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La escalera mágica
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Libro electrónico269 páginas50 minutos

La escalera mágica

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Los poemas que aparecen en La escalera mágica son como gotas destiladas de un alma de mujer que a través de su trayectoria vital sintió, observó con ojos ávidos de conocimiento cuanto la rodeaba y se rebeló ante la injusta realidad con la que se castigaba al mundo femenino a mediados del siglo xx. Son, en definitiva, modestas puntatas en las que se respiran los ensueños y aspiraciones de cuantas mujeres, ya "sin sombrero", siguieron avanzando en un duro y constante batallar, tratando de abrirse caminos a codazos, pero sin perder el tono de sus íntimas esencias, ni el sentido musical de la belleza.
Todos los poemas están acompañados por ilustraciones de Sandra Delgado, que adapta con su particular destreza y estilo el imaginario de Pilar González Serrano.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 may 2019
ISBN9788412020434
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    La escalera mágica - Pilar González Serrano

    La escalera mágica

    PILAR GONZÁLEZ SERRANO

    Ilustraciones de Sandra Delgado

    La escalera mágica

    Primera edición, 2019

    © Pilar González Serrano

    Diseño de portada:

    © Sandra Delgado

    Ilustraciones:

    © Sandra Delgado

    © Editorial Ménades, 2019

    www.menadeseditorial.com

    ISBN: 978-84-120204-3-4

    en colaboración con

    I. PRIMER RELLANO

    al florecer los almendros

    paseos y ensueños en el jardín de ártemis

    (vieja facultad de filosofía y letras)

    Tú eres mi promesa

    y el desierto esta tierra,

    seca y árida,

    en la que me humillo.

    LA OTRA ORILLA

    Algún día,

    surcando caminos de estrellas que al cielo conducen,

    mi alma huirá prendida en la albura de una nube,

    para ser, del espacio, eterna peregrina.

    En la nave transparente de mi adiós

    bogará, suavemente, con remos de espuma y plata,

    al compás de las notas desgranadas desde un místico órgano,

    pulsado por invisibles manos.

    Se ensanchará el silencio manso de las alturas,

    y un rayo de luz sembrará la noche de quietudes infinitas.

    En la otra orilla del mar inmenso,

    mi alma reposará en campos dorados y abiertos,

    en los que el amor se hace trigo en espigas,

    ignorantes de la noción de cosecha y de tiempo.

    Y, entre los mil mundos que incendiados arden

    en el fuego milenario que fluye de sus entrañas,

    mi alma se encenderá de esperanzas,

    será un ascua, confundida

    con los puntos luminosos

    que los cuerpos adheridos a la tierra

    creen luces fugitivas, condenadas

    a iluminar la mezquina oscuridad

    de sus tristes vidas.

    Yo sé que llegará ese día,

    y la nube que me ascienda.

    Habrá camino y estrellas,

    habrá nave, y habrá notas,

    y un descansar en la orilla...

    En esa otra orilla

    que quisiera compartir contigo.

    EL EDÉN

    Ellos tendrán su Cielo,

    y tú el Edén.

    En los misterios de tus sonrisas

    te adoraré.

    Ellos tendrán su Cielo,

    y tu el Edén.

    Con las quimeras de tus pupilas

    no tendré sed.

    Ellos tendrán su Cielo,

    y tu el Edén,

    y yo la fe de que, en mis sueños,

    te podré ver.

    MI QUIMERA

    Yo persigo una quimera,

    como tú, y como tú...

    Yo persigo una quimera,

    como vosotros,

    todos los que pisáis la tierra

    y tenéis ojos

    para mirar el reposo

    engañoso del cielo.

    Y, donde quiera que me halle,

    me recojo,

    sobre los latidos del tiempo

    que me ha sido dado,

    y los destrozo,

    adivinándola,

    más allá de mi juventud,

    más allá de la vida misma.

    Yo persigo una quimera,

    hecha del «tú»

    y del «nosotros».

    POR LA CALLE

    Por ahí, por la calle, llenándolo todo,

    va la gente, con su espíritu a cuestas.

    Lo lleva asomado en los ojos abiertos

    y en los labios cerrados.

    Por ahí, por la calle, transita la gente,

    sintiendo en su funda de carne

    el goteo diario de la vida incesante.

    El joven lo cree un derecho.

    El viejo se mira al espejo de un escaparate

    y se aleja en silencio.

    Cada cual, por ahí, con su espíritu a cuestas,

    pisa las aceras y cruza las calles,

    siguiendo los cauces de ríos de asfalto,

    y el olor esquivo de engañosas presas.

    Cada cual, como sabe y puede,

    traza sus caminos y en ellos,

    al final, se pierde.

    Gracias a que asciende,

    por las rejillas del metro, aire de un Averno,

    sugestivo y caliente.

    A MI CUARTO DE ESTAR

    De mis años de niña,

    una sonrisa.

    De mis años de mujer,

    una nostalgia.

    Y, cada vez que te evoco,

    para ti, en el aire, dibujo

    celosías de caricias

    con un lápiz azul y rojo.

    ¡Caricias! ¿Recuerdas?

    ¡Cuántas caricias!

    Tantas como ilusiones nacidas

    al calor del brasero amigo,

    removido por la badila.

    ¡Brasero encendido, recuerdo

    de la esjara micénica venida a menos!

    Siempre al cobijo de las acampanadas faldas

    de una vieja mesa camilla,

    redonda, como el ombligo.

    Caricias que, aunque dormidas,

    pero no perdidas, vibrarán en tus paredes,

    en el umbral de tu puerta

    y en la intimidad

    de tus sencillos muebles.

    Y esto sé que será así

    ahora, mañana y siempre,

    donde quiera que me

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