjoyed reading it. Picking it apart and analyzing it was more fun than an assignment.
There were some really funny moments, like when Huck disguised himself (poorly) as a girl, and the lessons or messages underneath the story are still relevant today.
Slavery is no longer legal, but the relationship between races is still a topic being discussed today with schools named after Confederate soldiers being renamed and historic statues being removed across the country.
Twain's message is simple and beautiful: We are all human beings.
In the beginning, Huck views Jim only as a slave. As they travel together, the relationship changes. Jim is no longer looked at or treated differently because of the color of his skin and Jim takes care of Huck in a fatherly way. If you look at it closely, it is a beautiful father-son relationship between two that aren't related. Huck and Jim's connection is more of a highlight than Huck's actual adventure down the Mississippi River on a raft.
I think everyone should read this book at least once during their lifetime to get a glance at life along the Mississippi River before the Civil War. - Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Mar 20, 2018
At first I felt the ending was flawed, agreeing with some of Twain's critics. However, after reflection, I believe it is exactly the right ending for this book.
Without the ending, the story would revert to more romantic prose: white boy learns his lesson about slavery and becomes a better person for it. Such an ending, I believe, would have undermined Twain's purpose in writing The Adventures of Huckleberry Finn. In actuality, the ending gives earlier chapters their meaning, showing the difficulty in a person's ability to throw off societal norms. It is his commentary of the influence of society on a person's moral judgment.
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Las aventuras de Huckleberry Finn - Mark Twain
Nota aclaratoria
En este libro se ha utilizado toda una serie de dialectos, a saber: el dialecto negro de Misuri, la versión más acusada del dialecto de las zonas más apartadas del suroeste, el dialecto habitual del condado de Pike y cuatro variantes modificadas de este último. Los matices no se han dado al azar ni son obra de la imaginación, sino que son fruto de una labor concienzuda contando con la guía fiable de la familiaridad personal con todas estas variantes del lenguaje.
Hago esta aclaración porque, sin ella, muchos lectores podrían suponer que todos estos personajes estaban intentando hablar de maneras parecidas sin conseguirlo.
El autor[1]
[1] Las variantes del lenguaje utilizadas por el autor no se reflejan en esta traducción. Se ha procurado denotar la posición social de los personajes por su forma de hablar, en lugar de buscar modificaciones artificiales en el lenguaje, al no existir correspondencias entre los distintos dialectos y el castellano. [N. de la T.]
Capítulo 1
No sabes nada de mí si no has leído un libro que se llama Las aventuras de Tom Sawyer. Pero eso no importa. Ese libro lo escribió el señor Mark Twain y fundamentalmente contó la verdad. Hubo cosas que se inventó, pero en general contó la verdad. No pasa nada. Nunca he visto a nadie que no mintiera alguna que otra vez, menos la tía Polly o la viuda o quizá incluso Mary. De la tía Polly, que es la tía Polly de Tom, y de Mary y de la viuda Douglas se cuenta todo en ese libro, que es sobre todo una historia real, aunque con algunas cosas inventadas, como dije antes.
Ahora te cuento la forma en que termina el libro, y es así: Tom y yo encontramos el dinero que los ladrones escondieron en la cueva y que nos hizo ricos. Conseguimos seis mil dólares cada uno, todo en oro. Era un espectáculo asombroso verlo amontonado. Después el juez Thatcher se lo llevó y lo prestó con intereses, y nosotros conseguíamos un dólar al día cada uno, durante todo el año, más dinero del que nadie sabría cómo gastar. La viuda Douglas me acogió como si fuera hijo suyo y dijo que me civilizaría, pero era muy difícil estar en la casa todo el tiempo, teniendo en cuenta lo deprimentemente metódica y decorosa que era la viuda en todo lo que hacía. Así que, cuando ya no aguantaba más, me largué. Me volví a poner mis viejos harapos, volví a meterme en mi barril de azúcar y me sentí libre y satisfecho. Pero Tom Sawyer me buscó hasta dar conmigo y me dijo que iba a formar una banda de ladrones y que yo podría entrar si volvía con la viuda y me hacía respetable. Así que volví.
