La Novia de Negro. Segunda Edición: La Novia de Negro, #1

Por Wilian Arias

Son dos generaciones marcadas por la decadencia. Familias que sufren un largo combate contra las circunstancias de la vida. Situaciones como la envidia y el rencor disfrazadas de amistad, padres que intentan decidir la vida de sus hijos, sin impórtales que ésto los arrastre al camino de la infelicidad, personas que anteponen el dinero antes que los lazos familiares, infidelidades que desencadenan llanto, soledad y rencor: nada ajeno a lo que se vive en la actualidad.

• Idioma: Español
• Editorial: Wilian Arias
• Fecha de lanzamiento: 25 abr 2023
• ISBN: 9798223796107

Wilian Arias

Wilian Antonio Arias nació en el municipio de El Sauce, en el salvadoreño departamento de La Unión, en 1987. Aunque en un principio se estableció en Washington, D.C., y Virginia, actualmente radica en el Estado de Los Ángeles, California. No hay duda que Arias añora el lugar donde tiene sus raíces: San Juan Galares; ya que todas sus novelas y cuentos giran alrededor de hechos —algunos reales y otros producto de la imaginación— que suceden en los sitios que fueron parte de su vida: ríos, haciendas, caballos, vacas y todo tipo de animales domésticos que son parte del quehacer diario en los hogares campesinos de los países latinoamericanos, en especial en el oriente su país. Arias solo logró finalizar sus estudios de secundaria (bachillerato) para emprender junto a su madre el viaje con rumbo Norte. Su travesía por Guatemala y México hasta llegar a Estados Unidos estuvo llena de todo tipo de obstáculos, como sucede con la mayoría de inmigrantes. Pero también ha sido un obstáculo su adaptación a una cultura diferente. Sin embargo, a pesar de la dureza de los cambios, Arias encontró el ambiente perfecto para desarrollar sus dotes de escritor autodidacta, que lo practica desde que era un niño. Hasta la fecha el joven autor ha escrito seis libros que han sido publicados por la editorial Palibrio, SHARED PEN Edition y FT Editores § Sherezade Martinez.

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Dedicada a:

CARMEN DOLORES ARIAS, viuda de Reyes.

Dedicada en especial al ser que me dio la vida, quien siempre ha estado conmigo en todo momento y, lo da todo por mí: Mi madre.

Obra también dedicada a mis queridos amigos Gerson Leonel García, Maklin Lisbeth Fuentes, Luis Alonso Núñez Arias y a la profesora Martha Yacelín Villatoro Zelaya.

WILIAN ANTONIO ARIAS nació en el municipio de El Sauce, departamento de La Unión; El Salvador. En 1987. Aunque en un principio se estableció en Washington, D.C., desde hace algunos años radica en el Estado de Los Ángeles, California. No hay duda que Arias añora el lugar donde tiene sus raíces: San Juan Galárea; ya que todas sus novelas y cuentos giran alrededor de hechos —algunos reales y otros producto de la imaginación— que suceden en los sitios que fueron parte de su vida: ríos, haciendas, caballos, vacas y todo tipo de animales domésticos que son parte del quehacer diario en los hogares campesinos de los países latinoamericanos, en especial en el oriente de su país. Arias sólo logró finalizar sus estudios de secundaria (bachillerato), para emprender junto a su madre el viaje con rumbo al ‘Norte’. Su travesía por Guatemala y México hasta llegar a Estados Unidos, estuvo llena de todo tipo de obstáculos, como sucede con la mayoría de inmigrantes. Pero también ha sido un obstáculo su adaptación a una cultura diferente. Sin embargo, a pesar de la dureza de los cambios, Arias encontró el ambiente perfecto para desarrollar sus dotes de escritor autodidacta, que lo práctica desde que era un niño.

