No confíes en el mar

Por Karina Vaquero y Michelle Veneziano

Cuando Ava descubre que su sobrino morirá a causa de una maldición, se sube a un barco y navega hacia el exilio de la única diosa que puede ayudarla, aquella capaz de concederle un deseo a quien la libere de su prisión. Con un antiguo cuaderno de viajes como guía y el que fue su amigo de la adolescencia como acompañante, inicia esta odisea de la cual no sabe si regresará con vida. Lo que sí sabe es que no puede confiar en nada ni en nadie… mucho menos en el traicionero mar.

• Idioma: Español
• Editorial: Editorial Vanadis
• Fecha de lanzamiento: 18 ago 2023
• ISBN: 9789878294872

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Contenido

I

II

III

IV

V

VI

VII

VIII

IX

Epílogo

Sobre la autora

Sobre la ilustradora

Al mar, porque esconde deseos

que solo la ira y la venganza pueden oír.

A quienes viven por la esperanza de alcanzarlo todo y a quienes no olvidan nada, porque todos los días pelean con su mayor enemigo: la memoria.

I

«Ciertas leyendas traen la muerte».

Esa fue la frase que recordó Ava cuando sintió que una de ellas la tragaba en un destino inevitable.

Había crecido en Hazivy, un pueblo de la costa este del Atlántico, en una familia que tendía a achicarse por culpa de la tragedia que acercaba la marea. El primero fue su padre, un marino que pereció en un naufragio y dejó como único recuerdo un diario de viajes donde relataba las más peligrosas aventuras y las más emocionantes fábulas. Luego, fue su madre, tras una epidemia que acercaron unos predicadores españoles a las tierras haziviesas. Años más tarde, perdería a su hermana a causa de una enfermedad desconocida que la mantuvo postrada durante las últimas semanas de lucidez. Su único hijo, Isaac, quedó bajo el cuidado de Ava.

Rodeada por la tragedia que el mar traía consigo, ella se mantuvo alejada de la playa y el puerto durante toda su vida, no sin advertir a amigos y vecinos sobre los mitos que el agua nunca podría borrar y la sangre y el misterio que siempre capturaban. No obstante, nunca recibió más que comentarios condescendientes sobre su cordura... o la falta de esta.

La próspera pero tambaleante armonía de los hazivieses fue arrebatada cuando cada vez más niños comenzaron a caer uno tras otro en un inexplicable sueño de muerte. Perdidos en la incertidumbre, varios padres intentaron distintos métodos para despertar a sus hijos; sin embargo, ninguno de ellos funcionó. Con el paso del tiempo, descubrieron que los niños dormían por unos días, para luego ser llevados por la muerte.

Entonces fue cuando una antigua leyenda volvió a recorrer Hazivy, con tanto poder que arrasó con todas las esperanzas del pueblo y dejó a su paso un pavor impenetrable.

Aquella historia añeja hablaba sobre una deidad del mar, cuyo nombre estaba prohibido mencionar, que era capaz de conceder los deseos más imposibles y oscuros que un valiente corazón pudiera anhelar. Su poder era tal que otras entidades la tomaron como reina y le ofrecieron tributos para mantener los lazos de paz. Pese a ello, era más poderosa que la muerte, ya que podía destrozar un imperio entero con solo unas palabras.

Fue por esto que un hombre se alió con nueve dioses poderosos para atraparla y contenerla antes de que un pedido inoportuno destruyera el mundo. Se dice que la engañaron con una petición de la que no pudo escapar: privarla de sus poderes hasta que otro humano le pidiera por un deseo.

La diosa fue desterrada de los mares y escondida del ojo humano, y su nombre desapareció de la faz de la tierra entre viejas advertencias. Se decía que otras poderosas deidades femeninas, buscaron protegerla y crearon diferentes criaturas que se fueron cobrando la vida de miles de marinos durante los últimos seiscientos años.

Una parte olvidada de la historia alertaba que la deidad se vengaría del pueblo donde nació el hombre que la desterró con su deseo. Una segunda advertencia se perdió en el tiempo y ni siquiera el padre de Ava logró documentarla en su diario.

Ella sentía que la desgracia tenía una gran predilección por la familia Ecric. Esto se demostró una vez más cuando Isaac también cayó víctima de un sueño imperturbable, impenetrable, luego de una de sus tantas visitas a la