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La preparación para el avivamiento
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Libro electrónico171 páginas2 horas

La preparación para el avivamiento

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Los avivamientos revelan tanto el poder de Dios como las debilidades del hombre. A través de distintos avivamientos en la historia, hemos visto una y otra vez que necesitamos estar preparados, no sólo para entrar en el grandioso poder del avivamiento, sino también para que éste continúe fluyendo y sea puro. El Dr. Bailey nos muestra que mediante la edificación de fundamentos bíblicos y espirituales sólidos en nuestra vida, en nuestras familias y en las iglesias, lograremos prepararnos para el gran avivamiento que pronto vendrá a todas las naciones.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 oct 2021
ISBN9781596655614
La preparación para el avivamiento

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    La preparación para el avivamiento - Dr. Brian J. Bailey

    OH JEHOVÁ, AVIVA TU OBRA

    El clamor por un avivamiento ha sido la oración del pueblo de Dios en todos los tiempos. Era el clamor del corazón del profeta Habacuc. En el capítulo 3:2 oró: "Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia".

    Esta oración —"Oh Jehová, aviva tu obra"— es el clamor de todo santo devoto en cada momento de la historia. También está en el corazón de cada uno de los que intercederemos delante de Dios para que Él envíe avivamiento a los pueblos, las ciudades y las naciones. Pero el trasfondo del clamor del profeta también es importante.

    POR QUÉ ES NECESARIO EL AVIVAMIENTO

    Una razón por la cual necesitamos un avivamiento es que el tiempo de los juicios de Dios viene sobre el mundo. En el capítulo 1:4 de su libro, Habacuc nos mostró la condición de su nación en su tiempo: Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia. Sin duda, es el mismo caso de muchas naciones hoy día. También podemos leer en el capítulo 2:5-20 acerca de los cinco ayes a causa de ciertos pecados: robo en el versículo 6, codicia en el versículo 9, violencia e iniquidad en el versículo 12, embriaguez en el versículo 15 e idolatría en el versículo 19. Dios estaba diciendo que juzgaría a Israel a causa de estos pecados.

    Quienes viajan mucho pueden ver que hoy día Dios está pronunciando juicios pavorosos sobre muchas naciones. Sin embargo, Dios también está hablando a las naciones acerca de juicios mucho mayores que pronto vendrán. Si bien la Iglesia puede alejar el juicio en situaciones específicas y en ciertas naciones, debemos entender que el avivamiento y el juicio también son coexistentes. En la Biblia está claro que el avivamiento a menudo viene antes del juicio y es lo que sostiene al pueblo de Dios durante el juicio.

    Tomemos como ejemplo los tres sitios de Jerusalén. Los profetas hablaron acerca de la destrucción de Jerusalén a causa de su idolatría, inmoralidad y violencia. El primer sitio se produjo en el año 586 a.C., pero antes de este juicio, Dios les ofreció avivamiento bajo el reinado de Josías.

    El siguiente sitio de Jerusalén fue en el año 70 d.C., cuando Jerusalén fue destruida por los romanos. Antes de esta destrucción, el avivamiento más grande de toda la historia de Israel llegó en la persona de nuestro Señor Jesucristo y con la Iglesia de los primeros tiempos. El avivamiento precedió al juicio.

    También sabemos por la Palabra de Dios que, antes de la segunda venida de nuestro Señor, habrá un tercer sitio de Jerusalén. El profeta Zacarías lo describe en el capítulo 14:1-4. Isaías declara que habrá terribles juicios y que una gran oscuridad cubrirá la tierra en ese tiempo. Por su parte, Isaías anuncia que la gloria de Jehová será vista sobre la Iglesia (Isaías 60:1-3).

    Habacuc 3:16-17 dice: Oí, y se conmovieron mis entrañas; a la voz temblaron mis labios; pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; si bien estaré quieto en el día de la angustia, cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas. Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; […]. En estos versículos leemos que Dios traería juicio sobre el pueblo en el tiempo de Habacuc. Sin embargo, en los siguientes dos versículos también vemos la clara diferencia en el pueblo triunfante de Dios: Con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar. Esta es la imagen que se repite en Isaías 60:1-3, de una gran oscuridad que viene y al mismo tiempo la gloria del Señor que se revela sobre la Iglesia.

    Es de suma importancia que el avivamiento venga a la Iglesia antes del juicio. Esto es porque el avivamiento desatará el gozo del Señor en nuestro corazón, gozo que será nuestra fortaleza para sostenernos durante los tiempos de tribulación y juicio. La Iglesia debe entrar en el avivamiento con milagros y provisión sobrenatural, ¡porque el avivamiento mantendrá viva a la Iglesia!

    Durante la década de 1930, en el país de Gales, se produjeron tiempos de juicio en los cuales escasearon los alimentos. El gobierno no proveía comida, por lo que los cristianos tuvieron que orar fervientemente pidiendo alimento. Los alimentos comúnmente se almacenaban en lo que llamaban despensas. Cuando sus despensas se vaciaban, comenzaban a orar. ¡Y cuando las abrían estaban llenas de leche, pan, carne y otros alimentos! Dios proveía para ellos de manera sobrenatural. El avivamiento no es solamente para llevar a los inconversos a Cristo; ¡también es necesario para la Iglesia en tiempos de juicio!

