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Los herejes que siguieron los pecados de Jeroboam (I)
Los herejes que siguieron los pecados de Jeroboam (I)
Los herejes que siguieron los pecados de Jeroboam (I)
Libro electrónico269 páginas4 horas

Los herejes que siguieron los pecados de Jeroboam (I)

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Los cristianos de hoy en día no saben qué es la verdad del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha dado. Por eso siguen creyendo en las doctrinas del cristianismo y no en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por esta razón, la verdad es que a pesar de decir que creen en Jesús siguen adorando a ídolos. Debemos saber qué cristianos están cayendo en el pecado de la idolatría. Y al volver al Dios de la verdad debemos ofrecer el sacrificio de la justicia a Dios. El sacrificio que Dios recibe con gozo es el sacrificio de la justicia que la gente ofrece después de haber recibido la remisión de los pecados al tener fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Ante Dios, deben pensar en serio si están ofreciendo el sacrificio de la justicia de Dios por fe al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.

IdiomaEspañol
EditorialPaul C. Jong
Fecha de lanzamiento8 dic 2022
ISBN9788928210855
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    Los herejes que siguieron los pecados de Jeroboam (I) - Paul C. Jong

    Hoy en día hay muchos cristianos que no se dan cuenta de que son herejes por haber seguido a Jeroboam. Si supieran que son herejes, se arrepentirían y abrirían sus ojos para ver el amor de Dios y la salvación que Él nos ha dado mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Entonces, la historia del cristianismo en todo el mundo cambiaría. Pero, por desgracia, los cristianos de todo el mundo siguen el pecado de Jeroboam.

    ¿En qué me baso para decir que los cristianos del mundo siguen el pecado de Jeroboam? En primer lugar, en el hecho de que creen en becerros de oro y los adoran como sus dioses, en vez de creer en el Dios verdadero, del mismo modo en que Jeroboam creyó en un becerro de oro en el Antiguo Testamento. Para decirlo más claro, el cristianismo actual sigue los pasos de Jeroboam en vez de alejarse del pecado cometido por el mismo durante el Antiguo Testamento. Estas personas sólo buscan las bendiciones materiales de este mundo camufladas con el nombre de Jesucristo. Los líderes cristianos de hoy en día sólo quieren hacerse ricos y construir iglesias más grandes mediante las donaciones de los miembros de sus iglesias.

    En el antiguo Oriente Medio, la gente adoraba a Baal y Asera. En aquel entonces, como el modo de subsistencia era la agricultura y la ganadería, se necesitaba mucha mano de obra. Así que la fertilidad se consideraba una bendición familiar. Por tanto, crearon a Asera, la diosa de la fertilidad, y a Baal, para conseguir lo que deseaban.

    Los cristianos de hoy en día son iguales. Es decir, que afirman creer en Dios porque sólo quieren tener lo que desean. Por tanto, los líderes cristianos guían a los miembros de sus iglesias hacia estos becerros de oro. Les enseñan que si creen en Jesús, recibirán bendiciones materiales, gloria, poder y bienestar para sus hijos. Hacen hincapié en las bendiciones materiales en vez del bienestar de sus almas, y así hacen que los cristianos adoren a estos becerros de oro.

    Los cristianos han caído en un caos espiritual, en un enorme vacío y en las tinieblas. Muchos líderes cristianos son así, y no se dan cuenta del estado en el que se encuentran. Por eso, la historia del cristianismo sigue yendo en la misma dirección de adorar a becerros de oro en vez de Dios. Esto es realmente trágico.

    Los cristianos de hoy en día no saben lo que es la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha dado. Por eso siguen creyendo en las doctrinas del cristianismo y no en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por esta razón, aunque digan creer en Jesús, siguen creyendo en becerros de oro.

    Debemos distinguir esos becerros de oro en el cristianismo. Y si volvemos al Dios de la Verdad, debemos ofrecerle el sacrificio de la justicia de Dios. El sacrificio que más complace a Dios es el sacrificio de la justicia de la gente de fe, cuando ha recibido la remisión de los pecados con fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Ante Dios, deben pensar si están ofreciendo el sacrificio de la justicia que Dios nos ha dado por la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu.

