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Otra forma de besar. Sobre poesía, lengua y fronteras como el cuerpo
Otra forma de besar. Sobre poesía, lengua y fronteras como el cuerpo
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Libro electrónico185 páginas2 horas

Otra forma de besar. Sobre poesía, lengua y fronteras como el cuerpo

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La obra propone una poética comunal cuyo centro es la traducción. En ella se sitúa la apertura transdisciplinaria: confluyen los estudios culturales, literarios, filosóficos, sociológicos; el bilingüismo, el género, las migraciones y el activismo.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 feb 2023
ISBN9786074179576
Otra forma de besar. Sobre poesía, lengua y fronteras como el cuerpo
Autor

Cristina Burneo Salazar

Cristina Burneo Salazar es escritora, docente universitaria y traductora. También es cofundadora del medio y colectivo independiente Corredores Migratorios, que trabaja por la justicia migrante, en procesos sociales y de formación. Sus crónicas, ensayos y proyectos de escritura se concentran en estéticas bilingües y fronterizas; la poesía en las Américas; estudios del cuerpo; y las relaciones entre la escritura y la justicia, sobre todo desde el feminismo. Vive en Ecuador.

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    Otra forma de besar. Sobre poesía, lengua y fronteras como el cuerpo - Cristina Burneo Salazar

    Imagen de portada

    Otra forma de besar

    ENSAYO

    Otra forma de besar

    Sobre poesía, lengua y fronteras como el cuerpo

    Cristina Burneo Salazar

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO

    BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO

    D.R. © 2023 Universidad Iberoamericana, A. C.

    Prol. Paseo de la Reforma 880

    Col. Lomas de Santa Fe

    Ciudad de México

    01219

    publica@ibero.mx

    Versión electrónica: enero 2023

    ISBN: 978-607-417-957-6

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Hecho en México.

    Digitalización: Proyecto451

    Índice de contenido

    Portada

    Portadilla

    Legales

    Introducción

    Otra forma de besar

    Tomar la noche: morfina y sombra en la poesía ecuatoriana

    El balbuceo como pirueta: Gombrowicz y su aparato fonador

    La nota FA: Whitman, Martí y el sustrato homoerótico de la poesía fundacional americana

    Historias de los puentes que no se han levantado

    Para qué pensar en los poetas

    El reino de los Andes y el Ecuador clerical: García Moreno y la refundación de la nación

    Cuerpo geminado

    Introducción

    Este volumen está conformado por ocho textos publicados en los últimos años. Giran en torno al cuerpo, la poesía, la lengua y las lenguas. Aparecieron en Ecuador, Colombia, México y Argentina, y han sido recogidos aquí para formar un conjunto.

    Cada ensayo es, espero, una apertura a la exploración de una pregunta. Cada pregunta está hecha de diálogos internos y compartidos, anexos, notas, conversaciones, surcos. Dentro de cada uno de estos textos —sin que esto sea una metáfora— hay paseos, sobremesas, clases, un desorden espirituoso, extensos intercambios por correo, por audio y por redes, cavilaciones mientras nadaba o lavaba los platos, y gratitud hacia quienes me acompañaron en todas ellas.

    Al releer y editar, he vuelto a dialogar con muchas personas con quienes he pensado en conjunto, y he recordado especialmente a queridos grupos de estudiantes que me devolvieron una generosa curiosidad y entusiasmo al escuchar estas propuestas en clase, ese espacio sin igual en el que nos encontramos para intercambiar interrogantes sobre los modos en que estamos en el mundo. Espero que esas personas se vean dibujadas en algún pasaje y alcancen a ver en él pequeños rieles trazados hacia nuestra memoria.

    El ensayo que abre el volumen, Otra forma de besar, partió de la imagen de la frontera. Es parte de un trabajo de largo aliento que empezó para mí en 2001, al abordar la traducción de literatura en el volumen El sueño de Pierre Menard, y que luego se abrió hacia los bilingüismos, las lenguas fronterizas, las migraciones y la justicia. Le debo su primera elaboración a Arturo Vásquez Varrón, con quien me formé en traducción literaria en México, en el Instituto Francés de América Latina (IFAL), y quien años más tarde me convocó a pensar en la traducción y las fronteras con ocasión del Encuentro Internacional de Traductores Literarios, realizado en Ciudad de México en 2017. Más adelante, gracias a una invitación de Cristina Rivera Garza a dar un taller que articulara cuerpo, bilingüismo, frontera y traducción, me vi en la tarea de desarrollar esas reflexiones. La invitación fue para trabajar en el doctorado en Español de la Universidad de Houston, con el grupo de Escritura Creativa, un programa excepcional por las políticas de escritura que propone. Esa breve estancia fue generosa conmigo, por la hospitalidad del grupo y por los diálogos que tuve la suerte de compartir con Cristina. A ella le debo la imagen que da título a este volumen.

