Desde el corazón de un hombre: Su legado para el mundo
()
Información de este libro electrónico
Desde la ciudad más grande, hasta el pueblo más pequeño. El acosador busca donde le permitan vivir. Al tocar este tema del abuso sexual, lo hago con el propósito de alertar y ayudar a los padres, niños y jóvenes a saber detectarlo y hablarlo a tiempo Basado en mis propias experiencias y respaldado por estudios que demuestran que el abusador vive
Relacionado con Desde el corazón de un hombre
Libros electrónicos relacionados
El niño que perdió su bicicleta Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa princesa de la torre más alta Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHernán Pérez del Pular. Quebrar y no doblar Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones¡Toma, Por Mienta Madres! Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn ángel para mi abuela Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesFlor de Liz, Luz of my heart Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesVentanas Desnudas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa fuerza de un anhelo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEscamas de mujer en un mar de silencios Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa casa sin puertas: Ecos y sombras que cuentan historias Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEterno amor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El caserón de la calle San Martín Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNitrato de Chile Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa verdadera historia del monstruo del pantano I Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPolicarpo y el camino del diablo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Plañido Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesThe heiress to the five suns Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCatenaria Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTe juro que es por tu bien Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa inocencia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAngel Disfrazado Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTitania y el noveno mandamiento Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Rugido Del Jaguar: El Soldado Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos mejores días Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos reunidos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNacido y criado en Maggiolo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesColate por Nicolás Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos para nuestros nietecitos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMi destino: Mon destin Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMujeres rebeldes y hombres necios Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Relaciones para usted
Constelaciones familiares Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El poder de la presencia: Cómo la presencia de los padres moldea el cerebro de los hijos y configura las personas que llegarán a ser Calificación: 5 de 5 estrellas5/510 Simples Hábitos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cómo Enamorar a Alguien (Basado en la Psicología del Amor) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Sana la relación con papá, genera la mejor relación de pareja Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Máster en seducción Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cómo criar a las hijas: Consejos prácticos para aquellos que están formando a la próxima generación de mujeres Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Ansiedad en las Relaciones: ANSIEDAD EN LAS RELACIONES, #1 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Arte del Orgasmo: Aprende a lograr la eyaculación femenina y a dar orgasmos poderosos y difíciles de olvidar Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Placer Oral: Los secretos para lograr poderosos orgasmos con el sexo oral. Una guía para ambos sexos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Maestro del Sexo: Cómo dar orgasmos inolvidables e infalibles y a satisfacerla en la cama como todo un guru del sexo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La última oportunidad: Hay decisiones que marcan el futuro. Leer este libro puede ser una de ellas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cómo Olvidar a Alguien Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Guía del Macho Alfa: Descubre cómo convertirte en un completo macho alfa para atraer y seducir mujeres con muy poco esfuerzo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Terapia de pareja Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Literatura infantil Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Eyaculación precoz Calificación: 4 de 5 estrellas4/5¡Adiós a los Celos y la Inseguridad!: Cómo Controlar las Emociones Negativas que Terminan con la Mayoría de las Relaciones Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Pan Casero. Panadería Artesanal Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Haz Que Te Persiga: La Estrategia Simple para Atraer Mujeres Calificación: 4 de 5 estrellas4/5¿Por qué nuestra relación no funciona si nos queremos tanto? Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El abuso verbal en las relaciones (The Verbally Abusive Relationship): Como reconocerlo y como responder Calificación: 5 de 5 estrellas5/5BASTA DE RELACIONES TÓXICAS Y DE MIERD*: Inteligencia emocional sin estupideces Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Categorías relacionadas
Comentarios para Desde el corazón de un hombre
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Desde el corazón de un hombre - Cristina Hernández
DESDE EL
CORAZÓN DE
UN HOMBRE
Su legado para el mundo
cuando las palabras suenan
como campanas para hacer justicia
Cristina Hernández
Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.
El contenido de esta obra es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente las opiniones de la casa editora. Todos los textos e imágenes fueron proporcionados por el autor, quien es el único responsable por los derechos de los mismos.