    Todos esos cristianos, que están viviendo en este mundo caótico, deben empezar a creer en la Verdad del Evangelio, el Evangelio del agua y el Espíritu. Una vez más, ustedes deben pensar: «Quizás en realidad creo que becerros de oro en vez de creer en Dios. ¿Acaso prefiero bienes materiales antes que a Dios?». Si es así, deben volver a Dios, que es justo y benevolente, y deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.

    Si dudan después de leer este libro, les pido que examinen su fe una vez más a la luz de la Palabra que Dios me ha transmitido. Ahora, declaro que todos los cristianos del mundo están adorando a becerros de oro y que esto es una herejía ante Dios.

    Quizás ustedes estén adorando a becerros de oro como su Dios. Si es así, espero que se arrepientan al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y que adoren al verdadero Dios de la Trinidad: Dios Padre, Jesucristo y el Espíritu Santo. Les entrego este mensaje en el nombre de Jesucristo, que nos ha salvado a todos de los pecados, nos ha dado la vida eterna y nos ha permitido recibir la herencia del Cielo.

    El autor

    SERMÓN 1

    ¿Quiénes son los herejes

    ante Dios?

    < 1 Reyes 11:1-13 >

    «Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas; gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor. Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón. Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David. Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas. E hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová, y no siguió cumplidamente a Jehová como David su padre. Entonces edificó Salomón un lugar alto a Quemos, ídolo abominable de Moab, en el monte que está enfrente de Jerusalén, y a Moloc, ídolo abominable de los hijos de Amón. Así hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses. Y se enojó Jehová contra Salomón, por cuanto su corazón se había apartado de Jehová Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces, y le había mandado acerca de esto, que no siguiese a dioses ajenos; mas él no guardó lo que le mandó Jehová. Y dijo Jehová a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo. Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a David tu padre; lo romperé de la mano de tu hijo. Pero no romperé todo el reino, sino que daré una tribu a tu hijo, por amor a David mi siervo, y por amor a Jerusalén, la cual yo he elegido».

    Hoy me gustaría tratar la siguiente pregunta como el tema principal: ¿Cómo ha surgido esta herejía colectiva en la Iglesia del Nuevo Testamento?

    Cuando pasamos al Antiguo Testamento, podemos ver que el pueblo de Israel podía encontrar a Dios a través de sus antecesores de la fe. En otras palabras, los israelitas podían encontrar a Dios a través de Su Ley, que fue entregada a Moisés, y a través de los profetas. Y según el sistema de sacrificios, podían borrar sus pecados a través de los sacrificios que se ofrecían en el Tabernáculo. Por tanto, el amor de Dios y Su salvación de la remisión de los pecados, que se manifestaron a través del Tabernáculo y su sistema de sacrificios, eran muy importantes para ellos, ya que constituían la Verdad indispensable en la que debían creer para conseguir la vida y la salvación. Por tanto, para el pueblo de Israel, el sistema de sacrificios, manifestado en el Tabernáculo e instituido para su justa salvación, era tan valioso como la vida misma.

    El pueblo de Israel, que había heredado la fe de Abraham, siguió teniendo fe en Dios como su Salvador hasta los días del rey David. Sin embargo, desde los días de Salomón, el hijo del rey David, el pueblo de Israel empezó a servir a ídolos contra la voluntad de Dios, y así se separó de la Verdad y la justicia de Dios. En aquel entonces, por culpa del pecado de idolatría cometido por el rey Salomón, Dios separó a 10 tribus de entre las 12 tribus de Israel y se las entregó a Jeroboam. Entonces Israel quedó dividido en dos reinos. Sin embargo, Jeroboam, el primer rey del rey del norte, temía que su pueblo volviera al reino del sur, donde estaba el Templo, y para evitarlo, hizo dos becerros de oro para que la gente los adorará en vez de Dios, y además cambió el sistema de sacrificios instituido por Dios. Como resultado, el reino del norte de Israel se convirtió en una nación que practicaba una herejía colectiva y servía a ídolos.

