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Lecturas de la Fenomenología del espíritu de Hegel
Lecturas de la Fenomenología del espíritu de Hegel
Lecturas de la Fenomenología del espíritu de Hegel
Libro electrónico230 páginas4 horas

Lecturas de la Fenomenología del espíritu de Hegel

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Con el propósito de comenzar un diálogo, presentamos en este libro una serie de ensayos sobre la Fenomenología del espíritu de Hegel. Nueve ensayos sobre cada una de las secciones de esta obra.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento6 dic 2022
ISBN9786074179439
Lecturas de la Fenomenología del espíritu de Hegel
Autor

Carlos Mendiola Mejía (coord.)

Carlos Mendiola Mejía (coord.). Doctor en filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), desde el 2000 es profesor investigador en el Departamento de Filosofía de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Entre sus numerosas publicaciones destacan, como autor: La voracidad de la mirada (Conaculta-INAH, 2002) y El poder de juzgar en Immanuel Kant (Universidad Iberoamericana, 2008). Como compilador: Inconmensurabilidad: Tres ensayos sobre Moby Dick (Universidad Iberoamericana, 2015), El pathos estético en la filosofía kantiana (Universidad Iberoamericana, 2015) y De filosofía y literatura. El lugar de la literatura en la filosofía y la sociedad (Universidad Iberoamericana, 2017). Como traductor: La unidad de la Fenomenología del espíritu de Hegel, de Jon Stewart (Universidad Iberoamericana, 2014) y como cotraductor la obra de Charles Taylor: Hegel (Anthropos, Universidad Iberoamericana, UAM, 2010).

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    Lecturas de la Fenomenología del espíritu de Hegel - Carlos Mendiola Mejía (coord.)

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    Lecturas de la Fenomenología

    del Espíritu de Hegel

    Lecturas de la Fenomenología

    del Espíritu de Hegel

    Carlos Mendiola Mejía (coord.)

    Universidad Iberoamericana

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO.

    BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO

    D.R. © 2022 Universidad Iberoamericana, A.C.

    Prol. Paseo de la Reforma 880

    Col. Lomas de Santa Fe

    Ciudad de México

    01219

    publica@ibero.mx

    Primera edición: noviembre 2022

    ISBN: 978-607-417-943-9

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Hecho en México.

    Digitalización: Proyecto451

    ÍNDICE

    Carlos Mendiola Mejía. Introducción.

    Ángel Octavio Álvarez Solís. La sentencia especulativa y el trabajo de la Bildung. El prólogo a la Fenomenología del espíritu.

    Mariana Hernández Urías. Hegel con y contra Kant.

    Juan Salvador Beltrán. La realidad de la conciencia.

    Paula Arizmendi Mar. ¿Recuperar el placer? Sobre el sufrimiento fundante de la autoconciencia hegeliana en la Fenomenología del espíritu.

    Carlos Mendiola Mejía. La razón como comunicación. Notas de la Razón de la Fenomenología del espíritu.

    Pablo Tepichín. Hegel: la eticidad desgarrada.

    Fernando Huesca Ramón. Los avatares de la moral: El espíritu cierto de sí mismo. La mortalidad.

    Francisco Castro Merrifield / Héctor Pérez Guido. Hegel y la religión en la Fenomenología del espíritu.

    Luis Guzmán. La eterna temporalidad del saber absoluto.

    INTRODUCCIÓN

    Carlos Mendiola Mejía

    En el penúltimo episodio de la segunda temporada de The Deuce (Las crónicas de Times Square) Vince lleva quince minutos con un libro en las manos sin cambiar de página. A nadie nos sorprende eso, seguramente hemos pasado más tiempo leyendo una página de un libro de filosofía. Al final de la escena nos enteramos, gracias a un juego de palabras, que el libro en cuestión es de Kant. Harto ya de intentarlo, Vince le dice a Abby que no importa cuánto más se esfuerce, de todas formas, nada entra en su cabeza dura y le pide que le haga un resumen del libro. Abby le contesta que toda la historia de la filosofía moderna es simplemente una nota a pie de página de la obra de ese hombre. Vince no está de acuerdo con ese resumen, pero tampoco va a seguir leyendo para debatir. Lo intenté, pero... y antes de que termine la oración, Abby le juega una broma diciendo: You Can’t/Kant. (Lo intenté, pero… no puedes). Ante este juego de palabras (dado que can’t y Kant son homófonas) Vince sólo se ríe y reconoce que era un chiste demasiado obvio como para no hacerlo. Tratando de consolarlo, Abby le dice que no tiene que hacer eso por ella, pues tampoco pudo terminar de leerlo. Vince señala la gran diferencia: ella quería lograrlo. En cambio, a él no le interesa en absoluto. El giro final de la escena surge cuando Abby le hace ver que, además, todo ese tiempo Vince había tenido el libro de cabeza. Quisiéramos decir que eso no nos ha pasado a todos.

