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Dos lecturas sobre el pensamiento de Judith Butler
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Dos lecturas sobre el pensamiento de Judith Butler

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Lejos de resolver las tensiones y las voces en disenso percibidas a lo largo de toda la obra de Judith Butler, Pamela Abellón y Magdalena De Santo ponen en práctica la premisa de que es precisamente el disenso, la inestabilidad conceptual y el esfuerzo de las interpretaciones lo que mantiene tanto al movimiento feminista como a sus teorías vivas, pujantes y en continuo estado de resignificación. El primer escrito, Espectros beauvoirianos en la obra de Judith Butler, de Abellón, recorre, a partir de la noción derrideana de “espectro”, los rastros que la filosofía francesa ha dejado en Butler, en especial la obra de los existencialistas. Los estudios teórico-filosóficos sobre Simone de Beauvoir y sobre Judith Butler se han centrado tradicionalmente o bien en la lectura aislada de sus obras, sin considerar las relaciones conceptuales que existen entre ambas, o bien en lecturas que solo evalúan sus relaciones crítico-negativas: es decir, las objeciones que Butler le realizó a Beauvoir. Así, la lectura de la autora, que se centra en sus relaciones crítico-positivas, constituye un aporte novedoso, e interesante para pensar el devenir de la teoría feminista en estas dos autoras. El recorrido que realiza Magdalena De Santo parte de la identificación de la noción butleriana de “performatividad” con la noción de “género” y por supuesto con las nociones de “drag” y “queer”. La autora devela cómo en la teoría butleriana conviven, por lo menos, dos tipos de discursos: por un lado el teatral o dramático propio del art performance y, por otro, el de la performatividad lingüística o de actos de habla en el sentido no-referencial. Muestra así cómo la conceptualización originaria de performance fue paulatinamente trasmutada por Butler hacia una versión más cercana a la performatividad derrideana. Este rastreo permite presentar el género en cada una de las claves discursivas.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento4 abr 2016
ISBN9789876992091
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    Dos lecturas sobre el pensamiento de Judith Butler - Magdalena De Santo

    Bibliografía

    Agradecimientos

    Este libro se lo queremos agradecer especialmente a la Universidad de Buenos Aires, a la Universidad Nacional de La Plata y a la Universidad Nacional de Villa María. A nuestras directoras y guías intelectuales, María Luisa Femenías y Nora Domínguez, a nuestras compañeras del UBACyT La filosofía de Judith Butler: una relectura crítica de la constitución del sujeto radicado en el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género, y al Proyecto H.591, radicado en el Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género, ambos dirigidos por María Luisa Femenías. A Carlos Gazzera y Emanuel Molina de Eduvim y a todas las personas que siguen creyendo en nuestras investigaciones.

    Prólogo

    En un viejo artículo, Judith Butler se pregunta qué hace que las investigaciones sobre la violencia se constituyan en fundamentales aun cuando las investigaciones fundantes sean imposibles.¹ El aspecto que retengo de la pregunta es ¿cómo comienzan las investigaciones o cómo impactan desde un comienzo? ¿Cómo cada investigación genera sus propias exclusiones constitutivas? ¿De qué modo trasmitimos nuestras investigaciones y qué opacidades trasmitimos con ellas? Butler intenta una respuesta por vía de su peculiar deconstrucción; método que perfeccionó a lo largo de su obra, aún en desarrollo. Recientemente, volvió sobre el tema de la violencia. No ya respecto de los actos performativos que implican injurias o insultos como actos violentos hacia personas puntuales –como lo demuestra la tesis de Magdalena De Santo, y como lo hemos revisado en otras publicaciones conjuntas–. Incluso, no como lo desarrolló Butler en Exitable Speech, por ejemplo, sino por el contrario en un marco mucho más amplio. En efecto, en uno de sus últimos libros se centra en la violencia de la convivencia entre naciones, la diversidad religiosa, el ejercicio del poder de ciertos grupos y el sometimiento que esto implica para otros, como marco general de la posibilidad de constituir sus propias vidas. En estos escritos –cuyos temas previamente discutió en incontables artículos periodísticos– involucra fuentes filosóficas del pensamiento judío y no-judío, y un examen meticuloso de la situación histórica, social y política de los judíos en el mundo y del Estado de Israel. Por eso, su abordaje de la violencia está casi por completo focalizado en la cuestión judeo-palestina, la Franja de Gaza, la ideología del sionismo y un conjunto de valores que rescata como propiamente judíos a la luz de una lectura crítica, meticulosa y sistemática, como habitualmente nos tiene acostumbradxs. Me refiero a Parting Ways. Jewishness and the Critique of Zionism (2012), obra polémica y comprometida, cuyo estilo está más próximo a los espectros (como bien los denomina Pamela Abellón) e ideales existencialistas de una Beauvoir o de un Sartre que a sus escritos previos sobre la teoría queer, y que la han hecho mundialmente famosa. Butler está haciendo desde luego un recorrido amplio y generoso en sus investigaciones.

