CONSTANTINO El emperador que instauró el cristianismo
Quizá, sin él en el poder –y, por supuesto, sin su decisiva conversión–, las cosas hubiesen sido muy distintas… Constantino, nacido en Naissus (Alta Mesia) y cuyos padres fueron Constancio Cloro y Helena, protagonizó un momento trascendental en su vida: la espectacular visión en el cielo de una cruz gigante (el lábaro, una X y una P superpuestas y cruzadas que representaban las dos primeras letras en griego del nombre de Cristo) y la inscripción "Con este signo vencerás". Él y todo su ejército se quedaron estupefactos. Tal prodigio tuvo lugar el día anterior a la batalla del Puente Milvio, cerca de Roma. Esa misma noche, en sueños, se le apareció Cristo con el mismo signo que vio en el cielo. Al amanecer, se despertó entusiasmado por haber sido favorecido con semejante señal divina (mandó grabar en su casco, en su estandarte y en los escudos de los soldados el signo). Ese día, logró obtener una gran victoria contra Majencio, arrebatándole Italia. Era el 28 de octubre de 312. Constantino se convirtió al cristianismo. "A partir de esta visión, nada volvió a ser igual en el Imperio, abocado ya al cristianismo. Por este inmenso giro en la historia espiritual del mundo, y por un cambio que hizo oscilar el escenario político mediterráneo hacia Oriente, se considera que la inmensa figura de Constantino el Grande abre las puertas de la llamada 'Antigüedad tardía', el último, fecundo y apasionante capítulo de la historia de la Roma imperial y el preludio de lo que sería la Edad Media", explica José Mª Candau Morón, profesor titular
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