    Así es como tanto el reino del norte como el del sur, cometieron el pecado de la herejía, y a través de la obra de Satanás, su fe en esta idolatría se pasó de generación en generación hasta los cristianos de la era del Nuevo Testamento. En otras palabras, al hacer que los cristianos de hoy en día sirvan a ídolos, Satanás los ha convertido en herejes colectivos. El pueblo de Israel ha caído en el pecado de la idolatría, y como este pecado ha prevalecido en el cristianismo de hoy en día, incluso los que creen en el amor de Dios están malditos. Así comenzó la herejía colectiva en tiempos de Jeroboam, y ha seguido prosperando y creciendo en el cristianismo de hoy en día, pero muy pocos cristianos se dan cuenta de esto.

    ¿Por qué se convirtió Israel en una nación hereje?

    ¿Por qué se cayó en la herejía el pueblo de Israel? Por culpa de los pecados de un hombre, Salomón. El rey Salomón fue el primer rey de los israelitas que tomó a mujeres extranjeras como esposas y que aceptó los ídolos que ellas adoraban. Como Salomón se casó con mujeres gentiles y las amó, estas mujeres apartaron su corazón de Dios Jehová y le hicieron servir a sus ídolos. Y como el rey de Israel servía a estos ídolos, su pueblo también los adoró. El resultado fue que los israelitas construyeron altares en lugares altos por toda la nación, y adoró a estos ídolos. Los sacrificios que ofrecían a los ídolos eran similares a los rituales de los chamanes, que consisten en adorar y arrodillarse ante objetos inanimados. Pero Dios se le apareció al rey Salomón dos veces y le ordenó: «No sigas a otros dioses. Si sirves a ídolos, partiré tu reino en dos y le daré una parte a otro rey». Pero Salomón no escuchó este aviso y el reino de Israel fue dividido en dos, norte y sur, tal y como Dios lo había dicho.

    Como consecuencia de todo esto, surgió una herejía en Israel, durante los días de Roboam y Jeroboam. Esto está descrito en 1 Reyes 12, 25-33: «Entonces reedificó Jeroboam a Siquem en el monte de Efraín, y habitó en ella; y saliendo de allí, reedificó a Penuel. Y dijo Jeroboam en su corazón: Ahora se volverá el reino a la casa de David, si este pueblo subiere a ofrecer sacrificios en la casa de Jehová en Jerusalén; porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor Roboam rey de Judá, y me matarán a mí, y se volverán a Roboam rey de Judá. Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto. Y puso uno en Bet-el, y el otro en Dan. Y esto fue causa de pecado; porque el pueblo iba a adorar delante de uno hasta Dan. Hizo también casas sobre los lugares altos, e hizo sacerdotes de entre el pueblo, que no eran de los hijos de Leví. Entonces instituyó Jeroboam fiesta solemne en el mes octavo, a los quince días del mes, conforme a la fiesta solemne que se celebraba en Judá; y sacrificó sobre un altar. Así hizo en Bet-el, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho. Ordenó también en Bet-el sacerdotes para los lugares altos que él había fabricado. Sacrificó, pues, sobre el altar que él había hecho en Bet-el, a los quince días del mes octavo, el mes que él había inventado de su propio corazón; e hizo fiesta a los hijos de Israel, y subió al altar para quemar incienso».

    Por culpa de los pecados del rey Salomón, Dios dividió a la nación de Israel en dos reinos en tiempos de Roboam, Que era el hijo de Salomón y que le sucedió en el trono de Israel. Cuando asumió el trono, el pueblo le pidió que les redujera la carga de los trabajos forzados. Su padre, el rey Salomón, había obligado a los israelitas a realizar trabajos forzados durante 7 años para construir el Templo de Jehová, y durante otros 13 años para construir su palacio. Esto significa que Salomón forzó a su pueblo a trabajar durante 20 años para construir el Templo y el palacio. Por eso la gente le suplicó al rey Roboam que les librase de tal carga.

