En la península ibérica, tropas castellanas dirigidas por el rey Alfonso VIII y arropadas por un grupo de caballeros de las órdenes militares de Calatrava y Santiago fueron derrotadas por el ejército almohade del califa Al-Mansur en Alarcos (Jaén). El 19 de julio de 1195, el monarca castellano ordenó el ataque sin esperar el apoyo de sus aliados navarros y leoneses, lo que propició la victoria de los musulmanes y la pérdida de los principales enclaves defensivos cristianos de la zona. Se perdió la villa de Calatrava, sede de la orden militar del mismo nombre, cuyos caballeros tuvieron que replegarse más al norte dejando en manos musulmanas un amplio territorio que hasta entonces había servido de colchón protector de Toledo, la capital castellana.
La derrota de Alarcos obligó a Alfonso VIII a acordar una tregua con el califato almohade que se prolongó quince años, un periodo de tiempo que fue aprovechado por las órdenes militares hispánicas para mejorar el entrenamiento de sus monjes-guerreros. En 1210, el papa exhortó a la cristiandad a seguir combatiendo contra los musulmanes. Los caballeros de las órdenes universales (templarios y hospitalarios) fueron los primeros en acudir al llamamiento del santo pontífice. Apoyados por su maestre de Acre, los templarios de la península ibérica iban a jugar un papel importante en el esfuerzo de reconquista que impulsarían los reinos hispanos unos años después.
EL CONTROL DE CONSTANTINOPLA
A miles de kilómetros de la península ibérica, el Imperio bizantino seguía controlando los estrechos entre el mar Negro y el Mediterráneo desde Constantinopla, lo que convertía a la ciudad en un punto vital para el ingente trasiego comercial en aquella inmensa región. La ruta de la seda hacia China, a través del Turquestán, permaneció abierta durante varios siglos y la llegada de los varegos (vikingos procedentes de Suecia) supuso al principio una amenaza, aunque pronto se convirtió en una nueva baza comercial.
A comienzos del siglo xi quedó abierta la ruta comercial del Danubio y las mercancías también viajaron a Occidente a través del