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Pitágoras y la Nueva Conciencia
Pitágoras y la Nueva Conciencia
Pitágoras y la Nueva Conciencia
Libro electrónico195 páginas2 horas

Pitágoras y la Nueva Conciencia

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Pitágoras de Samos, además de un gran matemático, fue el primero en asimilar y transmitir ideas como pacifismo, igualdad, naturismo, ecologismo, musicoterapia, ciencia espiritual y muchas otras que hoy son aspectos punteros en nuestra cultura y definen la Nueva Conciencia. Un libro riguroso y ameno que pone de manifiesto facetas insospechadas del gran filósofo en relación con el desarrollo integral del ser humano. Asimismo contiene la traducción íntegra y comentada de los famosos Versos Áureos atribuidos a Pitágoras y que encierran la esencia de su enseñanza. Se analizan entre otros aspectos como la importancia del "número" como fuente esencial de todo lo creado, el estilo de vida pitagórico, el ideal de fraternidad que imperaba entre los miembros de la Hermandad, el uso de la música para la armonización del cuerpo y de la psique, la doctrina de la metempsícosis, o transmigración del alma, la fundación de la Escuela de Crotona, el misterioso final de Pitágoras y la importancia de la herencia pitagórica en los siglos posteriores.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 dic 2014
ISBN9781311084545
Pitágoras y la Nueva Conciencia
Autor

Rubén González

Rubén González es Licenciado en Derecho y Titulado Superior en Griego Moderno. Ha publicado varios libros y artículos sobre sus investigaciones y su experiencia en la divulgación de temas relacionados con el conocimiento interior y su relación con las antiguas civilizaciones, especialmente con las culturas griega, maya y egipcia. En sus cursos y seminarios, así como en sus libros, aborda los temas que desarrolla desde un punto de vista, no sólo histórico y antropológico, sino también, y especialmente, simbólico y espiritual. Otras obras publicadas de este autor son: "Los Mayas y el conocimiento interior" (en castellano y en inglés), "Pitágoras y la nueva conciencia", "Popol Vuh comentado, visión espiritual del mito maya", "Los Versos Áureos y la Escuela de Pitágoras".

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    Una gran obra que recopila conocimiento y virtud de la filosofía que nos legaron los griegos.

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Pitágoras y la Nueva Conciencia - Rubén González

A medida que va avanzando el nuevo siglo se va sintiendo el anhelo de un cambio en la forma de vivir, en las relaciones entre las personas, en la percepción del planeta y del universo, y en general en los planteamientos y aspiraciones de las nuevas generaciones. Vivimos en una época en la que las viejas ideologías, dogmas y paradigmas van dando paso a una concepción que quiere estar basada en la experiencia directa, sin intermediarios de ningún tipo, así como en el sincretismo cultural de oriente y occidente y en general de todo el planeta, en el desarrollo de una conciencia individual pero conectada con lo colectivo, y en la unión de ciencia y espiritualidad.

Aunque las antiguas estructuras y formas de pensar se resisten a desaparecer -y a veces asoman en la escena pública de forma dramática-, desde una perspectiva más amplia y vanguardista, se puede afirmar que la transición hacia una nueva era va dando pasos de manera irreversible, y que todos estos movimientos, inquietudes y paradigmas que podríamos denominar la Nueva Conciencia, terminarán por imponerse en la mentalidad y forma de vida de la mayoría de la humanidad.

Si hacemos un estudio del pensamiento, de la ciencia y de la filosofía en el transcurso de la historia de los últimos tres mil años, vamos a encontrar a un personaje que sería el primero en encarnar ese sentimiento de la necesidad de un desarrollo integral del ser humano, tanto a nivel interior como exterior, es decir, tanto en el conocimiento de sí mismo como de lo que le rodea y del cosmos, sentimiento que define claramente a la Nueva Conciencia. Se trata de Pitágoras de Samos, que, además de un gran matemático, podemos decir que fue el primero en asimilar y transmitir el sincretismo cultural oriente-occidente, así como las ideas del pacifismo, de la igualdad de las personas, del naturismo, del ecologismo, de la musicoterapia, de la ciencia espiritual, y de muchas otras tendencias que hoy en día son aspectos punteros en nuestra cultura.

Pitágoras es conocido por crear las raíces de la filosofía y de las matemáticas, pero su entidad intelectual y espiritual es tan inmensa, dado que con él nace la confianza en nuestra capacidad de explorar y comprender el universo y el ser humano, macrocosmos y microcosmos y ello fuera de los áditos de los templos y de los círculos exclusivos, que podemos situarla como cuna del saber y del conocimiento en el pensamiento occidental, e incluso como paradigma del conocimiento integral a nivel mundial.

Cuenta la historia que el oráculo de Delfos, el más importante de la antigüedad, se pronunció antes de que naciera Pitágoras, anunciando a sus padres: Os nacerá un ser de naturaleza divina, y que desde joven muchos exclamaban al verle pasar que era un ser divino, hijo de un dios, una manifestación de Apolo.