La viuda lloró por mí y me llamó pequeña oveja descarriada y muchas otras cosas más, pero nunca con mala intención. Me volvió a vestir con ropa nueva otra vez y yo no hacía más que sudar y sudar y sentirme todo apretado. Y después empezaron otra vez las viejas costumbres. La viuda hacía sonar una campanilla para la cena y tenía que llegar a tiempo, y cuando llegaba a la mesa, no podía ponerme a comer enseguida, sino que tenía que esperar a que la viuda agachara la cabeza y refunfuñara un poco por las viandas, aunque la verdad es que no les pasaba nada. Vamos, nada aparte de que todo se cocinaba por separado. En un barril de restos y sobras es distinto; las cosas se mezclan y los jugos pasan de unas a otras y así saben mejor.
Después de la cena, ella sacaba su libro y me enseñaba cosas de Moisés y los juncos y yo estaba muy preocupado por saberlo todo sobre él. Pero enseguida soltó que Moisés llevaba muchísimo tiempo muerto, así que ya dejó de interesarme porque no me importan nada los muertos.
Muy pronto me entraron ganas de fumar y le pedí a la viuda que me dejara. Pero no. Dijo que era una mala costumbre y que no era limpia, y que yo debía intentar no hacerlo más. Así es alguna gente, que la toma con algo sin tener ni idea de cómo es. Aquí estaba ella fastidiándome con Moisés, que no le tocaba nada y que no le servía a nadie para nada porque estaba muerto, y aun así, ella se creía en el derecho de criticarme por hacer algo que tenía su parte buena. Y encima, ella tomaba rapé; pero claro, eso estaba bien porque era ella quien lo hacía.
Su hermana, la señorita Watson, una solterona delgada y soportable con anteojos, que acababa de venirse a vivir con ella, la emprendió conmigo ahora con un libro de ortografía. Me hizo trabajar mucho durante una hora, hasta que la viuda le dijo que se lo tomara con más tranquilidad. No podría haberlo soportado mucho más tiempo. Después, durante una hora fue de un aburrimiento mortal y yo estaba inquieto. La señorita Watson me decía «No pongas los pies ahí, Huckleberry». Y «No te sientes torcido de esa manera, Huckleberry. Siéntate recto». Y al momento, me decía: «¡No bosteces ni te estires así, Huckleberry! ¿Por qué no intentas comportarte?». Y después me lo contó todo sobre el sitio malo, y yo le dije que ojalá estuviera allí. Y entonces se enfadó, pero yo no lo dije con mala intención. Lo único que quería era ir a alguna parte; lo único que quería era un cambio y me daba igual lo que fuera. Ella dijo que era malvado decir algo así y que ella no lo diría por nada del mundo; que ella iba a vivir de modo que pudiera ir al sitio bueno. Bueno, pues yo no le veía ninguna ventaja a ir al sitio al que ella iba a ir, así que decidí que tampoco lo iba a intentar. Pero no lo dije porque eso sólo me causaría problemas y no serviría para nada.
Y ahora que había empezado, seguía y seguía, y me lo contó todo sobre el sitio bueno. Me dijo que todo lo que había que hacer allí era ir de un lado para otro todo el día con un arpa en la mano cantando para siempre. Así que el sitio no me convenció. Pero no se lo dije. Le pregunté si creía que Tom Sawyer iría allí y me dijo que no, ni muchísimo menos. Así que me alegré porque lo que yo quería era que él y yo estuviéramos juntos.
La señorita Watson siguió dándome la tabarra y se me hizo muy pesado y me sentí solo. Enseguida, hicieron entrar a los negros y dijeron oraciones, y luego todo el mundo se fue a la cama. Yo subí a mi habitación con una vela y la puse encima de la mesa. Después, me senté en una silla al lado de la ventana e intenté pensar en algo alegre, pero no me sirvió de nada. Me sentía tan solo que casi deseaba estar muerto. Las estrellas brillaban y las hojas del bosque susurraban con mucha tristeza. Oí a un búho que en la lejanía ululaba por alguien que estaba muerto, y a un chotacabras, y a un perro que aullaba por alguien que se iba a morir; y al viento, que intentaba susurrarme algo y yo no conseguía entender lo que era y que hizo que me dieran escalofríos por todo el cuerpo. Y luego oí allá en el bosque ese sonido que hacen los fantasmas cuando quieren hablar de algo que les ronda la mente y no consiguen hacer que se les entienda, de modo que no pueden descansar tranquilos en sus tumbas y tienen que vagar penando así todas las noches. Me desanimé tanto y tenía tanto miedo que deseé tener compañía. Poco después, una araña empezó a treparme por el hombro, me la quité de encima de un manotazo y se quemó con la vela; antes de que me diera tiempo a moverme, ya estaba toda arrugada. No hacía falta que nadie me dijera que eso era una señal malísima y que me traería mala suerte, así que me asusté mucho y casi se me cae la ropa de cómo me temblaba el cuerpo. Me levanté y giré tres veces sobre mí mismo santiguándome al mismo tiempo cada vez y, después, me até un pequeño mechón de pelo con un hilo para mantener alejadas a las brujas. Pero, aun así, no me sentía seguro. Se hace eso cuando uno ha perdido una herradura que había encontrado, en vez de haberla colgado de un clavo sobre la puerta, pero no sabía de nadie que hubiera dicho que serviría para evitar la mala suerte cuando se ha matado a una araña.