Sinopsis

Narra  de una realidad conocida, colmada de pobreza y maldad, en donde suele verse los rostros de miles de niños(as) queriendo escapar de una tristeza que carcome. La falta de un hogar y pasar una vida de hambres y maltratos, los lleva a convertirse en delincuentes juveniles.

Dos historias y un mismo fin: El engaño. Angélica: una  adolescente  que por ingenua  y tras el descuido de sus padres queda embarazada de un hombre, que solo la usa como juguete de su diversión. El mismo que le promete darle un hogar y al enterarse de su embarazo la abandona a su suerte. Esmeralda: una mujer a quien su padre —para saldar deudas de juego— la obliga a casarse con un vil hombre y la separa de su verdadero amor. Antes de su arreglado matrimonio, ella se entrega al amor. Producto de ello resulta embarazada. Cuando su esposo se entera, acaba con la vida de ese hombre y la separa de sus hijas.

Prólogo

He aquí otra novela de Willian Arias, que llenará los ojos del lector. He aquí una reflexión sobre el amor, la venganza y la muerte. El libro que el lector tiene en sus manos no es una historia, sino varias que lo llevarán hacia direcciones que no se espera.

Todo comienza con la pelea eterna de las clases sociales, los de arriba denigrando a los de abajo; los de abajo actuando en busca de lo que creen conveniente. Y en esta sociedad caracterizada por la ambición hacia el dinero, se desenvuelven personajes condenados a cumplir un destino.

Son dos generaciones marcadas por la decadencia. Familias que sufren un largo combate contra las circunstancias de la vida. Situaciones como la envidia y el rencor disfrazadas de amistad, padres que intentan decidir la vida de sus hijos, sin impórtales que ésto los arrastre al camino de la infelicidad, personas que anteponen el dinero antes que los lazos familiares, infidelidades que desencadenan llanto, soledad y rencor: nada ajeno a lo que se vive en la actualidad.

Tal vez lo que más llame la atención es la forma en cómo la familia no sólo hereda dinero, sino también odio y rencor, en cómo se puede implantar una semilla de maldad en un niño y ver cómo crece enredándolo, haciéndolo creer que lo correcto es la venganza y no la justicia. O cómo los malos padres que hacen caso a los heraldos de la vida, conocen el arrepentimiento, aunque a veces sea demasiado tarde.

Entre estas historias hilvanadas por la sangre, se nos presentará al héroe y al antihéroe: Mártir y Gerson. Ninguno de los dos hará a un lado sus ideales; uno va por la venganza, el otro por la felicidad; uno es el odio, el otro es amor;  Mártir busca huellas que le ayuden a realizar su plan, Gerson no se doblega ante las circunstancias; lo que es claro es que ambos no tienen dónde apoyarse, más que en sí mismos y, de alguna manera, la existencia de uno complementa la existencia del otro.

Pero la historia más importante y la cual da título al libro, es la relación entre Maklin y Gerson, dos jóvenes que tienen el impulso moral de hacer las cosas correctas; por lo mismo, el romance es bien visto por todos los familiares,  y aunque la desgracia los persigue, es su amor el que los impulsa a seguir adelante.

El final inesperado demuestra que nada es más triste que anhelar la visita de los muertos, la lucha contra el olvido, la historia nos enseña que el amor garantiza la permanencia del recuerdo y que incluso este sentimiento tan grande no está lejos de la locura, que el tiempo a veces hace mal las cosas y la violencia que un día comienza como una chispa, aumenta hasta consumir a las personas. Esta es una rueda de rencores que parece ir creciendo y uno se pregunta si se detendrá en algún momento. Esta es otra obra que comprueba el talento de nuestro joven escritor.

Dejemos que comience.

Ángel Morales 

1

En aquel otoño del año 1988, en un pueblo llamado El Sauce, en El Salvador, había un señor muy picaresco y coqueto que enamoraba a las jovencitas; una de ellas era la joven Angélica. Todo comenzó en la fiesta de elección de  La   Reina de las Fiestas Navideñas,  en la cual resultó ganadora Angélica, de 14 años de edad, hija de empresarios salvadoreños que radicaban la mayor parte del tiempo en Europa, los señores Blas y Milvia García Manzanares.

