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Popol Vuh Comentado. Visión Espiritual del Mito Maya
Popol Vuh Comentado. Visión Espiritual del Mito Maya
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Libro electrónico257 páginas4 horas

Popol Vuh Comentado. Visión Espiritual del Mito Maya

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Este libro incluye el texto íntegro del Popol Vuh, así como una extensa introducción y comentarios al final de cada capítulo que tienen como objetivo principal la interpretación de los aspectos simbólicos, psicológicos y espirituales que contiene el texto del Popol Vuh; entre ellos, el camino de iniciación y renovación interior, la idea de que el conocimiento esencial o trascendental sólo puede obtenerse en la dimensión subterránea de la realidad o Xibalbá maya, el descenso al subconsciente psicológico en busca del conocimiento de sí mismo, sabiduría y niveles de conciencia superiores como resultado de superar una serie de pruebas y una confrontación con la parte oscura o nuestra propia sombra, etc. Desde este punto de vista, el Popol Vuh, además de una hermosa descripción de la creación del mundo y del hombre (de ahí que haya sido conocido como la Biblia Maya), contiene una guía del camino interior aquí y en el más allá, lo que nos recuerda al denominado libro de los muertos egipcio. El 27 de agosto de 2012, el gobierno de Guatemala ha declarado el Popol Vuh como Patrimonio Cultural Intangible de la Nación, por considerar que esta obra representa un referente histórico de la cosmogonía, espiritualidad e identidad de los pueblos mayas

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento13 ago 2014
ISBN9781310676611
Popol Vuh Comentado. Visión Espiritual del Mito Maya
Autor

Rubén González

Rubén González es Licenciado en Derecho y Titulado Superior en Griego Moderno. Ha publicado varios libros y artículos sobre sus investigaciones y su experiencia en la divulgación de temas relacionados con el conocimiento interior y su relación con las antiguas civilizaciones, especialmente con las culturas griega, maya y egipcia. En sus cursos y seminarios, así como en sus libros, aborda los temas que desarrolla desde un punto de vista, no sólo histórico y antropológico, sino también, y especialmente, simbólico y espiritual. Otras obras publicadas de este autor son: "Los Mayas y el conocimiento interior" (en castellano y en inglés), "Pitágoras y la nueva conciencia", "Popol Vuh comentado, visión espiritual del mito maya", "Los Versos Áureos y la Escuela de Pitágoras".

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    es muy bueno
    me servio para sacar una buena nota en el cole jejejej

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Popol Vuh Comentado. Visión Espiritual del Mito Maya - Rubén González

"¡Oh tú, Hermosura del día! ¡Tú, Huracán, tú Corazón del Cielo y de la Tierra! ¡Tú, dador de la riqueza y dador de las hijas y de los hijos! Volved hacia acá vuestra gloria y vuestra riqueza; conceded la vida y el desarrollo a mis hijos y vasallos; que se multipliquen y crezcan vuestros sostenes, vuestros nutridores; los que os invocan en los caminos, en los campos, a la orilla de los ríos, en los barrancos, bajo los árboles, bajo los bejucos.

Dadles sus hijas y sus hijos. Que no encuentren desgracia ni infortunio, que no se introduzca el engañador ni detrás ni delante de ellos. Que no caigan, que no sean heridos, que no forniquen, ni sean condenados por la justicia. Que no se caigan en la bajada ni en la subida del camino. Que no encuentren obstáculos ni detrás ni delante de ellos, ni cosa que los golpee. Concededles buenos caminos, hermosos caminos planos. Que no hagan ni su desgracia ni su infortunio vuestra potencia, vuestra hechicería.

Que sea buena la existencia de los que os dan el sustento y el alimento en vuestra boca, en vuestra presencia, a ti, Corazón del Cielo, Corazón de la Tierra, Envoltorio de la Majestad, y tú, Tohil; tú, Avilix; tú, Hacavitz, bóveda del cielo, superficie de la tierra, los cuatro rincones, los cuatro puntos cardinales. ¡Que sólo haya paz y tranquilidad ante vuestras bocas, en vuestra presencia, oh dioses!

Así (hablaban) los Señores y gemían sus corazones por sus hijos y vasallos y por todas sus mujeres y sus hijos cuando hacían su ofrenda..."

