El reto se lleva por dentro

Por Mónica Martha Acosta de Ludert

"El reto se lleva por dentro" es una cautivadora historia que narra la vida de su protagonista, Martha Elena. Desde su infancia, Martha Elena se enfrenta a dificultades tras la pérdida de su padre. Sin embargo, encuentra la fuerza para superar sus tristezas y darle color a su vida. A medida que Martha Elena crece, se casa y forma una familia. A

• Idioma: Español
• Editorial: ibukku, LLC
• Fecha de lanzamiento: 26 ago 2023
• ISBN: 9781685744786

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EL RETO SE LLEVA POR DENTRO

Mónica Martha Acosta de Ludert

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Publicado por Ibukku, LLC

www.ibukku.com

Diseño de portada: Ángel Flores Guerra Bistrain

Diseño y maquetación: Diana Patricia González Juárez

Copyright © 2023 Mónica Martha Acosta de Ludert

ISBN Paperback: 978-1-68574-477-9

ISBN Hardcover: 978-1-68574-479-3

ISBN eBook: 978-1-68574-478-6

ÍNDICE

DEDICATORIA

AGRADECIMIENTOS

1 Algodones de Azúcar en el Cielo

2 Entre árboles y fantasías

3 Ser feliz

4 Los ojos se desbordan de lágrimas

5 La fuerza de seguir

6 Martha, bajo el cielo azul

7 Martha y Alfredo

8 Martha aporta a su país

9 Iniciando una nueva etapa

10 La creación de una idea

11 Producto Patentado

12 Día de la conferencia

13 Una nueva idea

14 California dream

15 Derecho de mis diseños

14 En búsqueda de un guionista

15 Innovando entre las nubes

ACERCA DEL AUTOR

DEDICATORIA

Este libro está dedicado a ti, apreciado lector, quien, con cada palabra leída, le das vida a los personajes, pintas los escenarios y te sumerges en esta aventura literaria. Tu entusiasmo y curiosidad son la chispa que enciende mi pasión por la escritura.

AGRADECIMIENTOS

A mi esposo, quien ha estado a mi lado en cada paso de este viaje literario. Tu amor, paciencia y aliento constante han sido esenciales para que pueda dedicar tiempo y energía para dar vida a estas palabras.

1 Algodones de Azúcar en el Cielo

Martha Elena observaba con asombro y fascinación las nubes que se deslizaban por el cielo en ese hermoso sábado por la tarde. Sus pequeños dedos señalaban hacia arriba, tratando de capturar esos algodones de azúcar suspendidos en el aire, mientras su risa resonaba en el jardín familiar. Aquel momento se convertiría en el punto de partida de una historia que la llevaría a descubrir el verdadero valor de las cosas simples y la importancia de apreciar cada instante.

La infancia de Martha se desarrollaba en un país sudamericano durante el año 1978. A pesar de vivir en una ciudad pequeña y en una casa modesta para su familia, había una calidez y una alegría que impregnaban cada rincón de aquel hogar. El amor y la unión entre los miembros de su familia eran su mayor tesoro, y juntos encontraban la felicidad en las pequeñas cosas de la vida.

El jardín se convertía en el escenario perfecto para las aventuras de Martha y sus hermanos. Era un espacio donde la imaginación cobraba vida y los límites desaparecían. Las risas y los juegos se entrelazaban en una sinfonía de alegría mientras los hermanos exploraban cada rincón, desde las flores coloridas hasta los árboles que parecían tocar el cielo. Sin embargo, aquel sábado en particular, las nubes se llevaron toda su atención.

Martha siempre tuvo una imaginación desbordante. Para ella, el mundo era un lienzo en blanco esperando ser llenado con colores y formas maravillosas. Mientras miraba las nubes, veía mucho más que simples masas de vapor en el cielo. Para ella, esas nubes blancas y esponjosas se transformaban en dulces algodones de azúcar flotando en un cielo infinito de posibilidades. Cada nube tenía su propia historia, su propio personaje que cobraba vida en su mente.