    Nosotros, como Abby, queremos entender en este caso la Fenomenología del espíritu de Hegel. No estamos seguros de nada más. Con este deseo nos hemos propuesto hacer una serie de ensayos sobre esta obra. Siempre con la duda de si lo estábamos leyendo correctamente y con la esperanza de abrir un diálogo. De antemano advertimos que nuestro resumen no será tan bueno como el que Abby hace para Vince.

    Agradezco a Francisco Castro, director del Departamento de Filosofía de la Universidad Iberoamericana, que haya aceptado la publicación de este libro. A Sandra Loyola, el cuidado que tuvo en la edición.

    LA SENTENCIA ESPECULATIVA Y EL TRABAJO DE LA BILDUNG

    El prólogo a la Fenomenología del espíritu

    Ángel Octavio Álvarez Solís

    En las extrañas proezas que Borges legó a la humanidad letrada existe una anotación que cualquier filósofo serio debería estar en condiciones de asumir: una teoría filosófica del prólogo. Dada la inexistencia de este tipo de reflexiones, Borges conminó lo siguiente: que yo sepa, nadie ha formulado hasta ahora una teoría del prólogo. La omisión no debe afligirnos, ya que todos sabemos de qué se trata. El prólogo, en la mayoría de los casos, linda con la oratoria de sobremesa o con los panegíricos fúnebres y abunda en hipérboles irresponsables. Sin embargo, contra esta frustración retórica, algunos prólogos encierran el núcleo discursivo que recorrerá toda la obra. Concluye Borges: el prólogo, cuando son propicios los astros, no es una forma subalterna del brindis; es una especie lateral de la crítica. (1) Como saben los lectores de textos filosóficos, y no por la astucia de Borges, los prólogos son la antesala programática de las obras filosóficas y, en ocasiones, constituyen una obra filosófica por sí misma. Este es el caso del prólogo (vorrede) de la Fenomenología del espíritu de Hegel. En las líneas siguientes me detendré en dos puntos del prólogo de este libro fascinante, nebuloso y misterioso —toda una novela filosófica— para indicar de manera borgeana, en una especie lateral de la crítica, la postulación de una filosofía especulativa como una ciencia de los fundamentos filosóficos.

    La seriedad y el camino especulativo de la Bildung

    Casi al finalizar el prólogo de la Fenomenología del espíritu, Hegel ofrece una indicación normativa acerca de la práctica filosófica: es necesario que la filosofía se convierta en una actividad seria. (2) ¿Qué significa actividad seria (ernst, ernsthaft) en el contexto de discusión en la que Hegel diseña su programa filosófico? ¿La fenomenología del espíritu entendida como ciencia de la experiencia de la conciencia es la prueba empírica de que es posible la filosofía seria? ¿La prueba histórica de que finalmente el concepto ha devenido en sistema? Que Hegel advierta con tono imperativo — que se convierta —, ¿supone que la filosofía previamente no tenía esta propiedad epistémica o esta exigencia normativa? Antes de responder directamente a la pregunta retórica de Hegel, cabe señalar que la seriedad como concepto normativo o lo serio como adjetivo, ha sido una de las constantes históricas de la práctica filosófica, una de las actitudes más difundidas para nombrarse filósofo o para construir una filosofía como sistema. Recuérdese, por ejemplo, la discusión platónica en el Parménides en la que Sócrates cuestiona cuáles son los objetos dignos de ingresar a la belleza de las formas puras, las formas racionales del mundo eidético: lo justo, lo bello y lo bueno (Kalokagathía). Parménides cuestiona si no existen formas impuras, aunque razonables, que puedan admitirse como parte de la Forma. Formas ínfimas, formas menores, formas de lo más despreciable y sin ninguna importancia como el pelo, el barro y la basura, el atimotaton te kai phaulotaton. La respuesta de Platón, en voz de Sócrates, condicionó hiperbólicamente la historia de la filosofía: de ningún modo... figurarse que hay en ellas una Forma sería en extremo absurdo. (3) En contraste, la réplica de Parménides es, claramente, una declaración de principios sobre los objetos dignos de ser estudiados filosóficamente: aún eres joven, Sócrates, y todavía no te ha atrapado la filosofía, tal como lo hará más adelante, según creo yo, cuando ya no desprecies ninguna de estas cosas. (4) Por lo anterior, Platón es ambiguo sobre el tipo de objetos que forman parte de la perfección eidética. Si en los diálogos de madurez Platón duda acerca de si lo ínfimo, lo menor, lo contingente forma parte de la sustancia, en los diálogos intermedios como el Filebo o el Timeo, las formas menores no son admitidas. Los objetos menores no son dignos de ingresar a la filosofía universal. En este tenor, Aristóteles responderá de manera similar a Platón: lo contingente, lo accidental, lo que no ocurre siempre ni de la misma manera, no merece ser analizado por la filosofía: el accidente está próximo a lo que no es, (5) engys ti tou me ontos y, por consiguiente, sobre lo que es accidentalmente no es posible estudio alguno acerca de ello. (6) El accidente o los predicados no tienen la dignidad filosófica de la sustancia o el sujeto. Contra la sofística, Platón y Aristóteles coinciden en que la contingencia no ingresa al panteón de los filósofos. Platón más dudoso, Aristóteles sin concesiones. La filosofía estudia la necesidad, la sustancia y el ser: los objetos serios" en el mundo.