    A la vez, les debo largas conversaciones sobre bilingüismos a Gina Saraceni y a Pablo Gasparini durante estos años. Alguna vez pensamos a seis manos sobre los lenguajes de la incertidumbre, con preguntas que Gina proponía, desde su propio bilingüismo italiano-venezolano, sobre la lengua como lugar inestable e insuficiente para nombrar a sujetos, cuerpos y comunidades en territorios marcados por la fuga y el tránsito, el riesgo y la alteridad. A Pablo le debo muchas ideas e imágenes a partir de su trabajo sobre Witold Gombrowicz, con el que dialoga El balbuceo como pirueta, mi lectura sobre la garganta del escritor polaco. Le debo también viajes a otras lenguas, como las que conocimos en los heterolingües carnavales de El Alto boliviano. Tanto con Gina como con Pablo tengo el privilegio de compartir la cercanía que cultivamos quienes queremos saber cosas sobre el irse, el volver, y las lenguas que surgen en el medio.

    El prólogo que escribí en 2016 para la edición ecuatoriana de Hojas de hierba, de Walt Whitman, en la versión de Francisco Alexander, empezó en 2001, cuando descubrí gracias a Iván Carvajal lo que significaba Alexander para la traducción en Ecuador. Mi trabajo tomó otros rumbos años más tarde, debido a los estudios queer y de género, que me permitieron mirar los fundamentos de la poesía que llamamos hispanoamericana a distancia de sus contornos tradicionales y lejos de la heteronorma que aún rige en la literatura.

    Tomar la noche fue un texto por largo tiempo dormido, que volvió a despertar gracias a la extraordinaria memoria de Julio Ramos, quien lo convocó a un dossier sobre poesía, drogas y biopolítica titulado bellamente La farmacia de los poetas. Ese llamado a la revista El Jardín de los Poetas me permitió elaborar, a partir de del diálogo con Julio, una relación entre morfina, noche y escritura.

    Por otro lado, Historias de los puentes que no se han levantado es un texto que le debo a Gabriela Alemán y a un dossier para la Universidad de Antioquia en el que ella se propuso hacer visibles miradas renovadas sobre la literatura ecuatoriana. Allí pude ensayar un breve panorama de la poesía con una perspectiva cultural que abordara la figura del juglar, el trabajador o las poetas, buscando expresiones menos apegadas al prestigio, más bien gestos heterodoxos de escritura.

    Para qué pensar en los poetas fue una crónica que publiqué en el medio La Barra Espaciadora a la muerte de Leonard Cohen, uno de los poetas que leí y cuya música escuché mucho en mi adolescencia. La partida de Cohen, de quien muchos pensaban que había muerto tiempo antes de su fallecimiento, me hacía pensar en la inmortalidad. A veces no sabemos bien qué mundo habitan aquelles a quienes leemos, pero sus textos poseen un aliento propio.

    Dos textos un tanto al margen de los anteriores cierran el libro. El reino de los Andes es un ensayo sobre el cuerpo de Gabriel García Moreno, tirano decimonónico, beato y mártir que gustó de los cilicios. Allí me propuse entender la relación entre cuerpo y nación, y le debo su existencia a Celina Peña Guzmán y a Esteban Ponce Ortiz. Cuerpo geminado, en cambio, es un ensayo que se inscribe en el proyecto artístico La Dupla, de las artistas Paulina León y Dolores Ortiz, quienes construyeron el personaje Leo y Lu, una/doble mujer siamesa. Mientras el cuerpo de García Moreno mostraba una nación católica creada por un mártir, el de Leo y Lu me permitía pensar a partir de la siamesidad en vínculos posibles que no se subordinan al gran cuerpo de la nación, sino que hacen estallar a través del cuerpo al sujeto abstracto de la ley.

    Creo que algunos ensayos tomaron archivos demasiado cultos para su elaboración y que otros podían haber extremado sus premisas. A la vez, espero que los modos aquí propuestos para abordar la poesía, el cuerpo o la escritura puedan contribuir a hallar formas de ampliar sus conceptos tradicionales. No es fácil recoger ensayos pasados desde la mirada del presente, pero es afortunado mirar las relaciones que se han ido tejiendo en ellos.

    Este volumen existe gracias a Patricia Castañeda, docente de la Universidad Iberoamericana, y su voluntad de acortar distancias entre México y Ecuador para producir comunidades de preguntas a las cuales me ha convocado. Gracias a ello, pude iniciar diálogos largos y estimulantes con les colegas de la cátedra de investigación Cuerpo, Diáspora y Exclusión, sobre todo en el encuentro Estética, Subjetividad y Frontera, organizado en 2017 en su sede de Tijuana. La lectura de mi trabajo reunido por parte de Joseba Buj, que originó la idea de este volumen, es un grato resultado de esos años de diálogos y amistad.