Me volví a sentar, temblando de pies a cabeza, y saqué mi pipa para fumar porque la casa estaba silenciosa como la muerte, así que la viuda no se enteraría. Después de largo rato oí cómo el reloj sonaba en el pueblo, bum, bum, bum, doce campanadas, y todo volvió a quedarse en silencio; más en silencio que nunca. Después oí cómo se quebraba una ramita en la oscuridad por entre los árboles; algo se estaba moviendo. Me quedé quieto y escuché con atención. Al instante oí un débil «miau, miau» allí abajo. ¡Qué bien! Contesté «miau, miau» lo más bajo que pude, apagué la luz y salí por la ventana para llegar hasta el tejado del cobertizo. Después me dejé caer hasta el suelo y me arrastré por entre los árboles y, efectivamente, allí estaba Tom Sawyer esperándome.
Capítulo 2
Fuimos de puntillas siguiendo un sendero por entre los árboles de la parte de atrás, hacia el final del jardín de la viuda, andando encorvados para que las ramas no nos arañaran la cabeza. Cuando pasábamos por la cocina, tropecé con una rama e hice un ruido. Nos agachamos y nos quedamos inmóviles. El negro grande de la señorita Watson, que se llama Jim, estaba sentado en la puerta de la cocina; nosotros lo veíamos muy bien porque había una luz detrás de él. Se levantó y estiró el cuello un minuto, escuchando. Después dice:
—¿Quién está ahí?
Escuchó un poco más y después baja de puntillas y se queda justo entre nosotros; lo podríamos haber tocado, o casi. Bueno, pareció que pasaron minutos y más minutos en los que no se oyó un ruido, y estábamos todos allí tan cerca. Un sitio de mi tobillo empezó a picarme, pero no me atrevía a rascarme; y después me empezó a picar la oreja, y después la espalda, justo entre los hombros. Parecía que me iba a morir si no me podía rascar. Bueno, pues de eso me he dado cuenta un montón de veces desde entonces. Si estás con la gente de clase, o en un funeral, o intentando dormirte cuando no tienes sueño, o si estás en cualquier sitio donde no te debes rascar, pues entonces te pica por todas partes en más de mil sitios. Pronto dice Jim:
—Di, ¿quién eres?, ¿quiénes sois? Que me maten si no he oído algo. Bueno, pues ya sé lo que voy a hacer. Me voy a sentar aquí a escuchar hasta que lo oiga otra vez.
Así que se sentó en el suelo entre Tom y yo. Echó la espalda contra un árbol y estiró las piernas hasta que una de ellas casi toca una de las mías. Me empezó a picar la nariz y me siguió picando hasta que se me saltaron las lágrimas. Pero no me atrevía a rascarme. Después empezó a picarme por dentro. Y después se puso a picarme debajo y yo no sabía cómo iba a poder quedarme sentado quieto. Y esta angustia duró por lo menos seis o siete minutos, aunque a mí me pareció bastante más tiempo. Ahora me picaba en once sitios diferentes. Calculé que no iba a poder aguantarlo más de un minuto, pero apreté fuerte los dientes y me preparé para intentarlo. Justo entonces, Jim empezó a respirar pesadamente, después empezó a roncar y, muy poco después, yo ya estaba cómodo otra vez.
Tom me hizo una señal, una especie de ruidito con la boca, y nos alejamos de allí gateando. Cuando estábamos a unos tres metros de distancia, Tom me susurró que quería atar a Jim al árbol sólo para divertirnos; pero yo le dije que no, que podría despertarse y armar un alboroto, y entonces se enterarían de que yo estaba en el ajo. Después Tom dijo que no tenía suficientes velas y que se iba a colar con sigilo en la cocina para coger más. Yo no quería que lo intentara. Le dije que Jim podría despertarse y entrar, pero Tom quería arriesgarse a intentarlo, así que nos metimos allí y cogimos tres velas, y Tom dejó cinco centavos encima de la mesa como pago. Después salimos y yo estaba desesperado por largarme, pero a Tom nada le parecía suficiente y tuvo que arrastrarse hasta donde estaba Jim, gateando, y gastarle una jugarreta. Esperé, y me pareció un buen rato porque todo estaba muy tranquilo y solitario.