    Junto con la tradición de la historia de la sustancia, Hegel radicalizará mayormente este asunto al grado de afirmar que la tarea filosófica mayor, más que aspirar a lo universal o de identificar la necesidad, consiste en eliminar cualquier resto de lo contingente. La filosofía convertida en el barreno de lo ínfimo, lo accidental, lo que caduca con el tiempo. Es más, para Hegel si la sustancia es sujeto y si el sujeto es lo absoluto, la sustancia tiene la propiedad de absorber lo contingente sin ningún reparo. En las Lecciones sobre filosofía de la historia universal, Hegel ofrece una afirmación coincidente con el razonamiento previo: la consideración filosófica no tiene otro designio que eliminar lo contingente. (7) En la Ciencia de la lógica es todavía más contundente respecto de la filosofía como aniquilación de lo contingente y los objetos singulares y menores. (8) Por lo anterior, para Hegel una de las funciones de la filosofía no sólo reside en encontrar la universalidad en la necesidad o en encontrar las mediaciones necesarias para el camino del espíritu, sino que la filosofía debe convertirse en una filosofía científica, en una actividad seria, tal y como quedó instituida indirectamente en el programa de la filosofía clásica alemana. Sin embargo, Hegel no es Kant ni Fichte ni Schelling ya que, en su intento por fundamentar una filosofía científica, Hegel trasciende a las variantes científicas de la historia de la filosofía occidental para apuntar a un programa con mayores ambiciones teóricas: la filosofía científica como filosofía especulativa del absoluto. Para conseguir lo anterior y convertir la filosofía en una actividad seria, Hegel ofrece dos caminos que, en última instancia, son complementarios: (1) la Bildung como condición pedagógica y (2) justificar el razonamiento filosófico como razonamiento especulativo.

    El primer argumento afirma que el trabajo filosófico es una actividad seria porque requiere, necesariamente, de la Bildung o el largo camino de la formación por medio de la cultura. (9) Este tipo de formación especial, que difícilmente puede ser traducida a otras lenguas en la medida que trasciende a la simple educación formal, es un tipo de paideia filosófica en la que la conciencia individual, el yo, conoce la cultura universal y su cultura nacional para, una vez ubicado en tal lugar, pueda cultivar las capacidades intelectuales y morales que le permiten vincularse con el mundo, con el nosotros. La Bildung, en cierto sentido pedagógico, supone la apropiación de la historia del espíritu en su despliegue fenomenológico por medio del trabajo arduo, paciente, laborioso con el cual el yo cultiva, como los agricultores la tierra del Rhin, los conceptos con los cuales la conciencia ha hecho la experiencia del saber. No es casual, por lo tanto, que como explicó Gadamer, la Bildung sea un tipo de experiencia práctica necesaria para la experiencia fenomenológica del espíritu.

    En la formación uno se apropia por entero aquello en lo cual y a través de lo cual uno se forma. En esa medida todo lo que ella incorpora se integra en ella, pero lo incorporado en la formación no es como un medio que haya perdido su función. En la formación alcanzada nada desaparece, sino que todo se guarda. (10)

    La Bildung es un concepto fundamental del romanticismo alemán, aunque sus orígenes sean ilustrados, incluso medievales. Para el caso hegeliano, ha sido traducida ya sea como cultura o como formación. Como cultura, la Bildung supone un tipo de adquisición de conocimientos eruditos y especializados, específicamente del proceso de perfeccionamiento intelectual con la cual algunas individualidades desarrollan su máximo despliegue de capital cultural. Como formación, la Bildung recorre tal proceso de aprendizaje de la cultura como una vía de autoconciencia y trabajo de sí, una manera que tiene el individuo de dotarse a sí mismo de una conciencia de sí y del mundo extrañada o ajena de la naturaleza. Cultura y formación, aprendizaje y trabajo de sí son dos formas equivalentes de pensar la esencia de la Bildung. Por esta razón, como pensó Michel Fabre, entre otros, la Fenomenología es históricamente una novela de formación y aprendizaje, una Bildungsroman análoga a obras epocales que destacan este proceso de autoformación del individuo y la especie: el Wilhem Meister de Goethe, Las aventuras de Simplicius Simplicissimus de Grimmelshausen o el Heinrich von Ofterdingen de Novalis, entre otras obras de inspiración basada en Rousseau, Kant, Humboldt o Herder. De manera que la Fenomenología del espíritu podría ser enmarcada bajo la estela de las novelas de formación salvo que, en este caso, se trata de una novela filosófica de formación o una obra filosófica estrictamente formativa, con una Bildung inusitada.

