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Arte italiano del siglo XVI
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Arte italiano del siglo XVI

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eBook Interactivo. En el siglo XVI, habitualmente conocido como "cinquecento", se prolonga este genio artístico italiano que alcanza cotas poco conocidas en Europa y, a nuestro juicio, en el mundo entero. Apoyándose sobre los descubrimientos del siglo anterior, aparecen ahora los grandes genios del arte italiano de todos los tiempos que trastornan definitivamente la historia del arte mundial. Esta conmoción artística italiana sólo puede compararse al clasicismo helénico del que hemos hablado. Si aquél fue la más elevada expresión del talento antiguo, éste constituye el mayor fruto del espíritu europeo occidental moderno.
IdiomaEspañol
EditorialHiares
Fecha de lanzamiento1 feb 2015
ISBN9788416014071
Arte italiano del siglo XVI

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    Arte italiano del siglo XVI - Ernesto Ballesteros Arranz

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    El siglo XVI ha sido siempre con-siderado como la culminación del Renacimiento italiano. En él brillaron nombres indiscutibles, como Leonardo o Rafael, que han quedado grabados para siempre en la Historia del Arte. No puede considerarse, sin embargo, como una continuación o culminación del Renacimiento del XV, porque con esta hipótesis dejaría-mos inexplicadas muchas características de su esencia. Lo cierto es que en el siglo XVI los italianos cambian de gustos y de preferencias. Sólo en algunos aspectos el siglo XVI fue culminación del XV, mientras que en otros encontró normas nuevas que poco o nada tienen que ver con el siglo anterior.

    Uno de los hechos más importantes es la tremenda revalorización del artista italiano en el XVI. Hauser ha demostrado sin lugar a dudas que, hasta el XV, el pintor era considerado como un artesano notable y bien dotado, pero incluido dentro de los oficios manuales y, por lo tanto, despreciado socialmente. A partir del XVI este concepto va a cambiar netamente y el artista pasa a ocupar un lugar respetado, casi venerado, a la altura de los grandes aristócratas de la época. No podemos olvidar la anécdota del Cesar Carlos recogiendo el pincel a Tiziano mientras posaba para él. El pintor, el artista en general pasa al primer plano de la atención social y ya no se valora solamente su obra, sino su personalidad, su genio. Es decir, se valora más lo que puede hacer que lo que ha hecho, lo que le queda por hacer que lo realizado, sus posibilidades que sus actos. Causante de este profundo cambio en la mentalidad social italiana, fue la renovación del neoplatonismo en la Academia de Marsilio Ficino. El concepto platónico de «genio», como un hombre inspirado por Dios, se impuso entre la sociedad nobiliaria y burguesa. El culto al genio mejoró las condiciones materiales de vida de los artistas, pero provocó una gran soledad en torno a su persona. Los llamados genios fueron aclamados y mimados en todas partes -ya veremos el ejemplo concreto de Rafael-hasta que llegaron a creerse enviados por la divinidad para comunicar el goce estético a los mortales. Una vez poseídos de esta idea fueron aislándose de los demás, incapaces de recuperar el humilde lugar que ocuparon hasta entonces. Hay muchos estudios sobre esta idea de genio y el efecto psicológico que produce en las conciencias. El genio se sabe superior, puesto que la parte más escogida de la sociedad sobre valora su producción. Al sentirse superior se siente incomprendido. Cualquier hombre sufre la misma experiencia de soledad y aislamiento en la vida, pero no le da tanta trascendencia. La figura del genio se va agigantando en Occidente hasta desmesurarse en el XlX y XX, con hombres como Baudelaire y Rimbaud.

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