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Cinzano. Campeón, convicto y leyenda.
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Cinzano. Campeón, convicto y leyenda.
Libro electrónico236 páginas2 horas

Cinzano. Campeón, convicto y leyenda.

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Información de este libro electrónico

Cinzano, uno de los mejores caballos de Sudamérica llega a Estados Unidos a probar sus virtudes luego de descollar en el turf uruguayo. Pero no viaja solo, viaja acompañado de Lebón, un caballo de menor nivel. Durante la cuarentena obligatoria Cinzano muere en un accidente y su comprador, Mark Gerard, se ve obligado a entrenar a Lebón para tratar de desquitar su inversión. En setiembre de 1977, a cuatro meses de haber arribado a Estados Unidos y dos años después de su última victoria en Uruguay, Lebón gana sorpresivamente en Belmont Park repartiendo 57 dólares por cada dólar apostado. Cuando las fotos de la hazaña llegaron a los periódicos uruguayos la sorpresa fue mayúscula: el caballo de la foto no era Lebón, era Cinzano. A partir de ahí la investigación empezó a crecer como una bola de nieve acaparando durante meses los titulares de toda la prensa neoyorquina. ¿Estafa? ¿Error involuntario? ¿Arreglos con la mafia?

Auge, caída y redención de Cinzano, que pudo resurgir de las cenizas para cumplir con el destino que la historia le había reservado.

---

 

«"Cinzano, campeón, convicto y leyenda" es uno de los mejores libros del año. »

Federico Medina, La Diaria, julio de 2022.

 

«Daniel Torres ha tenido la virtud de narrar la trama en tres capítulos de un modo coloquial, ameno, condimentado y entretenido. »

Leonardo Ferber, Eleturf, mayo de 2022.

 

«La historia parece extraída de un guión cinematográfico. »

Andrés López Reilly, El País, mayo de 2022.

 

IdiomaEspañol
EditorialDaniel Torres
Fecha de lanzamiento20 abr 2022
ISBN9789915410227
Cinzano. Campeón, convicto y leyenda.
Autor

Daniel Torres

Daniel Torres Rodríguez es padre, esposo, arquitecto y gracias a este libro también escritor o casi. Nació en la ciudad de Colonia del Sacramento en el año 1979 y desde niño fue un apasionado del turf y de la lectura en ese orden. Desde el año 2006 forma parte del staff de En Una Baldosa, famoso sitio deportivo argentino y desde el 2010 colabora con la revista digital Eleturf. Este es su primer libro y vaya uno a saber si no será el último.

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    Vista previa del libro

    Cinzano. Campeón, convicto y leyenda. - Daniel Torres

    Cinzano. Campeón, convicto y leyenda.

    1ª edición digital, formato EPUB. Marzo 2022. 1ª edición papel, abril 2022.

    2ª edición papel, setiembre 2022. 204 páginas. 148 x 210 mm.

    Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, sin el previo consentimiento del autor.

    Autor: Daniel Torres Rodríguez Contacto: cinzanolibro@gmail.com TW: @cinzanoCCL

    IG: @cinzanoCCL

    Diseño de cubierta:

    Martín Ocretich - boxingbear@gmail.com

    Corrección de estilo:

    María Fernanda Rey - mafernanda_rey@hotmail.com

    ––––––––

    Hecho el depósito correspondiente y habiendo llenado en todas sus partes las disposiciones de la Ley N° 9.739, ha sido debidamente inscripto en el Libro: 41 del Registro con el Número: 84.-

    Montevideo, 31 de enero de 2022.

    ISBN: 978-9915-41-022-7

    Impreso en Gráfica Mosca.

    CINZANO

    CAMPEÓN, CONVICTO Y LEYENDA

    AGRADECIMIENTOS

    ––––––––

    Este libro jamás hubiera visto la luz sin la colaboración de Luis Costa Baleta, Leonardo Ferber, Gustavo Iribarren, Pablo Innella, Jerome Vonk, Martín Ocretich, Héctor Díaz, Marcelo Sil- veira, Yhonny Hernández, Walter Báez, Álvaro Mattos, Michele O’Brien, Randy Rouse, William McCormick y mi familia.

