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Defensa del diseño inteligente
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Libro electrónico187 páginas3 horas

Defensa del diseño inteligente

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La teoría del diseño inteligente considera que la estructura de la materia, del cosmos y de los seres vivos manifiesta un diseño, un proyecto concebido por una inteligencia divina.

En este libro se dan a conocer los principales indicios de este diseño a través de la complejidad de los seres vivos, del origen de la vida, de la estructura y las leyes de la materia y del desarrollo cósmico. Se defiende la teoría del diseño inteligente de los ataques que ha recibido por parte de los principales representantes del ateísmo contemporáneo.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento20 feb 2015
ISBN9788416339129
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    Defensa del diseño inteligente - Alejandro Sanvisens

    © 2015, Alejandro Sanvisens Herreros

    © 2015, megustaescribir

            Ctra. Nacional II, Km 599,7. 08780 Pallejà (Barcelona) España

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a Thinkstock, (http://www.thinkstock.com) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    ISBN:   Tapa Blanda             978-8-4163-3911-2

                  Libro Electrónico   978-8-4163-3912-9

    Contenido

    Prólogo

    I La complejidad en biología

    I. 1. Complejidad en lo más simple y en los inicios

    I. 2 Complejidad irreducible

    I. 3. La respuesta del darwinismo a la teoría del diseño

    I. 4. Acoplamiento de complejidades

    I. 5. Complejidad y duplicación de genes

    I. 6. La complejidad del genoma

    I. 7. Complejidad y teoría de la evolución modular

    I. 8. La transferencia lateral de genes

    I. 9. La complejidad y las leyes físico químicas

    I. 10. El bunker del neodarwinismo

    I. 11. La complejidad innecesaria

    I. 12. La complejidad de la sexualidad

    I. 13. Complejidad aparente

    I. 14. La complejidad en Stephen Jay Gould

    Bibliografía del Capítulo I

    II El diseño inteligente en el origen de la vida

    II. 1. Nuevos escenarios propuestos

    II. 2. La síntesis del ARN

    II. 3. Formación de protocélulas

    II. 4. Un plan general ordenado

    II. 5. La explicación basada en el principio antrópico

    II. 6. La probabilidad de la vida

    Bibliografía del Capítulo II

    III El diseño inteligente en cosmología

    III. 1. Coincidencias extraordinarias

    III. 2. Problemas con los muchos universos

    III. 3. El infinito en física

    III. 4. El infinito en matemáticas

    III. 5. Pseudociencias al amparo del ateísmo

    III. 6. El experimento de las tijeras cuánticas

    III. 7. Los niveles del multiverso

    III. 8. Filosofías falsas para explicar formulaciones científicas correctas

    III. 9. La gran objeción a la teoría del diseño inteligente

    Bibliografía del Capítulo III

    IV Sentimiento estético y religioso ante el diseño

    IV. 1. Belleza y ciencia

    IV. 2. Belleza en la matemática pura

    IV. 3. La belleza en las ciencias naturales

    Bibliografía del Capítulo IV

    Prólogo

    En el año 2003 se publicó el libro titulado "Pero, ¿Quién creó a Dios?" (Sanvisens H, A, 2003), donde se explicaban las pruebas actualizadas de la existencia de Dios y del alma humana espiritual. Desde entonces se han llevado a cabo descubrimientos científicos que han reforzado extraordinariamente los fundamentos de la creencia en Dios, pero, mientras algunos filósofos de gran profundidad, como Antony Flew han conseguido liberarse de la corriente impetuosa de la moda materialista atea, otros han abrazado pseudociencias para salvar su ateísmo y, en muchos casos, para poder seguir determinadas conductas morales.¹

    Aquí vamos a desenmascarar estas pseudociencias que, por desgracia se veneran en las universidades como si fueran ídolos. Haremos una defensa de la teoría del diseño (o del diseño inteligente, que es lo mismo). El diseño hace referencia al diseñador que, evidentemente es Dios (si no lo fuera deberíamos buscar el diseñador del diseñador, y así ad infinitum).

    El diseño ha sido demostrado en los seres vivos, en su evolución y en su mismo origen, pero también se ha demostrado en el cosmos, en sus leyes y en su evolución programada.

    Los ateos no pueden creer en la teoría del diseño inteligente y por eso la atacan. En este libro se expone qué hay detrás de todas esas críticas y, sobre todo, se rebaten las teorías que ellos han puesto en su lugar como explicación de la realidad.