    Por eso, leer una filósofa (teórica) de tan amplios horizontes es, sin duda, un desafío. Las interpretaciones que suelen darse de su obra son muchas, diversas y hasta contradictorias. Desde las críticas descarnadas de Martha Nussbaum a las ponderaciones y alabanzas laudatorias, de escaso valor crítico-filosófico, de algunxs de sus admiradorxs incondicionales, la obra de Butler es hoy por hoy una de las más potentes entre lxs filósofxs de su generación. No solo por la cantidad de su producción o por los ríspidos temas abordados, y que la han hecho famosa, sino y sobre todo por la amplitud de problemas que aborda; donde continuamente se bifurcan los caminos de su reflexión hacia senderos que vuelven a reunirse de modo insospechado.

    Uno de sus giros más interesantes se produjo hace años cuando, de la cuestión queer a la que había comprometido casi toda su obra más difundida (y venerada) –traducida a varios idiomas, entre los que el castellano de Latinoamérica fue una de las primeras lenguas receptoras–, sus escritos a partir de la caída de las Torres Gemelas pusieron en primerísimo plano la cuestión de la violencia del afuera. No ya contra sujetos individuales por cuestiones de discriminación de sexo-género, sino de la ejercida sobre comunidades enteras, por el mero y fortuito hecho de que sus habitantes habían nacido en esa parte del mundo y, como diríamos revirtiendo el kairós aristotélico, se encontraban en el lugar inadecuado en el momento inadecuado. Butler constató una vez más lo que muchos ya sabían: que los atentados masivos a poblaciones civiles matan a propios y ajenos; a los ideológicamente afines y a sus contrarios; a blancos y a negros, a judíos, cristianos, musulmanes, budistas o agnósticos; a mujeres, varones, trans, intersex, a niños y adultos. Creo que el tremendo impacto de tener la guerra en casa se refleja en la temática que comienza a hacerse cada vez más frecuente (casi urgente) en sus publicaciones académicas y periodísticas.