En cuanto Tom regresó, nos largamos por el sendero, rodeamos la valla del jardín y enseguida estuvimos en la cima de la empinada colina que estaba al otro lado de la casa. Tom me dijo que le había quitado a Jim el sombrero de la cabeza con cuidado y que lo había colgado de una rama justo por encima de él, y que Jim se había movido un poco pero no se había despertado. Después Jim contó que las brujas lo hechizaron y lo pusieron en trance, y que fueron montadas en él por todo el estado, y que después lo sentaron otra vez debajo de los árboles y colgaron el sombrero en una rama para demostrar quién lo había hecho. Y la siguiente vez que Jim lo contó, dijo que lo montaron hasta Nueva Orleans; y después de eso, cada vez que lo contaba, lo estiraba más y más, hasta que pronto dijo que fueron montadas en él por todo el mundo y que lo dejaron muerto de cansancio y que tenía toda la espalda llena de llagas. Jim estaba enormemente orgulloso de ello, y hasta tanto llegó que casi no les hacía caso a los otros negros. Los negros venían desde millas de distancia para oírle contarlo, y era más respetado que ningún otro negro de aquella región. Los negros de fuera se quedaban de pie con la boca abierta mirándolo de hito en hito, como si él fuera una maravilla. Los negros siempre están hablando de brujas en la oscuridad al lado del fuego de la cocina, pero cuando alguno estaba hablando y dando a entender que sabía de esas cosas, entraba Jim como por casualidad y decía: «¡Bah! ¿Qué sabes tú de brujas?», y ese negro cerraba la boca y tenía que quedarse en segundo plano. Jim siempre llevaba la moneda de cinco centavos colgada de una cuerda alrededor del cuello, y decía que era un amuleto que le había dado el mismísimo diablo con sus propias manos y que le había dicho que podía curar a cualquiera con él y que podía hacer venir a las brujas cuando quisiera con sólo decirle algo; pero nunca dijo qué era lo que le decía. Los negros venían de todas partes y le daban a Jim lo que tuvieran sólo por echarle un vistazo a la moneda de cinco centavos, pero no la tocaban porque el diablo le había puesto las manos encima. Jim ya casi no servía para criado, porque se volvió muy estirado con eso de haber visto al diablo y de que las brujas se hubieran montado en él.
Bueno, cuando Tom y yo llegamos al borde de la cima de la colina, miramos hacia el pueblo y vimos que centelleaban tres o cuatro luces donde había gente enferma, quizá; y las estrellas brillaban muy bonitas por encima de nosotros. Y abajo, al lado del pueblo, estaba el río, de una milla entera de ancho y terriblemente tranquilo y majestuoso. Bajamos de la colina y nos encontramos con Jo Harper y con Ben Rogers, y con otros dos o tres chicos más, escondidos en la vieja curtiduría. Así que soltamos un bote y remamos dos millas y media río abajo hasta llegar a la gran roca de la ladera de la colina y desembarcamos.
Fuimos hasta un grupo de arbustos, y Tom les hizo a todos jurar que guardarían el secreto, y después les enseñó un agujero de la colina, justo en la parte donde los arbustos eran más espesos. Después encendimos las velas y entramos arrastrándonos sobre las manos y las rodillas. Avanzamos unas doscientas yardas y después la cueva se ensanchó. Tom estuvo fisgoneando por los distintos pasadizos y pronto se agachó para pasar por debajo de una pared por donde tú no te habrías dado cuenta de que había un agujero. Avanzamos por un sitio estrecho y entramos en una especie de habitación, toda húmeda y pringosa y fría, y allí nos paramos. Y dice Tom:
—Ahora creamos esta banda de ladrones que se llamará la Banda de Tom Sawyer. Todos los que quieran unirse a ella tienen que hacer un juramento y escribir su nombre con sangre.