    PRÓLOGO

    ––––––––

    Mientras escribía este libro, recibí dos consejos. El prime- ro, cuando se disparó la idea, allá por el año 2011: «Es una historia buenísima, pero escribila rápido porque esto ocurrió hace más de treinta años y el tiempo pasa para todos». Bueno, no le hice caso y, después de muchos comienzos fallidos y abandonos casi eter- nos, lo terminé a finales del 2021. Diez años no es precisamente rápido y el tiempo pasó para varios de los protagonistas, aquellas comunicaciones mantenidas con Randy Rouse terminaron siendo pocas después de su muerte, en 2016.

    Panchito Costa Baleta fue el que me dio el empujón final: en julio de 2021 llamó para decirme que precisaba un artículo con la campaña de Cinzano en Estados Unidos para el Museo del Turf, nada muy largo porque la gente ya no lee y mucho menos en internet. Así que, escribiendo esas tres o cuatro páginas, me reencontré con información que ya tenía, descubrí información

    «nueva» y volví a quedar atrapado en el «universo Cinzano-Le-

    bón». Esta vez, de manera definitiva.

    Las charlas con Panchito se hicieron más frecuentes, el in- tercambio de documentación también, pero, cuando estaba liqui- dando el primer borrador, la noticia de su muerte nos golpeó feo. Uno de los impulsores de este libro no iba a poder verlo impreso, el consejo de diez años antes volvía a sacudirme la cara de un so- papo. Desde ese día y hasta que esto llegó a la imprenta, no hubo más pausas ni excusas; «más vale tarde que nunca» es una frase que odio, pero la acepté con resignación.

    El otro consejo lo recibí en la primera corrección del libro:

    «Tenés que poner que era nieto de Uranio y descendiente de Con- greve. No podés no nombrar a Congreve, ...y hoy, que tengo la cabeza / cubierta con tanta nieve, / con los hijos de Congreve / vuelvo a rejuvenecer; aparece en Milonga que peina canas, tiene que aparecer en el libro». Tampoco seguí ese consejo, lamento decir; la penúltima mención a Congreve es esta, aunque no des- conozco su récord de producción de campeones en Argentina ni su aporte general al elevage rioplatense.

    Entre consejos ignorados y noches frente a Newspapers. com, en los últimos meses del 2021 se fue armando este libro, que empezó a gestarse en 2011, pero cuya historia me había atrapado cuatro años antes, cuando sin querer me topé con la noticia de que un caballo llamado Cinzano había ingresado al salón de la fama de la Virginia Steeplechase Association (Asociación de carreras con

    obstáculos de Virginia, VSA por su sigla en inglés) ¿Sería el uru- guayo? Facilidades de internet sumadas a algún tiempo muerto en el trabajo confirmaron esa sospecha y me llevaron a la historia del caballo contada por los medios norteamericanos. Yo conocía más o menos la leyenda local, la que hablaba de la mafia, de un vete- rinario que trabajaba para ellos, de Telly Savalas y del asesinato de Lebón; cuando vi que todo lo que había aprendido era mentira y que la historia era otra, me transformé en un Xeroque Rolmes, tal el nombre que le dan los brasileros a los pseudo-detectives, y empecé a buscar en Google a cuatro manos, a meterme en todas las hemerotecas gratuitas y a armar un archivo que de momento me serviría para contar la historia en las mesas del Santa Catalina cuando la madrugada nos llevaba por caminos burreros.

    Mientras más descubría y más escribía, menos entendía cómo todavía no se había hecho una película con esta historia. Si alguien escribe una ficción con este argumento, se la rebotan por fantasiosa. Desde la llegada de los caballos a Estados Unidos, todo lo que pasa es inverosímil, pero, por suerte, está registrado en la prensa de la época para que no queden dudas de que esto sucedió. Y, a partir de hoy, también quedará este registro, que pretende hacer justicia con uno de los mejores caballos surgidos en nuestro país en los últimos cuarenta y cinco años y achicar un poco la leyenda urbana en torno a la maniobra para que, en la próxima tertulia en la que alguien mencione a Cinzano, podamos hablar con más propiedad y agrandar las anécdotas basándonos en hechos reales.

    CAMPEÓN

    Sin que nadie lo supiera, la película de Cinzano comen- zaba a rodarse de un martillazo seco en el estrado y al grito del rematador del Haras Yaguarí: «¡Vendido!». En la producción eje- cutiva estuvo Roberto Forné, un exitoso empresario uruguayo, propietario del stud Valor y comprador del potrillo hijo de Tudor Park y Lee. La película mantuvo la clásica línea narrativa de Ho- llywood: un comienzo soñado, la posterior caída en desgracia y, finalmente, la redención acompañada de felicidad eterna.

