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Vida y cultura del siglo XIX
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Vida y cultura del siglo XIX

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eBook Interactivo. Tantos movimientos culturales y sociales determinan un siglo XIX muy denso y desconcertante. La cultura se difunde en el pueblo y produce una serie de conmociones políticas y económicas que nadie habría podido prever con anterioridad. Por todas estas causas el silgo XIX es al mismo tiempo progresista y desconcertante, como podemos ver en esta breve colección de imágenes con el que queremos recordarlo.
IdiomaEspañol
EditorialHiares
Fecha de lanzamiento1 feb 2015
ISBN9788416014187
Vida y cultura del siglo XIX

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    Vida y cultura del siglo XIX - Ernesto Ballesteros Arranz

    LA POLÍTICA Y LA RELIGIÓN

    Europa se levantó contra Napoleón porque no estaba preparada para la unidad. Los pueblos de Europa no estaban dispuestos para convertirse en uno solo. Es decir, no tenían los mismos usos religiosos y políticos. En cuanto Napoleón fue desterrado a Santa Elena (FIG. 1), ingleses y austriacos prepararon la fórmula política que debía dominar Europa en el futuro: el equilibrio de poderes. Esta fórmula quiere decir que Europa iba a estar bajo el mando de unas cuantas naciones poderosas, y que las demás, las más débiles, se iban a beneficiar de este equilibrio entre los poderosos. Los fuertes eran Inglaterra, Francia, Imperio Austrohúngaro, Rusia y Prusia. Los débiles, todos los demás, incluyendo a España, que había perdido su imperio y su prestigio en el siglo anterior. Inmediatamente se formó la Santa Alianza entre las potencias vencedoras. La Santa Alianza es un compromiso de respeto y defensa mutua que hacen los fuertes entre sí. ¿Defensa de quién? De ellos mismos, de cualquiera de ellos que pretendieran establecer su hegemonía sobre los demás. En 1815 se reunió el Congreso de Viena para sentar las bases de la nueva Europa.

    En virtud de este Congreso, Francia quedó reducida a las fronteras que tenía antes de la Revolución. Los vencedores se repartieron los despojos, no sólo del vencido, sino de los pequeños países que habían intervenido, a su pesar, en las contiendas del XVIII. Las grandes potencias europeas aprovecharon la derrota de Napoleón para apropiarse de territorios colindantes y apetecidos. Por ejemplo, Rusia adquirió Besarabia, Finlandia y parte de Polonia. Austria adquirió el norte de Italia. Prusia, Posnania y muchos territorios del valle del Rin. Inglaterra fue la más gananciosa, porque renunció a toda reclamación continental y se apropió de vastos territorios coloniales en América, Asia y Oceanía, a costa de las colonias holandesas, francesas y españolas.

    No debemos perder de vista a los restantes pueblos europeos. ¿Cómo quedaron? Los nórdicos quedaron libres salvo Finlandia , con un gobierno dividido y un monarca único. Los estadillos alemanes quedaron independientes, pero sometidos a una Dieta Federal dirigida por el Imperio Austríaco. Prusia nunca aceptó este predominio, lo que dio lugar a violentas tensiones en el siglo XIX. Italia quedó dividida en estadículos sin importancia, entre los que sobresalían los Estados Pontificios bajo el Papa, y la monarquía de Piamonte Saboya en el norte de Italia. España quedó reducida a sus posesiones peninsulares y las colonias sudamericanas. Pero éstas quedaron sin guarnición y se independizaron inmediatamente, como veremos en su lugar. Portugal quedó independiente, con sus explotaciones coloniales y aliada estrechamente con Inglaterra, que se convirtió en reina de los mares. Holanda y Bélgica se unieron impositivamente bajo el príncipe de Orange. Los estados balcánicos quedaron divididos y en poder del Imperio Turco, lo que daría lugar a continuas guerras a finales del XIX.

    Todas estas divisiones se trazaron en el Congreso

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