OCCIDENTE IMAGINA ORIENTE
El misterio de lo lejano empieza a desvanecerse en esta era nuestra de comercio global, redes sociales y vuelos baratos. Aun así, todavía viajamos con el anhelo de sorprendernos y maravillarnos. Un plato que nunca habíamos degustado; un idioma que jamás había acariciado nuestros oídos; fauna, flora, edificios, ropajes o costumbres distintos a los de casa: ese sigue siendo el reclamo de Oriente para Occidente.
Desde los siglos xv y xvi, los mapas ya no necesitan decorar con sirenas y monstruos sus confines. Venecia importa sedas y especias, el papa Borgia cierra tratos con; Rimski-Kórsakov su . El Orient Express pone Estambul al alcance de los parisinos. Queda lejos el tiempo de las cruzadas, y a medida que el colonialismo va extendiendo sus tentáculos por el sur y el este del Mediterráneo, la cultura árabe pasa a encarnar valores que la Europa de la Revolución Industrial ya empieza a echar de menos: tradición, artesanía, lentitud, sensualidad, honor, sincero fervor religioso.
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