Publicado por Ibukku, LLC
www.ibukku.com
Diseño de portada: Ángel Flores Guerra B.
Diseño y maquetación: Diana Patricia González Juárez
Fotografías de portada e interiores: Cristina Hernández
Copyright © 2023 Cristina Hernández
ISBN Paperback: 978-1-68574-460-1
ISBN Hardcover: 978-1-68574-462-5
ISBN eBook: 978-1-68574-461-8
Índice
INTRODUCCIÓN
PREFACIO
DEDICATORIA
EL VIEJO MARTÍN
LOS HIJOS DE MIS TUTORES
TINO Y GENARO
EL HERMANO DE LA SOBRINA
ALLÁ POR LA CARRETERA
EL CHOFER DE UNA CIUDAD FEROZ
LOS VAGONES DEL METRO
MI NOVIO
EL DOCTOR
COMO PERRO HAMBRIENTO
QUINCEAÑERO
LA ESTUDIANTE
QUÉ SALUDO TAN CORTÉS
ENYESADO DEL BRAZO
CONSECUENCIAS DE BEBER BEBIDAS ALCOHÓLICAS
HACIÉNDOSE PASAR COMO TURISTAS
LO QUE SUCEDE MIENTRAS SE AUSENTA
CÓMO PUEDE SALVAR UNO O VARIOS NIÑOS
NOS HACE MUCHA FALTA QUERERNOS A NOSOTROS MISMOS
CONVIÉRTASE EN UN ISAÍAS
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
SUGERENCIAS
DEL CORAZÓN DE LA AUTORA
GLOSARIO
INTRODUCCIÓN
EL HOMBRE ALCANZARÁ LA FELICIDAD CUANDO CONTROLE SU SEXUALIDAD, CAUSA DE TODOS SUS MALES.
Cristina Hernández
PREFACIO
El acoso y abuso íntimo se presenta en una y mil maneras. El acosador tiene como meta abusar sexualmente si no se le pone un alto. No es fácil para los afectados descifrar y reportar un abuso ante las autoridades. Al dar detalles y presentar pruebas, se puede presentar confusión, vergüenza, culpa, miedo. Especialmente si la víctima no tiene idea e información de lo que significan los tocamientos indebidos.
Nadie debe ser abusado íntimamente. Para que esto sea posible, debemos comenzar a trabajar con los nuestros desde temprano, tanto en nuestras casas como en las escuelas, lugares de trabajo y públicos.
El silencio es un arma poderosa para el acosador y mortal para la víctima, le prohíbe hablar para después ser atacado con más violencia. Esta enfermedad no hace distinción familiar, lugar, estado económico, sexo, edad, discapacidad, religión, como lo veremos a continuación.
DEDICATORIA
Este libro lo dedico con mucho cariño y respeto a la memoria del señor ISAÍAS MARTÍNEZ, ciudadano distinguido de mi comunidad, QEPD, a quien llevaré siempre en mi corazón.
Al señor Isaías, de oficio labrador, no le hizo falta ningún título universitario para darse cuenta de que lo que estaba sucediendo era aberrante, sucio y cruel. Orgullosamente cuajimoloyense, no dudó en rescatarme de mis agresores.
Escribo recordándolo en agradecimiento por haber intervenido, por haberle dado un cambio a mi vida, y con su proeza cambiarle la vida a más niños y jóvenes. Un señor en toda la extensión de la palabra, dejando con su ejemplo un legado de pulcritud, respeto y dignidad a seguir para la humanidad.
Al compartir esta historia lo hago con el propósito de expandir por el mundo su mensaje, poner su nombre en lo más alto, para que su hazaña sea recordada por siempre.
EL VIEJO MARTÍN
Desde que tengo memoria de mi niñez, siempre había estado rodeada de ancianos. Quizás porque, debido a su lentitud, son los que más me prestaban atención, o quizá porque sus allegados no les tenían la paciencia necesaria; por lo mismo no los incluían en las actividades duras del campo. Se dedicaban por separado a hacer actividades más ligeras de acuerdo con su edad.