A medida que Martha compartía su visión con su hermana, las dos se embarcaban en un viaje imaginario hacia un mundo lleno de aventuras. Juntas creaban historias fantásticas que se entrelazaban con la realidad y les permitían explorar lugares lejanos sin salir del jardín. Podían ser piratas navegando por mares desconocidos, princesas en castillos encantados o exploradoras en busca de tesoros escondidos. Las nubes eran su guía, cambiando de forma y llevándolas a nuevos horizontes en cada instante.

Aquella tarde, mientras el sol iluminaba el jardín y el viento susurraba secretos al oído de las hermanas, Martha comprendió algo fundamental. Aunque vivieran en una ciudad modesta y en una casa pequeña, la verdadera grandeza se encontraba en su capacidad de apreciar lo que tenían, en valorar las pequeñas cosas que la vida les ofrecía. Las nubes de algodón de azúcar eran sólo una manifestación de esa filosofía, una prueba de que la felicidad no depende de las circunstancias externas, sino de la actitud con la que se enfrenta cada día.

Un día, los padres de Martha tomaron por sorpresa a toda la familia al anunciar que les habían comprado un lugar especial. La noticia llenó de emoción a Martha y a sus hermanos, quienes se preguntaban qué podría ser. Aunque el misterio los rodeaba, la sonrisa radiante en el rostro de su madre les daba una pista de que algo maravilloso les esperaba. Con gran entusiasmo, se prepararon rápidamente para salir, ansiosos por descubrir el secreto que se escondía tras esa sorpresa.

En la modesta casa de Martha, los cuartos eran pequeños y las comodidades, limitadas. Como resultado, ella y sus hermanas compartían una habitación donde dos literas ocupaban el espacio. Sin embargo, a pesar de las limitaciones, Martha siempre encontraba la manera de disfrutar cada momento y cada pequeña cosa. Una de sus pequeñas alegrías era cambiar de cama todas las noches para dormir junto a su hermana mayor, Matilde. A través de este sencillo gesto, encontraban consuelo y compañía en medio de las estrecheces.

Mientras todos se emocionaban vistiéndose para la salida, escucharon las palabras del padre resonando en la casa: ¡Los espero en el carro y el que llegue primero se sienta adelante conmigo!. Aquella frase fue como un disparador para la carrera, y los hermanos salieron corriendo con determinación. En medio del alboroto, Martha tropezó y cayó, pero sin lamentarse ni un instante, se levantó velozmente y siguió adelante. Aunque no logró llegar a la meta en primer lugar, su hermana Marcela se le adelantó, comprendieron que era una estrategia de su padre para apurarlos, ya que solían tardarse mucho antes de salir de casa.

Aquella anécdota, aunque aparentemente insignificante, se grabó en la memoria de Martha como un ejemplo de cómo el tiempo y los momentos compartidos en familia eran valiosos y debían aprovecharse al máximo. Aprendió que no se trataba de quién llegaba primero o quién ganaba en una competencia casual, sino de disfrutar el trayecto y estar juntos, creando recuerdos imborrables en el camino.

Con esa lección en mente, Martha y su familia se dirigieron al carro con sonrisas en sus rostros y corazones llenos de anticipación. El viaje hacia el lugar sorpresa se convirtió en un trayecto lleno de risas y charlas animadas, donde cada minuto contaba y la emoción se respiraba en el aire. El destino era aún desconocido, pero el amor y la unión que compartían los hacía sentir que cualquier sorpresa que les aguardara sería un regalo inolvidable.

Así, con la familia unida y la emoción vibrando en el ambiente, Martha y sus seres queridos se adentraron en una nueva aventura, ansiosos por descubrir los secretos que el destino les deparaba y sabiendo que, sin importar lo que encontraran, el verdadero tesoro residía en el amor y la conexión que los unía.

Después de un largo y emocionante viaje, finalmente Martha y su familia llegaron a su nuevo hogar, una casa que su padre había comprado especialmente para ellos. Al bajar del carro aquella