No siempre fue así. Hay un Sorolla más desconocido, menos expansivo, no tan luminoso… Hay un Sorolla que existió antes de llegar a ser el Sorolla que conocemos. Un Sorolla con una infancia menos alegre que ios cuadros donde él la retrató, que buscaba su camino, que quería una posición, que probaba, que fracasó y que se levantó hasta llegar a ser el aclamado pintor en su época y el artista de referencia al que este año se le recuerda con numerosas exposiciones y actos.
A los dos años de nacer, en 1863 en el barrio de pescadores de Valencia, Sorolla ya es un huérfano y se cría con sus tíos. El niño apunta maneras de artista, dibujante… Accede a la Escuela de Artesanos de Valencia y enla sencilla realidad“. Con él será comparado de forma insistente cuando la crítica comience a sonreírle. Sus primeros tanteos con la pintura histórica y religiosa le cosecharon algunos éxitos y una beca para formarse en Roma. Esta primera etapa culmina, sin embargo, con un gran fracaso: el que supuso la obra en la que tanto tiempo y esfuerzo había invertido, El entierro de Cristo, del que se conservan fotografías del cómo-se-hizo y algunos fragmentos. Tras esta gran decepción, el artista cambia de vida y de estilo. De lo primero porque se casa y de lo segundo porque empieza a dar vueltas a lo que ha visto en París, donde acaba de conocer nuevas tendencias y motivos pictóricos, que enseguida hará suyos.