Cuentos poco conocidos Vol. II

Por Federico G. Rudolph

Con Cuentos poco conocidos Vol. II el lector se verá obligado a enfrentarse con seres fantásticos y temibles, a quedarse atrapado en alguno que otro enredo psicológico y a viajar por mundos desconocidos y maravllosos. El escritor y periodista argentino, Federico G. Rudolph (1970), ganadro del Premio al Capítulo Internacional "Caridad Pineda" in memoriam (Cuba, 2016) y del Premio al Primer Lugar en el Concurso Literario "Break Freak #1 Microrrelatos" (Argentina, 2016), nos invita, en esta obra, a recorrer paisajes exóticos, a conocer nuevos personajes, surgidos de su pluma, y a enfrentarnos, cara a cara, con diversas historias y situaciones, donde el amor, el dolor, la pena, el humor y el terror se verán de alguna manera entremezclados.

• Idioma: Español
• Editorial: Federico G. Rudolph
• Fecha de lanzamiento: 1 jun 2017
• ISBN: 9781370738953

Federico G. Rudolph

Federico G. Rudolph (Cosquín, Argentina, 1970). Escritor latinoamericano, ganador del Premio al Capítulo Internacional del V Concurso “Caridad Pineda” in memoriam (2016), convocado por la Unión de Escritores y Artistas Cubanos (UNEAC), especialista en autoedición. Bibliografía destacada: El Rendar, narrativa (2000), De Ángeles, narrativa (2007), Historia del Norte de Punilla, historia (2008), Juan Bialet Massé - Visionario, biografía (2008), De Amores y de locos, narrativa (2012), Cuentos poco conocidos Vol. I, narrativa (2012), Donde aúllan los vientos, narrativa (2013).www.facebook.com/LibroElRendar (El Rendar)www.facebook.com/LibroDeAngeles (De Ángeles)www.facebook.com/DeAmoresYDeLocos (De amores y de locos)www.facebook.com/DondeAullanLosVientos (Donde aúllan los vientos)www.facebook.com/CuentosPocoConocidos (Cuentos poco conocidos Vol. I y II)

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Cuentos poco conocidos Vol. II

Por Federico G. Rudolph

Tipo de obra

Narrativa

Edición del Autor 2017

CPCVII-ePub- 20170522073014

Correcciones

Federico G. Rudolph

Diseño de Portada,

diseño y diagramación de interior

Federico G. Rudolph

© 2017 por Federico G. Rudolph

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Hecho el registro de la propiedad intelectual

Página Web del Autor

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Trastorno obsesivo compulsivo

Antes de publicar, el controvertido escritor quitaba de sus textos los signos de puntuación y ordenaba cada palabra alfabéticamente. Los críticos debatirían durante años las teorías que exaltaban la excelencia de sus obras: nunca se pondrían de acuerdo.

A modo de introducción

Adaptado del texto Ganador del Premio al Capítulo Internacional del V Concurso Literario «Caridad Pineda» in memoriam, presentado bajo el título «Un libro: Novelas y cuentos de Voltaire».

Afirmar qué obra me ha marcado para el resto de mi vida es una tarea un tanto difícil: cada libro que he leído me ha conmovido de alguna manera cambiando una parte de mí en el proceso.

Y, sin embargo, cada vez que lo pienso, el primero que se me viene a la mente es el de Novelas y cuentos de Voltaire.

Un libro que me marcó más allá de la literatura, por lo picaresco, por lo arriesgado de las ideas que presentaba.

Además de viajar junto a sus personajes y de vivir sus experiencias, me llevó a aprender a reflexionar, a razonar de otra manera.

Ahora, cuando encaro el procesador de textos en blanco y empiezo a plasmar el próximo de mis relatos en él, la influencia de Voltaire, de aquellas novelas y cuentos filosóficos contagia tanto mis escritos que, entre líneas, escondo mis opiniones y pensamientos con un toque de humor y otro de llamado a la reflexión sobre cualquier tema que abordo.

Por eso, debajo de la superficie de mis cuentos encontrarán, quizá, los secretos que he ido descubriendo... o, tan solo, no sean nada más que cuentos...

Federico G. Rudolph, julio de 2016.

He de matar al gato

Todas las noches se trepa a la tapia de mi vecino. Sabe muy bien cómo molestarme: ya sea con sus maullidos o con sus escalofriantes gruñidos o con esa especie de llanto demasiado humano o con su insoportable ulular, poco y nada gatuno. Sin embargo, el verdadero suplicio no comienza hasta que me sumerjo debajo de las sábanas: ¡calla su voz, se sube a mi techo y... no me deja dormir!

