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Los Dioses y Diosas Griegos viven en tu interior
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Los Dioses y Diosas Griegos viven en tu interior
Libro electrónico145 páginas3 horas

Los Dioses y Diosas Griegos viven en tu interior

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Un libro que te ayuda a conocerte a ti mismo, a desarrollar al máximo tus potencialidades en todas las facetas de la vida utilizando como guía de valor inestimable la mitología, y, en concreto los dioses y diosas griegos como arquetipos universales, patrones de energía existentes en nuestra psique y con arreglo a los cuales acomodamos nuestra particular forma de vivir, pensar y sentir. Los mitos en los que participa cada dios o diosa son historias arquetípicas que proyectamos en nuestra experiencia humana y que se transforman en caminos hacia nosotros mismos revelándonos facetas de nuestro ser que de otro modo no serían perceptibles. Pero su función va aún más allá, porque cada vez que identificamos en nuestro mundo psicológico la energía propia de un dios o diosa, éstos, de inmediato, nos muestran el modo de superarnos, de elevarnos y trascender las energías más densas y problemáticas para establecer los tipos superiores del arquetipo.
La intención de este libro es transitar la senda de la mitología de los dioses y diosas griegos, conectar con la profundidad de estas energías que generan arquetipos y conforman la psicología de cada persona. Comprender la mitología es comprender el reflejo que produce el arquetipo en el espejo de nuestro yo. Vistos a la luz del mito, pensamientos, sentimientos o actitudes se comprenden en profundidad haciendo posible que cada persona reconozca sus propias experiencias y características, y pueda transitar el sendero hacia su verdadero ser interior y, si así lo anhela, le posibilita también para acceder a un desarrollo álmico o espiritual.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 mar 2017
ISBN9781370796816
Los Dioses y Diosas Griegos viven en tu interior
Autor

Inés M. Martín

Inés M. Martín es Licenciada en Derecho y Titulada superior en Griego Moderno. Tras diez años de ejercicio profesional de la abogacía centró su actividad en la investigación sobre el mundo psíquico y espiritual del ser humano. Escritora y entrenadora psico-emocional, formadora en el ámbito del Crecimiento personal y Desarrollo de Valores, ha acumulado años de experiencia en la divulgación de temas relacionados con el autoconocimiento, el desarrollo interior y la superación humana, impartiendo regularmente cursos, conferencias y talleres. Es editora y redactora de la revista digital gratuita "Conocimiento Interior". Libros publicados: "Practicando la Relajación", "Tao Te Ching, el Poder Interior" "Practicando Zen" y "Practicando la Sabiduría Hermética"

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    Recomiendo la lectura absolutamente, es clara y da claves fundamentales de las polaridades de los arquetipos y los modos de desarrollo creativo o defensivo en el proceso de individuación. Además presentan, aunque no en profundidad como se ve cada arquetipo constelado en relación a la expresión actual del incs. colectivo a nivel más global o historico-social.

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Los Dioses y Diosas Griegos viven en tu interior - Inés M. Martín

La mitología en general, y la griega concretamente, no es solamente un conjunto de historias más o menos imaginadas o inventadas por los antiguos para explicar las fuerzas y fenómenos naturales. Esta sería una visión muy elemental, superficial y pobre.

La mitología es mucho más que eso. Para los griegos era la base de su cultura y algo fundamental en la vida cotidiana. Desde niños, su educación estaba basada en dos grandes obras literarias griegas La Ilíada y La Odisea, atribuidas a Homero. Esa era la fuente de principios, valores humanos, morales, sociales y espirituales que cada uno debía desarrollar. De esta forma, a través del Mito se formaban ciudadanos íntegros y capaces, sensibles e inteligentes. Grecia no hubiera podido llegar a ser lo que fue sin sus mitos, sin sus dioses y sus gestas heroicas. Nuestra forma de pensar, sentir y vivir es herencia griega. Por eso quizás sus héroes y personajes nos resultan tan familiares y tan cercanos sus Mitos. Su filosofía y mitología contribuyeron a formar una civilización que, adoptada más tarde por los romanos, se expandió por medio mundo.

El Mito relata eventos del tiempo de los orígenes para estimular la reflexión sobre el presente y la condición del hombre. En estos tiempos, carentes por sí mismos de significado para muchos de nosotros, los dioses y héroes griegos siguen planteando y resolviendo las preguntas trascendentales del ser humano contemporáneo y actuando como paradigma y guía que conduce hacia la elevación psico-espiritual. La mitología griega, no sólo se transmite a nivel cultural de generación en generación, sino que es vivida psicológicamente por cada persona a lo largo de su existencia, sea consciente de ello o no.