Todos querían. Así que Tom sacó una hoja de papel en la que había escrito el juramento y lo leyó. Todos los chicos tendrían que jurar ser fieles a la banda y no contar nunca ninguno de sus secretos; y si alguien le hacía algo a cualquiera de los chicos de la banda, al chico que se le ordenara matar a esa persona y a su familia tendría que hacerlo, y no podría comer ni dormir hasta que los hubiera matado y les hubiera hecho un corte en forma de cruz en el pecho, que era el signo de la banda. Y nadie que no perteneciera a la banda podría usar esa marca y, si lo hacía, había que desafiarlo; y si lo hacía otra vez, había que matarlo. Y si alguien que perteneciera a la banda contaba los secretos, había que cortarle el cuello y después, quemar su cadáver y esparcir sus cenizas por todas partes, y había que borrar su nombre de la lista con sangre y nadie de la banda lo mencionaría de nuevo, porque además estaría maldito y sería olvidado para siempre.
Todos dijeron que era un juramento precioso y le preguntaron a Tom si lo había sacado de su cabeza. Él dijo que en parte sí, pero que el resto lo había sacado de los libros de piratas y de los libros de ladrones, y que todas las bandas elegantes tenían uno.
Algunos pensaban que estaría bien matar a las familias de los chicos que contaran los secretos. Tom dijo que era buena idea, así que cogió un lápiz y lo añadió. Y después dice Ben Rogers:
—Aquí está Huck Finn y él no tiene familia. ¿Qué vas a hacer con él?
—Bueno, ¿es que no tiene padre? –dice Tom Sawyer.
—Sí, tiene padre, pero últimamente no hay quien lo encuentre. Solía estar tirado borracho con los cerdos en la curtiduría, pero no se le ha visto por estos sitios desde hace un año o más.
Lo discutieron y me iban a excluir porque decían que todos los chicos debían tener familia o a alguien a quien matar, si no, no sería justo y honrado para los otros. Bueno, a nadie se le ocurría nada que hacer; todos estaban rompiéndose la cabeza sentados en silencio. Yo estaba ya a punto de llorar, pero, de pronto, se me ocurrió una forma, así que les ofrecí a la señorita Watson; podían matarla a ella. Todos dijeron:
—Sí, sí, ella sirve. Está bien. Huck puede entrar.
Después, todos se pincharon el dedo con un alfiler para que les saliera sangre con la que firmar y yo hice mi señal en el papel.
—Ahora –dice Ben Rogers–, ¿cuál es la línea de acción de esta banda?
—Nada más que robos y asesinatos –dijo Tom.
—¿Pero a quién le vamos a robar? ¿Casas, ganado o…?
—¡Cosas! Robar ganado y esas cosas no es robar, es meterse en un sitio por la noche y llevarse algo –dijo Tom Sawyer–. Nosotros no somos ladrones. Eso no tiene ninguna clase. Nosotros somos salteadores de caminos. Nosotros paramos diligencias y carruajes en los caminos, enmascarados, y matamos a la gente y cogemos sus relojes y su dinero.
—¿Siempre tenemos que matar a la gente?
—Por supuesto. Es lo mejor. Algunas autoridades piensan de otro modo, pero por lo general se considera mejor matarlos. Menos algunos que se traen a la cueva esta de aquí y los retenemos hasta que paguen un rescate.
—¿Un rescate? ¿Y qué es eso?
—No lo sé. Pero eso es lo que hacen. Lo he visto en los libros; así que, por supuesto, eso es lo que nosotros tenemos que hacer.
—¿Pero cómo vamos a poder hacerlo si no sabemos lo que es?
—Vaya, maldita sea, tenemos que hacerlo. ¿No te he dicho que está en los libros? ¿Quieres ir haciendo las cosas de manera diferente a como está en los libros y liarlo todo?
—Eso es muy fácil decirlo, Tom Sawyer, pero ¿cómo demonios van a rescatar a estos tíos si no sabemos cómo hacérselo? Ahí es adonde quiero llegar. Y ¿qué crees tú que es?
—Bueno, no lo sé. Pero a lo mejor si los retenemos hasta que los rescaten, quiere decir que los retenemos hasta que estén muertos.
—Ahora, eso ya me va pareciendo que debe ser algo parecido. Eso responde a la pregunta. ¿Es que no podías haberlo dicho antes? Los retendremos hasta que se rescaten hasta la muerte; y un grupo molesto que van a ser también, comiéndoselo todo y todo el rato intentando escaparse.
—¡Qué cosas dices, Ben Rogers! ¿Cómo se van a escapar cuando tienen puesta una guardia dispuesta a matarlos si se mueven un pelo?
