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Cu Chulaín, el valiente
Cu Chulaín, el valiente
Cu Chulaín, el valiente
Libro electrónico111 páginas58 minutos

Cu Chulaín, el valiente

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La leyenda heroica más representativa de la cultura celta relata, con dinamismo, las fabulosas aventuras del héroe del Ulster, las peripecias que atraviesa a lo largo de su vida y su lucha contra feroces guerreros y temibles encantamientos.
IdiomaEspañol
EditorialLetra Impresa
Fecha de lanzamiento1 ene 2021
ISBN9789878933047
Cu Chulaín, el valiente
Autor

Anonimo

Soy Anónimo.

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    Cu Chulaín, el valiente - Anonimo

    ilustracion

    Capítulo

    · 1 ·

    Un nacimiento extraordinario

    ~

    Esta historia sucedió hace ya muchos, muchos años en Irlanda. Esa hermosa isla estaba dividida en cuatro regiones: Ulster, Conacht, Munster y Leinster, cada una gobernada por su rey. Aquellas eran épocas de héroes, de guerreros, de sacerdotes llamados druidas, y también de hadas, brujas y encantamientos. Eran épocas en las que los dioses intervenían en los asuntos de los humanos y en las que los hombres se enfrentaban en feroces batallas.

    En aquel tiempo, Conachor, el rey del Ulster, ofreció un banquete en su fortaleza de Avin Macha para celebrar la boda de su hermana Dejterá con Sualtim. En un momento Dejterá tuvo sed, entonces le dieron una copa de vino. Mientras ella bebía, una mariposa entró en la copa, y ella la tragó con el último sorbo. E inmediatamente, acompañada por sus cincuenta doncellas, apareció en un soleado salón, donde cayó profundamente dormida. En su sueño, Lug, el dios supremo, se presentó y le dijo:

    –Yo era la mariposa que entró en tu copa y ahora tú y tus cincuenta doncellas deben acompañarme.

    Acto seguido, las convirtió en pájaros y se fueron con él hacia la Tierra de los Sidh: la morada de los dioses, las hadas, los héroes y los muertos. Y nadie en Avin Macha supo adónde habían ido o qué había sucedido con ellas.

    Un año después, Conachor y sus hombres celebraban otro banquete en su fortaleza. De pronto, vieron por la ventana que unas aves se posaban en la tierra y devoraban todo, sin dejar ni una brizna de hierba.

    Los hombres del Ulster se disgustaron mucho y se subieron a sus carros de guerra para perseguirlas. Conachor iba en el suyo y detrás, sus caballeros más sobresalientes: Fergus, Blai, Sencha, Amergin y otros.

    Siguieron a las aves hacia el Sur, a través de muchas comarcas, pero no lograban alcanzarlas. Era la bandada más hermosa que habían visto jamás: formaban nueve grupos, unidos de dos en dos por una cadena de plata. Al frente había dos pájaros de distinto color, unidos por una cadena de oro. Tres pájaros que volaban sueltos cerraban la bandada. Y así, siempre siguiendo a las aves, llegaron al extremo más lejano del país, hasta que oscureció y dejaron de verlas. Entonces, Conachor dijo a su gente:

    –Descendamos de los carros y busquemos un lugar donde podamos pasar la noche.

    Fergus tomó la iniciativa y se alejó del grupo. Caminando, encontró una choza pequeña y miserable. Un hombre y una mujer estaban en la puerta y, al verlo, le dijeron:

    –Trae a tus compañeros, que serán bienvenidos.

    Fergus se sorprendió de que supieran que no estaba solo y cuando regresó junto a los otros caballeros, les contó lo que había visto. Blai se opuso a que se hospedaran en una casucha. No le parecía un alojamiento digno para el rey y su comitiva. Sin embargo, quiso inspeccionarlo. Pero cuando llegó al lugar que Fergus le había indicado, no encontró una choza miserable, sino un espléndido palacio. En la puerta lo esperaban un joven muy alto y apuesto, rodeado de un halo brillante, y una mujer joven y noble, de hermoso cabello ondulado.

    –Entra en la casa, Blai. ¿Por qué desconfías? –le dijo el hombre.

    –Eres bienvenido –agregó ella.

    A Blai esto lo extrañó, pues en aquellos tiempos no era habitual que se les diera la bienvenida a los desconocidos. Entonces le preguntó al joven:

    –¿Por qué ella me da la bienvenida?

    –¿No la reconoces? –preguntó a su vez el joven.

    –No estoy seguro –contestó Blai, mientras observaba a la mujer.

    –¿No hubo un suceso raro el año pasado en Macha?

    –Claro que sí. Hace un año la princesa Dejterá y sus cincuenta doncellas desaparecieron misteriosamente. Y no volvimos a saber nada de ellas en todo este tiempo –respondió Blai.

    –Bueno, mírala con atención –dijo el joven.

    –¡Es Dejterá! –exclamó Blai, asombrado.

    –En efecto. Yo traje a la princesa y sus cincuenta doncellas a esta casa y fueron ellas, transformadas en pájaros, quienes hoy los guiaron hasta aquí.

    Contento con el hallazgo, el guerrero regresó a buscar a sus compañeros. En el camino, pensó que no le diría a Conachor que había encontrado a su hermana, así el rey se llevaría una grata sorpresa cuando la viera por sí mismo.

    –¿Qué noticias traes, Blai? –le preguntó el monarca al verlo.

    –Hallé un palacio iluminado. Su dueño es un joven alto, generoso y distinguido. Vi también a una reina de hermoso cabello ondulado y a muchas mujeres bellas y bien vestidas.

    –Entonces, pasaremos allí la noche –decidió Conachor y partieron con sus carros, sus caballos y sus armas.

    Apenas entraron, el dueño de casa los saludó amablemente y los condujo hasta un resplandeciente salón. Allí, hizo que les sirvieran los manjares más exquisitos que habían probado en toda su vida. Al terminar de cenar, Conachor le preguntó:

    –¿Dónde está la dueña de casa, que no ha venido a recibirnos?

    –No puedes verla esta noche, pues está a punto de tener un bebé –respondió el joven.

    De pronto

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