Al correr de los días salió la revista de las fiestas, todo el pueblo comentaba sobre la belleza que representaría ese año, aunque unas chismosas decían: «¿Cómo no va a ganar?, si esa familia tiene un montón de plata», otras decían: «Lástima que tiene amoríos con ese señor de la ciudad!». Y uno que otro dijo: «¡Ay!, esa Angélica sí que es ingenua».

Mientras, en un barrio del mismo pueblo, vivía el señor Alfonso, un hombre casado de aproximadamente treinta años de edad, quien contemplaba la belleza de Angélica en una fotografía. 

—Mi vida, llegarás a ser mía, sólo mía —decía mientras suspiraba. 

En un humilde barrio de la ciudad de San Miguel vivía una joven de quince años, a quien le  arreglaron su matrimonio con un hombre millonario y mayor, llamado Simeón Arias. Pero ella ya tenía sus amoríos con un vendedor de helados. José Manuel, su papá, quería que ella tuviera un buen futuro, y a la vez utilizarla como recurso para salvarse de pagar una gran deuda de juego. En la sala de su casa estaban formalizando el compromiso.  

—Tu matrimonio será este sábado en la catedral de la ciudad —decía el padre a su hija Esmeralda, mientras Simeón, con ojos abiertos y sudor en su frente, añadía: 

—Podrás salvar a tu padre, de lo contrario, lo mataré. 

—¿Qué clase de matrimonio quieren que tenga? ¿Quieres que me case con alguien que te amenaza de muerte frente a mí? —gritaba Esmeralda con lágrimas en los ojos. Pero José Manuel amenazaba: 

—Usted se casa porque yo así lo dispongo, jovencita. 

—¡No, padre, por favor! No me hagas esto a mí, a tu hija. Tu única hija.

—¡Está decidido! Te casas el sábado a las tres de la tarde. 

Por la noche corrió la noticia en toda la ciudad, no tardó en llegar a oídos del vendedor de helados, Victorino González, quien acordó verse con Esmeralda en el lugar de siempre, donde ella se había entregado varias veces a él.  En plena relación fueron sorprendidos por José Simeón, acto que  interrumpió a gritos: 

—¡Maldita ofrecida! 

En esa noche de pasión y amor, moriría uno de los dos. Antes de que terminara la noche, en son de juego y como símbolo de su amor, ellos celebraron su propia boda. 

—Yo, Victorino González, acepto por esposa a mí querida Esmeralda Martínez Fuentes, en la salud y la enfermedad, en la riqueza y la pobreza. Hasta que la muerte nos separe. 

—Yo, Esmeralda Martínez Fuentes, te tomo como mi esposo, Victorino González, en la salud y la enfermedad, en la riqueza y la pobreza. Hasta que la muerte nos separe. 

Fue entonces que José Simeón los sorprendió, y de un disparo asesinó al joven Victorino. Los gritos de Esmeralda retumbaron por la calle: 

—¡No! ¡Maldito asesino!

—¿Asesino? No, diré que fue en defensa propia. ¿De parte de quién crees qué las autoridades estarán? Ahora tendrás que declarar a mi favor. ¡Maldita traicionera! 

—¡Jamás! Le quitaste la vida al padre de mi hijo. 

—¿Qué? ¿Estás embarazada? ¡No puede ser! ¡Eso es una mentira! Una señorita de alta sociedad se embarazó de un pobre pendenciero. ¡No! Eso no me puede estar pasando a mí, es inaudito. ¡Dios Santo!   

Pero era cierto, al paso de los meses su embarazo ya era notable, situación que la llevó a sufrir los más crueles castigos de la vida; su padre la encerró y le dejó a pan y agua.

