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Los Viajes del Hechicero número 0
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Libro electrónico91 páginas1 hora

Los Viajes del Hechicero número 0

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Éste es el primer número de "Los Viajes del Hechicero", una revista de un solo autor llena de historias de fantasía, ciencia ficción y horror.
En este número podrás encontrar:

Terranova – En el siglo XVI, el navegante portugués Manuel Corte-Real vuelve a la Tierra Nueva del Bacalao en busca de su desaparecido hermano Gabriel. Sin embargo, encuentra algo muy diferente de lo que esperaba.

El Cornudo – Un cabrío negro aterroriza a la población de la aldea de Meadela, quienes piensan que es el Diablo. ¿Estarán en lo cierto o tendrá la criatura un origen mucho más mundano?

La Máquina del Tiempo – Durante años, Roberto estudió, investigó y trabajó para construir una máquina del tiempo. Ahora que finalmente la concluyó, se prepara para viajar al pasado y tener la vida que siempre quiso y que piensa es imposible de lograr en su tiempo. ¿Pero tendría que viajar tan lejos para encontrar lo que busca?

El Saltador – Después de un largo periodo alejado de los trampolines, el atleta de saltos de esquí Korhonen regresa al deporte que siempre ha amado. Sin embargo, ni el deporte es inmune al avance de la tecnología.

Vida Nocturna – ¿Tendremos, en el futuro, tiempo para vivir una vida fuera del trabajo?

Holestern: La Herencia – Holestern, junto con dos compañeros, entra en la desolada ciudad de Durknaz en busca de un artefacto que le es muy importante. ¿Podrán encontrarlo, o sus huesos se unirán a los muchos otros que yacen entre las ruinas de la Ciudad Maldita?

La Elección del Caballero: Prólogo y Capítulo 1 – La primera parte de una novela serializada en que seguiremos a Loran, uno de los caballeros reales de Veltraik.
Tras el fin de la larga guerra contra el Imperio Artemisio, un ejército de los ahora desempleados mercenarios contratados por Veltraik se revuelta y empieza a saquear el reino. Loran se une al ejército enviado para detenerlos y acaba descubriendo algo que ni el mejor mago del reino logra identificar.

IdiomaEspañol
EditorialJoel Puga
Fecha de lanzamiento13 abr 2019
ISBN9780463118955
Los Viajes del Hechicero número 0
Autor

Joel Puga

Joel Puga nasceu na cidade portuguesa de Viana do Castelo em 1983. Entrou em contacto muito cedo com a fantasia e a ficção científica, principalmente graças a séries e filmes dobrados transmitidos por canais espanhóis. Assim que aprendeu a ler, enveredou pela literatura de género, começando a aventura com os livros de Júlio Verne. Foi nesta altura que produziu as suas primeiras histórias, geralmente passadas nos universos de outros autores, cuja leitura estava reservada a familiares e amigos.Em 2001, mudou-se para Braga para prosseguir os estudos, altura em que decidiu que a sua escrita devia ser mais do que um hobby privado. Isso valeu-lhe a publicação em várias antologias e fanzines portuguesas abordando diversos sub-géneros da ficção especulativa.Vive, hoje, em Braga, onde divide o seu tempo entre o emprego como engenheiro informático, a escrita e a leitura.Joel Puga was born in the Portuguese city of Viana do Castelo in 1983. Since an early age, he has been in contact with fantasy and science fiction, mainly thanks to dubbed films and TV shows transmitted by Spanish channels. As soon as he learned how to read, he got into genre literature; starting his adventure with Julio Verne’s books. It was during this time that he produced his first stories, generally using other author's universes as a backdrop, the reading of which was reserved to family and friends.In 2001, he moved to Braga to follow his studies, a time in which he decided his writings should be more than a private hobby. This granted him several publications in Portuguese anthologies and fanzines of various sub-genres of speculative fiction.Today, he lives in Braga, where he divides his time between his job as a computer engineer, as well as writing and reading.Joel Puga nació en la ciudad portuguesa de Viana do Castelo, en el año 1983. Desde muy temprana edad, mostró interés por la fantasía y la ciencia ficción sobre todo gracias al doblaje de películas y programas de televisión para canales españoles. Tan pronto como aprendió a leer, se sintió atraído por la literatura de género, iniciando esta fascinante aventura gracias a los libros de Julio Verne. Durante ese período, produjo sus primeras historias, las cuales, por lo general, estaban inspiradas en el universo de otros autores. La lectura de sus primeras obras quedaba reservada a familiares y amigos.En 2001, se trasladó a Braga para continuar con sus estudios. En esa época, decidió que sus escritos deberían ser algo más que un pasatiempo privado. Como consecuencia de esta decisión, publicó varias obras en antologías portuguesas y revistas de varios sub-géneros destinadas a fans (fanzines) de la ficción especulativa.En la actualidad reside en Braga, donde divide su tiempo entre su trabajo como ingeniero informático, y su pasión por la escritura y la lectura.

