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Atracción Rival
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Libro electrónico212 páginas2 horas

Atracción Rival

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Andrés está realmente aterrorizado; su hija adolescente ha sido secuestrada. Él es un hombre multimillonario cuya riqueza lo convierte en el centro de atención y en un objetivo de los criminales. Gracias a su influencia, logra que la policía asigne un grupo especializado en búsqueda y rescate. Sin embargo, se siente incómodo cuando se da cuenta de que la persona a cargo de la misión es una mujer. Su experiencia le ha llevado a creer en estereotipos negativos sobre las mujeres, pensando que son seres interesados, vanidosos, ambiciosos y poco leales. No está seguro de confiar una labor tan importante a una mujer.
Natalia se siente humillada cuando ese hombre duda de sus capacidades profesionales. Ha llegado a ser la líder del grupo antisecuestro gracias a su inteligencia, habilidades, destreza y esfuerzo; todo lo que ha logrado es por mérito propio. Su intención es demostrarle a ese millonario arrogante y prepotente que ella es la mejor en su campo y que traerá a su hija de vuelta sana y salva.
A pesar de la fuerte rivalidad entre ellos, en medio del peligro de la misión surge una atracción inexplicable que intentan resistir. ¿Será más fuerte el impulso que los atrae o el orgullo que los separa?

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento2 nov 2023
ISBN9798215917022
Atracción Rival
Autor

Mary Heathcliff

Mary Heathcliff es el seudónimo de una escritora de obras narrativas. Apasionada por la escritura desde joven, se licenció en idiomas y literatura, lo que le proporcionó una base sólida para explorar su pasión por la escritura. Continuó su trayectoria académica cursando una maestría en lingüística, lo que le permitió profundizar en el estudio del lenguaje y enriquecer su estilo literario. Además, ha llevado su búsqueda de conocimiento más lejos, obteniendo dos doctorados, uno en educación, y otro en innovación educativa, demostrando su dedicación al aprendizaje y su compromiso con la excelencia académica. Su carrera como escritora de obras narrativas despegó en 2009 con la publicación de su primera novela, "Vuelve a mí". Esta historia fue cálidamente acogida por el público y marcó el comienzo de una serie de éxitos literarios. Desde entonces, ha escrito más de doce novelas y relatos cortos, consolidando su posición como una autora destacada en el género de la novela romántica. Las influencias literarias de Mary son evidentes en su obra. Johanna Lindsey, Shirlee Busbee y Kathleen Woodiwiss son algunas de sus autoras favoritas, quienes han dejado una huella profunda en su estilo y en sus primeras obras. Sus novelas románticas históricas y contemporáneas se destacan por su cuidada ambientación, personajes bien desarrollados y tramas emocionantes que mantienen a los lectores cautivados. Aunque prefiere mantener su vida personal en privado, se sabe que disfruta de su tiempo en compañía de su familia y seres queridos. Reside en algún país de Latinoamérica, combinando su amor por las letras y la escritura con otras actividades profesionales, como la docencia y la investigación educativa.

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    Atracción Rival - Mary Heathcliff

    Atracción Rival

    Mary Heathcliff

    Smashwords Edition

    © 2023 por MRC.

    All rights reserved / Todos los derechos reservados.

    MRC - R006552

    7630 NW 25 Street # 2B

    Miami, Florida 33122

    Registro de derecho de autor: 1-2023-109365 Bogotá, Colombia.

    ISBN Ebook: 9798215917022

    Queda rigurosamente prohibida, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos sin la autorización escrita y legal de los titulares del Copyright.

    Edición y corrección: Cálamo S.E. https://www.calamose.com ©

    Fotografías de portada: http://pixabay.com/ © sus propietarios.

    Montaje y diseño de portada: MRC ©

    Andrés está realmente aterrorizado; su hija adolescente ha sido secuestrada. Él es un hombre multimillonario cuya riqueza lo convierte en el centro de atención y en un objetivo de los criminales. Gracias a su influencia, logra que la policía asigne un grupo especializado en búsqueda y rescate. Sin embargo, se siente incómodo cuando se da cuenta de que la persona a cargo de la misión es una mujer. Su experiencia le ha llevado a creer en estereotipos negativos sobre las mujeres, pensando que son seres interesados, vanidosos, ambiciosos y poco leales. No está seguro de confiar una labor tan importante a una mujer.

    Natalia se siente humillada cuando ese hombre duda de sus capacidades profesionales. Ha llegado a ser la líder del grupo antisecuestro gracias a su inteligencia, habilidades, destreza y esfuerzo; todo lo que ha logrado es por mérito propio. Su intención es demostrarle a ese millonario arrogante y prepotente que ella es la mejor en su campo y que traerá a su hija de vuelta sana y salva.