    I

    La complejidad en biología

    I. 1. Complejidad en lo más simple y en los inicios

    Cuando se habla de evolución se piensa en un proceso que tiende a una complejidad creciente, como en un desarrollo. Se concibe un mundo primitivo con ecosistemas muy sencillos y con seres vivos muy simples, que fue transformándose gradualmente en un mundo de extraordinaria complejidad a todos los niveles. Una de las pruebas clásicas de la evolución era que los estratos más antiguos contenían fósiles más simples y menos diversos. Sin embargo Darwin evitó durante mucho tiempo utilizar la palabra evolución, que tenía el sentido de un desarrollo. Prefería hablar de transformación. Sabía muy bien lo que hacía porque nada hay más opuesto a su teoría transformista que el incremento en complejidad.

    En efecto, una teoría que intenta explicar todo cambio como algo que incrementa la reproducción, choca frontalmente con la realidad de la complejidad, porque la reproducción se da con la máxima eficacia en todos los ambientes en los organismos más simples (las bacterias). Si aparece algo más complejo que ellas no puede ser debido a su mayor eficacia reproductiva, sino que habrá que buscar alguna otra explicación que, evidentemente, caerá fuera del darwinismo.

    A pesar de esto el darwinismo molecular sigue postulando un origen de la vida de simplicidad extrema, porque piensan los darvinistas que de esta manera evitarán la necesidad del diseño, que es la teoría alternativa a la que se ven obligados a combatir. Por eso ha sido un rudo golpe para el darwinismo el hecho de la gran complejidad hallada en el sistema biológico más simple existente en la actualidad, el Mycoplasma pneumoniae. Tres estudios dirigidos por el Dr. Luis Serrano del Centro de Regulación Genómica de Barcelona publicados en 2009 en Science (Güell, M., et al, 2009; Yus, E., et al, 2009.; Kühner et al., 2009) muestran no sólo el nivel enorme de complejidad de los microorganismos más simples, sino que además ponen de manifiesto que hay muchas cosas en los seres vivos que no se explican por el genoma, por lo cual hay que explicar además una complejidad que no es genómica, pero ello rebasa las posibilidades del darwinismo, porque la selección natural sólo trabaja sobre caracteres determinados por los genes. En estos artículos de Science se analiza la complejidad del transcriptoma, del metaboloma y del proteoma de Mycoplasma. A título de muestra identificaron 341 operones, de los cuales 139 eran policistrónicos. En varias condiciones los operones podían ser divididos en 447 unidades transcripcionales más pequeñas, resultando muchos posibles transcriptos alternativos.

    La biología de sistemas se va abriendo paso en los laboratorios actuales, porque cada vez hay más evidencias de que no existen elementos aislados: que los sistemas son todos integrados que funcionan precisamente gracias a su complejidad. Pero en muchos sistemas complejos hay un núcleo de complejidad irreducible, de forma que no se puede llegar a ellos paso a paso desde sistemas muy simples por un proceso darviniano, ya que las formas intermedias no serían eficaces, sino que se hace necesario un diseño inteligente. Esta es la tesis de la teoría del diseño (o del diseño inteligente, como suele decirse con cierta redundancia).

    Los investigadores que trabajaban comparando las secuencias de ácidos ribonucleicos ribosómicos de las bacterias, las arquea y los eucariotas, han llegado a la conclusión de que existía una secuencia ancestral común correspondiente a un organismo primordial al que han llamado LUCA (último ancestro común universal) (Gabaldón, T.,2009). La sorpresa fue la enorme complejidad de LUCA. Contenía la maquinaria de transcripción y traducción genéticas, con el código genético incluido, la ruta metabólica de la glicólisis, el ciclo de Krebs, las vías de síntesis de aminoácidos y nucleótidos y concretamente desoxiribonucleótidos, componentes del ADN. El hecho de no encontrar rutas de síntesis de lípidos no indica que LUCA no sintetizara lípidos; es simplemente una consecuencia de la metodología comparativa. Resulta que las arqueas tienen isoprenoides como lípidos de membrana, mientras que las bacterias y los eucariotas contienen lípidos saponificables, es decir, con ácidos grasos. Por eso es imposible hallar un mecanismo común. No cabe la tesis de que LUCA no poseía membrana lipídica, ya que se han hallado los componentes de las bombas y sistemas de transportadores de membrana en su reconstrucción teórica.