—Una guardia. Anda, eso sí que está bien. Así que alguien se tiene que quedar levantado toda la noche sin dormir nunca nada, sólo para vigilarlos. A mí me parece que eso es una tontería. ¿Por qué no cogemos un palo y les pagamos el rescate hasta la muerte en cuanto lleguen aquí?
—Porque no está así en los libros, por eso. Ahora, Ben, ¿tú quieres hacer las cosas como hay que hacerlas o no?, ésa es la idea. ¿No te parece que la gente que hizo los libros es la que sabe cuál es la forma correcta de hacer las cosas? ¿Tú crees que tú les puedes enseñar algo? Ni en un millón de años. No, señor, nosotros los vamos a rescatar de la forma normal.
—De acuerdo. No me importa; pero, de todos modos, a mí me parece una manera muy tonta. Dime, ¿y también matamos a las mujeres?
—Mira, Ben Rogers, si yo fuera tan ignorante como tú, no dejaría que nadie se diera cuenta. ¿Matar a las mujeres? No, nadie ha visto nunca nada de eso en los libros. Tú las traes a la cueva y las tratas siempre con una educación exquisita; y enseguida se enamoran de ti y ya no quieren volver a casa.
—Bueno, si ésa es la manera de hacerlo, estoy de acuerdo, pero a mí eso así no me interesa. Dentro de nada tendremos la cueva tan atestada de mujeres y de tíos esperando un rescate que no quedará sitio para los forajidos. Pero bueno, adelante, no tengo nada que decir.
El pequeño Tommy Barnes estaba dormido ya y, cuando lo despertaron, estaba asustado y lloraba, y dijo que quería irse a casa con su madre y que ya no quería ser un forajido.
Así que todos se rieron de él, y lo llamaron llorón, y él se enfadó y dijo que se iba a ir directamente a contar todos los secretos. Pero Tom le dio cinco centavos para que se estuviera callado, y dijo que nos fuéramos todos a casa y que nos reuniríamos a la semana siguiente y que robaríamos a alguien y que mataríamos a alguna gente.
Ben Rogers dijo que él no podía salir mucho; sólo los domingos, así que quería empezar el domingo siguiente; pero todos los chicos dijeron que estaría mal hacerlo en domingo, y eso zanjó la cuestión. Acordaron reunirse y fijar un día lo más pronto que pudieran, y después elegimos a Tom Sawyer primer capitán de la banda y a Jo Harper, segundo capitán, y nos dirigimos a nuestras casas.
Escalé por el cobertizo y me metí por la ventana sigilosamente justo antes de que rompiera el día. Mi ropa nueva estaba toda llena de grasa y de barro, y yo estaba molido.
Capítulo 3
Bueno, por la mañana me dieron un buen repaso por culpa de la ropa; la vieja señorita Watson me lo dio; pero la viuda no me regañó, sino que sólo limpió la grasa y el barro, y parecía tan afligida que pensé que iba a portarme bien un tiempo si podía. Después la señorita Watson me llevó al oratorio y rezó, pero no tuvo ningún resultado. Me dijo que rezara todos los días y que se me concedería lo que quisiera. Pero no fue así. Lo intenté. Una vez conseguí un sedal, pero sin anzuelos. No me servía para nada sin anzuelos. Lo intenté por los anzuelos tres o cuatro veces, pero, por alguna razón, no conseguí que funcionara. Al poco tiempo, un día le pedí a la señorita Watson que lo intentara por mí, pero me dijo que yo era tonto. Nunca me dijo por qué y yo no fui capaz de averiguarlo de ninguna manera.
Una vez me senté allí en el bosque y lo estuve pensando durante mucho rato. Y yo me dije, si cualquiera puede conseguir cualquier cosa rezando, ¿por qué el diácono Winn no recupera el dinero que perdió con el cerdo? ¿Por qué la viuda no recupera la caja de rapé de plata que le robaron? ¿Por qué no puede engordar la señorita Watson? No, me dije, esto no tiene sentido. Fui y se lo dije a la viuda, y ella me dijo que lo que se podía conseguir rezando eran «dones espirituales». Esto ya fue demasiado para mí, pero ella me explicó lo que quería decir: debía ayudar a otras personas y hacer todo lo que pudiera por otras personas, y cuidar de ellos todo el tiempo, y no pensar nunca en mí mismo. Esto incluía a la señorita Watson, tal como lo entendí. Salí y me fui al bosque y le di vueltas en la cabeza mucho rato, pero yo no le veía ninguna ventaja; sólo para la otra gente, así que al final decidí que ya no me iba a preocupar más por eso, sino que simplemente lo iba a olvidar. A veces, la viuda me llevaba aparte y me hablaba de la Divina Providencia de una manera que haría que a cualquiera se le hiciera la boca agua; pero a veces, la señorita Watson cogía y me lo derrumbaba todo otra vez. Llegué a la conclusión de que había dos Divinas Providencias, y un chaval pobre tenía bastantes posibilidades con la Divina Providencia de la viuda, pero si lo cogía la de la señorita Watson, ya no tenía nada que hacer. Lo pensé todo muy bien, y decidí que yo pertenecería a la de la viuda, si ella me quería, aunque por mucho que lo pensara, no entendía yo de qué manera iba a estar ella mejor que antes, después de ver lo ignorante y lo mísero y lo corriente que yo era.