    A pesar de la fuerte rivalidad entre ellos, en medio del peligro de la misión surge una atracción inexplicable que intentan resistir. ¿Será más fuerte el impulso que los atrae o el orgullo que los separa?

    Índice

    Capítulo 1Capítulo 2Capítulo 3Capítulo 4Capítulo 5Capítulo 6Capítulo 7Capítulo 8Capítulo 9Capítulo 10Capítulo 11Capítulo 12Capítulo 13Capítulo 14Sobre la autora

    Capítulo 1

    Quien pudiera observar a los dos elegantes caballeros que ocupaban aquella oficina podría inmediatamente percatarse del estatus y el poder que representaban. Uno de ellos era un influyente coronel con un alto rango de mando bajo el cual cientos de agentes trabajaban en misiones cruciales. El otro era uno de los hombres más adinerados del país, propietario de varias compañías y reconocido por su habilidad para hacer prosperar cualquier empresa que gestionara. Ambos irradiaban elegancia, estilo, poder y riqueza, pero también revelaban una profunda preocupación.

    —Tienes que ayudarme, estoy verdaderamente desesperado —dijo Andrés Toledano, el importante empresario, al coronel Ernesto Serrano, uno de sus más allegados amigos y miembro destacado de la Jefatura Nacional Contra el Secuestro.

    —Cálmate, por favor. Necesito que estés sereno para que me cuentes todo. No quise que me dijeras detalles por teléfono, ya sabes —dijo el coronel a su amigo Andrés.

    Hacía un par de horas, Andrés había telefoneado al coronel para pedirle ayuda. Su hija de quince años había sido secuestrada y lo único que pudo hacer el hombre fue acudir a quien mejor sabía del asunto, que además coincidió que era su mejor amigo de la infancia, aunque por cuestiones de la vida se frecuentaban poco.

    —Secuestraron a Kathy —dijo el hombre sentado frente a su amigo con la respiración agitada—. No puedo entender cómo ha pasado esto. Desde hace años no se mueve sin escolta, se supone que no la dejan sola ni a sol ni a sombra. Algo pasó saliendo del colegio, de repente la perdieron de vista un instante, mientras la buscaban entró la llamada a mi teléfono celular privado: piden cinco millones de dólares.

    —¿A qué horas fue eso?

    —Hacia el mediodía.

    —Cuatro más o menos. ¿Quién más lo sabe?

    —Solo la familia.

    —Bien. Trata de recordar exactamente qué dijeron cuando te llamaron a pedirte el rescate y qué les dijiste tú.

    —Me dijeron algo así como tenemos a su hija, si quiere que regrese a su lado tendrá que entregarnos cinco millones de los verdes yo les dije que sí, que yo haría lo que ellos quisiera, pero que no le hicieran daño a Kathy… Ernesto, estoy desesperado. ¿Y si le están haciendo daño?

    —No pienses lo peor. Ahora tenemos que sumar esfuerzos para encontrarla en el menor tiempo posible.

    —Creo que lo mejor es pagar ese rescate —concluyó Andrés pensando en que el dinero podría traer de vuelta a su hija sana y salva.

    —De ninguna manera —le advirtió el coronel levantando una mano y mirándolo fijamente—. El crimen no se combate accediendo a las peticiones de los delincuentes.

    —¿Entonces qué piensas que se debe hacer?

    —Encontrarla e ir por ella.

    —¿Hablas de un rescate a sangre y fuego? —preguntó Andrés asombrado—. No lo voy a permitir. De ninguna manera voy a poner en riesgo la vida y la seguridad de mi hija.

    —Sé que no estás familiarizado con este tipo de asuntos. Pero créeme cuando te digo que los secuestros son mucho más comunes de lo que te imaginas —continuó el coronel—. Siempre realizamos misiones en las que obtenemos el éxito completo: rescatamos a la persona con vida y los delincuentes van a parar tras las rejas.

    —¿Me vas a decir que nunca han fallado?

    —No te voy a mentir, ha habido misiones que se han complicado, pero créeme son menos del cinco por ciento.

    —Ni un uno por ciento, me niego rotundamente a poner en peligro la vida de mi hija. Es lo único que tengo, la persona que más amo en este mundo. Y en este mismo momento podrían estar haciéndole quién sabe qué cosa —dijo Andrés angustiado pensando en las posibles vejaciones que podría estar sufriendo su hija, una adolescente de tan solo quince años.

