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El acróbata del gol: Las volteretas de Víctor "Pititore" Cabrera
El acróbata del gol: Las volteretas de Víctor "Pititore" Cabrera
El acróbata del gol: Las volteretas de Víctor "Pititore" Cabrera
Libro electrónico225 páginas2 horas

El acróbata del gol: Las volteretas de Víctor "Pititore" Cabrera

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Víctor "Pititore" Cabrera fue un temible delantero que marcó una época en el fútbol chileno, debido a sus goles, anécdotas y travesuras.

Tras dejar atrás una infancia compleja, plagada de carencias y sufrimientos familiares, "Pititore" llegó a San Luis de Quillota, en 1978. Lo hizo desde las canchas del fútbol amateur, sin hacer divisiones inferiores y sin tener la preparación física adecuada para un deportista de alto rendimiento. En menos de dos meses debutó en el cuadro sanluisino y de inmediato marcó su primer gol. Desde ahí no paró de convertir.

Vistió las camisetas de San Luis, Deportes Concepción, Regional Atacama, Colo-Colo, Everton, La Serena, Unión La Calera y Quintero Unido. Fue nominado a partidos de la selección chilena y entrenó con el equipo nacional que, finalmente, jugó el Mundial de España 1982.

La particular forma de celebrar sus conquistas, una espectacular voltereta con mortal hacia atrás extendido, le permitió ser aún más conocido a nivel nacional, llegando -incluso- a traspasar las fronteras del país gracias a su recordada pirueta circense.

¿Qué le faltó a "Pititore" Cabrera para alcanzar la gloria?. ¿Su infancia compleja afectó su carrera como futbolista profesional?. ¿Por qué no se consolidó en la selección chilena?. ¿Pudo haber jugado un Mundial?. ¿Fue unjugador indisciplinado e irresponsable?. ¿Qué tiene que ver Vicente Cantatore con su apodo?. ¿Cómo fue su relación con Patricio Yáñez y Carlos Caszely?. ¿Hacía las volteretas desde un caballo en movimiento?. ¿Tuvo un loro que le decía garabatos a su entrenador Hernán "Clavito" Godoy?.

El acróbata del gol: Las volteretas de Víctor «Pititore» Cabrera es un libro que describe la vida e historia de un jugador de origen humilde, que llegó a lo más alto del fútbol chileno. Supo de triunfos pero también de duras derrotas, que terminaron por truncar su carrera como deportista profesional. Su experiencia, vivencias y testimonios dan cuenta -tal como lo han descrito sus cercanos- de un "loco lindo", que llenó de alegría, goles y picardías los estadios del país.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 nov 2022
ISBN9789564062822
El acróbata del gol: Las volteretas de Víctor "Pititore" Cabrera

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    El acróbata del gol - Gonzalo Valero

    El acróbata del gol

    © 2023, Gonzalo Valero

    ISBN: 978-956-406-165-8

    eISBN: 978-956-406-282-2

    Primera edición: Febrero 2023

    Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en todo ni en parte, tampoco registrada o trasmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mediante mecanismo fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo escrito por el autor.

    Diseño de portada: Paolo Arriagada

    Imprenta: Donnebaum

    Impreso en Chile/Printed in Chile

    Tenía cinco años de edad cuando fui a un estadio de fútbol por primera vez. Fue un 14 de septiembre de 1985, para un partido de San Luis con Colo-Colo, jugado en Quillota. Triunfo albo de 1-0, con gol y voltereta de Víctor Pititore Cabrera. Ahí nació mi amor por el fútbol. Mi agradecimiento eterno a mis hermanos, José Antonio e Iván Andrés, por brindarme esa linda experiencia de niñez.

    Un abrazo de gol para ellos, para los amantes del fútbol, y en especial para los incondicionales hinchas de San Luis de Quillota.

    Y un buen día la diosa del viento besa el pie del hombre,

    el maltratado, el despreciado pie, y de ese beso nace el ídolo del fútbol. Nace en cuna de paja y choza de lata y viene al mundo abrazado a una pelota.