—Abortas a tu hijo, al hijo de ese innoble, o te mueres con él dentro —le decía su padre tras la puerta. 

—¡No! ¡Eso nunca! Primero me muero antes de casarme con ese hombre. 

—De todas formas, si nace tu bastardo, lo desapareceremos y ya, asunto arreglado. 

—¡No te atrevas, padre! Porque entonces sabrás de lo que soy capaz. 

En El Sauce, Angélica fue coronada como la reina de las fiestas, y al regresar a clases, Alfonso llevaba planes de hacerla suya. Todas las mañanas pasaba frente a su casa para llevarla al colegio en su automóvil, llegó ese día frente al colegio en el coche. 

—¡Mi amor! ¿Cuándo nos vamos a casar? —le preguntó Angélica.

—Mi trocito de cielo, no me has dado la prueba de amor. Date cuenta que yo quiero ser el arquitecto de tu amor, de tu vida. Me tienes loco, muy loco. 

—¿Y si quedo embarazada? ¡Santo Cielo! Mi mamá y mi papá me tirarían a la calle; pondrían el grito en el cielo, y yo tengo mucho que perder. 

—¿Y yo? ¿Para qué crees que seré tu futuro marido? ¿Para qué me casaré contigo? Tú sabes que es para que vivas conmigo. 

Con mentiras Alfonso estaba a punto de lograr su objetivo, pero la chica no quería ceder, era su primera vez, aún tenía catorce años de edad, tenía miedo de resultar embarazada. 

La institutriz de Angélica se llamaba Carlota, le decían Nana, de cariño, era una mujer con poco espíritu de humor, pero con mucho amor para con ella. En el pueblo Angélica era la más bella y adinerada, pero llena de tristeza en su alma por la ausencia de sus padres.  

—Nana, a veces pienso que para mis padres yo fui un error, no les importó que yo naciera —le decía Angélica a su nana una tarde mientras tomaba un café 

—Mi niña, no digas eso.

—Nana, a veces quisiera ser dinero para que mis padres me adoren. A ellos sólo les importa tener más y más, creen que con eso me basta. 

—Es muy importante hija, pues quieren darte lo mejor. 

—¿Saben ellos cuando estoy enferma?, ¿saben qué me gusta, qué quiero, a quién amo, qué cómo? ¿Acaso no ven mis triunfos, mis sonrisas, mis tristezas? Y tú siempre has sido mi paño de lágrimas, porque papá y mamá nunca están, sólo trabajan y trabajan. Daría todo por estar y convivir aquí con ellos. 

—Ellos trabajan para ganar mucho dinero y darte todo, para que cuando crezcas no te haga falta nada.

—¡No, nana! Ese es el pretexto, ¿qué importa el maldito dinero si no los tengo a ellos? ¿Sabes?, tú eres mi madre, desde pequeña has estado conmigo, sólo tú me conoces y sabes de mis tristezas. Sólo tú, nana.

—Gracias, mi niña, eres mi orgullo. Pero tus padres te quieren mucho. 

—Imagínate, ellos se interesan en venir después de tantos años.

—Porque mañana cumples quince años de vida, será un día muy alegre. 

De repente el timbre de la puerta se escuchó, llegó Yuri, una amiga muy cercana a la familia. 

—Vamos a mi cuarto –le dijo Angélica a Yuri poco después, mientras Carlota añadía: 

—Enseguida les llevo café. 

—Gracias, nana.

—Amiga, yo opino que deberías irte cuanto antes con Alfonso —dijo Yuri cuando Carlota se fue—. Él te ama. 

—Esa decisión arruinaría mi vida.

—Tú lo quieres, y no digas que no, porque te conozco bien. 

—La verdad sí, lo amo. Ay, cómo me gustaría estar en sus brazos, amanecer juntos y ver la salida del sol, el atardecer. Me siento muy feliz cuando estoy con él,