    Pero toda película tiene una génesis, que rara vez se cono- ce. Esta, en particular, se forjó entre un viaje a Venezuela y una yegua malograda en la pista maroñense.

    Meses antes del mencionado remate, Walter Báez1 le había puesto el ojo a Doña Tola (Weedon Hill y Brasilia), una hembra

    ––––––––

    Leyenda viviente de la hípica uruguaya. Con más de sesenta años vinculado al turf, tiene el récord nacional de carreras ganadas como jockey (1651 victorias) y como entrenador (1360 triunfos). Cual- quier elogio hacia su trayectoria es insuficiente.

    ganadora de un par de carreras en distancias cortas. La yegua se vendía un domingo en Maroñas y el joven Báez ofertó 900 pesos, que alcanzaron para quedarse con el ejemplar. Ahora lo esperaba otro desafío: que Pablo Gelsi2 aceptara entrenar a la yegua porque para el experimentado cuidador no era compatible ser propietario y, a la vez, ser jockey. Finalmente, Gelsi cedió a los argumentos de su yerno (sí, también eran familia) y puso manos a la obra. Pasado un tiempo, Doña Tola reapareció en un clásico sobre 1500 metros, una distancia en apariencia imposible para sus antece- dentes, pero, guiada por la mano maestra de Báez, hizo valer su evolución y se quedó con la victoria, con tanta mala suerte que, luego de cruzar el disco, la yegua sufrió una grave lesión e inme- diatamente resolvieron dar por terminada su campaña de pistas. Abatido por la forma en que se había truncado su ilusión, Báez llevó a la futura madre al Haras Yaguarí y, a cambio, recibió un vale por 4000 pesos para utilizar en cualquiera de sus remates. De esta manera había terminado la aventura de ser jockey y propieta- rio. Por ahora.

    Cuando el Haras Yaguarí publicó el catálogo del remate de los productos nacidos en 1973, Walter Báez estaba a punto de embarcar a Venezuela, donde representaría a Uruguay en una competencia internacional de jockeys. Con ese catálogo como

    Uno de los mejores entrenadores de la historia del turf urugua- yo. Ganador de 930 carreras, era un especialista en preparar caballos para largas distancias: ganó cuatro G. P. Ramírez, siete G. P. Nacional y ocho G. P. Gral. Artigas, entre otros clásicos. Marcó una época y un estilo en el viejo Maroñas.

    lectura de viaje, arribó al país caribeño y, al llegar al hipódromo La Rinconada, vio un mural enorme del caballo uruguayo Car- pintero, múltiple ganador clásico en Venezuela y record-horse en 3200 metros. Recordó inmediatamente que ese caballo era hijo de Imaginado y Annabel Lee, así que volvió a mirar el catálogo para asegurarse de lo que había leído; uno de los productos que se remataba era hijo de Annabel Lee; su nombre: Cinzano.

    Al llegar a Uruguay, convencido de que era una revelación más que un pálpito, fue directamente a hablar con su suegro para ofrecerle el negocio: comprar a Cinzano a medias aprovechando el vale de Doña Tola. Luego de algún ida y vuelta, Gelsi cedió y ambos fueron al remate con la esperanza de llevarse al hijo de Annabel Lee, cosa que consiguieron por la suma de 8500 pesos. Al día siguiente Báez se encontró con Roberto Forné, a quien conocía de años anteriores. En la charla le contó de su compra en el Haras Yaguarí. El empresario se entusiasmó y le preguntó al jockey si podía participar en la sociedad: «Lo hablo con don Pablo y le aviso», fue la respuesta. En esa charla, su suegro puso los años de experiencia por encima de la pasión y le dijo: «Us- ted hace poco que se casó con mi hija, esos 4000 pesos le van a venir bien ahora. Al caballo lo voy a cuidar yo y lo va a correr usted; si es bueno, vamos a ganar igual. Ahora voy a la oficina a terminar de pagarlo, pero dígale a Forné que se lo vendemos en la misma plata». La sorpresa que se llevó Gelsi fue mayúscula cuando se enteró de que el pago ya estaba cubierto: Forné había pasado minutos antes por la oficina para asegurar su participación

    en el potrillo. De esta manera, cuarenta y ocho horas después de ser comprado por Walter Báez, el caballo pasaba a manos de la sociedad encabezada por Roberto Forné, y quedaba todo en orden para el inicio de esta película filmada en tiempo real.