    La Fenomenología es la Bildung-roman de la cultura filosófica. Retomando la idea del paralelismo ontofilogenético, ella sigue el desarrollo de la conciencia que, renunciando a sus primeras convicciones, alcanza a través de sus experiencias, que recapitulan las figuras de la conciencia histórica, el punto de vista propiamente filosófico, aquel del saber absoluto. (11)

    En la Fenomenología, la Bildung tiene tres lugares privilegiados: el prólogo, la dialéctica del amo y el esclavo y la sección dedicada al mundo de la cultura o Bildung. Por un lado, en la dialéctica del amo y el esclavo (Sección B, IV. A) referida a la autonomía y dependencia de la autoconciencia, la Bildung es equivalente a trabajo (Arbeit). El trabajo, como destacó Marx de Hegel, es un proceso autopoiético, el modo de producción con el cual el ser humano se produce a sí mismo: Precisamente en el trabajo, donde parecía que tenía un sentido extraño a sí misma, la conciencia servil, mediante la operación en que se descubre a sí misma, se convierte en su propio sentido. (12) Recuérdese que el trabajo es el elemento que permite a la conciencia servil retomar el cultivo del trabajo de sí. En la lucha por el reconocimiento entre ambas conciencias, el amo arriesga su vida y adquiere supremacía al obtener para sí existencia propia. En cambio, el esclavo, al preferir la vida sobre la muerte, tiene su verdad en otro, en el amo. Sin embargo, el amo al recuperar su animalidad por medio del goce olvida la importancia formativa del trabajo, el efecto regulativo del trabajo sobre las pasiones, las ideas y los intereses. El amo se entrega al goce y deja de trabajar sobre sí. El esclavo, quien experimenta la fragilidad vital por causa de su condición servil, no puede abandonar del todo su animalidad, su fuerza de trabajo, razón por la cual es este mismo trabajo que trabaja sobre el esclavo. El esclavo no abandona el trabajo, lo condiciona y trabaja sobre sí. El esclavo experimenta el trabajo que hace sobre las cosas y sobre sí como Bildung, como formación, como una transformación productiva de la conciencia.

    Por otro lado, Hegel dedica una sección completa a la Bildung en la Fenomenología: sección BB. El espíritu (VI, B) o el espíritu extrañado de sí, la cultura (Der sich Entfremdete Geist, Die Bildung). Como lo indica el nombre, Hegel identifica a la fase de separación de la naturaleza y el ingreso del individuo y la humanidad a la cultura como un proceso de extrañamiento, como un momento en el que se reconoce que la verdadera naturaleza humana es la cultura. "Aquello, entonces, por lo que el individuo tiene validez y efectividad es la formación por la cultura (Bildung). Su verdadera naturaleza originaria y su substancia es el espíritu del extrañamiento respecto al ser natural". (13) Para el individuo singular, el extrañamiento ocurre cuando su autoconciencia deviene en conciencia del mundo o cuando alcanza el poder sobre el mundo por medio de la cultura, ya que con esta operación del espíritu el individuo se despoja de sí, de su ubicación narcisista, para introducirse a la sustancia misma, al espíritu. La vía de la realización de la sustancia misma depende, entonces, de la formación por la cultura y de la realidad efectiva de la autoconciencia: El poder del individuo consiste en que él se adecua a ella, es decir, que se exterioriza despojándose de su sí-mismo, que se pone, entonces, como la sustancia objetual que es. (14) Desde la historicidad del espíritu, el extrañamiento ocurre cuando la fe constituye una huida del mundo: emergió con la crisis del Imperio Romano motivado por la emergencia de la revolución del cristianismo y se prolongó hasta el siglo XVIII. Con esta figura, Hegel sugiere un concepto fuerte de Bildung que, históricamente, no logró estar en unidad en los diversos momentos del espíritu: la conciencia desgarrada propia del cristianismo escindió el mundo entre la tierra y el cielo; la Ilustración opuso fragantemente a la fe con la razón, la superstición

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