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Rebeldes de Kaysa
Rebeldes de Kaysa
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Libro electrónico151 páginas2 horas

Rebeldes de Kaysa

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Información de este libro electrónico

«Andra y Dahlia acuden a una boda sin imaginar que las noches irlandesas están tan llenas de magia, ni que las estrellas que las observan serán testigo de una aventura sin precedentes. El pasado las dejó con el corazón roto, pero el futuro las dejará sin aliento.

Una ceremonia, dos damas de honor, un misterio que resolver y muchas batallas que lidiar. ¿Serán capaces de afrontar los peligros que las aguardan?»

 

«Una romántica historia de fantasía en el universo de Guerreros de Selenne»

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 may 2022
ISBN9798201720872
Rebeldes de Kaysa
Autor

Anna G. Morgana

ANNA G. MORGANA es una apasionada de la literatura desde la infancia, cuando su madre le inculcó el amor por los libros. Le apasiona la fantasía, la ciencia ficción, el terror y el romance. Como autora le gusta navegar por diferentes géneros, lo que la llevado a escribir, incluso, algún guion para cine. Residió en Londres donde estudió y se inspiró para escribir algunos relatos que fueron premiados. En 2016, publicó su poemario: «Respira. Es el Destino». Fue en 2019 cuando presentó el inicio de su saga... el selenneverse: «Guerreros de Selenne». Durante el 2020 participó en: «Renacer Antología Benéfica», en beneficio de la AECC. En 2021 coordinó: “Soy Valiente”, uniendo fuerzas con la asociación «Els Petits Valents» en la lucha contra el cáncer infantil. Ha participado en: «Historias de Malasaña» con la editorial Bala Perdida y «Va de Poesía» con *Astérisco Escritores. Vive en la Costa Brava y compagina su amor por los libros y el cine con los paseos en la naturaleza acompañada de  sus perros. 

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    Rebeldes de Kaysa - Anna G. Morgana

    Dedicado...

    A mi madre, por su cariño, su trabajo y su apoyo incondicional. La mejor de todas.

    A Carla, mi correctora y amiga. Sin su paciencia infinita y su duro trabajo, tú no podrías tener en tus manos este libro hoy.

    A Maya e Irene por su amistad, sus sabios consejos... y por ser una inspiración constante.

    A la familia Renacer, la familia FELIOR, a mis «lanza estanterías», y a todas las buenas personas que conocí por las redes... Gracias por animarme a continuar siendo y haciendo lo que hago.

    A Naya, por demostrarme que hay cosas más grandes de las que imaginamos. Mi luz por siempre.

    A todas las musas creadoras de mundos.

    CAPÍTULO 1

    Hacía un año que toda su vida había quedado destruida. Un accidente había sido el culpable de llevarse todo lo que más quería; y con ello, sus ilusiones y sus sueños. Desde entonces su vida se había visto reducida a una existencia de reclusión. El único trato que tenía era con sus compañeros de trabajo, desde el que regresaba al pequeño piso que había adquirido después de la tragedia. Su vida era una aburrida rutina de ida y vuelta continua, de la que no podía, ni sabía, ni quería salir. No tenía fuerzas para nada más. Todo lo que la gente conocía como vida social había desaparecido para ella después de aquellos meses. Tampoco le preocupaba demasiado el orden, lo que hacía que su piso fuese una leonera. Tenía solo dos cosas que hacer: trabajar y volver a casa. ¿Qué más daba el resto? En ocasiones, en cinco minutos se podía preparar alguna comida, y en otras incluso se olvidaba de ello. Algunos amigos la habían tratado de ayudar, pero había huido de ellos; en su vida solo quedaba una buena amiga a la que, de tanto en tanto, escribía algún mensaje a través del móvil, aunque a veces la dejaba en visto, pero sin contestar para no recibir reprimendas. Cuando aquel día recogió del buzón una carta no le dio la menor importancia, ni siquiera miró quién era el remitente y, al entrar en el piso, la lanzó encima del montón de papeles desordenados que había sobre la mesa.