El relato mítico se desarrolla en una dimensión espacio-temporal propia. Contiene hechos trascendentes que tienen lugar en un tiempo diferente al actual al que los antiguos egipcios llamaban el no tiempo, y en un espacio sagrado que más que físico es interno. Este tiempo y espacio míticos están llenos de significado y los hombres podían recuperarlo, podían volver a la dimensión mítica espacio temporal, a la época dorada en la cual hombres y dioses vivían juntos. Aunque fuera momentáneamente, se revivía la realidad mítica a través del ritual, ya fuera en las fiestas religiosas, la iniciación, u otro tipo de ritos. Así, recuperando el espacio sagrado a través de la repetición del mito, se daba sentido a la realidad y a la propia vida, que se veía conectada con lo espiritual. Actos cotidianos pasaban a conectarse con lo eterno y lo imperecedero. La mitología actuaba como un portal hacia realidades supra humanas.

En este sentido, los hombres y mujeres de la antigüedad clásica comprendían su propia existencia en el contexto de los dioses y las diosas; no sólo les rendían culto, sino que eran algo vivo y cercano. Buscaban la inspiración de los dioses en todos los aspectos de su vida cotidiana. Todo el mundo sabía que una determinada profesión, función o papel en la vida debía ser colocado bajo la protección de un dios. Por ejemplo, las tejedoras se colocaban bajo el amparo de la diosa Atenea, la experta en todas las artes, pero sobre todo en la de tejer; los herreros y artesanos bajo el amparo de Hefesto, el dios hábil en la forja de metales y el dominio del fuego; los navegantes invocaban a Poseidón para que les concediera un mar en calma. Todo ello en la época cristiana fue sustituido por los santos y patrones de los distintos oficios y profesiones. En la antigua Grecia, no sólo profesiones determinadas estaban bajo el amparo de los dioses, sino que también a nivel personal se rendía culto y se presentaban ofrendas en los altares de los dioses cuya ayuda se necesitaba en cualquier ámbito de la vida. Esto es algo que ha desaparecido en nuestra sociedad actual al perder la conexión con el mundo espiritual. Los antiguos invocaban al dios Ares en las batallas o para superar las dificultades de la existencia, a la diosa Afrodita para ser correspondidos en el amor, a Hestia para hacer de una casa un hogar cálido y entrañable, a Hermes para que protegiera su casa, les trajera prosperidad y les guiara en los caminos de este mundo y del Más Allá, a Artemisa, en el caso de las mujeres, para tener un parto sin dolor ni complicaciones, a Hera para que protegiera su matrimonio, y así un largo etcétera. Los dioses influían auténticamente en sus vidas, eran parte de ellas y se les rendía homenaje.

Para las personas de hoy en día, los dioses y diosas ya no forman parte de una estructura religiosa, social ni educativa, pero existen como arquetipos psicológicos. Los dioses y diosas residen en el corazón de cada hombre y de cada mujer como energías a las que en otro tiempo se dotó de forma, nombre y atributos. Los mitos son un vehículo para la comprensión de los arquetipos que actúan en nuestra psicología cotidiana, pues ellos delinean los modelos psíquicos que nos influyen.

En los relatos míticos se describen los momentos más íntimos de la vida de una persona, como enfrentarse a los miedos y temores, enamorarse, encarar las dificultades externas e internas presentadas bajo la apariencia de monstruos, tener hijos, desarrollar el sentido de la justicia, el valor de la amistad, etc. Al igual que la música, la mitología es un instrumento adecuado para transmitir los sentimientos y los avatares del corazón. No podemos describir eficazmente un relato mitológico en términos estáticos, pues al hacerlo lo despojamos de su cualidad de viviente. Generalmente, no existe en la mitología griega una única versión de un mito porque durante muchos siglos los relatos míticos vivían, respiraban y se modificaban según las necesidades humanas.

El mito no nos habla con la lengua de la razón y el intelecto, utiliza el lenguaje simbólico de la imaginación y del subconsciente, cuyas respuestas no se conocen de forma racional, sino que se perciben, se captan y se sienten. La palabra del mito es el símbolo, bajo su comprensión las imágenes de la vida diaria que nos resultan familiares se llenan de un significado diferente, y el relato mítico se convierte en un portal de acceso a otros niveles de comprensión diferentes del habitual. El fuego, el agua, una roca, un águila, una serpiente, un cetro, un toro, un árbol, una manzana, o un caballo, aspectos conocidos en todo el mundo, asumen un significado simbólico en un contexto determinado, huyendo de la comprensión meramente racional, y se conectan con nuestro mundo interior más ancestral y desconocido, abriendo una ventana interna hacia una percepción de la realidad diferente de la habitual.

