as vanguardias artísticas fueron un fenómeno internacional, eminentemente urbano, temerario, violento, joven, masculino y tecnofílico. Si hasta finales del siglo xix el arte había mantenido su reputación civilizatoria, a principios del siglo xx surgió la idea de que el arte podía ser la punta de lanza y vanguardia de la transformación social. El nihilismo decadentista de fin de siglo había sido substituido por el culto a la novedad y la tecnología, mientras que el de Malevich, antítesis de todos los iconos, fue pintado con la bilis negra de la melancolía que asolaba Europa desde los tiempos del fin del arte de Hegel. La pobreza del lenguaje que detectara Karl Kraus quedó triturada por la onomatopeya del Dadá al mismo tiempo que los prejuicios morales y estéticos del mundo burgués se habían puesto en entredicho a través del escándalo público y las noches de inconsciente y cabaret, en las que Eros y Tánatos se daban cita con permiso de Freud. La instalación de un urinario en un pedestal descolocó, no solo el fundamento del sistema del arte, sino de toda una estructura social que ya se tambaleaba. Pero la pulsión iconoclasta desbordó los géneros de en toda regla. Serían los franceses los que incorporarían el a los uniformes, mientras británicos como Norman Wilkinson fusionaban vorticismo y contrainformación, pintando los buques de guerra con líneas de estilo cubista en lo que llamaron (camuflaje disruptivo), que descomponía la figura y engañaba a la vista respecto de la trayectoria de las naves.
VANGUARDIA Y RETAGUARDIA UN ANTES Y UN DESPUÉS DE L A GRAN GUERRA
Jan 22, 2024
7 minutos
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