    Eduardo Galeano, El fútbol a sol y sombra.

    Índice

    Abracen al goleador

    El niño que se hace futbolista

    Introducción

    1. Una infancia compleja

    2. El apodo de Pititore

    3. Hincha de UNIÓN La Calera cuando niño

    4. El origen de la voltereta

    5. El Punto Silva y San Luis de Quillota

    6. El soldado Cabrera

    7. Pititore deslumbra al Punto Silva

    8. El fallido debut del joven delantero

    9. Vivir en la sede del club

    10. El primer amor toca la puerta

    11. Hijo adoptivo del Punto Silva

    12. El inicio de una dupla goleadora

    13. Hipoglós para los hongos

    14. San Luis campeón de la Copa Polla Gol

    15. Título de goleador y ascenso al fútbol de honor

    16. Todo el plantel busca su diente

    17. La primera voltereta en público

    18. Sube un cordero al bus del plantel

    Apartado fotográfico

    19. El sueño incumplido de la selección y el Mundial de 1982

    20. Ser delantero en la década del 80

    21. Un salto alto perfecto

    22. Deja San Luis y tiene un difícil paso por el sur

    23. Reencuentro con Clavito Godoy

    24. El loro y Clavito Godoy

    25. Otra anécdota de Pititore y Clavito Godoy

    26. Acrobacias con el Cuadro Verde de Carabineros

    27. El paso goleador por el Colo-Colo de Caszely y Vasconcelos

    28. La voltereta en Sábados Gigantes

    29. El Pititore artista

    30. Un mal paso por Everton 180

    31. Llega como ídolo a La Serena

    32. La batalla campal con Deportes Valdivia

    33. Su último año en primera división

    34. ¿Fue un jugador indisciplinado?

    35. Adiós al fútbol profesional

    36. Reencuentro con su primer amor

    37. La última voltereta

    Epílogo

    Agradecimientos

    Bibliografía

    Abracen al goleador

    Prólogo de Rodrigo Arellano Vera

    En el fútbol el gol lo es todo. Desde una pichanga amateur hasta en una selección nacional. Encontrar un goleador es un privilegio de pocos y una obsesión para los entrenadores.

    Eso fue lo que San Luis de Quillota vio en Víctor Hugo Cabrera. Un diamante en bruto que el río Aconcagua vio brillar en sus canchas y terrenos vecinos.

    En un momento en que Chile y los países sudamericanos luchaban contra la desnutrición, un Pelusa, como Diego Armando en Argentina, pasaba las tardes jugando a la pelota con sus amigos. Potrero puro y una risa contagiosa que lo hacía el compañero que todos querían sumar a sus equipos.

    Gonzalo Valero entra en el corazón de una historia que conmueve al protagonista, a su entorno y a los que alguna vez lo vieron celebrar un gol con una voltereta. La manera en que se impuso a un entorno complejo, el mágico rescate de los canarios y su transformación en un futbolista profesional marcan los hitos de una historia apasionante.

    La emoción del sueño cumplido se combina con la frustración de ver cómo su carrera no logró llegar a las dimensiones que por habilidad merecía. El Piti fue un mito en las canchas nacionales. Llegó a ser goleador con San Luis de Quillota y Regional Atacama, equipos que estaban armados para otra cosa.

    Los hinchas en las tribunas y los reporteros gráficos a ras del pasto esperaban el gol de Pititore. Todos querían ver y capturar el momento en que ese artista iba a firmar su nuevo tanto con una voltereta en el aire. Hasta el día de hoy, en cada uno de mis trabajos en medios de comunicación he recordado su nombre, cuando un jugador se atreve a festejar un gol girando por los aires.

    Celebrar un gol con acrobacias en el fútbol actual podría significar una sanción interna ante el riesgo de una lesión. A Pititore eso nunca lo asustó, o quizás nunca lo pensó. Él fue un talento en estado puro, que tuvo sus mejores campañas en entornos seguros y donde le mostraron cariño.

