Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Las aventuras de Pinocho
Las aventuras de Pinocho
Las aventuras de Pinocho
Libro electrónico168 páginas1 hora

Las aventuras de Pinocho

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

El anciano Gepeto crea un títere de madera al que llama Pinocho. De forma inesperada, el muñeco cobra vida y se verá envuelto en una serie de extraordinarias aventuras donde tendrá que escoger entre hacer las cosas bien o mal.
IdiomaEspañol
EditorialLetra Impresa
Fecha de lanzamiento1 ene 2021
ISBN9789874706454
Autor

Carlo Collodi

Carlo Collodi (Florencia, 1826-1890), seudónimo de Carlo Lorenzini, comenzó a trabajar como periodista mientras escribía relatos para adultos. Pero en 1875 entra en la literatura infantil con Racconti delle fate, una traducción de los cuentos de Perrault. Un año después escribe Giannettino, Minuzzolo y Il viaggio per l’Italia di Giannettino, una serie en la que cuenta la reunificación de Italia desde el prisma irónico de Giannettino. En 1880 comienza a escribir Storia di un burattino, también llamado Le avventure di Pinocchio, que es publicado semanalmente en Il Giornale dei Bambini, el primer periódico italiano para niños. Collodi muere sin saber la fama que alcanzaría su Pinocho.

Relacionado con Las aventuras de Pinocho

Libros electrónicos relacionados

Clásicos para niños para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Las aventuras de Pinocho

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Las aventuras de Pinocho - Carlo Collodi

    Portadilla

    Carlo Collodi

    Las aventuras de Pinocho / Carlo Collodi ; adaptado por Katherine Martínez Enciso ; editado por Vanesa Rabotnikof ; ilustrado por Rodrigo Folgueira. - 1a ed. adaptada. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Editorial Camino al sur, 2018.

    208 p. ; 20 x 14 cm. - (Literatubers)

    ISBN 978-987-47064-5-4

    1. Narrativa Infantil Iitaliana. I. Martínez Enciso, Katherine , adap. II. Rabotnikof, Vanesa, ed. III. Folgueira, Rodrigo, ilus. IV. Título.

    CDD 853.9282

    © Editorial Camino al Sur, 2018

    Guamini 5007 (C1439HAK), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina

    Reservados todos los derechos.

    Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin permiso escrito de la editorial.

    Impreso en la Argentina - Printed in Argentina

    Primera edición: Junio de 2018

    Idea y dirección editorial: Roxana Zapater

    Edición: Katherine Martínez Enciso

    Adaptación: Katherine Martínez Enciso

    Diseño y diagramación: Estudio Cara o Cruz

    Corrección: Vanesa Rabotnikof

    Ilustraciones: Rodrigo Folgueira

    ISBN 978-987-47064-5-4

    Portadillailustracionilustracionpestaña índice

    00 |Introducción. Al mundo de los muñecos

    01 |Capítulo 1. Un trozo de madera que lloraba

    y reía como un niño

    02 |Capítulo 2. Maese Cereza regala el pedazo

    de tronco a su amigo Gepeto

    03 |Capítulo 3. Maese Gepeto comienza a hacer

    el muñeco

    04 |Capítulo 4. Pinocho y el grillo-parlante

    05 |Capítulo 5. Pinocho tiene hambre y busca qué comer

    06 |Capítulo 6. Pinocho se duerme junto al brasero

    07 |Capítulo 7. Cuando Gepeto vuelve a su casa

    08 |Capítulo 8. Los pies de Pinocho y el cuaderno nuevo

    09 |Capítulo 9. El teatro de muñecos

    10 |Capítulo 10. Los muñecos del teatro

    11 |Capítulo 11. Los estornudos de Tragalumbre

    12 |Capítulo 12. Tragalumbre regala a Pinocho

    cinco monedas de oro

    13 |Capítulo 13. La posada de El Cangrejo Rojo

    14 |Capítulo 14. El encuentro de Pinocho

    con unos ladrones

    15 |Capítulo 15. La persecución de Pinocho

    16 |Capítulo 16. La hermosa niña de los cabellos azules

    17 |Capítulo 17. A Pinocho le crece la nariz

    por decir mentiras

    18 |Capítulo 18. El Campo de los Milagros

    19 |Capítulo 19. Meten a Pinocho a la cárcel

    20 |Capítulo 20. Pinocho trata de volver a la casa del hada

    21 |Capítulo 21. La muerte de la hermosa niña

    de los cabellos azules

    22 |Capítulo 22. La Isla de las Abejas Industriosas

    23 |Capítulo 23. Pinocho promete al hada

    ser bueno y estudiar

    24 |Capítulo 24. Pinocho quiere ver al terrible dragón

    25 |Capítulo 25. La gran pelea

    26 |Capítulo 26. Gran merienda de café con leche

    27 |Capítulo 27. En busca de Espárrago

    28 |Capítulo 28. El País de los Juguetes

    29 |Capítulo 29. Pinocho se convierte en un

    verdadero burrito

    30 |Capítulo 30. Pinocho y Espárrago fueron vendidos

    como burros

    31 |Capítulo 31. El terrible dragón marino

    32 |Capítulo 32. Pinocho encuentra una sorpresa en

    el cuerpo del dragón

    33 |Capítulo 33. Por fin Pinocho deja de ser un muñeco

    PortadillailustraciónilustraciónilustraciónilustraciónilustraciónilustraciónilustraciónPortadillaImagen

    Un trozo de madera que lloraba y reía como un niño

    —E ste era…

    —¡Un rey! —dirán los pequeños lectores.