Teníamos algo en común: yo por comenzar a vivir y explorar el mundo que me rodeaba, ellos por compartir con ternura sus conocimientos que irradiaban felicidad. Al estar cansados, buscaban quien los ayudara y escuchara.
Un día regular era levantarme de aquel petate, que me servía como cama. Dormía al lado de la fogata, que me servía como cobija, dentro de aquella galera sobrepuesta llamada casa. Rodeada de montañas con hermosos paisajes y cerros, que si pudieran hablar testificarían de la doble cara del ser humano. Un lugar de clima frío en verano y heladas en invierno, hasta estropearme y abrirme la piel.
Cuando me despertaba mis padres y hermanos ya no estaban. El gallo los había despertado para salir a buscar la vida. Entonces entendía que yo también tenía que hacerlo, así que en una ocasión me fui a la subida del pueblo, allá donde le dicen la cruz. Algo me dijo que buscara al señor Ignacio, que le decían de cariño Nachito. Un hombre de avanzada edad, muy conocido porque tenía muchas ovejas.
Sin temor alguno, me dirigí a su casa para pedirle que me dejara acompañarlo a pastar a sus borregos. El anciano muy entusiasmado aceptó mi compañía, se puso su sombrero y su gabán. Entonces abrió el corral donde no paraban los borregos de balar, esperando se abriera la puerta para echarse a correr.
Nos fuimos al monte entre los verdes bosques, por donde le dicen la Colorada, donde pasé un día muy agradable con tio Nachito. Con los años entendí que la gente le decía «tio» a las personas mayores en forma de respeto, sin acento en la i, para diferenciarlos de los que realmente eran tíos.
El día se hizo corto platicando con él, como si fuera mi abuelo, parecía ser que lo conocía desde siempre. Al regresar a su casa me invitó a cenar. Al terminar dijo: «Me tienes que pagar», refiriéndose al costo de la cena, lo que me cayó como lo que era, una broma. Después de una pausa comenzamos a reír junto con su esposa.
Hoy me fue bien, me había ganado el día gracias a aquel hombre. Con el estómago lleno regresé a casa, donde estaba igual de fría que cuando me fui. Me refiero al calor familiar, al calor de hogar. Todos regresaban muy tarde y se iban al amanecer, cuando todavía estaba dormida, para ganarle tiempo al tiempo, por lo que casi no los veía. Si hay gente que trabaja de sol a sol en el campo, mi madrecita trabajaba ajeno hasta el anochecer.
En una ocasión me levanté y me fui a parar a la cerca de mi casa, para enterarme de las noticias del día y para que el destino me indicara para dónde tenía que jalar a buscar la vida. En eso pasó mi tía Margarita con sus borregos. El destino me dijo que la siguiera y que me fuera detrás de ella, y así lo hice. La ancianita, al notar que la seguía, se volteó y me sonrió, lo que significaba que aceptaba acompañarla para ayudarle a arrear a sus ovejas.
Todo estaba bien, hasta que, cuando veníamos de regreso, el rebaño se alocó, parecía que huían de algo o de alguien. Entonces yo también comencé a correr detrás de la estampida, para que no se desviaran y se fueran directo al corral a casa de su dueña.
Pero esto no fue así, la manada corría y corría, porque, después de un buen pastoreo, querían su postre, pero claro yo no lo sabía, así que por eso se adelantaron. La dueña por su avanzada edad no podía correr tras ellos, además venía cargando un bulto pesado de leña. Yo por ser pequeña no sabía qué hacer para controlarlas.
Por más que traté y traté, no las alcancé. Cuando por fin llegué donde estaban, ya habían entrado y se habían esparcido en el terreno del señor Felipe, de donde desde lejos se podían contemplar hermosas flores moradas y blancas del sembradío de papas. Me asusté mucho porque estaban dañando el papal y escarbando las matas con sus patas, para sacar las papas tiernas que estaban naciendo y desarrollándose.