    No fue hasta la mañana siguiente, mientras desayunaba distraídamente, cuando le dio por volver a mirar aquella pila de papeles. Vio la carta del día anterior y entonces sí se fijó en el remitente: Nella Williams, su mejor amiga, la única persona que, después de todo, permanecía a su lado sin importarle lo difícil que se había vuelto mantener una relación de amistad con ella.

    Era tanto el afecto que le tenía que, a pesar de la desgana que cubría los días de Andra, le debía al menos abrir aquella carta escrita de su puño y letra.

    Al abrirla se encontró con una invitación y una nota en el interior. La invitación era refinada, y con ribetes dorados, en ella aparecía una foto de su amiga con su pareja, ambas sonreían; desde luego hacían una pareja preciosa.

    «Te invitamos a acompañar en su boda a Nella y Kate, el próximo 17 de junio.»

    Andra esbozó una enorme sonrisa, la primera en mucho tiempo que había sido sincera. Se alegraba muchísimo por su amiga, por ambas. Kate era una mujer increíble. Era atenta, divertida y muy bella, y sus ojos azules siempre miraban con un amor infinito a su amiga que, a la vez, le devolvía otra mirada azul llena de devoción. Sí, desde luego hacían una pareja estupenda y, a su parecer, estaban tomando la mejor decisión de todas.

    Dejó la invitación bien colocada encima del aparador del comedor y se sentó en el sofá con una taza de café en una mano y la carta en la otra.

    Su amiga le explicaba que, a pesar de que sabía que era difícil para ella, no se casaría si no asistía a la boda, que la quería como dama de honor y que no iba a permitir, por nada del mundo, que no acudiera.

    —Cabezota —espetó en voz alta, con una sonrisa que escapaba de su boca y que dolía de lo poco que había sonreído    durante aquellos meses.

    No, no era fácil salir de aquella horrible y cómoda rutina que había elegido. Y sí, era verdad que Nella había aguantado innumerables horas de llantos y conversaciones hasta las tantas de la madrugada durante meses y meses después de la tragedia. Pero ¿estaba ella preparada para asistir a tan festiva celebración? Y, además, como dama de honor nada menos. Los siguientes minutos acabarían por convencerla. Se estaba terminando el café cuando escuchó que entraba una llamada. Era nada más y nada menos que Nella que, como si hubiera tenido una conexión telepática con ella, la llamaba para asegurarse de que asistiría a la boda.

    La conversación duró varios minutos en los que Andra expresó sus dudas, sus miedos, sus penas... Y una a una esas excusas fueron rebatidas con afecto y tacto por su amiga.

    Sí, hacía un año había vivido la peor experiencia de su vida, pero no podía negarle aquello a su amiga, que, según le decía, tanto ella como Kate deseaban fervientemente que Andra asistiera.

    Habían contratado, según le explicaba Nella, a una de las mejores organizadoras de bodas, habían alquilado para el evento, un pequeño y mágico hotel rural con mucho encanto en Irlanda. Lo tenían todo pensado, aunque aún faltaban tres meses de duro trabajo para las novias. Novias que estaban deseosas de contar con ella. No, no les iba a fallar. Le costaría, por supuesto, pero llegado el momento viajaría de la ajetreada Londres a aquel pueblo en Irlanda para estar con sus amigas y, mientras tanto, trataría de ayudarlas en lo que pudiera. Aunque no entendía en qué iba ella a poder ayudar, con el caos y el desorden en el que se había convertido su vida.

    CAPÍTULO 2

    Durante aquellos meses , Andra se esforzó más que nunca para recuperar su ánimo, cada día trató de hacer algo nuevo; un pequeño, pero, al mismo tiempo, gigante paso para ser de nuevo ella misma.

    El tiempo transcurrió con algunas de esas metas conseguidas, otras no tanto; y cuando llegó el día, Andra se armó de valor para hacer algo que no había hecho en mucho tiempo, aparecer en un evento social. No uno cualquiera..., no, sino una boda, la gran boda. Un momento que llenaría de felicidad a su mejor amiga y para el que no iba a poner ninguna excusa más de las que había puesto hasta la fecha.