He tratado de ignorarlo, pero no soporto escuchar sus pasos sobre el tejado. Son pasos cortos, ágiles, muy ruidosos yendo y viniendo de un lado para otro. Un ritual que se repite hasta el cansancio todas las noches, después de que apago la luz y de que me acuesto, un ritual que me desquicia, que me empuja a golpear en vano el techo de mi pieza con un palo de escoba que guardo debajo de mi cama.

Me canso de golpear el techo… El felino del demonio se marcha recién cuando quiere, como si nada. Y entonces me invade un odioso desvelo y empiezo a contar los minutos. Siempre la misma historia. Pasan las horas y, cuando me quiero acordar, mis párpados ceden ante el cansancio... Y otra vez... el gato. Ahora, arañando las ventanas del comedor, las de la cocina, las de la pieza de servicio, ¡juro que lo hace a propósito! Y cuando me decido a salir de la cama para encender las luces, desaparece. «¡Maldito gato!», grito derrotado, tratando de que me escuche, ¡pobre de él cuando lo vea y logre atraparlo!, sería un alivio «suprimir» su intolerable presencia de este mundo: estoy harto de sus visitas.

Y cuando me vuelvo a acostar, me duermo.

Y ya no vuelve.

El problema es que al otro día ando como sonámbulo. Ayer en la fábrica por poco y volteo una estantería repleta de zapatos. ¡Odio la fábrica! La culpa es de mi novia, quien también trabaja allí. Sé muy bien que «la zorra» me engaña desde hace unos meses con otro operario. «Al menos podría haberse buscado a alguien con más futuro que yo», me repito a mí mismo, ¡y ojalá eso fuera suficiente para consolarme y reconfortarme!

Hoy me topé con los muy tórtolos besándose desfachatada y acaloradamente en la zona de despacho. Me dieron ganas de vomitar. No hice nada. Pero, al menos, ya sé quién es su amante. ¡Desvergonzados! Cualquier otro los podría haber visto también. ¡Humillarme de esa manera en público! Ahora entiendo sus sonrisas, sus caras burlescas, las miradas cómplices de mis demás compañeros de trabajo, de mi jefe... ¡Lo sabían, y no fueron capaces de decírmelo! ¡Pagarán por su traición!

¡Los odio! ¡Lloverán en pedazos! Ninguno merece vivir. ¡Falsos! ¡Desgraciados! ¡Ja! Ya verán: he urdido sus muertes hasta el último detalle, excepto… que siempre se me escapa algo. Cada vez que lo repaso todo mentalmente o cuando ensayo mi plan sobre la maqueta de la fábrica que construí a propósito en mi habitación me encuentro con algún cabo suelto que podría llegar a delatarme.

Un plan casi perfecto, si no fuera por ese «casi» que no me deja dormir por las noches, tanto o más que el gato. Me molesta el no poder llevarlo adelante. Demasiadas inconsistencias. La policía podría llegar a apuntar contra mí. Sabrían que fui yo el autor de semejante crimen, y no estoy, ¡para nada!, dispuesto a correr el riesgo de pasar el resto de mi vida tras las rejas, siendo que son ellos los culpables de todo, por engañarme, por maltratarme, ¡por humillarme!

Pero ¿por qué no he podido terminar de perfeccionar mi plan, ¡mi tan exquisito plan!? Seguro, el gato tiene algo que ver. El gato ese que no me permite conciliar el sueño; ese que no me deja concentrar, ni en mi casa ni el trabajo; ese que se trepa desafiante a la tapia del vecino y que no para de maullar ni de hacer esos ruidos extraños; ese que me molesta cada noche por todos los medios posibles; ese que se rehúsa a enfrentarme; ese que se dejó ver recién ayer, a través de la ventana de la cocina, para burlarse de mí con su risita siniestra, con su cara perversa, para atemorizarme con sus ojos rojos clavados en los míos, ¡pero esto no va a quedar así!

Esta mañana, antes de salir para la fábrica, repasé otra vez, paso a paso, cada uno de los detalles de mi plan… y me di cuenta de todo... La bestia no solo se ha paseado por la tapia del vecino y por mi techo, sino que ha entrado en mi casa. ¡Ah, ya no me quedan dudas! El gato ha estado aquí en mi habitación, moviendo imperceptiblemente mi