No podía sacarlas de ahí antes de que mi tía Margarita me regañara. Lo que se me ocurrió fue correr de regreso a casa. Ahora sí vi lo serio que es cuidar de un rebaño. No tengo idea de cómo le fue a la viejecita, ni cómo pagó los daños de tan preciados tubérculos al señor Felipe. Ee día no me fue tan bien que digamos, pero me libré de una buena regañada. Lo mas seguro es que ya no volví a pegarme con aquella tía.
Es un nuevo día y lo que me hace correr a la cerca son los trotes de los caballos y toros que van pasando veloces, seguidos por mi tío Lupe. No quiero perderme ese momento, esa oportunidad para tener con quien ganarme la vida, pero mi tío pasa muy apresurado, que apenas nos miramos de reojo y me dice: «Buenos días, mija». En lo que me quito el cabello de la cara ha desaparecido dejando nubes de polvo.
Así que era hora de cambiar de ruta. Ya tiene un buen rato que no voy a la casa de mis vecinos, porque no hacerlo ahora se mira que ahí están, está saliendo humo. La pareja de viejitos tienen una gran extensión de tierras, un tanto para sembrar, otro tanto para recrearse en su amplio llano, aparte el patio grande de la casa, que contaba con una cocina de morillos y varios cuartos de ladrillo, para cuando sus hijos vinieran a visitarlos de la ciudad.
Son muchas veces las que he cruzado sus trancas. Lo hago casi a diario, y cómo no hacerlo, si es una atracción irresistible. Era como ir a un parque de diversiones. Ahí me divierto jugando con otros niños, ahí encontraba tréboles con sus camotes y flores, que son deliciosas para un aperitivo. Los niños las llamaban chachagudas. Era muy probable que así le llamaban a estas plantas nuestros antepasados, se fue hablando y pasando de generación en generación.
También había muchos manzanitales. Cortabamos las bolitas para hervirlas y hacer un té. Cortaba pingüicas, comía hasta que los labios y mejillas me quedaran moradas. Cómo no cortar la mostaza que abundaba entre el papal, para hacer un caldo o rescoldo en el comal. No se podía ignorar tan delicioso manjar de flores hermosas y amarillas.
Por si esto fuera poco, la señora Isabel era un encanto de ser humano, era una viejecita dulce, tierna, y siempre tenía una sonrisa para regalarnos. Se dedicaba a criar aves de corral y a su hogar, no recuerdo haberla visto hacer labores del campo. En compañía de su gato siempre me recibía con mucho cariño y me regalaba huevos de sus gallinas.
Mientras la leña ardía, sonaba la masa de maíz, que mi vecina repasaba en el metate, se acomodaba su rebozo enrollado en su cabeza y seguía haciendo sus tortillas. Vestía faldas largas y amplias hasta el piso llamadas enaguas. En esos tiempos se utilizó mucho un dicho, que en varias ocasiones cuando las parejas discutían lo utilizaba la mujer para decirle al hombre: «¡Enfrenta los problemas, no te escondas entre las enaguas de tu madre!».
Cómo no cruzar aquel cerco de mis vecinos, si todavía faltaban las ropas con olor a nuevo, aquellas playeras largas que nos traían sus hijos y nueras cuando venían de la ciudad a visitar a sus padres. Eran dadivosos como su mamá, al ver que llegaban en su coche, no me cabía tanta felicidad.
No así el viejo Martín, esposo de la señora Isabel. Había veces que cuando cruzaba su cerco estaba excavando un pozo, para guardar la papa semilla que utilizaría para la próxima temporada de siembra. Al menor movimiento que hacíamos para cruzar y pisar su territorio, dejaba de sacar las papas y se enderezaba, se paraba por largo rato apoyado en su achacoa.
En una de tantas veces, cuando crucé como de costumbre, ahí estaba parado, mirándome pasar entre los morillos por donde cabía mi cuerpo pequeño. Al acercarme más y más para buscar a su compañera de vida, comenzó a empuñar su mano,