    Un año y cinco meses después de la última vez que había asistido a algo lejos de su hogar; un año y cinco meses desde que la tragedia sacudió su vida.

    «La belleza y la muerte son dos cosas profundas, con tal parte de sombra y de azul que diríanse dos hermanas terribles a la par que fecundas, con el mismo secreto, con idéntico enigma».

    Ya lo decía aquel soneto de Victor Hugo, la belleza y la muerte eran hermanas en esta terrible vida llena de enigmas. Andra no era consciente de lo certeros que iban a resultar aquellos versos en su viaje. Y, ajena a lo que le deparaba, con su maleta en una mano y un billete en la otra, esperaba en la terminal de Stansted el aviso de embarque al vuelo que la llevaría hasta Dublín. Una vez allí se encontraría con su amiga. Aún faltaban unos días para la boda, pero Nella le había pedido que llegara antes para que la ayudara con los últimos preparativos.

    En poco menos de una hora de vuelo llegó al aeropuerto, recogió su maleta y a los pocos minutos ya estaba abrazando a una feliz y nerviosa Nella que, en aquella semana, cambiaría para siempre su vida. Después de la bienvenida y los elogios hacia ella, llegaron los saludos de Kate; no había tanta confianza como con su Nella, pero ambas se apreciaban mucho. Después de todo lo que había vivido Nella en su pasado, la relación con Kate era lo mejor que le había pasado a su amiga, y después de casi siete años de relación, por fin, pondrían el broche de oro a su hermoso cuento de hadas. Hablaron durante unos instantes y se dirigieron a coger el coche de la pareja que estaba aparcado en el estacionamiento fuera del aeropuerto.

    —Andra —habló Kate con voz profunda al subir al coche—, Nella y yo te dejaremos en el hotel. Después, tenemos que ir a recoger a mi hermana al aeropuerto de Belfast —explicó—. Su vuelo tenía que haber llegado antes que el tuyo, pero ha tenido   un retraso de última hora.

    —Tienes la tarde libre —bromeó su amiga—. Esta noche hemos reservado mesa para cuatro a las seis. Cuando lleguemos del aeropuerto te recojo.

    Como siempre su amiga había pensado en todo. El hotel en el que se hospedarían aquellos cuatro días estaba situado en la mejor zona de Dublín; tenía espaciosas habitaciones en forma de estudio que a Andra le recordaban a su propio piso. Sabía que aquel detalle habría hecho decidirse a Nella. Un paso cada vez, de ese modo todo era mucho más sencillo.

    Mientras esperaba dio una vuelta por la ciudad y después, regresó al hotel para arreglarse y esperar a sus amigas. Se sentó pacientemente en el amplio sofá de la habitación hasta que llegó Nella a recogerla.

    Los primeros meses tras la tragedia, Nella había ido a verla en muchas ocasiones, aunque por motivos laborales, después, sus conversaciones habían tenido que reducirse a llamadas telefónicas durante meses. Aun así, no había habido ni rastro de distanciamiento entre ellas.

    Caminaban hacia el restaurante y, aunque estaba a una distancia de unos cinco minutos a pie, a Nella le dio tiempo a explicarle múltiples detalles de su futura boda: las ganas locas que tenía de pasar el resto de su vida con Kate, la confianza en que ambas estaban hechas la una para la otra y en que estaban tomando la mejor decisión de todas. Notó que Andra comenzaba a recordar su tragedia, sostuvo su brazo y, mirándola a los ojos, le aseguró que, a pesar de que todo aquello representaba su boda soñada, no la dejaría sola. También le comentó que la hermana de Kate se hospedaba a dos puertas a la derecha de su habitación y que a ellas las habían colocado en otra planta, pero que si necesitaba cualquier cosa solo tenía que llamarla.

    Cuando llegaron al restaurante, Andra no pudo más que sonreír. Era un local elegante, sin caer en lo pijo; al volver la mirada hacia su amiga observó como esta tenía un gesto de satisfacción al descubrir, bajo el criterio de su amiga, que una vez más, había acertado. Luces pálidas, música suave y un ambiente, en conjunto, muy agradable describía en pocas

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