    Provisoriamente, pondría como eje simbólico de esta etapa Giving an Account of Oneself (2005). No porque sea su primera obra sobre el afuera o sobre la violencia sino porque la manera en que revisa la literatura filosófica de raíz ilustrada crítica (Adorno, por ejemplo), parece remitirse a la necesidad de estudiar las reglas y las normas de modo sistemático y desde dentro del mismo esquema conceptual; y así lo hace. Casi me atrevería a decir que apela a ciertas reglas universales, no desde luego en su interpretación ontológica, sino, por el contrario, en su más nítida y precisa interpretación formal. En la Ilustración y sus herederos se reconoce, por cierto, la presencia de la metafísica de la sustancia, como reiteradamente Butler lo ha denunciado siguiendo a Nietzsche, pero también se identifica un horizonte (muchos dicen que utópico, perdón por usar una palabra tan desprestigiada) basado en cierto conjunto de valores que no podemos ni olvidar ni degradar. La misma Butler lo reconoce cuando afirma que los principios se derivan de fuentes culturales específicas, lo que no significa que pertenezcan solo a algún grupo humano ni que sean esenciales u ontológicos; sino que valen extensamente más allá de la tradición en la que se originan y dependen fundamentalmente más que de su localización cultural, de su instrumentación y de su posibilidad de transposición como principios de justicia y de equidad.² ¿Gira su mirada hacia la búsqueda de un fundamento? No lo sé; quizá no o, mejor, todo depende de qué entendamos por fundamento. Butler pone en juego de manera singular una metodología, una reconceptualización y un conjunto de herramientas teóricas extremadamente ricas. Ahí reconocemos y resignificamos la agudeza de todos sus escritos. Su propia posición teórica habilita a ello. Sin pretender hacer un artículo crítico sobre su obra, solo a partir de su amplitud y su riqueza, podemos inscribir los trabajos que venimos a presentar. En principio, porque lejos de abandonar cierto bagaje cultural y metodológico de sus primeros escritos, Butler vuelve a ellos, los resignifica y, hasta donde yo sé leerla, sin abandonar nunca un cierto eje problemático en torno a la discriminación, el dolor que causa, la violencia en todas o algunas de sus formas.

    En este sentido, el libro que me complazco en presentar constituye un ejemplo de cómo puede ser leída, examinada, también reconstruida y enriquecida, volviendo sobre sus conceptos y estrategias iniciales clave; muchas veces tomados sin mayor espesor crítico. Espectros beauvoirianos en la obra de Judith Butler de Pamela Abellón recorre, a partir de la noción derrideana de espectro, los rastros que la filosofía francesa ha dejado en Butler, en especial la obra de los existencialistas, con Beauvoir a la cabeza, aunque no solo ella. Los estudios teórico-filosóficos sobre Simone de Beauvoir y sobre Judith Butler se han centrado tradicionalmente o bien en la lectura aislada de sus obras, sin considerar las relaciones conceptuales que existen entre ambas, o bien en lecturas que solo evalúan (en palabras de Abellón) sus relaciones crítico-negativas: es decir, las objeciones que Butler le realizó a Beauvoir. Una lectura así (de la que me hago cargo)³ enfatizó sus distanciamientos filosófico-feministas en términos dicotómicos: el feminismo de la igualdad de cuño ilustrado en Beauvoir y, desde esa perspectiva, el post-feminismo de Butler. Por tanto, la lectura de Pamela, que se centra en sus relaciones crítico-positivas constituye un aporte novedoso, interesante y enriquecedor. Precisamente, el desafío y objetivo general de su trabajo radica en establecer entre ambas filósofas una suerte de diálogo crítico-positivo y propositivo, enmarcado en ciertas reflexiones sobre el problema ontológico del sujeto y del cuerpo en el feminismo, y circunscribiendo ciertas propuestas de liberación y emancipación de las mujeres y lxs queers. La hipótesis fuerte de Abellón es que el pensamiento de Beauvoir es constitutivo del de Butler en dos sentidos fundamentales, primero como pars destruens; es decir, como referente crítico ante el cual Butler constituye su propia teoría. Segundo, porque Butler reconceptualiza la dialéctica beauvoiriana de los sexos en términos de dialéctica de los géneros. Por último, Abellón se centra en el problema de la materialidad de los cuerpos sexuados, la acción y la agencia política. Respecto de la primera cuestión, retoma la noción de cuerpo vivido y de cuerpo en situación que Beauvoir comparte con Merleau-Ponty, lo que le permite disolver avant la lettre un conjunto de paradojas corporales, en las que –a su juicio– incurre Butler. Respecto de lo segundo, considera que el concepto beauvoiriano de acción (praxis), enmarcado dentro de la interrelación constitutiva del en sí y del para sí, permitiría diluir las paradojas agenciales a las que llega Butler. Abellón devela y examina las constantes discusiones de Butler con sus referentes ocultos, polémicos y desafiantes. Por eso, puede –en su singular lectura– dar cuenta también de cómo es posible (de)reconstruir los caminos que recorre Butler a partir de múltiples reposiciones críticas de autores que, como Derrida, Austin o la misma Beauvoir, ha sabido sumar a su bagaje filosófico.