Asimismo, relata que estudió con personajes de la categoría de Tales de Mileto y Anaximandro, y que en sus viajes aprendió el conocimiento secreto de Egipto, de los caldeos y fenicios, y aún de los magos de Babilonia. Más adelante llegó a la península itálica, y en la ciudad de Crotona se aplicó en ricas y amenas disertaciones, dirigidas a los gobernantes, a las mujeres, a los jóvenes y a los niños, y todos quedaron tan impresionados que le dieron una acogida triunfal, y así Pitágoras decidió fundar la famosa escuela de Crotona, en donde puso de manifiesto la excelencia de su método pedagógico, educando a una selección (hecha por él mismo) de jóvenes de la zona, en aras a transformar la sociedad de su tiempo. Las asignaturas básicas de la escuela eran la aritmética, la geometría, la música y la astronomía, y combinaba la ciencia con la espiritualidad, y, utilizando las catarsis o purificaciones y un modo de vida especial, los discípulos se enfocaban a alcanzar lo que hoy denominaríamos estados superiores de conciencia, tanto en vida como más allá de la muerte.

Pitágoras fue el primero en utilizar el término filósofo (que significa el que ama la sabiduría) y marcó un hito en la aritmética y geometría al investigar los teoremas de manera inmaterial y abstracta, es decir, sin instrumentos ni mediciones materiales, sólo por medio de la intuición de ideas, dando lugar al nacimiento de las matemáticas como ciencia especulativa y deductiva, más allá de la práctica meramente empírica e inductiva.

Además, instauró la matemática como ciencia racional a través de la práctica de la demostración, y para él los números eran entes o símbolos por medio de los cuales definía todas las ideas concernientes a la verdadera naturaleza de las cosas. El cosmos está regido por un orden que los números descubren, y estos no tienen solamente un contenido aritmético, sino también un significado que los anima, no son solamente cifras, sino también potencias similares a dioses.

Practicaba una filosofía cuyo objetivo era preservar y liberar de determinadas trabas y ataduras a la mente que se nos ha asignado, para que, una vez purificada, pudiera dirigirse suavemente a la contemplación de los seres incorpóreos y eternos, a la contemplación de las auténticas realidades, lo que hacía dichosos a los discípulos. Aseguraba que el alma es inmortal y se traslada a otros seres vivos, y hasta describía sus propias encarnaciones anteriores. Se cuenta que, en cierta ocasión, salió flaco y macilento de un lugar soterrado, y ante una congregación de gente, dijo que volvía del inframundo.

Resaltaba la importancia fundamental de la educación, así como el no atentar contra la igualdad y la justicia. Decía que debe preferirse ser objeto de una injusticia a dar muerte a un ser humano. Nunca fue visto en cosas venéreas, ni en embriagueces. Se abstenía de burlas y de toda chanza, como son dichos y motejos pesados. Hallándose airado jamás castigaba a ningún esclavo o liberto. Enseñaba que nada se ha de creer propio, y que los bienes de los amigos son comunes. Asimismo, que no se nos hagan enemigos los amigos, sino amigos los enemigos; que no se ha de atormentar el ánimo con angustias y pesares; que no se han de arrancar ni destruir las plantas buenas, ni hacer daño a los animales que no son nocivos, y que nadie debe excederse de la justa medida en el beber y el comer. Especialmente recomendaba decir la verdad, porque solamente ello podía hacer a los hombres semejantes a la divinidad.

Se dice que tenía una alimentación tan equilibrada que su cuerpo guardaba siempre la misma disposición, como trazado a cordel, sin aumentar ni disminuir de peso o de talla. Desayunaba panal de colmena o miel, y comía cereales con verduras hervidas o crudas, y rara vez carne de los sacrificios rituales.

Aconsejaba mantenerse especialmente atento en dos ocasiones: en el momento de irse a dormir y en el de despertarse del sueño, pues era necesario examinar todo lo acaecido. Era también músico, y se dice que inventó la escala musical por una cuerda sola, es decir que se le atribuye la invención del monocordio. Con sus cadencias rítmicas, sus cánticos y sus ensalmos mitigaba los padecimientos psíquicos y corporales.

Por otra parte, en cuanto a la Astronomía le cabe a Pitágoras el gran mérito de haber establecido el primer sistema cosmológico no geocéntrico. Incluso habló de un planeta desconocido, el Antichton o anti-Tierra, que todavía no ha sido descubierto. Además, investigando las posiciones de los planetas entre sí, observó que unos cuerpos tan grandes como los planetas tenían que producir inevitablemente algún sonido, y mantenía que la totalidad del universo está construida con arreglo a una escala musical: la Armonía de las Esferas (por cierto, los satélites de la NASA han confirmado últimamente que el sol y los planetas emiten sonidos armónicos).

En definitiva, Pitágoras fue el primer gran maestro que sintetizó y adaptó a la mentalidad y a la psicología occidental las grandes verdades y el contenido de la sabiduría antigua mantenida secreta en el ádito de los santuarios. Incluso la conocida filosofía de Platón, además de las enseñanzas socráticas, sigue, en la mayoría de las cosas, la de los pitagóricos.