    —Si te sirve de consuelo, las posibilidades de que le suceda a Kathy lo que te estás imaginando son mínimas. A ellos no les interesa complicarse la vida, solo quieren el dinero, así que lo más seguro es que la tengan encerrada en un sitio, vigilada las veinticuatro horas mientras se concreta lo del rescate.

    Andrés bajó el rostro y se tomó la cabeza con las dos manos. Jamás imaginó que algo así le podría suceder a él ni a su hija, mucho menos con las estrictas medidas de seguridad con las que manejaba su vida y la de la menor. Al ser un hombre tan adinerado, era altamente probable que fuera un blanco perfecto para distintos tipos de crímenes como el secuestro o la extorsión. Plenamente consciente de que su dinero y poder atraía sobre él las miradas, había contratado un estricto esquema de seguridad desde hacía varios años. Pero parecía que aquel esquema le había fallado descuidando lo que más le importaba en el mundo: su única hija.

    —Por favor, necesito que conserves la serenidad —le dijo el coronel a su amigo. Luego, utilizando el que el teléfono, le solicitó a su secretaria que les trajera dos tazas de té para intentar tranquilizarse y planear todo con cabeza fría.

    —¿Cómo me puedes pedir eso en estos momentos? —dijo Andrés.

    —Comprendo tu situación, pero la única forma en la que podemos actuar con eficiencia para salvar a tu hija es con calma, pensando con cabeza fría.

    Por primera el hombre vez se dio cuenta de la veracidad en las palabras del coronel. Siempre que hacía negocios importantes mantenía una actitud serena y racional para solucionar cualquier problema que pudiera presentarse, ese era precisamente el secreto de su éxito: calma y raciocinio. Pero a decir verdad, en ese momento, con los nervios de punta, y la incertidumbre de tener a su hija en peligro, aquellas características parecían escapar de él.

    —Tienes razón —admitió Andrés—. Aunque quiero, no puedo controlar esto que siento. No dejo de pensar en Kathy y lo que podría estar sucediéndole.

    —No te atormentes más con eso. Es preferible que pensemos en que tenemos que actuar rápidamente para poder traer de vuelta a tu hija sana y salva.

    En ese momento, entró la secretaria del coronel Serrano con las dos tazas de té que le había encargado su jefe. Las sirvió frente a los dos hombres y no pudo evitar quedarse observando detenidamente al importante empresario. No lo hacía precisamente por su gesto de preocupación, sino porque él era un hombre extremadamente atractivo.

    La mujer calculó que el caballero debía tener alrededor de cuarenta y cinco años. Era muy alto y con una figura atlética con un pecho amplio y unos brazos musculosos que se revelaban perfectamente debajo del traje elegante con corte impecable confeccionado por una de las casas de moda más exclusivas del país. Tenía el cabello negro y se notaban unas pocas canas en la zona de las sienes y las patillas, que en lugar de hacerlo parecer viejo, le confería un aire atractivo y de madurez. Tenía los ojos de un azul oscuro bastante inusual, su nariz era recta y la boca estaba delineada como por un escultor.

    —Ya se puede retirar, señorita Magnolia —dijo el coronel al darse cuenta de que la joven no podía retirar la mirada de Andrés.

    La muchacha asintió y murmurando unas palabras de despedida, se marchó del lugar.

    —Parece que sigues ejerciendo el mismo poder de atracción sobre las mujeres —dijo el coronel sin poder evitar un tono algo envidioso—. Siempre fue así desde que estábamos muy jóvenes.

    —¿Quién piensa en eso ahora? —dijo Andrés, que se había dado cuenta de la forma en la que lo había mirado la secretaria.

    Estaba acostumbrado. A donde llegaba, acaparaba la mirada de las mujeres. Sin embargo, sabía que no era solo por su atractivo, sino también por el poder y el dinero que poseía. Siempre había sido así. Estaba seguro de que a pesar de su apostura, ninguna de las mujeres que habían pasado por su vida se habría quedado con él ni dos minutos si no hubiera tenido todo el dinero y el poder que él ostentaba.

    —Lamento el comentario —se disculpó el coronel—, pero es que no pude evitarlo. ¿Sigues con aquella modelo pelirroja? ¿Cómo se llamaba?

    —¿Stacy Fuller? Claro que no —respondió Andrés con naturalidad bebiendo un sorbo de su taza —. Desde hace más de tres años estoy con Julie de Ponce.

    —¿La actriz? Vaya, parece que para andar contigo hay que ser modelo o actriz —ironizó el coronel.

    —Modelos, actrices, cantantes y cualquier mujer: todas son iguales. Quieren dinero, estatus y andar con hombres poderosos para poder presumirles a sus amigas.