    Otro tanto sucede con el recorrido que realiza Magdalena De Santo de la noción de performatividad, eje central de la segunda parte de este libro. Todxs identificamos la noción butleriana de performatividad con la noción de género y por supuesto con las nociones, entre otras, de "drag y queer". Pero el recorrido que realiza De Santo a partir de El género en disputa, muestra cómo en la teoría butleriana de la performatividad conviven, al menos, dos tipos de discursos. Por un lado, el teatral o dramático propio del art performance y, por otro, el de la performatividad lingüística o de actos de habla en el sentido no-referencial. Muestra así cómo la conceptualización originaria de performance fue paulatinamente trasmutada por Butler hacia una versión más cerrada y cercana a la performatividad derrideana, en su diálogo con John Austin. La amplitud y riqueza de este rastreo le permite a De Santo presentar el género en cada una de las claves discursivas. De modo que, a su criterio, el ejercicio analítico de la performatividad de género reconoce una doble semántica: eje fundamental de una parte de su trabajo. La analítica de la performatividad, que emprende De Santo, separando las connotaciones teatrales de los análisis lingüísticos involucra sistematizar aquello que en la obra de Butler se encuentra reunido y hasta fusionado en una única palabra-concepto, de modo ambivalente. A este eje central, añade De Santo dos hipótesis subsidiarias. La primera se desarrolla en un plano epistemológico, mostrando que la performatividad de género procura ser una posición epistemológica intermedia entre el constructivismo radical y el voluntarismo. Las derivas teóricas de esta primera hipótesis, le permiten plantear la segunda: que la argumentación butleriana fue perdiendo paulatinamente sus connotaciones teatrales. Vinculada –como dramaturga– al espacio creativo del teatro, De Santo puede desplegar aristas que a ojos no entrenados pasarían desapercibidas. A partir de un análisis minucioso de la noción de género, pone en evidencia los nuevos alcances que detenta esa categoría y el impacto que la incesante búsqueda butleriana de desnaturalización, a fin de mostrar su discontinuidad, produjo. Asimismo, la autora contribuye a la comprensión de la obra de Butler elaborando conceptos, como el de giro performativo, que inscribe en un estudio onto-epistémico. Nuevamente, a partir de ahí elabora la crítica butleriana a la metafísica de la sustancia, la noción de matriz de inteligibilidad heterosexual, la noción de subversión y la de la parodia, como estrategias políticas. Así, logra poner en marcha la distinción analítica entre el discurso de la performance y el de la performatividad lingüística. Por tanto, el mérito del trabajo de De Santo no solo se centra en el rastreo crítico, sutil y sistemático que realiza respecto de los conceptos en cuestión, utilizados en diversos niveles y sentidos por Butler, sino más propiamente en la elaboración de un cuidadoso y sistemático análisis de las posibilidades y variabilidades del caso, hasta desarrollar su aplicación a conceptos como drag.

    En suma, ambos trabajos, estrechamente vinculados, enriquecen de modo notable nuestra comprensión de la obra de Butler. En principio, como obra filosófica pero más aún como obra polémica de las teorías y las prácticas feministas. En ese sentido, ambos trabajos pueden encuadrarse dentro de lo que denominamos una crítica interna. Sin embargo, no son textos que busquen una coherencia y una unidad monolítica que la misma Butler rechazaría. Por el contrario, en la línea de lo que la filósofa sostiene, lejos de resolver las tensiones y las voces en disenso que se perciben a lo largo de toda su obra, las autoras de este libro ponen en práctica la premisa de que es precisamente el disenso, la inestabilidad conceptual y el esfuerzo de las interpretaciones lo que mantiene tanto al movimiento feminista como a sus teorías vivas, pujantes y en continuo estado de resignificación. No se trata, pues, de lecturas que defienden posiciones alternativas o interpretaciones rígidas sino que sopesan las virtudes y limitaciones de una obra tan extensa y rica como polémica, entendiendo este último rasgo como una de sus más caras virtudes.

