n los últimos tres millones de años, el tamaño del cerebro humano se triplicó, lo que para buena parte de los antropólogos que estudian la evolución humana constituye el avance más rápido de un órgano (Paidós, 1994), «los alcaloides de las plantas, particularmente los compuestos alucinógenos como la psilocibina, dimetiltriptamina (DMT) y harmalina, pudieron ser los factores químicos de la dieta protohumana que catalizaron la emergencia de la autoconciencia humana». Pero el investigador va mucho más allá con su hipótesis, pues plantea que los alucinógenos hicieron posible «la emergencia del lenguaje y la religión». Para McKenna tuvieron que darse tres etapas en cuanto a la relación homínidos-alucinógenos. En una primera fase, nuestros ancestros prehistóricos habrían ingerido pequeñas cantidades de psilocibina y/o DMT sin tener conocimiento de sus efectos. Esta circunstancia habría generado una mayor agudeza de sus cinco sentidos, lo que constituiría una mejora en las técnicas de caza. En la segunda, ya conscientes del «poder» de dichas sustancias, descubrirían que producían una mayor excitación sexual, con lo que el hongo favorecería la reproducción de la especie. Finalmente, el tercer nivel sería el del trance chamánico, mediante el cual ciertos miembros del grupo que habrían tomado altas dosis, protagonizarían viajes a otras realidades, en las cuales mantendrían contacto con los dioses, con las entidades superiores que «marcarían» el camino a seguir por el grupo. Así habrían surgido los primeros intermediarios entre los dioses y los humanos, lo que supondría también el inicio del pensamiento religioso.
LAS PLANTAS DE DIOS
Aug 24, 2023
1 minuto
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