    Los consejos del capitán, Uruguay Graffigna, o la palmada en la espalda de Mario Figueroa le dieron los días más lindos de su carrera. Esos que lo hicieron cumplir el sueño de jugar en Colo-Colo y pedirle sin éxito a la Virgen de Lo Vásquez que Luis Santibáñez lo llevara al Mundial de 1982.

    La voltereta de Pititore es una metáfora de su vida y su carrera. Una espectacularidad hecha con maestría, pero sin pensar en las consecuencias. Nadie lo preparó para ser una estrella del fútbol local, salvo algún entrenador que le recomendó vestirse con estilo europeo y buen perfume, consejo que siguió hasta en los días más complicados de su vida.

    La historia del Piti es una aventura que vale la pena conocer. La alegría de jugar y cumplir sueños jugando al fútbol, se mezclan con las sombras que evitan que muchos no puedan cumplir su sueño de ser profesionales. El mismo protagonista en su trabajo con niños les recalca que estudiar y cuidarse les puede dar más días de gloria dentro de una cancha.

    El acróbata del gol: las volteretas de Víctor Pititore Cabrera, es un relato que colabora con esos mitos deportivos que se transmiten de generación en generación. No importa lo que no fue, en este libro está el origen y lucha de un goleador de raza. Al final, al Piti sus goles lo hacen eterno en la historia del fútbol chileno.

    Rodrigo Arellano Vera

    Periodista de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Trabajó en área deportiva de La Estrella de Valparaíso y Radio ADN. Actualmente, es periodista y conductor del noticiero deportivo 24 Horas Deportes de Televisión Nacional de Chile.

    El niño que se hace futbolista

    Prólogo de Renata Almada Cidade

    Me ha llenado de satisfacción la invitación de Gonzalo Valero para escribir uno de los prólogos de su libro, que aspira a contar de forma fidedigna y sin tapaduras la historia de vida de un ingenioso del fútbol chileno, Víctor Hugo Cabrera, o, mejor dicho, Pititore.

    Resulta imposible e incluso imprudente ocultar el sobrenombre, aún más a sabiendas de que en el universo del fútbol los seudónimos poseen un valor intrínseco de gran plusvalía. Suelen tomar la noble responsabilidad de resignificar trayectorias, al surgir con la intención adyacente de invocar una personalidad alternativa, un alter ego que ayuda a asimilar, procesar y dejar en el pasado a fantasmas, que habitan las primeras etapas de un ciclo vital plagado por múltiples barreras, adversidades y discriminaciones, fruto de una realidad socioeconómica de vulneración.

    Un oportuno momento para parafrasear al maestro Óscar Washington Tabárez, recordado entrenador charrúa —y adepto de la aplicación de la pedagogía en el contexto del balompié— que ha dicho que los futbolistas son hijos de la cultura de la pobreza. Las dificultades propias de ese contexto forjan la estructura psíquica en un juego de interacción, fortaleciendo y, a la vez, mermando aspectos claves que son cruciales e imprescindibles en el desarrollo óptimo y sistémico del jugador de fútbol.

    Víctor Cabrera no ha quedado ajeno a esa lógica y el desenlace de su historia como futbolista tampoco ha pasado incólume. A través del correcto relato de Gonzalo, su mirada curiosa y búsqueda indagadora, alcanzamos a entender las repercusiones posibles del actuar de las carencias del pasado en la psique del deportista.

    Las privaciones de índole afectivas emergen como factores condicionantes y limitantes de la performance, al no preparar al futbolista a la necesaria tarea de saber gestionar las emociones e impulsos, o a plantearse objetivos de mediano y largo plazo (por la imperiosa y avasalladora tendencia apremiante de toda una vida en que tuvo que luchar para asegurar la subsistencia, algo que exige premura).

    En contrapartida, estas mismas experiencias previas de continuos sacrificios, postergaciones y presiones multilaterales actúan como un poderoso aliciente y decantan en los rasgos de personalidad típicos de Víctor: intenso, punzante, desafiador, creativo, pícaro y otros miles de adjetivos que conformaban su carácter, haciéndolo único e irrepetible.