Sirva este párrafo como muestra y presentación de este excelso libro sagrado de los mayas quiché que se ha venido en llamar Popol Vuh (o Popol Wuj), y que puede traducirse del siguiente modo: Popol, comunidad, consejo, jefes, y Vuh, libro, es decir, Libro del Consejo o Libro de la Comunidad. También es conocido como la Biblia Maya y en él los antiguos dioses Tepeu y Gucumatz (Kukulcán) son referidos como los creadores, los constructores, y los antepasados. También destaca Huracán, el dios de la tormenta, quien colaboró en la Gran Inundación, después del fracaso de una primera raza de hombres.

Y ya en el preámbulo del libro su anónimo autor nos refiere claramente el objetivo de su obra:

Este es el principio de las antiguas historias de este lugar llamado Quiché. Aquí escribiremos y comenzaremos las antiguas historias, el principio y el origen de todo, lo sacaremos a la luz porque ya no se ve el Popol Vuh así llamado, donde se veía claramente la venida del otro lado del mar, la narración de nuestra oscuridad, y se veía claramente la vida. Existía el libro original, escrito antiguamente pero su vista está oculta al investigador y al pensador. Grande era la descripción y el relato de cómo se acabó de formar todo el cielo y la tierra, cómo fue formado y repartido en cuatro partes, cómo fue señalado y el cielo fue medido y se trajo la cuerda de medir y fue extendida en el cielo y en la tierra, en los cuatro ángulos, en los cuatro rincones, como fue dicho por el Creador y el Formador, la madre y el padre de la vida, de todo lo creado, el que da la respiración y el pensamiento, la que da a luz a los hijos, el que vela por la felicidad de los pueblos, la felicidad del linaje humano, el sabio, el que medita en la bondad de todo lo que existe en el cielo, en la tierra, en los lagos y en el mar.

En 1972 el escrito había sido declarado Libro Nacional de Guatemala, por su valor filosófico, histórico, espiritual, político y cultural; y recientemente, el 27 de agosto de 2012, el gobierno de Guatemala ha declarado Patrimonio Cultural Intangible de la Nación el libro sagrado de los mayas, Popol Vuh. Considera que esta obra representa un referente histórico de la cosmogonía, espiritualidad e identidad de los pueblos indígenas, principalmente del pueblo maya quiché o k'iche'. El decreto fue oficializado con la publicación en el estatal Diario de Centroamérica del Acuerdo Ministerial y la normativa responsabiliza a la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural del Ministerio de Cultura para elaborar las medidas de protección, defensa, investigación y conservación del libro.

El pueblo Quiché es uno de los pueblos mayas nativos de lo que hoy conocemos como Guatemala, y que hasta la fecha conserva su idioma y muchas tradiciones precolombinas. La enigmática cultura maya tiene sus raíces en épocas mitológicas y se la considera relacionada con los no menos enigmáticos Olmecas de Mesoamérica. A nivel histórico, los orígenes se remontan al llamado período preclásico, habiéndose encontrado en Belice restos de edificios atribuidos a la civilización maya construidos a partir del 2.500 a.C., estructuras piramidales desde el 1.500 a.C. en lugares como Tikal y Uaxactún, y los templos-pirámides, acrópolis y extraordinarios palacios del sitio llamado El Mirador en el Petén (Guatemala) a partir del 800 a.C. La llamada Cuenca del Mirador está formada por unas 4.000 pirámides, de las cuales más de 3.000 están en proceso de exploración para descubrir los tesoros desconocidos de la civilización maya. En El Mirador se encuentra la pirámide más grande del mundo maya, de mayor volumen que la denominada pirámide de Keops en Egipto. Es conocida como Danta, tiene 300 metros de ancho por 800 de largo y alcanza una altura de 72 metros. En el año 2009 se ha descubierto en El Mirador un friso en relieve extraordinariamente realizado, en el que precisamente recrea una escena del libro que nos ocupa, el Popol Vuh. En él se aprecia a los hermanos gemelos Hunahpú e Ixbalanqué nadando sobre el río que los conduce a Xibalbá, el inframundo en la cosmovisión maya. El friso pertenece al período Preclásico Tardío, y concretamente data de los años 300 antes de Cristo, por lo que se puede afirmar que los mayas habían alcanzado un alto desarrollo mucho antes de lo que se pensaba oficialmente. Además, en la Cuenca del Mirador se encuentra la ciudad maya que hoy llamamos San Bartolo. Tiene una pirámide de 28 ms. de altura, llamada de Las Ventanas, del clásico medio, pero su mayor descubrimiento fue hecho en el Templo Las Pinturas, re-descubierto en el año 2001, donde se encuentran los extraordinarios murales de colores con el mito maya de la creación, también descrito en el Popol Vuh. Estos murales fueron fechados con carbono 14 en el 100 a. C., lo que los convierte en los más antiguos murales mayas descubiertos hasta ahora, y reconfirman que esa historia proviene de los mayas antiguos. Constituyen una verdadera obra de arte y son de extraordinaria importancia para el estudio de esta cultura.