A papá no se le había visto desde hacía más de un año, y a mí eso me resultaba cómodo; no quería verlo nunca más. Siempre me pegaba cuando estaba sobrio y lograba ponerme las manos encima; aunque yo solía irme al bosque la mayor parte del tiempo cuando él andaba por aquí. Pues, por estas fechas lo encontraron ahogado en el río, unas doce millas más arriba del pueblo; o eso decía la gente. O por lo menos creyeron que era él; dijeron que este ahogado era más o menos de su tamaño, y que era un andrajoso, y que tenía el pelo inusualmente largo; y eso sí que encajaba con papá, pero no pudieron distinguirle la cara en absoluto porque llevaba tanto tiempo en el agua que ya no parecía una cara para nada. Dijeron que estaba flotando boca arriba en el agua. Lo cogieron y lo enterraron en la orilla. Pero no estuve cómodo durante mucho tiempo, porque se me ocurrió pensar en una cosa: yo sabía muy bien que un ahogado no flota boca arriba, sino boca abajo. Así que supe, entonces, que éste no era papá, sino una mujer vestida con ropa de hombre. Así que volví a sentirme incómodo. Y pensé que el viejo aparecería otra vez más tarde o más temprano, aunque yo esperaba que eso no pasara.
Jugamos a los forajidos de vez en cuando durante un mes, y después lo dejé. Todos los chicos lo hicieron. No le habíamos robado a nadie, no habíamos matado a nadie; sólo habíamos hecho como que sí. Solíamos salir del bosque de un salto y bajar a la carga contra los porqueros y contra las mujeres que iban en los carros al mercado con las verduras de sus huertos, pero nunca rodeamos a ninguno de ellos. Tom Sawyer decía que los cerdos eran «lingotes» y que los nabos eran «joyas», y después nos íbamos a la cueva a hacer una asamblea para hablar de lo que habíamos hecho y de a cuánta gente habíamos matado y marcado. Pero yo no le veía a aquello ninguna utilidad. Una vez Tom mandó a uno de los chicos para que corriera por el pueblo con un palo ardiendo, que él llamó una «consigna» (que era la señal de aviso para que la banda se reuniera), y después dijo que tenía noticias secretas que le habían proporcionado sus espías de que al día siguiente todo un grupo de comerciantes españoles y de á-rabes ricos iba a acampar en Cave Hollow con doscientos elefantes, y seiscientos camellos y más de mil mulas de carga, y todos cargados de diamantes, y que no tenían ni siquiera una guardia ni de cuatrocientos soldados, así que les tenderíamos una embuscada, como la llamó él, y los mataríamos a todos y nos llevaríamos las cosas. Dijo que teníamos que alistar y abrillantar las espadas y las pistolas, y prepararnos. Nunca pudo ni siquiera perseguir un carro de nabos, pero debía tener las espadas y las pistolas pulidas para eso, aunque no eran más que listones y palos de escoba, y podrías restregarlos hasta que te pudrieras sin que después valieran ni un pito más de lo que valían antes. No creí que pudiéramos vencer a ese montón de españoles y árabes, pero quería ver los camellos y los elefantes, así que me presenté al día siguiente, que era sábado, en la emboscada; y cuando recibimos la señal, salimos corriendo del bosque y bajamos por la colina a toda velocidad. Pero no había ni españoles ni árabes, y no había camellos ni elefantes. No había más que una merienda de la escuela dominical, y encima no eran más que de primer curso. Se la reventamos y perseguimos a los niños hondonada arriba, pero no conseguimos más que rosquillas y mermelada; aunque Ben Rogers consiguió una muñeca de trapo y Jo Harper consiguió un himnario y un libro de salmos. Y después, el maestro se vino corriendo hacia nosotros y nos hizo soltarlo todo y largarnos. No vi ningún diamante, y así se lo dije a Tom Sawyer. Dijo que, aun así, allí había muchísimos; y dijo que también había árabes, y elefantes y más cosas. Le dije que, entonces, por qué no los veíamos. Me dijo que si no fuera tan ignorante y que si hubiera leído un libro que se llamaba Don Quijote, lo sabría sin tener que preguntarlo. Me dijo que todo era un encantamiento y que había cientos de soldados allí, y elefantes y tesoros y más cosas, pero que teníamos enemigos, a los que él llamaba magos, y que ellos lo habían convertido todo en una escuela dominical infantil, sólo por fastidiar. Le dije que si era así, entonces lo que teníamos que hacer era ir a por los magos y Tom Sawyer me dijo que yo era un zoquete.