Desde el punto de vista simbólico, la mitología griega es universal. Sin entrar en la controversia de si describe acontecimientos reales o fantásticos, lo cierto es que su valor como guía interior es inestimable. Mediante símbolos y alegorías nos habla de nosotros mismos, de la senda interior, del gran viaje hacia la perfección y el despertar. Sus dioses y diosas, héroes y heroínas, monstruos y gestas viven dentro de cada ser humano independientemente del lugar y la época porque el mito se desarrolla en un espacio interior fuera del tiempo, transmite una enseñanza universal que, por lo tanto, es válida y muy útil para el ser humano actual, para cada uno de nosotros.

La mitología de la antigua Hélade nos transmite una concepción del mundo, del universo y de las energías internas del ser humano, que, en sus aspectos esenciales, es idéntica en todos los pueblos. Hay coincidencias asombrosas entre los símbolos de diversas culturas que, variando su forma, son idénticos en su esencia, pues se refieren a una única y misma verdad, expresan principios y enseñanzas eternas. La mitología se convierte así en un camino simbólico de autoconocimiento y superación interior y el mito en una puerta y una vía hacia el desarrollo íntegro en los niveles humano, social, psicológico y espiritual.

Una imagen, una historia, un personaje, es simbólico cuando nos introduce en una senda que está más allá de su apariencia o significado inmediato. Más allá de los sentidos físicos y de la lógica común del raciocinio. Hay que traspasar la apariencia formal, la realidad sensible y penetrar en su profundo contenido. El nivel de asimilación del símbolo depende del nivel de conciencia del sujeto que lo percibe. No hay un significado único, sus planos de significado son múltiples, el mensaje del mito no es exclusivo y fijo, cuando el individuo lo hace suyo se convierte en un mensaje personal y hasta cierto punto indescriptible. Una palabra, una imagen, una historia, un mito, es un símbolo cuya representación interna y su significado depende de cada persona, o más bien, del nivel de conciencia con el que es captado. De ahí la famosa frase colocada en el frontispicio del templo de Delfos: Conócete a ti mismo, porque sin la capacidad de autoconocimiento, sin un estado consciente, la interpretación del oráculo se hacía imposible o resultaba errónea.

Cada dios, héroe, criatura mitológica, acontecimiento o historia tienen una transposición interna y transmiten una enseñanza universal. Por ejemplo, por mencionar uno de los patrones más conocidos: la aventura del héroe. El modelo esencial es siempre el mismo: Una separación del mundo cotidiano, un camino probatorio, un acercamiento hacia una fuerza de poder y un regreso a la vida para vivirla con más sentido y sabiduría. Es decir, es el prototipo de la senda interior de transformación. Por ello, la mitología es un instrumento de ayuda en nuestra vida psicológica, cotidiana y espiritual.

El mito alude a realidades internas, puede ser percibido y vivido como una experiencia interior. Intuición y Mente Superior son los instrumentos para su comprensión. La mitología establece una conexión con esferas, ideas y energías más sutiles que lo puramente físico. Por ello no puede ser asimilada solamente en el nivel más material, más perceptible. Sólo se muestra ante aquellos que han seguido la senda interior. Entonces, dioses y diosas se transforman en caminos hacia nosotros mismos que nos revelan facetas de nuestro ser que de otro modo no serían perceptibles. Pero su función va aún más allá, porque cada vez que identificamos en nuestro mundo psicológico la energía propia de un dios o diosa, éstos, de inmediato, nos muestran el modo de superarnos, de elevarnos y trascender las energías más densas y problemáticas para establecer los tipos superiores del arquetipo.

La palabra arquetipo está formada por dos raíces griegas: arche, que significa origen, principio, fuente, y tipos, que significa modelo o patrón. Un arquetipo es el patrón ejemplar del cual derivan todos los objetos y cosas existentes y que puedan existir, entendiendo por objeto no solamente lo material, sino cualquier tipo de composición energética. Para los griegos antiguos esta idea era muy familiar, sobre todo para aquellos que estaban más en contacto con la filosofía platónica, la cual se basa en un mundo ideal, el mundo de las Ideas. Las ideas platónicas son arquetipos espirituales que en mayor o menor medida impregnan y conforman la realidad y de los cuales deriva todo lo existente.

En la época más moderna fue el psicólogo Carl Gustav Jung quien puso de actualidad la idea de arquetipo, introduciendo a partir de los años treinta del siglo pasado el modelo arquetípico de la psicología. Según Jung, además del yo y el inconsciente personal, existe lo que llamó el inconsciente colectivo, una especie de herencia colectiva, un conocimiento con el que todos nacemos y compartimos que configura e influye sobre vivencias

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