    Sin embargo, después de escuchar sus súplicas, el rey Roboam contestó con dureza: «Mi padre os cargó de pesado yugo, mas yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones». Como resultado, diez de las tribus de Israel abandonaron al rey Roboam, y coronaron al rey Jeroboam como su nuevo rey, y establecieron otro reino en el norte. La nación de Israel había sido un solo Estado, pero ahora estaba dividida en dos reinos. El reino de Israel del norte estaba gobernado por Jeroboam, y el reino de Judá en el sur estaba gobernado por Roboam. Por supuesto, la gente que seguía siendo fiel a Roboam se quedó en el reino del sur. Pero solo dos tribus siguieron a Roboam, la tribu de Judá y la de Benjamín. Pero Jeroboam, por el contrario, se convirtió en rey casi por accidente, como producto de la idolatría de Salomón y el castigo de Dios por este pecado. Jeroboam debería haber aprendido la lección de Salomón, y podría haber evitado caer en el pecado de Salomón, haber vuelto a los brazos de Dios y haberle servido. Pero lo que hizo fue guiar al reino del norte a una herejía colectiva.

    Por culpa del pecado de idolatría de Salomón, Jeroboam se convirtió en rey de Israel. Esto debería haber sido una advertencia, pero en realidad, se obsesionó con sus deseos de mantener su poder, defender su honor y proteger su trono. Cuando se acercó el Día de la Expiación, el décimo día del séptimo mes, pensó que la gente del reino del norte podría ir a Jerusalén para ofrecer sacrificios, y así poder derrocar al rey del sur. Jeroboam estaba preocupado pensando: «Quizás el pueblo de Israel volverá al rey Roboam en el sur y me matará». Así que al final ideó un plan malvado. La solución fue reemplazar a Dios con becerros de oro. Pensó: «Ahora puedo librarme de la ley de Dios, y mi pueblo no tendrá que ir a Jerusalén. En vez de creer en el Dios de Israel según Su ley, me inventaré otra religión que adora a ídolos. Entonces mi pueblo me adorará como su único rey». Con este plan en mente, creó dos becerros de oro. Entonces colocó uno en Betel, y el otro en Dan, y le dijo a su pueblo: «Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto» (1 Reyes 12, 27-29).

    Jeroboam también cambió el Día de la Expiación al decimoquinto día del octavo mes. Originalmente, el día en que se celebraba este sacrificio era el décimo día del séptimo mes. El decimoquinto día del octavo mes había luna llena, y entonces hizo que el pueblo de Israel ofreciese un sacrificio a los becerros de oro.

    Este es el pecado que Jeroboam cometió y que convirtió a su pueblo en herejes a los ojos de Dios. No solo cambió el sistema de sacrificios de Dios y las fiestas, sino que también cambió los estatutos del sacerdocio (1 Reyes 12, 31-33). Por eso, Jeroboam fue el que inició la idolatría.

    Jeroboam nombró sacerdotes a gente normal, que no pertenecía a la tribu de Leví y les hizo ofrecer sacrificios. Originalmente, solo los levitas podían ser sacerdotes ante Dios, y solo los descendientes de Aarón podían ser Sumos Sacerdotes, pero el rey Jeroboam nombraba a cualquier hombre que quisiera ser sacerdote. Así que el rey Jeroboam lo cambió todo. La Biblia dice que por esto se convirtió en el líder de todos los herejes. Desde entonces surgió una herejía colectiva en tiempos del Antiguo Testamento, y esta tradición ha continuado hasta la Iglesia del Nuevo Testamento, causando mucho daño al cristianismo.

    Mucho antes de esto, Caín se había convertido en un hereje por no creer en la Palabra de Dios, pero ahora todo el pueblo de Israel era hereje. Por culpa de Salomón y de Jeroboam, el pueblo de Israel se convirtió en una nación de idolatría. Este pasaje de 1 Reyes, nos proporciona la respuesta a la pregunta de por qué el cristianismo de hoy en día ha sido reducido a una organización religiosa hereje. En el Antiguo Testamento, el plan malvado de Jeroboam llevó al pueblo de Israel a caer en la herejía. Del mismo modo, el cristianismo de hoy en día, por culpa de la obra de Satanás y los deseos egoístas de los líderes cristianos, los que quieren creer en Jesús han caído en una herejía colectiva.