Para Pitágoras la Filosofía, Ciencia, Matemáticas, Cosmología y Mística, son aspectos indisociables que conforman un estilo de vida: «el modo de vida pitagórico» (del que habla Platón en La República), imbuido por un entusiasmo místico que promueve una pasión por el conocimiento mediante la investigación filosófica y matemática, así como una actitud psicológica y trascendental reflejada en los Versos Áureos (cuya traducción del griego y comentario se incluye en la parte final de este libro) como parámetros esenciales cotidianos de la existencia.

La extensa e intensa actividad intelectual de Pitágoras y de sus discípulos ha dejado un legado en todos los campos del saber, incluidos el arte, la ecología, y la metafísica. A lo largo de la historia, filósofos y científicos de la talla de Platón, Boecio, Copérnico, Kepler, Leibnitz, Newton, etc., mostraron su simpatía por las enseñanzas pitagóricas.

En la actualidad, además de la vigencia del ¨modo de vida pitagórico¨ para los seguidores de la Nueva Conciencia, muchas disciplinas científicas están fuertemente matematizadas. Y, a través del proceso informático de digitalización, puede llegar a ser un número –sucesiones de ceros y unos– buena parte de la creación del intelecto humano desde una argumentación discursiva hasta una composición musical o una pintura en un lienzo, y gracias a tal estructura magnética ser trasmitido, de forma casi instantánea, por vía telemática, a cualquier lugar del orbe terráqueo. La informática ha puesto plenamente vigente la máxima sentencia pitagórica: «El número es la esencia de todas las cosas».

Así pues, el alto grado de matematización del mundo actual y las aspiraciones de un modo de vida más consciente, han hecho de Pitágoras un personaje muy moderno, cuyas enseñanzas están plenamente vigentes y nos pueden servir de gran ayuda para nuestro crecimiento personal y espiritual.

*****

El hombre del silencio

La primera dificultad que encuentra el investigador de la vida y, sobre todo, de la filosofía de Pitágoras es la escasez de fuentes de información contemporáneas a la primigenia escuela pitagórica. No se conserva escrito alguno del maestro, y tampoco hay fragmentos de los escritos pitagóricos anteriores a la época de Filolao de Crotona, discípulo suyo que se convirtió en director de la escuela en Tebas a finales del siglo V a.C. y que escribió el tratado titulado Sobre la naturaleza, del que se conservan algunas partes.

La otra dificultad importante a la hora de intentar definir las doctrinas pitagóricas es el carácter eminentemente confidencial que las mismas tenían. Los testimonios de las fuentes en este sentido son coincidentes. Aristóxeno, discípulo de Aristóteles y amigo de los pitagóricos de su tiempo, dijo que estos mantenían que no todo tiene que ser divulgado entre todos los hombres. Porfirio, en su Vida de Pitágoras, escribió sobre él: lo que decía a los que con él convivía ni siquiera uno sólo puede manifestarlo con certeza, porque se daba un silencio ritual entre ellos; es decir, había un juramento de silencio sobre los conocimientos internos que se transmitían en la escuela. Diógenes Laercio dice que hasta la época de Filolao fue imposible el conocimiento de las doctrinas pitagóricas fuera de las aulas de la escuela. Además, Jámblico afirma que Pitágoras obligaba a los aspirantes que querían ser miembros de la comunidad a guardar hasta cinco años de silencio como parte de su formación y que enseñó a sus discípulos la continencia verbal y el silencio total, que se ejercitaba por muchos años para el dominio de la lengua.

A pesar de todo, existen diversas fuentes que nos permiten describir y profundizar en el pensamiento pitagórico. En primer lugar, tenemos algunas fuentes de los siglos VI y V a.C., entre las que destaca una mención del llamado padre de la historiografía, Heródoto, sobre los pitagóricos, que es la más antigua que se conserva: los egipcios coinciden en esto con los órficos, tal y como se les llama, y con los pitagóricos, porque, igualmente, va contra la norma el que uno que tome parte en estos ritos sea enterrado con prendas de lana; estas costumbres son el tema de un libro sagrado, y las obras de Empédocles, el filósofo de Sicilia, que escribió sobre los cuatro elementos de la naturaleza y sobre las purificaciones místicas, influido por el pitagorismo.

En segundo lugar, las fuentes del siglo IV a.C., entre las que destacan las obras de Platón, Aristóteles, Isócrates y Heráclides. Aunque Platón menciona una sola vez a los pitagóricos por su nombre, en el libro VII de la República, su filosofía está muy influida por el pitagorismo. Por su parte, Isócrates reconfirma la historia de que Pitágoras debía toda su sabiduría a Egipto. Heráclides Póntico, un discípulo de Platón que frecuentó la Academia aproximadamente en la misma época que Aristóteles, trató con extensión de Pitágoras y su escuela en sus fragmentarios escritos.

En tercer lugar, tenemos los fragmentos del citado tratado de Filolao, las citas de los siglos IV y III a.C. del historiador siciliano Timeo de Taormina, y las de Aristóxeno, experto en música y discípulo de Aristóteles, del que se dice que conoció personalmente a los

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