    Por último, ambos trabajos –me complace decirlo– nacieron de tesis de licenciatura, dirigidas por mí y con un resultado cuyo mérito atribuyo completamente a sus autoras. Oportunamente, la de Pamela Abellón fue defendida en el Departamento de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (2012) y la de Magdalena De Santo en el Departamento de Filosofía de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (2012). Soy docente en ambas facultades y en las dos dirijo seminarios y proyectos de investigación. Tanto Pamela como Magdalena se integraron a ellos contribuyendo con sus investigaciones y estudios al enriquecimiento de la producción del equipo, que sobre la obra de Butler remonta sus publicaciones –cuando menos– al año 2000. Por esa época, quizá ambas solo soñaban con convertirse en filósofas. Mucho hemos aprendido desde entonces gracias a las discusiones internas del equipo, en la novedosa producción de sus miembrxs, en la reposición de fuentes y en el intercambio de ideas con otros equipos que también trabajan la obra de Butler. A todxs los que directa o indirectamente colaboraron con este libro, agradecemos sus discusiones honestas y su potente interés por las nuevas vertientes de la filosofía.

    A la editorial de la Universidad Nacional de Villa María le agradecemos la generosidad de esta publicación, con su apuesta positiva a los nuevos temas y a sus estudiosxs más jóvenes.

    Por último, si como decían los clásicos el mayor mérito de un maestro es verse superado por sus discípulos, en este caso no puedo menos que vanagloriarme de ello. A los lectorxs dejamos la tarea de recibir, examinar y superar la apuesta.

    María Luisa Femenías

    Buenos Aires, abril de 2013

    1 BUTLER, J., A note on performative acts of violence, Cardozo Law review, 1991-1993, págs. 1303-1304.

    2 BUTLER, J., Parting Ways, Nueva York, Columbia University Press, 2012, pág. 5.

    3 FEMENÍAS, M. L., Judith Butler: Una introducción a su lectura, Buenos Aires, Catálogos, 2003, cap. 1.

    Espectros beauvoirianos en la obra de Judith Butler

    Pamela Abellón

    Presentación

    Objetivo general y delimitación bibliográfica

    Simone de Beauvoir y Judith Butler, representantes ineludibles del feminismo filosófico, se inscriben en diferentes perspectivas teóricas. La primera, lo hace en la fenomenología y en el existencialismo francés del siglo XX, e inaugura el feminismo de la igualdad, heredero crítico de los principios de la Ilustración. La segunda, abraza el posicionamiento postmoderno, constituyendo la corriente del post-feminismo.¹

    Los estudios críticos sobre ellas se centran, o bien en la lectura de sus obras sin considerar sus relaciones conceptuales, o bien en lecturas que, aunque las suponen, evalúan solo sus relaciones crítico-negativas, es decir, las objeciones que Butler le realiza a Beauvoir. Dado que aún no se presentan análisis específicos que se concentren en un diálogo positivo entre ellas, este constituye el objetivo general del presente trabajo. Si bien la ausencia de textos al respecto podría leerse como una limitación, nosotros consideramos que justamente en ello radica el desafío, la riqueza y la originalidad de nuestra investigación. Específicamente, nos proponemos establecer un diálogo crítico-positivo y propositivo entre las reflexiones filosófico-feministas de ambas autoras. Con ello referimos al estudio teórico-crítico y comparativo que pone el énfasis en el relevamiento de sus cercanías conceptuales y en el cotejo crítico de sus respuestas a preguntas filosóficas comunes, sin negar sus distanciamientos, con el fin de instaurar una relación de filiación entre pensadoras que por sus diferentes presupuestos filosóficos parecerían prima facie solo opositoras.²