    Días después Báez empezó con la doma del potrillo y rá- pidamente descubrió que se trataba de un animal especial, ya que era muy inteligente, condición excluyente en todo crack. Hay un axioma que dice: «No todos los caballos inteligentes son cracks, pero todos los cracks son caballos inteligentes» y, en este caso, se cumplía a la perfección. Cuando fue llevado a los boxes que Pa- blo Gelsi tenía en Maroñas, además de inteligencia demostró unas condiciones deportivas pocas veces vistas. A medida que los tra- bajos se iban poniendo más exigentes, el caballo respondía cada vez mejor, y vaya si Gelsi era un entrenador exigente. También desde que llegó al training moldeó su forma de correr, tratando de controlar su impulso en la primera mitad de la carrera para desarrollar su velocidad para el último tramo, «donde se cobra», como se dice habitualmente. La evolución era constante y en las mañanas era uno de los potrillos más famosos; digo en las maña- nas porque en las tardes el más famoso era Capitel (Alignment y Capital), un alazán entrenado por Fredy Trías3 y que también era montado por Walter Báez. Invicto en dos carreras, incluido un

    Fredy Trías, entrenador uruguayo que estuvo en actividad des- de 1950 hasta el 18 de febrero de 2001, cuando falleció al mismo tiempo en que su pupilo Hobbes ganaba una carrera en Las Piedras. Entre sus ejemplares más destacados, sobresale Kumis, la histórica yegua del stud Caraguatá, ganadora del G. P. Municipal, entre otros clásicos.

    clásico contra Mogambo (Ujier y Yaguasa, descendiente del gran Yatasto) el 13 de junio, llegaba al proceso selectivo de la triple corona con el honor de ser el líder de los potrillos.

    El debut de Cinzano fue tardío, apenas un mes antes de la Polla de Potrillos, el 4 de julio de 1976 en la categoría tres años perdedores y sobre la distancia de 1500 metros. Ocho rivales ha- bía anotados originalmente, pero solo cuatro le salieron al cruce: Scrouchante, Galache, Evasivo y Abd-El-Krim, los que, en ese orden y a varios cuerpos, escoltaron al hijo de Tudor Park, que paró los relojes en 1 min 31 s 3/5, un tiempo normalito para la categoría, pero que cobraba valor cuando leemos las crónicas de la carrera:

    Cinzano justificó sus ‘mentas’

    Cinzano justificó plenamente todo cuanto de bueno se había venido diciendo tiempo atrás a su respecto. ¡Demonios! Si Báez casi no hizo más que

    «pararlo» durante todo el trayecto del encuentro y se impuso al cabo por un campo, virtualmente «flo- reando» en 1’31" 3/5 para los 1500 metros

    [...]

    La verdad es que ante esta exhibición nada cuesta imaginar que el tal Cinzano pueda ser uno de

    «los potrillos del año».

    La carrera bien pudo haber sido «un floreo por plata», como se dice habitualmente en el ambiente, ya que largó bien y Báez lo dejó atrás. En los primeros 300 metros de carrera se había

    colocado tercero sin ningún tipo de exigencia, en mitad de codo se puso segundo y entrando a la recta final tomó la punta y sacó cada vez mayor ventaja sin que su jockey le pidiera el más míni- mo esfuerzo. La teoría del «floreo por plata» cobra fuerza porque a la semana volvió a correr en la misma distancia de su debut, pero en un clásico y contra una compañía que en la previa parecía más exigente.

    Seis rivales le salieron al cruce en el clásico Guzmán Var- gas disputado el 11 de julio; ellos fueron, en orden de llegada, Engranaje, Marineto, Cacho M, Arlequino, Don Eloy y Zoco. Volvió a ganar por varios cuerpos, pero esta vez el tiempo de carrera mostró que el caballo era cosa seria: 1 min 29 s 3/5. La es- trategia fue la misma que en su debut, vino expectante en la zaga para ganar posiciones en el codo, tomar la punta en el inicio de la recta y estirar ventajas hasta el disco sin ser exigido a fondo en ningún momento. La prensa no dudaba de la capacidad corredora de Cinzano, pero dejaba entrever que conoceríamos su verdadero potencial cuando otro caballo de similares quilates lo pusiera en aprietos.

    Como suele ocurrir con los potrillos que no han enfren- tado a los mejores de su generación, ni la prensa ni la tribuna se animan a ponerlos en un pedestal por más espectaculares que sean sus triunfos. En el turf estamos siempre esperando el crack, pero eso no significa que le regalemos el elogio a cualquiera; no,

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