Y me dijo:
—¡Anda! Un mago convocaría a un montón de genios y te harían picadillo como si nada antes de que te diera tiempo a abrir la boca. Son altos como árboles y anchos como iglesias.
Le dije:
—Bueno, pues supongamos que conseguimos que algunos genios nos ayuden a nosotros. ¿No podemos entonces darles a los de la otra panda?
—¿Y cómo los vas a conseguir?
—No lo sé. ¿Cómo los consiguen ellos?
—Pues ellos frotan una vieja lámpara de estaño o un anillo de hierro, y los genios vienen a toda velocidad, con truenos y relámpagos estallando por todas partes y rodeados por un humo ondulante, y están dispuestos a hacer todo lo que se les dice. No le dan ninguna importancia a arrancar una torre de perdigones de cuajo y pegarle en la cabeza al superintendente de la escuela dominical con ella, o a cualquier otro hombre.
—¿Quién los hace ir así de rápido por todas partes?
—Pues el que frota la lámpara o el anillo. Pertenecen a quien frota la lámpara o el anillo, y tienen que hacer todo lo que les diga. Si les dice que construyan un palacio de diamantes de cuarenta millas de largo y que lo llenen de goma de mascar, o de lo que tú quieras, o que se traigan a la hija del emperador de China para que te cases con ella, tienen que hacerlo; y, además, tienen que hacerlo antes de que salga el sol al día siguiente. Y más todavía, tienen que llevar ese palacio por todo el país a cualquier sitio al que tú quieras ir, ¿entiendes?
Yo dije:
—Bueno, pues yo creo que son un atajo de cabezas de chorlito por no quedarse ellos con el palacio, en vez de regalarlo tontamente de esa manera. Y es más, si yo fuera uno de ellos, me iría a Jericó a ver a un hombre antes que dejar mis cosas y venir a buscar al que ha frotado una vieja lámpara de estaño.
—¡Qué cosas dices, Huck Finn! Tendrías que venir cuando la frotara, tanto si quieres como si no.
—¿Siendo yo tan alto como un árbol y tan grande como una iglesia? Bueno, vale, pues vendría, pero te aseguro que obligaría a ese hombre a trepar el árbol más alto que hubiera en el país.
—¡Cáscaras! No sirve de nada hablar contigo, Huck Finn. Parece que no sabes nada de nada, eres tonto del todo.
Estuve pensando en todo esto dos o tres días y después llegué a la conclusión de que iba a averiguar si había algo de cierto. Cogí una vieja lámpara de estaño y un anillo de hierro y me fui al bosque y los froté y los froté hasta que me puse a sudar como un indio, planeando construir un castillo para venderlo. Pero no sirvió para nada; no vino ninguno de los genios. Así que llegué a la conclusión de que todo aquello no era más que una de las mentiras de Tom Sawyer. Supuse que él creía en los árabes y los elefantes, pero, por lo que a mí respecta, pienso de otro modo. Tenía toda la pinta de ser una escuela dominical.
Capítulo 4
Bueno, pues pasaron tres o cuatro meses y ya era bien entrado el invierno. Había estado yendo al colegio casi todo el tiempo y sabía deletrear, y leer, y escribir un poquito y sabía decir la tabla de multiplicar hasta seis por siete, treinta y cinco, y no creo que sea capaz de llegar más allá aunque viviera eternamente. De todas formas, tampoco les presto mucha atención a las matemáticas.
Al principio, odiaba la escuela, pero poco a poco conseguí soportarla. Cuando me hartaba más de la cuenta, hacía rabona y la paliza que me llevaba al otro día me hacía bien y me animaba. Así