    Entre los encuentros más significativos para mí en esos años se hallan aquellos iniciados con Élodie Segal, Sara Uribe, Silvia L. Gil, Guiomar Rovira y el trabajo feminista de todas ellas en la universidad y la sociedad mexicanas y fuera de México. Su enorme fuerza intelectual y sensible ha sido una verdadera brújula para mi trabajo. Les agradezco a todas ellas su diálogo con mi escritura y su amorosa hospitalidad en Ciudad de México y en otros lugares a donde nos han llevado nuestras preguntas compartidas. Ensayar abre senderos.

    Quito, junio de 2022.

    Otra forma de besar (1)

    Introducción

    En octubre de 2017, la Asociación Mexicana de Traductores Literarios (Ametli) y sus contrapartes (2) convocaron a la vigésimo sexta edición del Encuentro Internacional de Traductores Literarios (EITL), en la Ciudad de México. La reflexión sostenida desde este campo articula lenguas, literaturas, teoría y una comprensión geopolítica de los mundos en los que transitamos quienes traducimos, en tanto formamos relaciones complejas entre lenguas y territorios: las tensiones existentes entre nación, lengua y frontera animan, literalmente, cada acto de traducir. La traducción en sí misma desempeña el papel de concepto frontera (6), como ha escrito Sandra Bermann en su introducción a Nation, Language, and the Ethics of Translation. Es decir, anuda campos y problemas que permiten combinatorias productivas: cultura y teoría literaria, por ejemplo, o política y lengua, por medio de contextos comparados.

    Traducción y frontera

    En la praxis, y sin que quede de lado esta carga conceptual que la caracteriza, la traducción anuda discontinuidades: los mundos que relaciona a menudo serán geográficamente inconexos, pero empiezan a guardar bordes entre sí al verse convertidos en entidades conectadas —original y traducción, para usar la enunciación convencional—. Es decir, la traducción produce bordes permeables y deliberadamente embrollados en un mundo donde éstos se vuelven infranqueables, e ilumina alteridades de forma relacional donde fronteras de otras dimensiones buscan cerrarles el paso. Si traducimos para emancipar y preservar pasados culturales y para construir puentes lingüísticos para comprensiones presentes y pensamiento futuro, debemos hacerlo mientras intentamos responder éticamente a los contextos, los intertextos y la alteridad intrínseca de cada lengua (7), continúa Bermann. La traducción constituye entonces un concepto lindante, así como una praxis que produce movimientos para crear versiones del otro por medio de esa colindancia, al cuidado de pasados que queremos hacer visibles por medio de ella y de presentes que buscamos reivindicar en su diversidad, y la diversidad sólo se produce realzando la diferencia.

    Justamente, la convocatoria del XXVI EITL se titulaba Traducción sin fronteras y construcción de la diversidad, y la invitación se enfocaba en el cierre global de fronteras que hoy caracteriza al mundo:

    La situación internacional nos lleva a repensar el papel de la traducción también en términos políticos. El mundo de hoy está inmerso en violencias a las cuales la traducción literaria no puede ser ajena. ¿Cómo seguir construyendo puentes cuando nos levantan muros? ¿Cómo vive la traducción en este mundo devastado? ¿Cuál es la incidencia que tienen la traducción literaria y sus agentes en la violencia de hoy?(3)

    Tuve el honor de dar la conferencia inaugural para este encuentro, en el mismo país en donde me formé en traducción literaria, y de esa invitación viene la reflexión siguiente, que se ha ido afinando en este tiempo.(4) En un mundo devastado, ¿de dónde a dónde nos conducen los puentes que levantamos, si tenderlos fuera posible, para empezar? Entonces, ¿cómo es posible proponer que traduzcamos sin fronteras cuando son éstas las que restringen la movilidad humana de formas cada vez más necropolíticas?

    Al leer la primera parte de esta propuesta, Traducción sin fronteras, se vuelve imperativo pensar en la preposición que modifica los dos elementos que la rodean en la relación que su sentido establece entre ellos: este elemento invariable interpuesto entre dos nombres sugiere una abolición. Sin embargo, una traducción sin fronteras no se referirá jamás a una ausencia, como podríamos pensar a primera vista. Toda preposición describe la posibilidad de una relación, de una flexión, de una declinación, más complicadas que ella pero compuestas quizá a partir de ella (77) ha escrito Michel Serres en Atlas.

    Desde México, al dirigir nuestra mirada a su frontera en el norte y a las fronteras del sur que se suceden una a una hasta llegar a Ecuador, por ejemplo, vemos a lo largo de los corredores migratorios puestos de control, caminos migrantes a cielo abierto hechos para la muerte por deshidratación, lóbregas sendas coyoteras y formas de poder y de producción de muerte diseñadas para detener el desplazamiento humano.

    Para pensar la migración, podemos tomar la traducción como concepto lindante, como lo propone Sandra Bermann, y observarla en ciertas escrituras en donde ésta es su elemento constituyente, como se verá más adelante, y no sólo una operación interlingüística. Alrededor de la traducción pueden organizarse así elementos que hablan de una poética de la migración, en tanto que

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