John C. MATHER “La imaginación no alcanza visualizar el big bang”
El pasado noviembre se cumplieron treinta años del lanzamiento por la NASA del telescopio COBE, que hizo las primeras mediciones sobre el big bang y el origen del universo. El COBE dató su edad en 13800 millones de años y obtuvo una imagen del eco de esa primera explosión, poco después de formarse (300000 años). La idea del proyecto la había tenido en 1974 John Mather (Virginia, 1946), un físico entonces de veintiocho años que hacía su tesis doctoral. Por sus estudios ganó el Premio Nobel de Física en 2006. Ya hubo un precedente teórico en 1948, cuando el físico George Gamow y el cosmólogo Ralph Alpher predijeron en un artículo que el big bang habría dejado una radiación en la materia que podría detectarse y medirse. Luego, en los 60, los físicos Arno Penzias y Robert Wilson midieron en un laboratorio de Nueva Jersey la radiación de fondo cósmico de microondas surgida del big bang, lo que les valió el Nobel de Física en 1978.
Pero la medición del cosmos desde la Tierra tiene muchas interferencias. Había que ir más allá, y entonces Mather tuvo su idea loca: colocar un en el espacio, el satélite COBE, que operó entre 1989 y 1993. Desde 1995, Mather trabaja como director científico de un heredero de los telescopios espaciales COBE, WMAP y Hubble (este aún en activo): el telescopio espacial James Webb (JWST), un portento tecnológico destinado a revolucionar la ciencia del universo, cuyo lanzamiento está previsto para marzo de 2021. Mather nos recibe en su despacho del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, en las afueras de Washington. Es un hombre sonriente, alto y delgado, con gafas muy grandes. Sobre la (1996), en el que contó la historia de COBE y de sus investigaciones.
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