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    Los Viajes del Hechicero número 0 - Joel Puga

    El Cornudo

    Hace muchos años, durante el tiempo de la dictadura, hubo un invierno en que los habitantes de la parroquia de la Meadela, en Viana do Castelo, tenían miedo de salir a la calle. Rumores de que el Diablo en persona deambulaba por los oscuros caminos les aterrorizaba. Y pruebas habían de que los rumores eran verdad: plantaciones machacadas, por entre las cuales se veían marcas de cascos; cultivos que desaparecían sin dejar rastro; círculos de trigo aplastado, donde se decía que Beelzebub había hecho su cama.

    Y relatos de testigos aparecían en la taberna al lado de la Iglesia casi todas las noches:

    Hace poco, cuando venía para aquí, al pasar por el campo de Necas, comenzó a perseguirme. Oía el sonido de cascos detrás de mí, pero, cuando miraba, no veía nada, incluso con la Luna llena. Estaba invisible, el cornudo. Apresuré el paso, pero los cascos continuaron acercándose. Entonces, un viento frío me heló y sentí un escalofrío. Empecé a correr y sólo me detuve aquí.

    Lo vi ayer. Venía para acá, desde la Quinta del Ameal, y, al doblar una esquina, allí en la callejuela que pasa por el campo de Tío Chico, allí estaba él, frente a mí, el cabrío negro. Sus ojos eran rojos y humo le salía por la nariz. Salí corriendo y sólo me detuve en casa.

    El sacerdote rezaba misas para alejar a Lucifer de su parroquia. Las personas colgaban en la puerta de sus casas y campos todas las hierbas que conocían para alejar a demonios, espíritus y el mal de ojo. Toda la gente empezó a llevar un crucifijo sobre el pecho, acompañado por todos los amuletos que pudieran venírsele a la mente. Sin embargo, la destrucción de las cosechas y los avistamientos continuaron.

    Una noche, hartos de las supersticiones de sus vecinos, Juan y su padre, Querubín, decidieron poner fin a la cosa. Armados solamente con un bastón y una lámpara, avanzaron por los estrechos y oscuros caminos entre los campos de la población, cazando el Diablo.

    Poco después de la media noche, una tormenta llegó. Fue gracias a la luz de los relámpagos que, a lo lejos, Juan y Querubín vieron a la criatura, el cabrío negro, alimentándose alegremente de las coles en el campo de Necas. Los dos se acercaron con cautela, ya que, a pesar de no creyeren en las supersticiones, la oscuridad de la noche ponía miedo en los corazones de todos, a excepción de los más valientes o más idiotas de los hombres.

    Se acercaron sin problemas. Con un golpe certero del bastón, Juan rompió el cuello de la criatura, que cayó al suelo.

