Ha sido posiblemente el gran pintor francés Jean Dubuffet el que más ha hecho por dignificar y popularizar el arte de los locos, equiparándolo con las mejores creaciones artísticas de la vanguardia. Fue en 1945, recién acabada la Segunda Guerra Mundial, cuando empezó a coleccionar y recopilar en Suiza cuadros, dibujos y esculturas realizados por enfermos mentales en sanatorios psiquiátricos. Dubuffet le dio a aquella colección el nombre de Art Brut, que puede traducirse por algo así como «arte feo» o «arte salvaje», y definió el Art Brut como «obras ejecutadas por gente libre de cultura artística». En 1975 la colección, que reunía más de cuatro mil obras de 145 artistas diferentes, se instaló definitivamente en Lausana, en el Château de Beaulieu, donde todavía puede visitarse.
se insertaba en una corriente muy característica del arte del siglo XIX y principios del XX, para la que lo decisivo en la obra de arte era la originalidad, la creación e incluso la inspiración. Los locos y los esquizofrénicos no habían aprendido su arte en escuelas ni academias y, por tanto, se suponía que su creatividad era más original, no contaminada por la tradición. En esa misma corriente, los surrealistas, con André Breton a