    Los ministros cristianos quieren atraer al mayor número de gente posible, pero como consideran que la adoración no es suficiente para atraer a la gente a sus iglesias, se inventan planes malvados. Estas artimañas de la carne incluyen hacer hincapié en los dones místicos del cristianismo y en los bienes materiales. Para ello afirman: «Si alguien cree en Jesús tiene garantizadas las bendiciones materiales, la salud física y la felicidad de su familia». Esto se utiliza como un instrumento para aumentar el número de fieles. Así que la gente del mundo, cree en estos sermones y empieza a creer en el cristianismo. Y las iglesias son cada vez más grandes. Por eso, por fuera el cristianismo parece haber resurgido, pero por dentro se ha convertido en una herejía en la que sus seguidores sirven a becerros de oro como si fueran el Señor. Por tanto, los líderes cristianos deben darse cuenta de que están sirviendo a becerros de oro, y deben acudir a la justicia de Dios al creer en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu lo antes posible. El cristianismo actual debe cambiar, porque se ha convertido en una herejía colectiva que adora a becerros de oro ante Dios.

    Para poder encontrar la causa que explique el surgimiento de esta herejía colectiva, es muy útil examinar cómo Jeroboam cometió este pecado. Al examinar sus pecados, podemos darnos cuenta de por qué surgió la herejía, y podemos entender por qué en esta época el cristianismo ha quedado reducido a una herejía colectiva que adora a becerros de oro.

    Para salvar a todo el mundo del pecado y de la herejía colectiva, Dios envió a Su Hijo Jesucristo al mundo

    El nombre del Hijo de Dios es Jesucristo. Jesús nació en el mundo encarnado en un cuerpo humano a través de la Virgen María, y cuando cumplió los 30 años, fue bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán. Este bautismo le permitió tomar los pecados del mundo. A través de este método, es decir del bautismo, el Señor cargó con los pecados de la humanidad en este mundo y los borró. Cuando Jesús fue bautizado por Juan, todos nuestros pecados humanos fueron pasados a Jesús, y por tanto, gracias a este bautismo y a Su sangre derramada en la Cruz, nuestros pecados han sido borrados.

    Todo cristiano y todo ser humano debe entender esta Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu y creer en ella. Al creer en esta Verdad podemos librarnos de los pecados del mundo. Por tanto, todos debemos conocer a Jesucristo y creer en Él como nuestro Salvador, que ha venido por el Evangelio del agua y el Espíritu. Esto es absolutamente indispensable. Durante 3 años, Jesús dio testimonio de Sí mismo como Salvador, y al final fue crucificado y derramó Su sangre hasta morir. Pero se levantó de entre los muertos al tercer día, y así ha salvado a todos los cristianos y a toda la raza humana. Jesucristo es nuestro verdadero Salvador. Dios Padre quiso salvar a la humanidad justamente al enviar a Su Hijo al mundo, y según su voluntad Jesús nos salvó a través de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. En otras palabras, el Señor nos ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu.

    Por eso está escrito en 1 Juan 5, 4-8: «Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan».

    Este pasaje significa que Dios Padre ha salvado a la humanidad al enviar a Su Hijo al mundo, es decir a través del agua, la sangre y el Espíritu. Dicho de otra manera, el Señor nació en este mundo para salvarnos de nuestros pecados, de la destrucción y de las maldiciones, y por eso cargó con los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista. Y como pagó el precio de esos pecados al ser crucificado y derramar Su sangre, cualquiera que crea en esta Verdad puede librarse de sus pecados por fe. Ya no hay condena por nuestros pecados, porque Jesucristo fue bautizado y derramó Su sangre en la Cruz en nuestro lugar. Dicho de otra manera, esta Verdad es la Verdad del agua, la sangre y el Espíritu. Al venir al mundo y establecer la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, Jesús nos ha salvado. Dios nos ha salvado de todos nuestros pecados a los que creemos en este Evangelio de Verdad.

    Esta Verdad, el Evangelio del agua y el Espíritu, viene por completo del Dios de la Trinidad. El plan perfecto de salvación de Dios para la humanidad era enviar a Su Hijo Jesucristo, hacer que tomara los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista, y borrarlos. El Señor ha borrado todos nuestros pecados con el agua y la sangre. Este es el Evangelio de la Verdad, que el Señor vino por el agua y la sangre y nos ha salvado de los pecados del mundo.

    Así el Apóstol Pablo dijo en 1 Pedro 3,

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