    Los signos del Diablo desaparecieron, y no se escucharon más historias de nuevos avistamientos. Poco a poco, los amuletos desaparecieron de las puertas y de los pechos de los habitantes de la parroquia de la Meadela.

    Una noche, casi un mes después, Querubín encontró a Tío Joaquín en la taberna.

    - Menos mal que el Diablo ya se fue – dijo Tío Joaquín. - Ya podemos venir aquí durante la noche tranquilos.

    - Es verdad.

    - Vaya… A pesar de los sustos y de haber dado algún perjuicio, el cornudo no hizo ningún mal trascendente.

    - Felizmente.

    - Parece que el Diablo no es tan malo.

    - No – Querubín se frotó el vientre. - Hasta era muy bueno.

    La Máquina del Tiempo

    Finalmente estaba lista, luego de más de treinta años. Roberto la admiró. No porque fuera algo digno de ser admirado. Una miscelánea de cables conectados a varios puntos en las paredes, todos llevando energía a la estructura central: una columna metálica cuya cima era formada por un círculo de chapa mal cortada. Podía no ser propiamente horrible, pero nada debía a un buen sentido estético, como algo construido para ser funcional, pero nunca ser visto fuera de las cuatro paredes del laboratorio.

    Roberto pasó la mano por el panel de control, por los diversos botones que se encontraban de momento desactivados, y esbozó una sonrisa. Por fin iba a poder tener la vida que siempre anheló, que siempre mereció, aunque ello fuera ahora con sesenta años de edad.

    Desde la adolescencia, durante la primera década del nuevo milenio, buscaba aquello a lo que llamaban verdadero amor, aquel sentimiento sobre el cual había visto tantas películas y leído tantos libros. Pero sólo había encontrado desilusiones. Había sido engañado y traicionado más veces que las que podía recordar.

    Sin embargo, esto ya no lo preocupaba. Finalmente, la máquina del tiempo estaba lista y ésta le llevará a los años setenta, la época en que sus padres se habían enamorado, un amor real y puro que duraría hasta el fin de sus vidas. La época ideal para encontrar la mujer que siempre quiso.

    Llamaron a la puerta.

    - ¿Puedo, señor Santos?

    Era María, la empleada que lidiaba con todos los aspectos mundanos de la vida de Roberto. Él siempre la encontró atractiva, pero se esforzaba al máximo para ignorarlo. Ella era veinte años más joven que él. Roberto ya había tenido muchas malas experiencias con mujeres de su edad, ¿cómo podría rendirse a una que había crecido en el nuevo milenio?

    - ¿Dónde quieres que ponga el almuerzo?

    Él señaló hacia una mesa cercana, en la cual se sentó poco después. Una hamburguesa de queso triple de Max con salsa especial se encontraba enfrente de él. Una de las pocas cosas que iba a echar de menos en los años setenta. La comió con pequeños bocados y disfrutó despacio de cada uno de ellos.

    Terminada la comida, se levantó y se dirigió a una pequeña palanca situada en un lado de la máquina. Tiró de ella, y un tenue zumbido irrumpió en el laboratorio. Las luces del panel de control se encendieron. Apretó varios botones y se puso debajo del círculo metálico de la máquina.

    María se acercó. Mientras el zumbido de la máquina aumentaba de volumen, lágrimas escurrían por su cara. Finalmente, avanzó dos pasos rápidos, abrazó Roberto por el cuello y le besó los labios. Un largo y prolongado beso que sólo rompió cuando el zumbido de la máquina se hizo tan intenso que sólo podía querer decir que el tiempo estaba a punto de llegar al fin.

    Asombro y confusión surgieron en la cara de Roberto. Un mero instante después, sus ojos se abrieron como platos, como si se hubiera dado cuenta de algo en lo que ya se debía haber fijado hacía mucho más tiempo. Una lágrima le escurrió por el rostro. Y entonces desapareció en dirección al pasado perfecto.

    El Saltador

    Korhonen se prepara para partir. Alejado de las competiciones durante más de

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