Cuentos para leer bajo la luna
()
Información de este libro electrónico
Relacionado con Cuentos para leer bajo la luna
Libros electrónicos relacionados
El pollito en la pared Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTheo y el festival de sombras Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa noche de la peste Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAlex Dogboy Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Ana y los ladrones de gatos * Ana and the Cat Thieves Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTodo se rompe Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMonoblock Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesJuan y sus sombras Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTiempo roto: Tempo rachado Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa casa de los espejos humeantes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn kilómetro de mar Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRelatos Antológicos: Volumen 2 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn kilómetro de mar (versión escolar) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl magún Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn millonario en su puerta Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Las Rotas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa dama de la selva Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl valle oscuro Calificación: 4 de 5 estrellas4/563 señoritas condenadas a la desolación Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Ataúdes vacíos: Relatos oscuros en un universo perturbador Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl hielo en el fin del mundo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn marido de ensueño Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLas aventuras de Pinocho Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSusurros de demencia: Historias de locura y horror Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesFélgora y la Antesala del Olvido Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Vagamundo y otros relatos Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El legajo de la casa vieja Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl fresco del fuego Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNunca juegues con una bruja Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Ladridos y conjuros Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Leyendas, mitos y fábulas para niños para usted
Psiqué, la enamorada de un dios Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Rojizón el gato simplón Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Miranda la Sirena y Algo Mágico: Libro de Cuentos Para Niños Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Ilíada Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos nórdicos antiguos: Descubriendo a los dioses, diosas y gigantes de los Vikingos: Odín, Loki, Thor, Freya y más Calificación: 5 de 5 estrellas5/5David y Goliat Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos Nahuales de Corpus Christi: Leyendas de Tlalnepantla, #2 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLas fábulas de Esopo. Volumen III. Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cien fábulas fabulosas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El último mohicano Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLeyendas americanas de la tierra Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa liebre y la tortuga Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cuentos de sirenas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos de Charles Perrault (con índice activo) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El talón de Aquiles y otros mitos griegos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Relatos de los héroes griegos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl zorro y la cigüeña Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Mis 100 Cuentos Rimados Para Contar, Antologia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa bruja azul: Las brujas de Orkney, primer libro Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl pueblo aéreo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa zorra que perdió la cola Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLeamos más cuentos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesGilgamesh, el sumerio Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMakarina, bella de Rapa Nui Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mitología Egipcia: ¿La sacerdotisa maldita hundió el Titanic? Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl cuervo y el queso Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa cigarra y la hormiga Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El caballo de Troya Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesProhibida: Hilos del destino I Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos araucanos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Comentarios para Cuentos para leer bajo la luna
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Cuentos para leer bajo la luna - Álvaro Bautista Cabrera
Cuando el tío le regaló la pelota, Tomás sintió pesar. Él quería un balón de verdad.
La pelota era grande, templada y azul. Liviana como un globo. Era bonita y tenía dibujado un barco de colores vistosos que parecía navegar.
Tomás la cogió y sintió la docilidad del caucho. Se preparó a patearla, cuando le dijeron que allí en la sala no lo hiciera, que fuera al patio o al antejardín.
Tomás fue al patio y la pateó. La pelota salió disparada. Pegó en la pared izquierda y luego en la del fondo y se vino con furia hacia la puerta, entró y fue a parar a la cocina.
—Ten cuidado, Tomás. No me vayas a quebrar la losa —dijo la mamá.
Tomás fue por ella y se puso jugar treintaiuna. Cuando iba por veintinueve, la pelota se elevó y fue a parar al techo.
Tomás no vio problema. Se trepó por la tapia. Vio el reguero de cosas del vecino, y caminó por el techo hacia la pelota. Al intentar cogerla, esta se corrió un poco hacia la canal. Caminó hacia ella, y el viento la arrastró al tejado del vecino.
Tomás sabía la rabia que le daba a don Ton que le pisaran el techo. Era un hombre nacido en otro país, cascarrabias, y que siempre decía: En qué maldito país, venido heme a vivir
.
El chico pisó suave en el techo vecino y quiso de nuevo alcanzar la pelota. El viento la hizo correr aún más, pasando a la otra casa, la de tres viejitas odiosas que no dejaban de cantaletear a todo el mundo. Las viejitas tenían un enorme perro negro que era como ellas: malo.
Dejó atrás la casa de las tres viejas. El perro empezó a ladrar con furia. Tomás logró coger la pelota y se dispuso a regresar. Resbaló. Su caída sonó de tal manera que una de las viejas salió al patio, señaló al techo y maldijo mientras el perro latía como un demonio.
Tomás se acostó en el tejado y trató de aguantar hasta que pasara el barullo. Menos mal no se rompió la teja, pensó. Se quedó quietico durante un rato largo, mientras la vieja se cansaba y entraba de nuevo a la casa. El perro continuaba ladrando, con intermedios de silencio. Tomás se sentó y la pelota se le soltó y cogió hacia el patio. Si se cae, el perro la despedaza
, dijo para sí.
Imaginó a su madre conversando sobre la abuela con su tío. Ni siquiera sospecharía por dónde andaba él.
Un ventarrón de esos impetuosos y largos se llevó la pelota dos casas más allá.
Era increíble el modo de rodar la pelota como si el techo fuera una cancha.
Calculó que pararía en la casa de doña Marina, la señora de las tetas gigantes. Tomás caminó con sumo cuidado. Pasó una casa, quizá la de don Hilario, y llegó a la de la señora tetona. Si sus muchachos estuvieran por ahí, Felipe y Lucho, algo podría hacer, para pedirles que lo dejaran bajar por ahí y volver por la casa de doña Marina. Nadie.
En el patio un mundo de ropa ondeaba. Una sábana se desprendió y fue a parar, una parte al techo y la otra descolgada. Tomás fue por la pelota. Y la señora tetona salió y gritó a sus hijos que alguien se estaba robando las sábanas. Tomás cogió la pelota y huyó. Con tan mala suerte que lo hizo en dirección contraria a su casa.
Púchica
, se dijo, ahora estoy más lejos
. Y a lo lejos le pareció oír que su mamá lo llamaba. Ya no se salvaba de una reprimenda.
Estaba al borde del lote emparedado. Pensó en bajar y salir por ahí. El lote estaba tan enmontado que sintió miedo. Con la pelota bajo el brazo, fue al muro que separaba el lote con la casa de atrás. Y lo pasó. En medio del equilibrio le asombró el montón de llantas que había en el patio de esa casa. Por un momento flaqueó, y estuvo a punto de dejar caer la pelota. No la soltó. Siguió y, sin saber cómo, cayó sobre las llantas.
Se levantó