    LUCA representa la célula tal como era antes de la diversificación de los tres dominios celulares. Pero, dada la antigüedad de las bacterias y las arqueas, podemos pensar que LUCA está muy cerca del origen de la vida y que su complejidad es un reflejo de la complejidad inicial.

    Mirado con objetividad y sin dogmatismos, esta complejidad inicial es perfectamente compatible con la teoría del diseño inteligente y previsible desde ella, pero en cambio es totalmente incompatible con el darwinismo y con cualquier otra teoría evolutiva que no admita el diseño.

    Para que el darwinismo pudiera tener cierta credibilidad deberían hallarse numerosos indicios en paleontología de que la complejidad se alcanza gradualmente paso a paso. Pero la realidad no es así. El gran darvinista que fue Stephen Jay Gould aportó, junto a Niles Eldredge, las pruebas científicas decisivas contra el darwinismo al demostrar el carácter discontinuo del registro fósil. Una teoría, la del equilibrio puntuado, que propusieron en 1972 para dar cuenta de tal discontinuidad, no fue otra cosa que una pura descripción del fenómeno, que luego se intentó explicar a través de un modelo de especiación en poblaciones pequeñas que había sido propuesto por Ernst Mayr en 1942. Se trataba de un modelo de genética de poblaciones con deriva genética y selección ulterior, que no explicaba la creación de nuevos genes, ni nuevos órganos ni mucho menos nuevas especies. Gould modificó radicalmente el intento de explicación darviniana, ganándose la reprobación de los pontífices del neodarwinismo, viéndose obligado a volver a la estéril y retórica ortodoxia. Últimamente Lynn Margulis ha intentado explicar el equilibrio puntuado por medio de su teoría de la simbiogénesis, que rompe con el neodarwinismo, pero que es igualmente incapaz de explicar el fenómeno porque descuida algo fundamental como es el acoplamiento de los genomas que entran supuestamente en simbiosis.

    La cuestión de la famosa explosión vital del Cámbrico, apareciendo inesperadamente todos los tipos de organización incluidos los cordados, sigue descalificando al darwinismo como teoría que intenta estar en conformidad con los hechos. Las divergencias genéticas entre los phyla del reino animal requerirían en cualquier teoría evolutiva sin diseño, la existencia de metazoos antepasados comunes que se separaran hace más de 1.200 millones de años de antigüedad (aunque hay grandes discrepancias en este punto), pero en esas épocas no había más que bacterias. Los metazoos aparecen bruscamente cerca del comienzo del cámbrico y se desarrollan en 10 millones de años (explosión cámbrica).

    I. 2 Complejidad irreducible

    Desde hace algunos años el caballo de batalla es el problema de la complejidad irreducible. El bioquímico Dr. Michael J. Behe, de la Universidad de Lehigh, puso como modelo mecánico de complejidad irreducible el de la trampa para ratones compuesta de una base de madera, un gatillo y un resorte (Behe, M.J., 1996). Kenneth R. Miller, como muchos otros darvinistas dogmáticos no acierta a entender el problema de la complejidad irreducible. Refiriéndose a la trampa para ratones de Behe dice que partes de esta máquina pueden tener funciones diferentes y útiles. Es cierto que la base de madera puede servirle a alguien como pisapapeles y el gatillo como anzuelo y que el resorte o muelle podría servir como balanza. Pero Miller se equivoca, y con él todos los darvinistas, al hablar precipitadamente de un cambio de función y al no tener en cuenta las relaciones entre las partes componentes de la trampa.

    El darwinismo quisiera explicar la trampa de ratones a base de acumular paso a paso en unas personas, primero la base de madera, luego el gatillo y luego el resorte. No se tiene en cuenta que hay muchas más cosas que pueden servir como pisapapeles mucho mejor que una base de madera y que la selección que favorece la función de pisapapeles nunca llevará a una base de madera, sino a una base de plomo o a una roca de base plana que no permitirá el acople práctico de los otros componentes de la trampa. Un gatillo no es un buen anzuelo en absoluto, y si la selección fuera favoreciendo la función de anzuelo jamás llegaríamos a tener un buen gatillo para trampas. El resorte es una pésima balanza, y cualquier presión selectiva que favoreciera la función de medidora de masas, acabaría dando una estructura flexible y suave que no serviría en absoluto como resorte.

    Confunden los darvinistas las funciones específicas, que sólo pueden realizar estructuras muy determinadas, con las funciones groseras, que pueden realizar casi todo tipo de estructuras. No se tiene presente que cuando se selecciona a favor de una función grosera nunca se alcanza una estructura útil para funciones

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