    —Parece que sigues teniendo esa misma opinión cínica sobre las mujeres.

    —¿Acaso me equivoco? Mi primera gran maestra fue Sheyla, la madre de Kathy. Mi hija tenía solo dos años cuando me pidió el divorcio junto con una buena cantidad de dinero para no llevársela y se largó a recorrer el mundo, hasta que se hartó para casarse con un noble europeo. Hace casi seis años que no se ha querido comunicar con su hija. El resto de las mujeres se ha comportado exactamente igual: aman a aquel caballero que puede darles el prestigio y los bienes materiales necesarios para hacerlas felices.

    El coronel lo observó detenidamente por unos instantes. Parecía que su amigo tenía la maldición de aquellos que son muy guapos y poderosos, pero que les cuesta encontrar personas sinceras que quieran relacionarse con ellos por lo que son, no por lo que tienen.

    —Creo que has buscado en los sitios equivocados.

    —En todos los sitios es igual. Todas las mujeres se comportan de la misma manera. Conocer a una es como conocerlas a todas. Y no sé por qué estamos hablando de esto, cuando lo que realmente importa es encontrar a Kathy —dijo Andrés recordando el principal motivo de su preocupación y de su presencia en aquella oficina.

    —Tienes razón. Vamos a hacer lo siguiente. Voy a asignar el caso del secuestro de tu hija al grupo antisecuestro más importante que tenemos en estos momentos. Es un escuadrón conformado por las personas más capaces, hábiles, preparadas y expertas en este delito. Desde que la capitán Cervantes está al frente, no ha fallado ni en una sola de las operaciones, y ha realizado todos los rescates en tiempo récord. Te garantizo que no habrá falla.

    —¿Estás seguro de que es lo que debo hacer? Sigo pensando que quizás lo mejor sea pagar el rescate…

    —No, no, no, nada de eso. No es seguro y alienta a los criminales —dijo el coronel poniéndose de pie—. Ahora mismo vamos a hablar con Cervantes para que empiece a trabajar en tu caso de manera inmediata.

    Andrés también se puso de pie. Aunque se mostraba renuente a intentar un rescate, confiaba plenamente en el coronel que había ganado su estatus gracias a la efectividad de sus grupos antisecuestro. Así que decidió confiar en él y dejarse guiar hacia la oficina de la persona que se constituiría como su esperanza para recuperar a su hija y traerla de regreso a casa.

    ***

    Cuando Andrés entró en la oficina, lo primero que observó fue a una mujer de espaldas. ¡Y que espaldas! O más bien dicho lo que había justo bajo la espalda. Vestía con un uniforme policial, y el pantalón se adhería a su cuerpo revelando las curvas perfectas de las nalgas, las caderas y las piernas. Su torso era delgado y sus brazos esbeltos y al mismo tiempo bien torneados. Definitivamente, el entrenamiento policial podría llegar a ser el mejor gimnasio para cualquier mujer.

    Se había adelantado a la oficina a buscar al capitán Cervantes, pues el coronel había sido requerido para firmar unos documentos, por lo que él mismo le pidió que avanzara por el pasillo hasta la oficina indicada.

    Observó el letrero en la puerta Cap. Cervantes y supo que estaba en el lugar correcto. Y mucho más viendo la perfecta anatomía de aquella mujer.

    De repente se regañó a sí mismo por aquel pensamiento. No estaba allí para eso, sentía sobre él el peligro más grande en el que se hubiera visto envuelto en toda su vida y en lo único que pensaba era en la figura atractiva de aquella mujer.

    Repentinamente, ella se giró y lo vio en la entrada de su oficina.

    Si de espaldas era llamativa, de frente era fascinante. Las curvas y valles confirmaban un cuerpo esculpido por los duros entrenamientos policiales. Y el rostro era un sueño: tenía unos bonitos ojos color miel que combinaba perfectamente con el cabello ondulado en el mismo tono. La nariz respingada y los labios carnosos le conferían un atractivo sexual atrayente. Su rostro en forma de corazón adornado por los suaves rizos que caían hasta la mitad de su pecho completaban aquel cuadro de perfección femenina.

    —¿Puedo ayudarle en algo? —preguntó la joven con una voz melódica.

    —Yo…. estoy buscando al capitán Cervantes.

    —No es el capitán, sino la capitán Cervantes, y soy yo.

    A Natalia le resultaba siempre incómodo sacar de aquel error a la mayoría de las personas que en un primer momento se imaginaban que el jefe del escuadrón antisecuestro más importante de aquella dependencia era

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