    Cuando en cierta nación comenzaron a recibir muchas profecías de juicio, algunos cristianos con mentalidad de negocios comenzaron a producir alimentos deshidratados congelados como previsión para la tribulación que se acercaba. ¡Por dos mil dólares vendían un cargamento de comida que podía alimentar a una persona durante un año! Era sorprendente ver cuántos cristianos los compraron. Luego, también razonaron que si ellos tenían comida y otros no, esas personas podrían venir a quitarles su comida. ¡Así que comenzaron a comprar armas! Es increíble cuánto pueden distorsionarse los pensamientos de las personas cuando intentan salvarse por sus propios medios. ¡No! Debemos ser guardados por el poder de Dios; necesitamos tener avivamiento y milagros durante los tiempos de juicio.

    CÓMO COMIENZA EL AVIVAMIENTO

    En el libro de Habacuc, el primer paso hacia el avivamiento fue la intercesión y la actitud de esperar en Dios. Cuando Dios le dijo a Habacuc que venía el juicio, el profeta clamó en el capítulo 3:2: "[…] aviva tu obra […] en la ira acuérdate de la misericordia". Esto fue lo que el Señor nos hizo sentir a nosotros hace algunos años respecto de una sequía en cierto país. Sabíamos que la sequía era un juicio de Dios, pero luego Él nos habló diciendo: Esta sequía es obra de Mi mano, pero ahora quiero que clamen pidiendo Mi misericordia, para que llueva. Es muy importante que clamemos pidiendo misericordia cuando veamos que viene el juicio de Dios. Como hijos de Dios, deberíamos humillarnos y comenzar a clamar: Oh Dios, en la ira acuérdate de la misericordia. Habrá grandes juicios, pero queremos la misericordia de Dios. Deseamos clamar: Señor, merecemos el juicio; pero Señor, aviva Tu obra.

    El profeta continuó en Habacuc 2:1 diciendo: Estaré en mi puesto de guardia, y sobre la fortaleza me pondré, velaré para ver lo que El me dice, […] (BA). Habacuc fue a su torre de oración, no solo para orar un rato sino que dijo que esperaría, y continuaría esperando, una palabra del Señor.

    Al orar y esperar en Dios, veremos que el próximo paso hacia el avivamiento es que el Señor nos hablará y nos revelará los obstáculos para el avivamiento. A menudo, el primer obstáculo que el Señor menciona es la necesidad de limpieza. En Habacuc 2:1, cuando el profeta abrió su corazón delante de Dios, esperaba algún tipo de reprensión de parte del Señor, porque dijo: "[…] velaré para ver lo que El me dice, y qué he de responder cuando sea reprendido" (BA). El rey David también era esa clase de persona. En Salmos 139:23-24, exclamó: Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad,[…].

    Es muy importante comprender que el avivamiento comienza con nosotros. Es bueno orar para que Dios avive a otros y comience a moverse a nuestro alrededor. Sin embargo, el avivamiento siempre comienza con quienes están más cerca de Dios, a quienes Él ha inquietado para que vean la necesidad del avivamiento. Por lo tanto, necesitamos clamar: Crea en mí un corazón limpio y Examíname, oh Dios. Aquí es donde comienza el avivamiento. Luego el Señor puede comenzar a revelar cosas en nuestra vida que ni siquiera imaginábamos que eran un estorbo para el avivamiento.

    En el capítulo seis de Isaías encontramos que, antes del avivamiento de su tiempo, Isaías tuvo un encuentro fresco con Dios. Eso es lo que nosotros también necesitamos. No podemos esperar que los inconversos se encuentren con Dios hasta que la Iglesia haya tenido un encuentro fresco con el Señor.

    Cuando Isaías entró a la casa de Dios, vio al Señor sentado en Su trono y a los serafines que daban voces uno a otro: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Luego, en el versículo cinco, esta revelación de la santidad de Dios fue tan grande que Isaías clamó: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. Antes de este momento, Isaías no era consciente de cuán inmundos eran sus labios porque no había visto al Señor en ese nivel de gloria. Muy a menudo no somos conscientes de cosas en nuestra vida que pueden impedir que Dios se mueva con el poder del avivamiento. Esto se debe a que todavía no hemos tenido una revelación de Dios que haya alumbrado estas cosas ocultas, o quizá sí seamos conscientes de nuestras faltas pero nunca las hemos resuelto. El avivamiento comienza cuando los miembros de la iglesia reciben una visitación y limpieza renovadas por parte de Dios.

    Si esperamos que el Señor nos haga oír Su respuesta, como hizo Habacuc, Él comenzará a hablar. Quizá sea algo muy pequeño lo que el Señor quiera ajustar en nuestra vida. Cierto predicador inglés deseaba ser lleno con el Espíritu Santo, por lo que clamaba: Señor, lléname con el Espíritu Santo. El Señor le dijo solo una cosa muy simple: Ve a la habitación contigua, abre la puerta de la jaula y suelta al pájaro. En la jaula tenía un ave silvestre que había capturado. La había hecho prisionera y la tenía como mascota. El Señor dijo: Suelta al pájaro. El predicador pensó: Aquí estoy yo, orando para recibir el bautismo del Espíritu Santo, ¡y Dios me habla de ese pájaro! Se puso a orar nuevamente, y el Señor continuaba hablándole acerca del pájaro. De modo que fue y soltó al pájaro ¡y al momento fue lleno del Espíritu Santo! Usted podrá decir: Eso es algo ínfimo. Sí, ¡pero era su obstáculo para recibir el bautismo! ¿Cómo podía

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