    A lo largo de su carrera, Víctor Cabrera pudo encajar en grupos diversos y heterogéneos, mostrando su faceta adaptativa, algo que en un deporte colectivo está dotado de gran valor. Su capacidad goleadora remite a una inteligencia cinestésico corporal (el saber emplear el cuerpo de manera eficaz y competente); además, de una innata habilidad interpersonal (la destreza al relacionarse con el otro), de extrema importancia al entender que la comunicación motriz es inherente al juego; y supone que el pase y demás gestos del fútbol son actos comunicativos entre los jugadores y añade una permanente interacción que traspasa las vivencias individuales del jugador.

    Estos ingredientes permiten circunscribir a Víctor como uno de los grandes jugadores de su tiempo.

    Uno de los valores de este libro radica en la inquietud del autor por buscar retratar la figura de Víctor Cabrera a partir de un enfoque integrador, contemplando todas las dimensiones complementarias y antagónicas del ser humano, y es justamente ahí donde se anidan las respuestas a preguntas que nunca han podido ser descifradas de la vida de Pititore.

    Este libro enlaza asertivamente lo humano con lo deportivo. Es por eso que las próximas páginas son una seductora invitación a conocer y entender al ser humano que está detrás de Pititore, para identificar desde dónde proceden las luces y sombras de nuestro antihéroe, quien supo cautivar a los aficionados con sus desconcertantes maniobras motrices, dignos de un espectáculo circense, y pudo hacer frente a las amenazas de un origen vulnerable a punta de goles y gambetas.

    Renata Almada Cidade

    Psicóloga con formación clínica y deportiva. Comunicadora deportiva y panelista de TNT Sports. Actúa con deportistas profesionales, mayormente futbolistas de la alta competencia de distintos países de Sudamérica.

    Introducción

    En su libro El fútbol a sol y sombra, el escritor uruguayo Eduardo Galeano señala que en los barrios populares suelen envidiar al joven que se convierte en futbolista, porque el jugador profesional se salva de trabajar en la fábrica o en la oficina, y le pagan por divertirse, se sacó la lotería. Y aunque tenga que sudar como una regadera, sin derecho a cansarse ni a equivocarse, él sale en los diarios y en la tele, las radios dicen su nombre, las mujeres suspiran por él y los niños quieren imitarlo¹.

    Víctor Pititore Cabrera es un fiel ejemplo de esa descripción que hace Galeano del niño de escasos recursos, que le gana a la vida por sus condiciones excepcionales para jugar al fútbol y se convierte en ídolo. Él fue ese joven que dejó atrás un futuro incierto y un destino bajo el anonimato, dribleó los obstáculos de origen y una dificultosa condición socioeconómica, y salió adelante gracias a su virtuosismo con la pelotita, ganando dinero, fama, experiencias y múltiples historias que llenaron de anécdotas su existencia.

    La infancia de Pititore no fue fácil, estuvo marcada por las dificultades familiares y económicas. Sus padres se separaron cuando era pequeño y él sintió que quedó un poco a la deriva, sin los cuidados ni las enseñanzas que un hijo necesita para enfrentar la vida con todas las complejidades que ella tiene. A temprana edad dejó el colegio y tuvo que desarrollar distintos oficios para ganar algo de dinero que le servía para comer, comprarse cosas o bien para ayudar en el hogar.

    Su llegada al fútbol profesional es sorpresiva y mágica. En 1978, Cabrera tenía 18 años cuando lo descubrió Eduardo Punto Silva y su asesor Carlos Máquina Hernández en un partido del fútbol amateur en La Calera. A pesar de su físico enjuto y mermado por una infancia vulnerable, el entrenador sanluisino se la jugó por sumarlo a su proyecto futbolístico. Pititore estaba haciendo el servicio militar en Quillota, pero eso no fue un impedimento para Eduardo Silva, quien tenía importantes contactos con los militares de la Escuela de Caballería Blindada y de la Gobernación Provincial.

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