El llamado periodo clásico, que podría comenzar en el 290 d.C. si atendemos a la utilización del sistema de cómputo temporal denominado de Cuenta Larga, o bien sobre el siglo III a.C. de acuerdo con los últimos descubrimientos, llegaría hasta el 910 d.C, cuando esa compleja fórmula de anotación se deja de utilizar. En este periodo el proceso cultural de los mayas alcanzó su máximo desarrollo, tanto en el campo social como en el tecnológico, político, religioso, económico, artístico, y también se alcanzaron grandes progresos en astronomía y aritmética, dando como resultado uno de sus mayores aportes, el calendario maya. Por ello fue denominada la Época de Oro de los mayas. En su transcurso, algunas de las ciudades más destacadas fueron Uxmal, Kabah, Izamal, Cobá, Acanceh, Loltun, Copán, Palenque, Calakmul y finalmente Chichén Itzá.

El marco geográfico comprendía un área de unos 325.000 kilómetros cuadrados, que incluye los estados mexicanos de Yucatán, Quintana Roo y Campeche; regiones de Tabasco y Chiapas. Igualmente la zona del Petén, con las repúblicas de Guatemala y Belice y diversas zonas de Honduras y El Salvador. Se extendió desde las zonas costeras del Pacífico, del Golfo de México y del Caribe hasta las altas montañas del interior, desde las frondosas selvas tropicales hasta el altiplano volcánico, con diversidad de climas y regiones.

Crearon multitud de ciudades con pirámides que se elevaban por encima de los más altos árboles de las selvas. Llama la atención que no utilizaban la rueda ni existían animales de carga, por lo que el sistema de transporte dependía de pequeñas embarcaciones, en donde era posible, o del factor humano, con lo que podemos imaginar la enorme dificultad del transporte de productos y materiales, y de los bloques de piedra necesarios para construir las pirámides, templos, juegos de pelota, palacios, baños de vapor, esculturas, etc., en unos parajes dominados por selvas y bosques profundos o por montañas volcánicas.

Veamos la impresión que tuvo Diego de Landa, fraile franciscano que llegó a Yucatán en 1547, recogida en su obra Relación de las Cosas de Yucatán, escrita hacia el año 1566:

"En Yucatán hay muchos edificios de gran hermosura que es la cosa más señalada que se ha descubierto en las Indias, todos de cantería muy bien labrada sin haber ningún género de metal en ella con que se pudiesen labrar… Estos edificios no son hechos por otras naciones sino por indios, lo cual se ve por hombres de piedra desnudos y honestados de unos largos listones que llaman en su lengua ex y de otras divisas que los indios traen... En esta tierra no se ha hallado hasta ahora ningún género de metal que ella de suyo tenga, y espanta (que) no habiendo con qué, se hayan labrado tantos edificios porque no dan los indios razón de las herramientas con que se labraron…

Que antes que los españoles ganasen aquella tierra vivían los naturales juntos en pueblos, con mucha policía, y tenían la tierra muy limpia y desmontada de malas plantas y puestos muy buenos árboles; y que su habitación era de esta manera: en medio del pueblo estaban los templos con hermosas plazas y en torno de los templos estaban las casas de los señores y de los sacerdotes, y luego la gente más principal, y así iban los más ricos y estimados más cercanos a éstas y a los fines del pueblo estaban las casas de la gente más baja. Los pozos, donde había pocos, estaban cerca de las casas de los señores, y que tenían sus heredades plantadas de los árboles de vino y sembraban algodón, pimienta y maíz, y vivían en estas congregaciones por miedo de sus enemigos que los cautivaban…"