    —Pero no, nada de eso. Este era un pedazo de madera. Pero no un pedazo de madera de lujo, sino un leño de esos con que en el invierno se encienden las estufas y chimeneas para calentar las habitaciones.

    Pues, nadie sabe cómo, el leño de este cuento fue a parar un día al taller de un viejo carpintero, cuyo nombre era Maese Antonio, pero a quien todo el mundo llamaba Maese Cereza, porque la punta de su nariz, siempre colorada y reluciente, parecía una cereza madura.

    Cuando Maese Cereza vio aquel leño, se puso muy contento, pues era perfecto para hacer la pata de una mesa que estaba por terminar. Tomó el hacha para comenzar a quitarle la corteza. Pero cuando iba a dar el primer hachazo, se quedó con el brazo levantado en el aire, porque oyó una vocecita muy fina, que decía con acento suplicante:

    —¡No! ¡No me pegues tan fuerte!

    Los ojos asustados de Maese Cereza recorrieron la habitación para ver de dónde podía salir aquella vocecita, y no vio a nadie. Miró debajo del banco, y nadie; miró dentro de un armario que siempre estaba cerrado, y nadie; abrió la puerta del taller, salió a la calle y nadie tampoco. ¿Qué era aquello?

    —Ya comprendo —dijo entonces sonriendo y rascándose la peluca—. Esa vocecita ha sido una ilusión mía. ¡Reanudemos la tarea!

    Y tomando de nuevo el hacha, pegó un fuerte hachazo en el leño…

    —¡Ay! ¡Me has hecho daño! —dijo quejándose la misma vocecita.

    Esta vez Maese Cereza se quedó como si fuera de piedra, con los ojos espantados y la boca abierta. Se quedó hasta sin voz. Cuando pudo hablar, comenzó a decir temblando de miedo y balbuceando:

    —Pero, ¿de dónde sale esa vocecita que ha dicho ¡ay!? ¡Si aquí no hay un alma! ¿Será que este leño habrá aprendido a llorar y a quejarse como un niño? ¡Yo no puedo creerlo!... Este es un leño de chimenea como todos los leños de chimenea: bueno para echarlo al fuego y cocinar una sopa de verduras. ¡Caray! ¿Se habrá escondido alguien dentro de él? ¡Ah! Pues si alguno se ha escondido dentro, peor para él. Ahora lo descubro yo.

    Y diciendo esto, agarró el pobre leño con las dos manos, y empezó a golpearlo sin piedad contra las paredes del taller. Después se puso a escuchar si se quejaba alguna vocecita. Esperó dos minutos y nada; cinco minutos, y nada; diez minutos, y nada.

    —Ya comprendo —dijo entonces tratando de sonreír y arreglándose la peluca—. Esa vocecita que ha dicho ¡ay! ha sido una ilusión mía. ¡Reanudemos la tarea!

    Y como tenía tanto miedo, se puso a cantar para tomar ánimos. Entre tanto dejó el hacha y tomó el cepillo para cepillar y pulir el leño. Pero cuando lo estaba cepillando por un lado y por otro, oyó la misma vocecita que le decía riendo:

    —¡Por favor, me estás haciendo unas cosquillas terribles!

    Esta vez, Maese Cereza se desmayó del susto. Y cuando volvió a abrir los ojos, se encontró sentado en el suelo.

    Fin CapítuloImagen

    Maese Cereza regala el pedazo de tronco a su amigo Gepeto

    En aquel momento llamaron a la puerta.

    —¡Adelante! —contestó el carpintero con voz débil, asustado y sin fuerzas para ponerse en pie.

    Entonces entró al taller un viejecito muy vital, que se llamaba Maese Gepeto; pero los chicos de la vecindad lo llamaban Maese Fideos, porque su peluca amarilla parecía que estaba hecha con fideos finos. Gepeto tenía mal carácter, y además le daba muchísima rabia que lo llamasen Maese Fideos. ¡Pobre del que se lo dijera!

    —Buenos días, Maese Antonio —dijo al entrar—. ¿Qué hace usted en el suelo?

    —¡Ya ve usted! ¡Estoy enseñando matemática a las hormigas!

    —¡Es una idea feliz!

    —¿Qué lo trae por aquí, compadre Gepeto?

    —¡Las piernas! Sepa usted, Maese Antonio, que he venido para pedirle un favor.

    —Pues aquí me tiene dispuesto a servirle —replicó el carpintero.

    —Esta mañana se me ha ocurrido una idea.

    —¿Cuál es esa idea?

    —He pensado hacer un magnífico muñeco de madera; pero ha de ser un muñeco maravilloso, que sepa bailar, cantar y dar saltos mortales. Con este muñeco, me dedicaré a recorrer el mundo para ganarme la vida. ¿Qué le parece?

    —¡Bravo, Maese Fideos! —gritó aquella vocecita que no

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1