    Sus reflexiones exceden, en muchos casos, el ámbito del feminismo. Sus corpus bibliográficos son sumamente amplios no solo en volumen sino también en temáticas, problemáticas y discusiones interdisciplinarias. En vistas a nuestro objetivo y a las argumentaciones que llevaremos a cabo, nos concentramos, en el caso de Beauvoir, principalmente en El segundo sexo (1949), en Para qué la acción (1944) y en Para una moral de la ambigüedad (1947). Respecto de la obra de Butler, trabajamos El género en disputa (1990), Cuerpos que importan (1993) y Deshacer el género (2004). Por otro lado, nos dedicamos a los artículos en los que discute con Beauvoir, aunque el diálogo se establece también en los libros mencionados. Nos referimos a "Sexo y Género en El segundo sexo de Beauvoir (1986), Variaciones sobre sexo y género: Beauvoir, Wittig, Foucault (1990) y Actos performativos y construcción del género: un ensayo sobre fenomenología y teoría feminista" (1990).³

    Genealogía y matricidio simbólico: una cuestión de espectros

    Uno de los primeros interrogantes que se nos presenta al momento de establecer un diálogo crítico-positivo y propositivo entre Simone de Beauvoir y Judith Butler es cómo hacer conversar a filósofas que se inscriben en horizontes teóricos tan diversos y que, por ello, abrazan diferentes presupuestos filosóficos. La clave interpretativa para responder a esta cuestión nos es dada por tres nociones fundamentales. En primer lugar, la de genealogía femenina de Celia Amorós. En segundo lugar, de la misma autora, la de matricidio simbólico.⁴ En tercer lugar, la de espectro de Jaques Derrida, formulada en Espectros de Marx (1993).

    El pensamiento de Simone de Beauvoir es cuestión de debate desde diferentes corrientes feministas, manifestando una actualidad crítica inusitada, y constituye el punto de referencia al que las feministas posteriores remiten, ya sea continuando o criticando sus ideas. En tal sentido, constituye un hito clave de la tradición.⁵ Las feministas post-beauvoirianas, sobre todo a partir de la década del 60 y de la mano de Kate Millett (1968), llevan a cabo una ceremonia de adopción de sus reflexiones. Adopción que, en tanto reconocimiento retrospectivo, la erige en la madre instauradora de una genealogía femenina y feminista, como sostiene Amorós. Con mayor o menor grado de obsecuencia y/o rebeldía sus hijas legítimas o rebeldes intentan, quizá como toda hija, diferenciarse de su madre mediante un ‘matricidio simbólico’.⁶ Precisamente, en nuestra interpretación, Judith Butler constituye una de sus hijas rebeldes más relevantes en la actualidad. Su posicionamiento respecto de su madre es sumamente crítico, al punto de que en muchas ocasiones no reconoce las influencias beauvoirianas que permean su obra. Sus objeciones, que de la mano de Amorós comprendemos como su intento de matricidio simbólico, manifiestan expresamente el propósito de distanciarse de ella.⁷ Por ello, los estudios de sus relaciones crítico-negativas suelen enfatizar sus distanciamientos teóricos.

    Ciertamente asesinar a la madre "es un requisito necesario para la constitución misma del principio de individuación, la configuración del propio ubi ontológico"⁸ y, en el terreno del pensamiento, la descalificación y el desmarque son estrategias privilegiadas para que haya logos del genos o genealogía.⁹ Sin embargo, la recepción butleriana de las tesis de Beauvoir es bien definida por Femenías (2012) como una desconexión butleriana, haciéndose eco de la conceptualización que Domna Stanton (1980) realiza respecto de la recepción norteamericana de las teorías de la diferencia sexual en términos de transatlantic disconnection. Desconexión butleriana porque Butler lee El segundo sexo desde un paradigma ajeno al de la filosofía francesa. Esto posibilita que la distancia de

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