Al estudiar las ciudades mayas se observa la intención artístico-arquitectónica de trasladar al plano horizontal la estructura vertical del cosmos, como en los Conjuntos de Pirámides Gemelas de Tikal, donde el norte es el cielo (arriba), lugar del rey solar y de los antepasados, y el sur es el inframundo (abajo). También en Oxkintok y en otros lugares los rumbos de la ciudad tienen que ver con las diversas posiciones direccionales del mundo, intercambiándose el norte y el cenit y el sur y el nadir. Como las ceremonias estaban adecuadas en apariencia y en ritmo a los sucesos mitológicos fundacionales que constituyen el rito arquetípico, la ciudad maya debe ser considerada en casi toda su extensión tal escenario, y resulta consecuentemente una representación cosmogónica de primer orden. Un grupo de edificios es el equivalente a una enorme tribuna en la que se han ponderado los más mínimos detalles: efectos de luz y sombra, superposición de formas y volúmenes… Las plazas de las ciudades acogían a numerosos feligreses en las continuas celebraciones que tenían lugar. Las construcciones pintadas y ornamentadas, la geometría monumental junto con la danza o el movimiento corporal, la música, la palabra y la solemnidad de los atavíos, eran los causantes de que cada quien se sintiera miembro de la comunidad y aceptara los elementos y los designios de la integración y la vida en una sociedad solidaria.

Las pirámides mayas eran, además de santuarios de dioses y templos del culto a los antepasados, lugares «centrales» por los que se comunicaban las diferentes esferas de la realidad cósmica, representaciones del universo, ejes para ascender al cielo o bajar al inframundo, sitio idóneo para las celebraciones de la apoteosis de los reyes y de sus momentos jubilares, para lo que sobre ellas se erigían enormes cresterías sagradas, pintadas de vivos colores. Por eso en la construcción de las pirámides mayas se sigue el esquema de distintos niveles escalonados y una escalinata que conduce a la parte superior, donde se encuentra el templo que es el vórtice energético más poderoso. Varios de estos basamentos tienen trece niveles, simbolizando los trece estratos celestes, como en el Templo de la Cruz de Palenque, dedicado precisamente al dios celeste creador. En la contraparte, hay que tener en cuenta que los mayas no siempre ubicaban el inframundo hacia abajo en sentido espacial; más bien daban a este plano un aspecto de profundidad que a veces era representado como lugar hacia abajo y otras como pirámide con los nueve niveles del inframundo. Así se puede observar que algunos basamentos piramidales también lo representaron. Además de la pirámide de Kukulkán en Chichen Itzá, el ejemplo más conocido es el Templo de las Inscripciones de Palenque, bajo el cual se halló la suntuosa sepultura del Señor Pacal, y que consta de nueve niveles elevados como representación de que los espíritus de los muertos debían recorrer nueve estratos para llegar a las profundidades del mundo inferior o Xibalbá; llegados al noveno nivel, una abertura da paso a una larga escalinata que conduce esta vez hacia abajo y al final, en el mundo subterráneo, está la sepultura del famoso gobernante de Palenque.

Los mayas elaboraban también esculturas, estelas y monolitos. En ellos plasmaban las figuras de sus seres superiores y de sus gobernantes físicos, con características especiales. Además de un sentido histórico, cronológico, etc., tenían un carácter interno y simbólico. Las estelas se pueden interpretar como árboles cósmicos, axis mundí o pilares de sustentación del universo, y, en todo caso, como enhiestos caminos por los que la poderosa imagen del gobernante transita entre las diferentes esferas de la realidad para garantizar su unidad y equilibrio. Observamos en ellas a los gobernantes representados con una especie de mitras, símbolo del poder y sabiduría; rostro solar, como la pureza del alma y del espíritu; grandes orejas, el oído interno, el saber escuchar; manos en actitud mística o en cruz alquímica; cinturones de fusión de lo humano y lo divino, mandil del trabajo de constructor interior; cetro de mando, etc.

Por otro lado, la mayoría de las cerámicas encontradas en esas ciudades y en los enterramientos, están pintadas con escenas que narran acontecimientos ocurridos en el inframundo, y parecen elementos mágicos para facilitar el recorrido de los muertos por esa dimensión, o constituyen fragmentos de una secuencia cuya virtud de representación sería equivalente a su poder de realización.

Al final del denominado período clásico, a partir del siglo noveno de nuestra era, se produce un fenómeno inexplicable: cesa la construcción de arquitectura monumental y la inscripción de textos jeroglíficos, se dejan de utilizar sistemas calendáricos como el Calendario Lunar o el sistema de Series Iniciales, desplazados por el llamado sistema de Cuenta Corta, y, lo más llamativo, centros y ciudades de los más importantes quedan prácticamente desiertos. Por eso a partir de 1521 los colonizadores españoles y otros descubridores posteriores hallaron ciudades abandonadas y prácticamente intactas, a merced de la jungla y de la naturaleza.

