La Carta Dialéctica
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«Creo en una escritura papirofléxica que llega a las formas más complejas, figurativas, simbólicas o abstractas, a partir de una simple hoja cuadrada de papel.... » dice uno de los textos de esta primera selección de cuentos breves, relatos, fragmentos, reflexiones y divagaciones que el autor ha publicado en su blog personal desde el año dos mil dos a la fecha.
Ficciones, reflexiones, apuntes de diario, aforismos... a la variedad de las formas le acompañan la variedad en los temas: la escritura (sobre todo la escritura), los cuadernos y hojas en blanco, la información, el mar, los cafés, los inventarios, las polillas, terminas, mariposas, los pájaros, las interfaces, el todo...
Unas cuántas páginas para leer (o releer, para quienes fueron seguidores del blog adolforamirez.com) de una sentada o un poco cada día, como fueron originalmente escritas.
Adolfo Ramírez Corona
Adolfo Ramírez Corona is a writer, thinker, psychotherapist, coach, media and audience specialist, but more than anything, husband, father, and lover of the present.He has worked on several projects and works, from Philosophy and Photography teacher, to be a consultant in areas about systems and informatics, education, audiences and media, from very operative jobs, to executive and directive ones.As a psychotherapist and coach, he attends to different needs, but always pointing to the practice and development of meditative and hypnotherapeutic techniques as a way of change and transformation.He writes for different publications in a wide range of subjects. To receive updates on his work, writings and books, subscribe to https://adolforismos.substack.com or follow him on https://medium.com/@adolforismos.
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La Carta Dialéctica - Adolfo Ramírez Corona
Cuaderno de horas tempranas
Hoy escribo como escribió Paul Valèry toda su vida: primera actividad por la mañana.
Mi mente está en blanco. ¿Cómo demonios podía Valery escribir algo a esta hora?
¿Cómo se empieza a escribir en un bello cuaderno en blanco?
¿Cómo se empieza a escribir en un bello cuaderno en blanco? Esta pregunta me ha intrigado desde los orígenes. No porque me preocupara de niño, sino porque desde la infancia era capaz de percibir los muy diferentes puntos de vista que mis maestros de primaria tenían al respecto.
Algunos de esos maestros nos pedían que antes de escribir cualquier cosa en las páginas en blanco, le pusiéramos márgenes a todas y cada una de las hojas. El dichoso margen consistía en una línea roja recta a lo largo de la página y trazada a unos cuantos centímetros de su parte interior. Había maestros exigentes en cuanto a la cantidad exacta de milímetros a los que tenía que estar marcada tal raya.
Otros nos pedían que pusiéramos nuestro nombre completo en todas y cada una de las hojas. Los menos nos pedían que las numeráramos. Unos defendían a capa y espada que la primera página debería contener siempre el nombre, grupo o salón, grado o clase, y nombre de la materia. (Nunca tuve un profesor que quisiera agregar su propio nombre a mis apuntes. Espero que la neurosis por los derechos de autor no haya llegado a tanto.)
Llegó la preparatoria o bachillerato y con ella las hojas sueltas hicieron su aparición en mi vida. Carpetas, engargolados, folders, fueron los soportes de la educación. Uno que otro cuaderno, pero en realidad muchas hojas sueltas.
Siempre he preferido el tamaño media carta o A5. En México se le conoce como tamaño esquela o forma francesa, dependiendo si el encuadernado de las hojas es por lo largo o corto de las mismas. Como sea, se me hace ideal para la mayoría de los pupitres, mesas de trabajo, notas en autobús y, lo más importante, escribir en los cafés.
Ahora, lejos —en tiempo y espacio— de las clases y las escuelas pero todavía cercano al ejercicio de la escritura, sigo preguntándome ¿cómo empezar a escribir en un cuaderno en blanco? ¿Debería respetar a mis maestros de educación básica y no olvidar poner mi nombre, tal vez mi dirección y teléfono? ¿Correo electrónico, maybe? ¿Empezarlo con un manifiesto, una dedicatoria, una introducción? ¿Debo hacer algo con todas y cada una de las hojas? ¿Numerarlas, etiquetarlas, rayarlas para ponerles margen, firmarlas por si algún día llego a ser famoso?
Escribir es recorrer laberintos en busca de minotauros
Escribir es recorrer laberintos en busca de minotauros.
Rumiemos este aforismo. La figura o metáfora del laberinto está demasiado trillada, demasiado gastada. El minotauro incluido. ¿Qué es el laberinto? ¿Es una hermosa metáfora de la que olvidamos su referente? La imagen es demasiado sugestiva pero puede ser poco efectiva.
El laberinto es una estructura de conocimiento, compleja, intrincada, de la cual sabemos que está delimitada, su extensión es finita. El ejercicio de recorrer el laberinto consiste en recorrer la estructura, es decir, leer, releer, pensar y repensar los datos, información y conocimientos sostenidos en la estructura. Una estructura de la cual sólo sabemos que es compleja pero no tenemos un mapa.
Suena a una biblioteca. Tal vez por eso la asociación laberinto=biblioteca es tan fácil.
El laberinto, igual que la estructura, se dobla en sí mismo, es decir, un conocimiento está pegado a otro y un pasillo nos conduce de una información a un dato sin que lo sepamos de antemano. El conocimiento es hipertextual. Hay, entonces, una carga aventurera y romántica en recorrer el laberinto o, su analogía, el conocimiento.
Recorrer el laberinto es pensar