El misterioso fenómeno de abandono, sobre el que se han escrito varias hipótesis de tipo científico o esotérico, pero que ninguna de ellas está confirmada, dio paso a un nuevo período conocido como post-clásico, en el que, a partir del año mil, destacan en el área maya ciudades de la zona norte de Yucatán como Chichén Itzá y Mayapán, aunque ya influenciadas por otras zonas de México. El período post-clásico terminaría en el año 1.697 con la entrega de la última ciudad (Tayasal) a los conquistadores.

Es importante resaltar que para los mayas el tiempo no era un fenómeno estático o lineal, sino cíclico, que se puede medir matemáticamente y que es recurrente, por lo que se podían hacer averiguaciones sobre acontecimientos del pasado, captar con un sentido más profundo el presente y hacer proyecciones del futuro.

Con los conocimientos aritméticos y matemáticos que poseían, y con la ayuda de observatorios astronómicos que les permitían computar los períodos solares y lunares, los solsticios y equinoccios, el paso de los cometas, los eclipses, el ciclo de Venus y de otros astros y constelaciones, elaboraron complejos y precisos calendarios, cuya finalidad iba más allá de la meramente práctica, llegando a sumergirse en horóscopos y profecías. El tema de los calendarios y muchos otros aspectos de la cultura y espiritualidad de los mayas han sido ampliamente desarrollados y pueden ser consultados en el libro del que soy coautor y que lleva por título Los Mayas y el Conocimiento Interior.

Es extraordinario el hecho de que pudieran hacer y anotar observaciones tan precisas sin disponer de aparatos de ciencia astronómica. Acompañaban la mecánica celeste como un método de vida, y lo hacían levantando pronósticos, rituales adivinatorios, calendarios precisos, cartas astrales, etc., de forma similar a los antiguos caldeos, egipcios, hindúes… Para ellos la astrología no estaba separada de la astronomía. Su vida estaba en cierto modo sujeta al desarrollo calendárico y a la influencia de los astros.

El desarrollo de la aritmética fue clave para la evolución del resto de conocimientos científicos. La utilización del número cero fue fundamental para las operaciones aritméticas, que se basaban en un sistema vigesimal, considerando el número veinte como la unidad básica de su cuenta. Escribían los números con un sistema de puntos y barras muy inteligente, de manera que la escritura aritmética se simplificaba de modo eficaz. Además, el sistema vigesimal ofrece una gran potencia de cálculo y tiene la ventaja de que necesita menos cifras que otros sistemas, como por ejemplo el decimal, para expresar grandes cantidades.

En cuanto a la lengua maya, fue considerada como una de las más desarrolladas de la antigüedad. Su diccionario encierra más de 30.000 voces. Se conocen varios dialectos, como el yucateco, el chol, el mam y quiché, que parecen derivar de un tronco común conocido con el nombre de proto-maya. Las inscripciones registradas en estelas y monumentos del período clásico pueden estar expresadas en chol, aunque otras denotan origen mam y quiché.

Dice Diego de Landa que aprendieron a leer y escribir en la lengua de los indios la cual se redujo tanto a un arte que se estudiaba como la latina y que se halló que no usaban de seis letras nuestras que son D, F, G, Q, R y S que para cosa ninguna las han menester; pero tienen necesidad de doblar y añadir otras para entender las muchas significaciones de algunos vocablos, porque Pa quiere decir abrir, y PPa, apretando mucho los labios, quiere decir quebrar; y Tan es cal o ceniza, y Than, dicho recio, entre la lengua y los dientes altos, quiere decir palabra o hablar; y así en otras dicciones…

Desarrollaron el más completo sistema de escritura del Nuevo Mundo, incluyendo historias, genealogía, nombres de dioses, textos de medicina, botánica, calendarios, astronomía, esoterismo, aritmética, etc. El elaborado sistema de escritura jeroglífica estaba formado por unos 800 glifos de tipología pictográfica, que eran representaciones mediante dibujos, también estaban los de tipo logográfico, que eran representación de palabras mediante signos gráficos y por último los de tipo fonético, que eran representaciones de sonidos.

La escritura era sagrada, y sólo la conocían algunas personas, por lo general sacerdotes, a quienes les eran revelados los designios

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